Merece la pena hacer un breve comentario sobre algunos
restaurantes de los que visité en mi último viaje a París. No puedo ser
objetiva porque me encanta la cocina francesa y ya hace algún tiempo que quiero
hacer un cursillo, pero como no encuentro tengo que contentarme con el Canal
Cocina. Cuatro son los restaurantes que voy a reseñar, tres de ellos
con menú típico y el cuarto con brunch libre. Además
también incluiré un McDonald's, porque no estoy acostumbrada a lo que me sucedió
allí.
L'assiette aux fromages |
El primer día almorzamos en el Barrio Latino, en el 25 de la
Rue Mouffetard, una de las calles más viejas de París y actualmente con mucho
ambiente. Situada en la colina de Santa Genoveva quedó a salvo de la
reurbanización de Hausmann en el siglo XIX. El restaurante se llama L'assiette aux fromages, especializado
claro está en quesos y especialmente en la Fondue Savoyarde, quesos y un toque de vino blanco. Es lo que comimos, acompañada
por una ensalada, más bien escasa y poco agraciada. El postre fue también otra
fondue, pero esta vez de chocolate con frutas.
El sitio es pintoresco y no sé por qué tienen como
decoración una vaca colgada en el techo. La comida estaba bien aunque el
servicio no acompañaba. Algunos ya estábamos con el postre y otros todavía no
habían empezado con el plato principal. Creo que el volumen del grupo les
desbordó. Además en mi mesa, uno de los comensales se precipitó y no esperó a
que el chocolate se calentase y nos lo sirvió a todos sin previo aviso encima
de las frutas, quitándole toda la gracia al plato. En fin, que fue una comida un poco accidentada pero la fondue de queso para mí era excelente. Es que me encanta el queso.
El siguiente día fuimos a Le Procope. Me quedé sin aliento. Situado en el Distrito VI, en el
13 de la Rue de l’Ancienne-Comédie, cerca del Boulevard Saint Germain. Fue
fundado en 1686 por un siciliano, después nacionalizado francés, llamado
Francesco Procopio De Coltelli que fue también uno de los “inventores” del
helado, ¡bendito sea! Este señor tuvo una vida un poco agitada, mientras tenía
14 hijos, afortunadamente con tres mujeres diferentes, le dio tiempo a
gestionar este restaurante que todavía funciona. Tiene también una entrada
secundaria, por la Cour du Commerce-Saint André, donde vivió uno de los
primeros fabricantes de la guillotina.
Este restaurante fue un punto de agitación política, social y
literaria frecuentado por Voltaire, Rousseau y Benjamin Franklin. También
se reunía allí el Club de los Cordeliers,
sociedad política republicana radical en 1790 que propugnaban la eliminación de
la monarquía, el advenimiento de una república por sufragio universal y la
defensa de los sans-culotte.
Benjamin Franklin |
Da un poco de vértigo pensar y ver que todavía funciona después de tanto
tiempo y de tanta conspiración, ¿no? A mí sí. La decoración es muy clásica pero
está muy cuidada: arañas de cristal en el techo, paredes enteladas y
referencias al gorro frigio y a la revolución por doquier. En la puerta de los
baños puede leerse: citoyennes et
citoyens, ciudadanas y ciudadanos.
Sopa de cebolla |
No consigo recordar cual fue el segundo plato. Era un estofado de carne o un pescado, estaba rico, pero no recuerdo más. Debió quedarse eclipsado por mi plato favorito de la cocina francesa, la Soupe à l'oignon, que tomamos como primero. Un plato difícil, sofisticado y rústico al mismo tiempo. En esta ocasión, llevaba un gratinado de queso de varios centímetros de espesor como yo no había probado nunca. Para mí, una delicia. De postre tarta tatin de manzana. ¡Ummmmm! El Procope, un sitio para volver sin duda, con el deseo de encontrarse allí con la historia, la revolución política y la revolución por el conocimiento también. Lástima que todas las revoluciones acaben siendo tan misóginas.
El día que visitamos el Museo d’Orsay comimos en su restaurante.
