Han pasado dieciocho años desde que empezó el nuevo siglo y
parece que hayan sido muchos más. Si algo ha caracterizado al siglo XX ha sido
su apresuramiento. Muchos historiadores dicen que se trata del siglo más corto
de la historia de la humanidad. Según ellos empezaría después de la I Guerra
Mundial y terminaría con la caída del Muro de Berlín. 70 años. Un siglo de
apresuramiento.
La misma prisa se puede observar en actividades que
surgieron en esos 70 años y que van camino de desaparecer. Entre esas actividades
las hojas de contactos. Para quien no
conozca los procesos de la fotografía analógica, las hojas de contacto son la
primera impresión de la película en papel. La primera impresión de todos los
fotogramas sin ninguna ampliación, predominando los 35 mm y el blanco y negro. Es
una manera de hacerse una idea sobre el resultado de las toma fotográfica y
también de archivar y catalogar las propias fotografías.
A menudo, por lo menos para mí, eran una fuente de
frustración porque, en un primer vistazo, ves todos los errores cometidos. Ver,
ahora, los de los grandes maestros de la fotografía, de los grandes fotorreporteros
es un alivio porque también ves sus errores. Una especie de justicia cósmica
que me hace sentir mejor.
La Agencia Magnum, Magnum Photos, se creó en 1947 como
cooperativa por Robert Capa, Chim y Cartier-Bresson entre otros fotógrafos muy
conocidos. Se trataba de que los fotógrafos tuvieran cierta independencia y
control sobre los temas de sus trabajos y también como editarlos y publicarlos.
Actualmente tiene oficinas en Nueva York, París, Londres y Tokio. Cristina
García Rodero es la única fotógrafa española incluida en la Agencia.
Toda la historia del siglo XX está en sus archivos.
Precisamente de eso trata esta exposición y facilita también la posibilidad
para pensar qué ocurrirá, qué memoria podrá dejar la inmediatez de la
fotografía digital. Durante todo el siglo XX la calidad de las películas se
mejoró notablemente y también la estabilidad de los negativos, pero siempre se
hizo necesario hacer esta primera copia en papel. Hoy es la memoria del siglo
XX. La memoria de las fotografías icónicas que pasaron a la historia y también
la memoria de las que se quedaron en simples ensayos o tentativas.
Vemos en las hojas de contacto el esfuerzo de los fotógrafos
por buscar el encuadre perfecto. Una y otra vez intentado hasta conseguirlo. Vemos
los errores de iluminación, los desenfoques, la precipitación y la constancia. ¿Es
todo esto posible con la fotografía digital? ¿Cuál será el siguiente paso
evolutivo?
Hubo quienes, cuando se consolidó la fotografía artística de
retratos o paisajística, pronosticaron la muerte de la pintura. En realidad lo
que ocurrió es que la pintura se sintió liberada de la servidumbre de
representar fidedignamente la realidad y emprendió otro camino. Las dos
coexisten hoy sin problemas. Nadie se plantearía que una suplantase a la otra.
Sin embargo, los cambios producen una cierta desazón. Por mi
parte, como fotógrafa aficionada, la cámara digital me ofrece una comodidad antes
impensable. Para quien no se puede permitir un laboratorio de positivado, la
cámara digital supone no tener que abandonar la fotografía, aunque se añore la
calidez, intimidad y labor artesanal del laboratorio químico. También para los
profesionales la fotografía digital tiene considerables ventajas: facilita el
archivo y el visionado de pruebas. ¿Se pierde el romanticismo? Es posible que
el siglo XX sea el siglo de la pérdida del romanticismo; veremos qué pasa con
el siglo XXI.
La exposición es muy recomendable y quedan muy poquitos días
para verla. Es una oportunidad para ver la hoja de contacto de las fotografías del Desembarco en Normandía de Robert Capa y constatar que, aunque se hayan visto cientos de veces, cientos de veces son igual de conmovedoras.
Fundación Canal, Madrid.
Hasta el 5 de enero.
Durante el atentado de las Torres Gemelas |
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