lunes, 6 de noviembre de 2017

Camino de Santiago, Vía aragonesa. Séptima etapa: Ruesta-Undués de Lerda

En esta séptima etapa llegaremos al último pueblo de la provincia de Zaragoza, en el límite con Navarra. Es Undués de Lerda, del que hablaré más tarde. Mi pie está mucho mejor, gracias. Con tres uñas menos. 


Saldremos de Ruesta, a orillas del río Aragón y junto al embalse de Yesa que está bastante seco. Pero antes de llegar allí paramos en Sos del Rey Católico, donde nació Fernando II de Aragón, el Católico, que alucinaría otra vez con la situación actual en Cataluña. Poco tiempo me quedó para ver el pueblo, pero me fijé en esta fábrica de chocolates fundada en 1916.


Ruesta está despoblado desde los años 1960. Los campos de cultivo se expropiaron para construir el embalse y la gente tuvo que irse a otros pueblos de la zona. No obstante se mantienen en pie todavía edificios y el castillo del siglo XI, que es lo primero que nos recibe al llegar. En uno de los edificios se ha habilitado albergue para peregrinos y un centro cultural. La CGT, Confederación General de Trabajadores, sindicato libertario anarco-sindicalista, se ha encargado de esta rehabilitación.

Empezamos
En 1056, Sancho Garcés IV de Pamplona le concedió a Ramiro I de Aragón, la ciudad de Ruesta con su castillo, que antes había sido musulmán, instalándose allí una comunidad judía importante. A la salida de Ruesta cruzamos el río Regal y pasamos por un Camping abandonado. Es evidente que esta población vivió tiempos mejores y que ya nunca se restablecerá. No sé si con el cambio climático y las pertinaces sequías sería conveniente seguir con esa política hidráulica. Sigue existiendo un movimiento muy fuerte contra las obras de recrecimiento del embalse de Yesa, pero parece que no hay vuelta atrás.




A las afueras de Ruesta pudimos ver también la Ermita de Santiago. De principios del siglo XI, para romanicoaragones.com es una construcción de tradición hispano-visigoda. La portada tiene un conjunto de arquivoltas, una de las cuales está adornada por palmeras y motivos vegetales. En el interior, no queda rastro de las pinturas románicas que, actualmente, se conservan en el Museo Diocesano de Jaca. El suelo desciende hacia la cabecera y está empedrado, no apto para tacones. Sí que pueden reconocerse las imágenes de dos sirenas estirándose las trenzas en el capitel de la izquierda. Las sirenas figuran como imágenes de la perfidia de las mujeres, capaces de abocar a los hombres hacia el abismo (como si no fueran aptos para caerse por el abismo ellos solos).










Seguimos el camino por una pista de tierra. No hace demasiado calor, pero el paisaje tampoco anima demasiado.


Esto es Undués de Lerda. Tiene actualmente menos de 100 habitantes. Se conserva el trazado medieval y casonas con sus correspondientes blasones. Está situado sobre una loma, lo cual quiere decir que la última parte del camino se hace cuesta arriba. Llegamos a un lavadero común muy bien conservado y esto hace que me acuerde de mi abuela y de mi lavadora superautomática. Las mujeres que nos precedieron llevaron una vida muy dura, esperemos dejarles mejores condiciones para las mujeres que vienen. Es de justicia.


La iglesia parroquial de Undués está bajo la advocación de San Martín de Tours. Cuando entré a visitarla estaba el párroco preparándose para la misa y no me dejó hacer fotografías. Aun así pude hacer esta del retablo mayor. También tiene albergue para peregrinos.





Y hasta aquí llegamos. Quedan todavía muchos kilómetros para Santiago, pero no importa. Es cuestión de tiempo y de ganas. Tiempo espero tener y ganas no me faltarán. Caminar es de las mejores cosas que hay en la vida. Seguir tu ritmo, saber hasta dónde puedes llegar y no preocuparte de nada más. Todo lo encontrarás en el camino. Una buena mochila y unas buenas botas son lo más necesario. Y a disfrutar. En primavera continuaré. ¡Ultreia!




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