Put the blame on Mame,
boys! ¡Echadle la culpa a Mame, chicos! Echadle la culpa a las mujeres de
todo lo que pase en el mundo. Desde Pandora, desde Eva, las mujeres siempre
tenemos la culpa de todo. Especialmente de la soltura de bragueta de los
hombres. Mame tiene la culpa del incendio de Chicago de 1871, de la tormenta de
nieve de Nueva York de 1888 y del terremoto de San Francisco de 1906 que, por
supuesto, provocó con un leve movimiento de cadera. Pero Gilda es demasiado
sentimental para comportarse como Mame aunque vaya dándoselas de dura y de
mujer fatal.
Esta canción, junto con Amado
mío, fue compuesta por Allan Roberts y Doris Fisher para que Rita Hayworth
la interpretara en Gilda, pero en
realidad sólo hacia playback y la cantaba Anita Ellis.
¿yo? |
Gilda es uno de los vértices del triángulo compuesto por
Ballin Mundson, su reciente marido y Johnny Farrell, su antiguo amante. Así
que, como es de esperar, una mujer fatal, su marido relacionado con un cártel
poco decente y su antiguo amante, un paleto en toda regla, lo único que pueden tener
son problemas. Pero la película puede tener muchas más lecturas.
La lectura más clásica es la de la sensualidad de Gilda volviendo locos a los hombres: cuando canta, cuando se viste, cuando se desnuda, cuando fuma, cuando mira y cuando piensa. No voy a negar que sea así, pero también hay otras interpretaciones mucho menos evidentes.
Otra que se puede intuir es la de la mujer fatal completamente alienada y tonta y que mantiene un amor tonto hacia un paleto que la maltrata. Sí que es cierto que Gilda utiliza todo su cinismo contra Johnny y su cinismo es artillería pesada. Pero él tampoco se queda corto. La insulta, la zarandea, le pega y se casa con ella al final para seguir maltratándola. Le obliga a tener en su nuevo apartamento un retrato de su primer marido muerto (el mafioso) y la olvida. La deja abandonada en su hogar conyugal sin pasarse por allí ni siquiera para decirle hola. ¡Ahhhh! ... pero la venganza de Gilda será terrible.
En cierta manera Gilda es una imagen especular de la película Casablanca. También en ésta hay un triángulo amoroso y dos amantes que se reencuentran en un lugar exótico y en una situación turbulenta. Hay canciones inolvidables y frases que han pasado a la historia y que todos repetimos con admiración: Siempre nos quedará París o Johnny, que nombre tan difícil de recordar y tan fácil de olvidar. También en las dos películas hay un oficial de policía muy peculiar, que tiene una gran relevancia en el destino de los amantes. Pero en Gilda hay final feliz. Rocambolesco, pero final feliz.
Gilda, la blanca |
Gilda, la mujer fatal |
En Gilda también hay otro triángulo que pueda pasar más desapercibido. Un triángulo de camaradas, con ciertas
connotaciones homosexuales. Ballin, su bastón y Johnny. Cuando Johnny conoce a
Ballin también queda fascinado por él. El flechazo es sonoro. No sé si por su riqueza y poder, por su
elegancia como caballero o porque Johnny es tan paleto que cualquiera puede deslumbrarle.
El otro triángulo ¿amoroso? |
Poca gente se habrá fijado en este triángulo (posiblemente)
amoroso, pero del guante de Gilda nadie se olvida. Gilda, la mujer fatal, la
que agitando su melena perturba al mundo, no puede no destacar. Sin embargo,
también hay rasgos en la película de la Gilda que no es una mujer fatal, sólo
una mujer asustada que trata de sobrevivir en un mundo de tiburones. Es Gilda
la blanca, la que canta Amado mío, ámame
siempre, y que el siempre empiece esta noche; la que provoca, cuando su
canción termina, que la luz se apague y vuelvan las tinieblas al mundo.
Hoy ya ha pasado el escándalo que, para las mentes
calenturientas, supuso esta película desde su estreno. Ya no es un fenómeno
sociológico pero queda su maestría, porque no podemos olvidar que Nunca existió una mujer como Gilda.
Dirección: Charles Vidor
Guion: Marion Parsonnet (historia E.A. Ellington)
Música: Hugo Friedhofer
Fotografía: Rudolph Maté
Intérpretes: Rita Hayworth, Glenn Ford, George MacReady
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