miércoles, 22 de noviembre de 2017

Museo de Orsay. París, Agosto 2017

Se encuentra a orillas del Sena y frente al Jardín de las Tullerías. Ya he comentado en otro post, Restaurantes de París, que se trata de una antigua estación rehabilitada que, a su vez, se construyó sobre las ruinas del Palacio de Orsay, quemado en 1871, durante la Comuna.


Para la anterior estación se proyectó una fachada inspirada en el Louvre, aunque el edificio se concibió en hierro y cristal, como catedral decimonónica dedicada al culto del progreso y los viajes. Hoy, la bóveda acristalada de la galería principal es la encargada de bañar de luz las principales esculturas del museo. La rehabilitación como museo se debió a la arquitecta Gaetana Aulenti que también intervino en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Trató de compensar el gran volumen central de la estación, acotando espacios a distintas alturas. Durante el tiempo que la estación estuvo cerrada sirvió entre otras cosas como plató para la filmación de la película El proceso, adaptación de la novela de Kafka realizada por Orson Welles en 1962.


El museo alberga obras pertenecientes al periodo de 1848 a 1914, en diferentes formatos: escultura, pintura, arquitectura, artes decorativas y también fotografía. Si yo tuviera que destacar algo elegiría la escultura, porque en ningún otro museo que yo haya visto, las esculturas se muestran tan espectaculares. Y es por la luz tan increíble que hay. En la segunda mitad del siglo XIX, se consideró la escultura puramente ornamental, decorativa y clasicista muy del gusto burgués. Sin embargo, ciertos autores se propusieron romper con este formalismo. Rodin y Carpeaux fueron dos de ellos.

Ugolino. Carpeaux
En el museo contemplamos desde esculturas neoclásicas, con su pureza de líneas y una cierta ingenuidad, a las románticas, mucho más apasionadas y perturbadoras o las esculturas deliberadamente inacabadas de Rodin. El romanticismo en cierta manera también revisita el pasado, pero lo hace para tomar fuerza de él, no para embellecerlo, y conmover al espectador. Como hizo Vaudet en La Marsellesa. En el Museo de Orsay hay un camafeo con la misma escultura.

La Marsellesa. Vaudet. En el Arco de Triunfo

También encontramos en el museo obras de Camille Claudel. La obra de esta escultora ha quedado muy ensombrecida. Primero por haber sido amante de Rodin y después por haber sufrido la violencia de su acomodada familia que terminó por encerrarla (y olvidarse de ella) en un manicomio. De ella, me han llamado mucho la atención dos obras. L’âge mûr y Clotho.

L'âge mûr y detalles



L’âge mûr, se expuso en yeso en 1899 en el Salón de Escultura porque Claudel no tenía dinero para fundirla en bronce. La figura de un hombre anciano se abandona en la de una mujer oculta, mientras que una joven se arrodilla implorando al mismo tiempo que intenta aferrarse al hombre sin llegar a tocarlo. Las dos figuras de pie parecen envueltas en el mismo drapeado, mientras que la joven está desnuda. Se interpreta esta escultura como una imagen de la situación de abandono y humillación que vivió Claudel, después de haber mantenido una larga relación amorosa con Rodin, cuando él decidió volver con su esposa. Fue de las últimas obras de la autora.

Clotho
El torso de Clotho es anterior a L'age mûr, es de 1893. Clotho es la parca que se encarga de cortar el hilo de la vida. Aunque es la más joven de las parcas, la ha representado así como una anciana decrépita, con una expresión burlona en su cara cadavérica, los senos fláccidos y agotados, e incluso, parece tener un agujero donde debió estar el útero. Resulta repulsiva, pero es una obra muy personal, donde ya se intuye el distanciamiento respecto al estilo de Rodin.

El Pensamiento. Rodin
Sin duda, Rodin también sufrió mucho por Camille Claudel pero él no terminó sus días en un manicomio y recibió honores por su trabajo durante toda su vida. En 1880, Francia le encargó la realización de una puerta monumental, que debía representar escenas de la Divina Comedia, para el Museo de Artes Decorativas que no llegó a realizarse. Sin embargo, él siguió trabajando en ella hasta 1917 e, incluso, hay escenas de la puerta que llegaron a adquirir vida y fama propias. El Pensador, que representa a Dante, y El beso, entre ellas. La obra que puede verse en este museo es un altorrelieve en yeso.