La antigua estación de Orsay era la cabecera de la línea París-Orléans. Fue proyectada
en 1898 por Victor Laloux y su mayor reto era no desentonar con el entorno del
barrio. Se inauguró en 1900 y su recinto albergaba también un hotel con su
correspondiente restaurante. A partir de 1939 con la electrificación de las
líneas férreas la estación había quedado obsoleta y en 1973 también cerró su
hotel. Tiempo después se acometió su rehabilitación como museo inaugurado en
1986.
Imagino que este restaurante y también el hotel eran para
los viajeros de primera clase. Hoy ha recuperado todo su esplendor asimilando también
una cierta dosis de decadencia. Muchos dorados y pinturas al fresco de Gabriel
Ferrier y Benjamin-Constant (pintor orientalista que no tiene nada que ver con
el filósofo). Hoy las sillas son las encargadas de darle el toque moderno y han
sido diseñadas por Jacopo Foggini. Esta sala está clasificada como Monumento
Histórico.
Detalle del techo |
Tomamos Salade Caesar
aux croustillants de poulet, un estofado y de postre Secret chocolat et nougat, un pequeño bizcocho de chocolate con
chocolate fundido en el centro y salsa de vainilla. Regular en comparación con
Le Procope, pero un sitio fantástico también.
El último día, para despedirnos de París, tomamos el
almuerzo en La Bellevilloise, situada
en el X Distrito, en la Rue Boyer. Nos prepararon un brunch para nuestro grupo con
distintos ingredientes para combinar en ensaladas, guisos de carne y de pescado
y diferentes postres y bollería. Yo como soy aficionada a las ensaladas, me
preparé una con quinoa y vegetales, pero también añadí un poco de hummus y tzatziki
griego, muy refrescante. Después pasé directamente a los postres. Îles flottantes y crêpe au chocolat.
Hoy, además de restaurante es una sala de conciertos, espacio cultural y de reuniones. Pero de 1877 a 1936 fue una cooperativa de trabajadores que, había
concertado, con las tiendas de los alrededores precios especiales para sus
socios; después también ofrecieron servicios sanitarios y culturales. Un
verdadero lugar de resistencia, donde se ofrecía a los trabajadores una esperanza
de cambio y mejora para ellos y sus familias.
En 2005, Renaud Barillet, Fabrice Martinez y Philippe Jupin
reabrieron el lugar, adaptando el espíritu de la Bellevilloise al siglo XXI,
como lugar independiente de actividades artísticas y así hasta hoy y esperemos
que mucho más tiempo.
Me quedó tiempo también para visitar un McDonald's. Fue el
día que visité por mi cuenta el Museo Cluny y que después había quedado con mi
grupo para visitar el Museo del Louvre (la vida del turista es así). Tenía poco
tiempo así que frente a Cluny encontré un McDonald's. Pedí una ensalada de pasta con su correspondiente aliño pero además, en París, la sirven con un panecillo integral. En
España, que yo sepa, en el McDonald's no te ponen la ensalada con un panecillo. Pero
lo más curioso del caso fue que una amable camarera abrió la ensalada y la puso
en una tabla de cortar, la cortó en trocitos más pequeños, la puso en un bol de
aluminio y le añadió el aliño que yo había pedido, removió y la volvió a meter
en el bol de plástico donde habitualmente las venden y me la dio lista para
comer. Me quedé sorprendida y encantada porque de otra manera el aliño no se
puede repartir bien.
Se habrá notado que soy fan absoluta de las ensaladas. Incluso
cuando estoy en mi casa todas las noches ceno ensalada, así que estando en
París no iba a ser menos. Para cenar, ensalada. Cerca del hotel, ibis Paris Bastille Opera, había un montón de pequeños restaurantes muy atractivos y de
precio asequible. Allí probé la Salade Seguin, la Salade Perigourdine y otras que ya conocía como la Niçoise o la
Caesar. La Perigourdine es desde ahora mi favorita.
Esto se veía desde la ventana del McDonalds. Biblioteca de la hora feliz |
Queda un poco snob poner los nombres en francés pero
me gusta más hacerlo así. Los enlaces con las recetas también van en francés pero
son muy fáciles de entender. Otra razón para volver a París: no pude acercarme a probar
los helados de Berthillon, los mejores de París desde 1954, Rue Saint Louis, Île Paris. Para volver.
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