jueves, 9 de enero de 2020

Cuento: El verdadero final de la Bella Durmiente de Ana María Matute (1995)


La autora.-
Ana María Matute fue calificada como la mejor novelista de la posguerra. Era miembro de la Real Academia Española y también Premio Cervantes. A los 5 años escribió su primer cuento y a los 17 ya recibe su primer contrato de una editorial. Fueron 3.000 pesetas en 1942. La torre vigía, Olvidado Rey Gudú y Aranmanoth conforman su trilogía medieval. Otras obras suyas son: 
Demonios familiares, Primera MemoriaParaíso inhabitado y una gran cantidad de cuentos con la infancia como protagonista. 

Mi opinión.-
Ana María Matute llegó a tener el aspecto de una hada traviesa que se divirtiese poniéndonos a todos en un aprieto. Le gustaba sacar punta a las cosas, buscar los tres pies al gato y remover Roma con Santiago, con tal de ofrecer otro punto de vista de las cosas.


Ella reivindicaba constantemente el sentido del humor como elemento indispensable de la literatura y de la vida. Después de haber padecido una grave depresión durante varios años, el humor era algo consustancial con la naturaleza de Ana María Matute. Por eso y porque los cuentos para niños son, en realidad, cuentos para aterrorizar a los niños, se propuso reescribir algunos de ellos trufándolos con pequeñas perlas de ironía y buen humor.


Este es el caso de El verdadero final de la Bella Durmiente. Porque después del casorio y del vivieron felices y comieron perdices puede que no todo sea tan feliz. En este caso Bella Durmiente se encuentra sola en medio de una situación muy conflictiva para ella y sus hijos (sí, ha tenido ya dos hijos, porque desde que se casó hasta que llega a su nuevo reino, el cortejo se va demorando y demorando y demorando, por lo felices que son). Y ¿de dónde surge ese conflicto posterior? Pues por una parte de la ausencia del Príncipe Azul, al que no se le ha ocurrido otra cosa que irse a batallar por esos mundos (aunque no tuviese muchas ganas, su madre se lo pidió y él es un hijo obediente); y por otra parte, de la relación con su suegra (¡cómo no!).


La Reina Madre es hermosa, pálida y delicada y, además, vegetariana. Provenía del reino de los Abundios. Que, aunque es una palabra no recogida por el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, todo el mundo sabe que es sinónimo de simple, de tonto (“más tonto que Abundio” dice el refrán). Un reino que, en principio, estaba arruinado pero que gracias al matrimonio del rey con la Princesa Floresta (los padres de la Reina Madre) empezó a prosperar. Nadie sabía por qué; pero nadie tenía ninguna intención de indagar en esa buena suerte recibida que les permitía enriquecerse. Bueno, Floresta sí lo sabía. Floresta era una bruja, pero una bruja buena.


Floresta y el rey tuvieron una hija, la princesa Selva. Y lo de la princesa ya fue otro cantar. Selva nació preciosa, con una carita llena de pelusilla y unos ojazos que lo veían todo y un cabello hermoso y lleno de caracolillos. Sin embargo, cuando sonrió todos se dieron cuenta de que había nacido ya con todos sus dientes. Dientecillos afilados como agujas. Fue imposible para las nodrizas intentar alimentarla. Ni siquiera los biberones soportaban las acometidas de los dientes. Así que empezaron a darle de comer carne cruda. Y así siguió durante años y años hasta que se casó y tuvo que empezar a ocultar estos pequeños vicios.


Así que tras su aparente vegetarianismo se escondía su cualidad de caníbal. Porque no sólo es que comiese carne es que tenía toda la intención de comer carne humana y de rechupetear los huesecillos y ternillas. Y en éstas, llegaron al castillo Bella Durmiente y sus tiernecillos hijos para convertirse en objetivo de la ogresa. Aunque gracias a unos criados, capaces de engañar a la bruja, esa circunstancia nunca se llega a producir.


La Bella Durmiente, cuando estaba sumida en este conflicto, podría haber dicho "despertarse de un sueño de 100 años para esto, ¡joder!", pero creo que era una mujer valiente y supo seguir adelante. Resulta paradójico que su vida haya sido un sinvivir y un regateo constante de brujas y desgracias, pero a veces no se puede elegir; ni siquiera las princesas pueden hacerlo. Al final, esta vez sí, fueron felices y comieron… vete tú a saber qué. El libro además está muy bien ilustrado por Albert Asensio. Aviso: no es un cuento para niños. 




El verdadero final de la Bella Durmiente
Ana María Matute

Ilustrado por Albert Asensio

Ed. Destino










Quién mejor que la autora para hablar de su libro. 



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