En el año 1900 se construyó la cámara Mammoth para realizar
una sola fotografía, de la que he hablado en este post xxxx. Catorce años
después, las necesidades eran diferentes y se diseñó una cámara compacta y
funcional que facilitase la realización de varias tomas en 35 milímetros. Una era
estadounidense, la otra alemana.
Su creador fue Oskar Barnack y quería una cámara rápida y
sobre todo capaz de almacenar las tomas dentro de ella misma, de manera que,
después, se pudiese llevar el carrete a revelar a un laboratorio. Una filosofía
completamente distinta a la cámara de fuelle y placas. Un pequeño fotograma
ampliable a la dimensión que el cliente quisiera.
La I Guerra Mundial y, sobre todo, las dificultades de la
posguerra impidieron que la cámara se comercializase antes. No fue hasta 1925. Pero
cuando se comercializó cambió de manera significativa el acercamiento de profesionales
y aficionados a la realidad de la toma fotográfica. Era pequeña, manejable y
fácil de transportar en el bolsillo del abrigo de un caballero o en el bolso de
una señora. Yo hoy hago lo mismo con mi pequeña cámara digital, siempre
preparada para disparar. Con esto quiero decir que la revolución Leica todavía
tiene su sitio en el mundo fotográfico.
Umbo |
La vida, en el período de entreguerras, llevó un ritmo frenético en avances tecnológicos y también en cuestionamientos políticos y sociales. Automóviles, trenes y aviones se encargaban de facilitar la movilidad de los seres humanos a velocidades de vértigo y toda aquella vorágine necesitaba ser documentada de manera igualmente rápida. Una “nueva forma de mirar” a viejos y nuevos problemas. Toda una revolución visual.
Se presentan en la exposición unas 400 fotografías, la mayor
parte de ellas son copias de época. Abarcan todos los temas interesantes para
esa nueva forma de mirar. El paisaje, el retrato, pero también el reportaje
periodístico y la fotografía más intimista. Fotógrafos de prestigio y también
anónimos, fotografía en color y en blanco y negro. Cien años dan para mucho.
Reportajes sobre los grandes eventos deportivos
característicos del siglo XX, como las Olimpiadas de 1936 fotografiadas por
Lothar Rübelt, considerado todavía un referente, capaz de detener el movimiento
de los deportistas y dejarlo suspendido en el tiempo con una absoluta nitidez.
Fotografías míticas como la del miliciano muriendo de Robert
Capa u otras que nos hicieron ver la
victoria, como la de Alfred Eisenstaedt.
Entre los reportajes políticos,
destacan las fotografías del Che, tomadas por Alberto Korda, junto a las hojas
de contacto.
También hay espacio para fotografiar el horror, producido en
cantidades industriales durante el siglo XX. George Rodger fue el primer
fotógrafo en entrar en el campo de concentración de Bergen-Belsen, tras su
liberación. Sus fotografías de cadáveres apilados se publicaron en Time y Life.
O la celebérrima foto de Nick Ut de la niña Kim Phuc abrasada por el Napalm,
durante la guerra de Vietnam.
Nick Ut |
La Leica permitía invadir el espacio íntimo de otro cuando
estaba desprevenido y además permite que el fotógrafo pueda escapar casi sin
ser visto. De las fotografías más recientes me impresionaron mucho los retratos
de Bruce Gilden. Son retratos en primer plano, de cinco mujeres, abrumadores.
Se acerca tanto a sus retratados que parece agredirles. Desasosegantes.
Bruce Gilden |
La exposición se complementa con documentos y distintos
modelos de cámaras fotográficas Leica. Una exposición heterogénea e inabarcable en una sola visita.
Michel Vanden Eeckhoudt |
Espacio Fundación Telefónica
Fuencarral 3, Madrid
Hasta el 10 de septiembre de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, deja tu comentario