miércoles, 18 de octubre de 2017

Restaurantes en París. Agosto 2017

Merece la pena hacer un breve comentario sobre algunos restaurantes de los que visité en mi último viaje a París. No puedo ser objetiva porque me encanta la cocina francesa y ya hace algún tiempo que quiero hacer un cursillo, pero como no encuentro tengo que contentarme con el Canal Cocina. Cuatro son los restaurantes que voy a reseñar, tres de ellos con menú típico y el cuarto con brunch libre. Además también incluiré un McDonald's, porque no estoy acostumbrada a lo que me sucedió allí.

L'assiette aux fromages


El primer día almorzamos en el Barrio Latino, en el 25 de la Rue Mouffetard, una de las calles más viejas de París y actualmente con mucho ambiente. Situada en la colina de Santa Genoveva quedó a salvo de la reurbanización de Hausmann en el siglo XIX. El restaurante se llama L'assiette aux fromages, especializado claro está en quesos y especialmente en la Fondue Savoyarde, quesos y un toque de vino blanco. Es lo que comimos, acompañada por una ensalada, más bien escasa y poco agraciada. El postre fue también otra fondue, pero esta vez de chocolate con frutas.


El sitio es pintoresco y no sé por qué tienen como decoración una vaca colgada en el techo. La comida estaba bien aunque el servicio no acompañaba. Algunos ya estábamos con el postre y otros todavía no habían empezado con el plato principal. Creo que el volumen del grupo les desbordó. Además en mi mesa, uno de los comensales se precipitó y no esperó a que el chocolate se calentase y nos lo sirvió a todos sin previo aviso encima de las frutas, quitándole toda la gracia al plato. En fin, que fue una comida un poco accidentada pero la fondue de queso para mí era excelente. Es que me encanta el queso.





El siguiente día fuimos a Le Procope. Me quedé sin aliento. Situado en el Distrito VI, en el 13 de la Rue de l’Ancienne-Comédie, cerca del Boulevard Saint Germain. Fue fundado en 1686 por un siciliano, después nacionalizado francés, llamado Francesco Procopio De Coltelli que fue también uno de los “inventores” del helado, ¡bendito sea! Este señor tuvo una vida un poco agitada, mientras tenía 14 hijos, afortunadamente con tres mujeres diferentes, le dio tiempo a gestionar este restaurante que todavía funciona. Tiene también una entrada secundaria, por la Cour du Commerce-Saint André, donde vivió uno de los primeros fabricantes de la guillotina.



Este restaurante fue un punto de agitación política, social y literaria frecuentado por Voltaire, Rousseau y Benjamin Franklin. También se reunía allí el Club de los Cordeliers, sociedad política republicana radical en 1790 que propugnaban la eliminación de la monarquía, el advenimiento de una república por sufragio universal y la defensa de los sans-culotte.

Benjamin Franklin
Da un poco de vértigo pensar y ver que todavía funciona después de tanto tiempo y de tanta conspiración, ¿no? A mí sí. La decoración es muy clásica pero está muy cuidada: arañas de cristal en el techo, paredes enteladas y referencias al gorro frigio y a la revolución por doquier. En la puerta de los baños puede leerse: citoyennes et citoyens, ciudadanas y ciudadanos.

Sopa de cebolla

No consigo recordar cual fue el segundo plato. Era un estofado de carne o un pescado, estaba rico, pero no recuerdo más. Debió quedarse eclipsado por mi plato favorito de la cocina francesa, la Soupe à l'oignon, que tomamos como primero. Un plato difícil, sofisticado y rústico al mismo tiempo. En esta ocasión, llevaba un gratinado de queso de varios centímetros de espesor como yo no había probado nunca. Para mí, una delicia. De postre tarta tatin de manzana. ¡Ummmmm! El Procope, un sitio para volver sin duda, con el deseo de encontrarse allí con la historia, la revolución política y la revolución por el conocimiento también. Lástima que todas las revoluciones acaben siendo tan misóginas.