La Puerta del Infierno. Rodin
Camille Claudel posó varias veces para Rodin. En El Pensamiento él la representó abstraída y con la mirada perdida, con el rostro perfecta y delicadamente pulido en contraste con la aspereza del mármol sin trabajar. Dejó el bloque de mármol inacabado de modo que aunque la cabeza aparece aprisionada por la materia, el pensamiento puede seguir fluyendo. Es una obra característica de la escultura simbolista, aunque algunos críticos relacionan el aspecto rugoso de las esculturas de Rodin, con la pintura impresionista.

La Puerta del Infierno. Detalle. 
Carpeaux también tiene representación en el museo. Ya lo mencioné en el post sobre la Ópera Garnier, por el escándalo que supuso su grupo escultórico sobre la danza. Garnier le encargó esta escultura en 1863. Una escultura que es movimiento vertiginoso y circular, alegría y goce de vivir. Demasiado explícita para la sociedad puritana del Segundo Imperio. Fue considerada un insulto a la moral pública. Sin embargo, se mantuvo en el emplazamiento original hasta 1964, cuando la contaminación consiguió lo que la moral escrupulosa no pudo. Hoy en la Ópera Garnier hay una copia esculpida por Belmondo. En Orsay se puede ver también su Ugolino.

La danza. Carpeaux
De Degas es otra de las esculturas más conocidas del museo, La pequeña bailarina de catorce años. Fue la única escultura que Degas expuso en vida. Incluyó en ella cabello real, zapatillas y un tutú de gasa. Degas es conocido como pintor impresionista, pero a su muerte se encontraron en su taller un buen número de esculturas. Quería modelar esculturas para impregnarse de las expresiones y poderlas aplicar después a su pintura, para dar a mis pinturas, a mis dibujos más expresión, más ardor, más vida…

Pequeña bailarina de catorce años. Degas
Mediterráneo de Aristide Maillol


La esfera celeste. Carpeaux.

Seguimos con la pintura. Esta vez, no le he prestado tanta atención, así que tendré que volver. Sin embargo, es imposible pasar por alto a la Escuela de Barbizon, Millet y Corot entre ellos. Se alejaron de la pintura paisajista e histórica precedentes y plasmaron la vida sencilla de los campesinos. En realidad, denunciaban el hacinamiento de quienes emigraban hacia las ciudades en plena expansión industrial y, de alguna manera, buscaban un retorno a la vida rural tranquila y feliz, en comunión con la naturaleza.

El ángelus de Millet

Une avenue, foret de l'Isle-Adam. Théodore Rousseau 
Los impresionistas eran partidarios de pintar in situ. Huían de tomar apuntes y hacer bocetos y reinterpretarlos en un estudio cerrado. Querían captar la luz huidiza en su medio natural. Théodore Rousseau fue un maestro reproduciendo los efectos de la luz en los bosques o en las tormentas. También en la pintura de Caillebotte subyacía esta misma intención de captar la vida de gentes sencillas.

Los acuchilladores de parquet. Caillebotte
Eva Gonzalès, fue una pintora impresionista de origen español muy prometedora pero que, lamentablemente, murió de parto. Había sido alumna de Manet. Su obra, junto con la de otras artistas como Berthe Morisot o Mary Cassat, está hoy siendo recuperada. Esperemos que no sea una recuperación temporal.

