La picaresca de los siglos XVI y XVII parece que dio para
mucho y que todavía puede seguir explotándose. Eso debieron pensar los
creadores de esta serie que tendrá también una segunda temporada. No hay que
olvidar que Sevilla entonces presentaba grandes oportunidades de promoción
social con la emigración hacia las Indias, pero que esta emigración estaba rigurosamente
reglada. Principal motivo de que existiese un tráfico ilegal sustentado por
mafias más o menos conectadas con los prohombres de la ciudad.
A mí me ha parecido una serie magnífica, aunque haya
recibido críticas negativas por su oscuridad, su lentitud que, en realidad, a
mí me parece que es intensidad narrativa que no siempre se apoya en los
diálogos. Es una serie difícil pero con mucha calidad. Ya hace tiempo que la
industria, la pequeña industria audiovisual española da ciertas alegrías.
Alegrías que además son exportables.
Yo entiendo perfectamente que tenga que ser una serie oscura
porque va a tratar temas que siguen escondidos dentro de las sociedades. La
miseria, la corrupción, las desigualdades palpables, respirables y que se
podían masticar y tragar. Todavía diría más, que algunos, los más pobres, estaban obligados
a tragar porque otros, los prohombres, podían cerrar la ciudad y sus casas y
dejar la miseria fuera.
Aquí la enfermedad, la peste, es sólo una excusa. Una barrera
para limitar un campo de estudio. Sevilla, la gran ciudad, queda sitiada por una
catástrofe que se ceba en los más pobres. Sin embargo las autoridades civiles y la
inquisición eclesiástica están preocupados por una serie de asesinatos producidos en la
ciudad.
Tenemos, pues, por un lado la crisis desencadenada por la
enfermedad y la falta de abastecimientos en la ciudad porque nadie puede entrar
y salir. Esto da lugar a que los especuladores acumulen cereales y productos de
primera necesidad para subir el precio de los mismos cuando escaseen. Y, por
otro lado, tenemos a un asesino suelto. Veremos si, a lo largo de los
capítulos, una y otra trama se funden en la misma.
Además, y creo que como consecuencia de la lucha feminista
de estos últimos años existe un personaje femenino que destaca. Estoy segura de
que, si la serie se hubiese rodado hace unos años no lo hubiéramos visto. Es
Teresa Pinelo, una pintora. Es cierto que en los siglos XVI y XVII existieron
pintoras y escultoras que, si bien no vivieron exclusivamente de su trabajo, sí
que dieron muestras de su talento; ahí quedan los ejemplos de SofonisbaAnguissola, Lavinia Fontana, Clara Peeters o La Roldana.
Teresa Pinelo y Mateo Núñez son personajes que no encajan en
el ambiente de corrupción y lo pagan caro. La primera no puede mostrarse como
una mujer de talento y firma sus cuadros con el nombre de su padre. El segundo
vive perseguido por la Inquisición porque no quiere menospreciar su razón, su
capacidad crítica y su propia inteligencia.
Por lo demás, fuera de la ciudad, una ciudad sucia, todavía
quedaba mucha más suciedad. La de la mancebía, donde según las ordenanzas sólo
podían vivir y trabajar las putas; putas que eran mayores de doce años y
huérfanas de padre y madre. Por supuesto, sometidas a chulos y a sus clientes
bestializados.
Dirección: Alberto Rodríguez, Rafael Cobos
Guión: Alberto Rodríguez, Rafael Cobos, Fernando León de Aranoa
Música: Julio de la Rosa
Fotografía: Pau Esteve Birba
Intérpretes: Pablo Molinero, Paco León, Manolo Solo, Patricia López Arnáiz, Sergio Castellanos.
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