El día que visitamos el Museo d’Orsay comimos en su restaurante. La antigua estación de Orsay era la cabecera de la línea París-Orléans. Fue proyectada en 1898 por Victor Laloux y su mayor reto era no desentonar con el entorno del barrio. Se inauguró en 1900 y su recinto albergaba también un hotel con su correspondiente restaurante. A partir de 1939 con la electrificación de las líneas férreas la estación había quedado obsoleta y en 1973 también cerró su hotel. Tiempo después se acometió su rehabilitación como museo inaugurado en 1986.


Imagino que este restaurante y también el hotel eran para los viajeros de primera clase. Hoy ha recuperado todo su esplendor asimilando también una cierta dosis de decadencia. Muchos dorados y pinturas al fresco de Gabriel Ferrier y Benjamin-Constant (pintor orientalista que no tiene nada que ver con el filósofo). Hoy las sillas son las encargadas de darle el toque moderno y han sido diseñadas por Jacopo Foggini. Esta sala está clasificada como Monumento Histórico.

Detalle del techo

Tomamos Salade Caesar aux croustillants de poulet, un estofado y de postre Secret chocolat et nougat, un pequeño bizcocho de chocolate con chocolate fundido en el centro y salsa de vainilla. Regular en comparación con Le Procope, pero un sitio fantástico también.


El último día, para despedirnos de París, tomamos el almuerzo en La Bellevilloise, situada en el X Distrito, en la Rue Boyer. Nos prepararon un brunch para nuestro grupo con distintos ingredientes para combinar en ensaladas, guisos de carne y de pescado y diferentes postres y bollería. Yo como soy aficionada a las ensaladas, me preparé una con quinoa y vegetales, pero también añadí un poco de hummus y tzatziki griego, muy refrescante. Después pasé directamente a los postres. Îles flottantes y crêpe au chocolat.


Hoy, además de restaurante es una sala de conciertos, espacio cultural y de reuniones. Pero de 1877 a 1936 fue una cooperativa de trabajadores que, había concertado, con las tiendas de los alrededores precios especiales para sus socios; después también ofrecieron servicios sanitarios y culturales. Un verdadero lugar de resistencia, donde se ofrecía a los trabajadores una esperanza de cambio y mejora para ellos y sus familias.


En 2005, Renaud Barillet, Fabrice Martinez y Philippe Jupin reabrieron el lugar, adaptando el espíritu de la Bellevilloise al siglo XXI, como lugar independiente de actividades artísticas y así hasta hoy y esperemos que mucho más tiempo.


Me quedó tiempo también para visitar un McDonald's. Fue el día que visité por mi cuenta el Museo Cluny y que después había quedado con mi grupo para visitar el Museo del Louvre (la vida del turista es así). Tenía poco tiempo así que frente a Cluny encontré un McDonald's. Pedí una ensalada de pasta con su correspondiente aliño pero además, en París, la sirven con un panecillo integral. En España, que yo sepa, en el McDonald's no te ponen la ensalada con un panecillo. Pero lo más curioso del caso fue que una amable camarera abrió la ensalada y la puso en una tabla de cortar, la cortó en trocitos más pequeños, la puso en un bol de aluminio y le añadió el aliño que yo había pedido, removió y la volvió a meter en el bol de plástico donde habitualmente las venden y me la dio lista para comer. Me quedé sorprendida y encantada porque de otra manera el aliño no se puede repartir bien.


Se habrá notado que soy fan absoluta de las ensaladas. Incluso cuando estoy en mi casa todas las noches ceno ensalada, así que estando en París no iba a ser menos. Para cenar, ensalada. Cerca del hotel, ibis Paris Bastille Opera, había un montón de pequeños restaurantes muy atractivos y de precio asequible. Allí probé la Salade Seguin, la Salade Perigourdine y otras que ya conocía como la Niçoise o la Caesar. La Perigourdine es desde ahora mi favorita.

Esto se veía desde la ventana del McDonalds. Biblioteca de la hora feliz
Queda un poco snob poner los nombres en francés pero me gusta más hacerlo así. Los enlaces con las recetas también van en francés pero son muy fáciles de entender. Otra razón para volver a París: no pude acercarme a probar los helados de Berthillon, los mejores de París desde 1954, Rue Saint Louis, Île Paris. Para volver. 

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