Une loge aux italiens. Eva Gonzalès
Courbet es conocido por El origen del mundo pero en Orsay hay otros cuadros suyos también. Uno que recibió muy malas críticas cuando se expuso en el Salón de 1850, fue Un entierro en Ornans. Los críticos se asustaron ante la gama cromática tan oscura y asfixiante y ante la fealdad de los modelos, gente corriente, habitantes de Ornans (donde vivía el pintor), que estuvieron deseosos de posar para la posteridad. A mí me recuerda a la pintura de Zuloaga o de José Gutiérrez Solana y me parece excelente porque resalta ese fatalismo católico, que parece que no sea exclusivo de la iglesia española, a través de las distintas expresiones y gestos de los modelos, especialmente de las mujeres enlutadas. Resulta muy simbólica, todas las mujeres están en la parte de derecha del cuadro, mucho más oscura y sólo el perro les lanza una mirada; los hombres a la izquierda donde destaca el color blanco y rojo; como si para las mujeres sólo existiera el dolor y la muerte y para los hombres la vida y la gloria. 

Un entierro en Ornans. Courbet

Courbet consideraba que la pintura debía ser la representación de lo concreto, lo que se puede ver y tocar y no una idealización del pasado. El realismo fue criticado por la vulgaridad de sus temas y la zafiedad de la representación, pero ofreció verdaderas obras maestras. 


Khalil-Bey, diplomático turco, encargó El origen del mundo a Courbet hacia 1860. Este diplomático era un bon vivant que terminó arruinándose pero que antes coleccionó pinturas que, según la página del museo celebran el cuerpo femenino. Para mí habría que sustituir “celebrar” por “utilizar, sobar con la mirada, coleccionar, trocear y almacenar” el cuerpo femenino. Antes de pasar a ser propiedad del museo lo fue del psicoanalista Jacques Lacan. No se la considera una obra pornográfica pero a mí me resulta incómoda. Se me ocurre pensar que la modelo o amante del pintor, estaba descansando, medio dormida y que el pintor, levantó la sábana y de forma abusiva se puso a hurgar en su intimidad sin que ella se diese cuenta. Quién sabe qué pasó.

El origen del mundo. Courbet

Mi pintura favorita de esta visita es La noche estrellada sobre el Ródano de Van Gogh. El reflejo de las luces en el agua y especialmente de noche fue un tema recurrente para el autor. Las figuras humanas tienen escasa relevancia y el paisaje queda reducido a sombras; lo verdaderamente importante son las estrellas y también la luz artificial, reflejadas ambas en el río. Se aprecia en el natural la textura de la pincelada que se ve mejor en la fotografía del detalle. No conocía esta obra y me gustó mucho.

La noche estrellada sobre el Ródano. Van Gogh

En el siglo XIX la pintura se liberó del estudio y salió a pintar directamente el mundo. Los pintores acarreaban sus pinceles y sus maletines por bosques y al borde del mar. Se prescindía de un dibujo muy preciso y se sustituía por pinceladas vigorosas, libres y difuminadas. Se trataba de plasmar la visión del pintor en un día muy soleado, entrecerrando los ojos, para poder percibir las siluetas. Se abandonan los grandes temas literarios e históricos para centrarse en la plasmación de atmósferas, urbanas y rurales. Si los realistas utilizaban gamas de color sombrías, los impresionistas huían del negro. Muestra de ello es el cuadro La lectura de Manet. Es un retrato de su esposa, así que podemos suponer que lo pintó para él mismo, sin ninguna intención de venderlo. Si es así, sería su pintura más libre sin condicionamientos por parte del cliente. El joven que está de pié es el hijo de ambos. Lo más sorprendente de este cuadro es la gama de blancos y grises que crea los pliegues y volúmenes del vestido sin perderse, delineando perfectamente la figura sentada y la transparencia de las cortinas que deja entrever el jardín de la familia. 


Muchos pintores más y muchos estilos más por recorrer. No vi nada de pintura simbolista, ni modernista, ni de artes decorativas. 

Renoir
Poco tiempo me quedó para revisar un poco la fotografía. Fue el primer museo que dispuso de una colección de fotografía que comenzó a crearse en el año 1979. Hay daguerrotipos, calotipos, fotografía pictorialista del siglo XIX. Es lo que se llama período primitivo de la fotografía, de 1839 a 1863. Obras de Gustave Le Gray, Hyppolite Bayard o Edward Steichen. Lo dicho, tengo que volver. Más información: Museo de Orsay

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