La autora.-
Es, actualmente, una de las escritoras más reconocidas en
lengua inglesa. También ha sido guionista de cine. Desarrolla, en sus novelas,
el mundo rural irlandés donde pasó su infancia, la falta de oportunidades de
las mujeres en una sociedad represiva y agobiante, dominada por hombres,
religiosos o no. En el campo del ensayo ha escrito biografías de James Joyce y
Lord Byron. Otras obras suyas: Las chicas del campo, La chica de los ojos
verdes o Agosto es un mes diabólico.
Mi opinión.-
Este año me he incorporado a otro club de lectura muy
centrado en la literatura que ofrece el punto de vista de las mujeres sobre la
vida. No sé si se le puede llamar feminista. Creo que sí. Así que he empezado una
nueva serie de lecturas.
Respecto a esta novela, no hay que dejarse engañar por la
portada, donde una joven dormita plácidamente en un prado rodeado de flores.
Nada hay en la novela que nos recuerde esto. Al contrario, se representa con serenidad
y de manera un tanto neutra pero brutal, la vida desgarrada de una niña y adolescente
en la Irlanda rural de los años 1940-1950. Para reforzar esa, aparente, serenidad en la narración la
autora utiliza una segunda persona, generando de esta manera bastante inquietud
en la lectora (o lector). Es un “tú” que no sabemos
quién es. No sabemos quién habla; no sabemos cuándo habla; no
sabemos a quién habla; no sabemos por qué habla. Tampoco sabemos si es hombre o
mujer. Poco a poco se van desvelando incógnitas, aunque no todas y eso contribuye
a mantener el pulso de la narración, ya de por sí, bastante atrayente.
En esta novela se ve claramente la falta de oportunidades
para las mujeres pobres y la diferencia con sus coetáneos varones. Siempre han
existido salidas “airosas” para los hombres pobres, posibilidades para triunfar
en la vida, por supuesto, ganando mucho dinero aunque fuese de manera turbia.
El hecho de que esas fortunas no fuesen demasiado decentes no impedía que los hombres
obtuviesen el reconocimiento que buscaban. Para las mujeres no ha sido así
nunca.
Si nacían en un entorno de pobreza su única escapatoria era
el matrimonio probablemente con un hombre brutal y abusivo que abusaba del
alcohol para sobrellevar sus frustraciones. Otra vía de escapatoria en los
países católicos era profesar como monja. No era tampoco un gran triunfo social
y a menudo sólo contribuía a crear monjas resentidas y abusivas. La última vía
de ascenso social era ser puta. No hace falta que enumere aquí ninguna de las “ventajas”
que tenía ser puta. Para los hombres era diferente. Después de escapar de un
hogar pobre, podían alcanzar el triunfo como boxeadores, toreros, gánsteres,
empresarios, etc. Muchos se quedaban en el camino y los menos llegaban, es
cierto, pero para las mujeres no existía ninguna de esas posibilidades.
La narración es muy fluida y muy descriptiva. En la primera
parte, abruma y puede parecer una novela irlandesa más. Con sus borrachines y otros
personajes no menos folclóricos y ligados al nacional-catolicismo irlandés, vistos
por los ojos de una niña, pero enseguida se abre a los matices de todos los
personajes y a la profundidad de los recuerdos traumáticos de la misma joven
que, ni siquiera, tiene nombre. Representa así a varias generaciones de mujeres
irlandesas silenciadas y pero al mismo tiempo, es un punto de inflexión y una
ventana abierta a la esperanza.
Paisajes idílicos y la sempiterna influencia de la religión como arma política y como arma de control social contra las mujeres, en una novela autobiográfica y profundamente honesta escrita en 1970. Muy recomendable.
Un lugar pagano
Edna O'Brien
Traducción de Regina López Muñoz
Ed Errata Naturae
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