jueves, 25 de enero de 2018

Ensayo: : La nueva lucha de clases. Los refugiados y el terror de Slavoj Zizek (2016)

El autor.-
Slavoj Zizek es un filósofo, sociólogo, psicoanalista y teórico cultural nacido en Eslovenia. Yo sustituiría todas esas calificaciones por una única, la de científico social aunque la prensa le llame agitador de conciencias. No sé si es muy correcto pero tanta diversificación en disciplinas académicas a veces tampoco es muy operativa. En sus obras trata de aunar el materialismo dialéctico con el psicoanálisis de Jacques Lacan, además de utilizar ejemplos de la cultura más popular. Otras obras suyas: ¡Bienvenidos a tiempos interesantes!, Robespierre, virtud y terror, El prójimo, tres indagaciones sobre teología política. 

Mi opinión.-
Me gusta que a Zizek se le considere un agitador de conciencias y estoy segura de que esa debe ser la principal función de un intelectual. Además, Zizek es un agitador de conciencias mediático, con gran capacidad de comunicación y una gran erudición y un considerable dominio de las redes sociales. Parece el prototipo de intelectual del siglo XXI; aquel que ya no tiene sitio en los medios de comunicación tradicionales y se busca nuevos foros desde donde dirigirse al mundo y especialmente a los jóvenes.

En este libro trata sobre la crisis de los refugiados pero lejos de considerarla un problema humanitario puntual, la considera una consecuencia lógica de la estructura del capitalismo neoliberal y su férrea división de clases. Considera que el capitalismo global es una especie de invernadero, cuyo interior está domesticado, climatizado y férreamente protegido para que el exterior, en este caso los refugiados, no le perturbe.


Es muy crítico con la izquierda (domesticada) occidental, pero al mismo tiempo parece caer en lo mismo que les critica: abogar por una solución imposible. La izquierda occidental sería una especie de “alma bella cínica”, que defendería abrir las fronteras a los refugiados, sabiendo que esto sería un desastre y, además, que la derecha lo impediría. Zizek, todavía va más allá y su solución será intentar reconstruir una sociedad global: “…esta solución a gran escala es la única realista, y la exhibición de virtudes altruistas nos impide, en última instancia, lograr ese objetivo” (Pg.15). Es posible que sea la mejor solución, pero desde luego no puede realizarse inmediatamente y mientras tanto ¿qué hacemos con los refugiados? No sé si Zizek peca de un cinismo mayor o si es pura ingenuidad.


La izquierda occidental, desde mi punto de vista, tiene que corregirse a sí misma. Por un lado, hace gala de un excesivo buenismo y de creer que el enemigo de mi enemigo es mi amigo y esto no siempre se cumple. Además, es excesivamente masoquista y desprecia todo un conjunto de instituciones y normas sociales por el solo hecho de ser occidentales. Muestra un antieuropeísmo feroz y poco útil, al relacionar cualquier iniciativa europea con el colonialismo o con el postcolonialismo, cuando en realidad debería ocuparse de reinterpretar y asimilar estas normas e instituciones de manera mucho más crítica y creativa y salir reforzada en ese empeño.


Para plantearse una reflexión crítica, Zizek cree que hay que romper cinco tabúes: 1/ el deber de escuchar a todo el mundo; 2/ equiparar cualquier legado emancipador europeo con el imperialismo cultural y el racismo; 3/ proteger nuestro modo de vida a toda costa sería una categoría protofascista o racista; 4/ prohibir cualquier crítica hacia el Islam por considerarla “islamofobia”; 5/ equiparar religión politizada con fanatismo.


Tarea difícil por no decir imposible, aunque más difícil sería ver al Otro, al refugiado, tal cual es y aceptarle. Pienso que los refugiados que están llegando en estas condiciones tan lamentables, después de ser explotados por las mafias, pertenecen a las clases más populares, las clases que no han podido huir antes por diversas razones. Si esto es así, podríamos pensar que, socialmente, son muy conservadores, muy apegados a sus tradiciones y muy críticos con el modo de vida occidental, especialmente con el modo de vida occidental de las mujeres; además, son hombres que han sufrido la “dislocación social debida a una rápida industrialización [que además ahora ha fallado]” (Pg. 39) y que ven su masculinidad amenazada, como piensa Beatriz Gimeno en Feminicidio (Graciela Atencio ed.)

En definitiva, un libro para leer con sosiego y no intentar encontrar certezas ni respuestas a todos los interrogantes. Pero sin olvidar que, ahora, los refugiados sirios están muriendo en las montañas del Líbano por congelación.


La nueva lucha de clases. Los refugiados y el terror 
Slavoj Zizek
Traducción: Damiá Alou

Ed. Anagrama

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