No podía dejar de ver La librería por dos razones
principales. Una, me gusta mucho el cine de Isabel Coixet e intento no perderme
sus películas y dos, mi sueño inalcanzable es algún día tener una librería. No
me ha defraudado.
La película es la adaptación de la novela del mismo título con
tintes autobiográficos de Penelope Fitzgerald, escrita en 1976 y finalista del prestigioso
Premio Booker. Coixet se ha esmerado en elaborar el guion a partir de esta
novela y resulta, de alguna manera, también autobiográfica para la misma directora.
Florence Green, interpretada por Emily Mortimer, es una
mujer viuda, todavía joven y atractiva, que se traslada a vivir a un pequeño
pueblo de la costa inglesa, Hardborough. Con todo su esfuerzo y sus pocos
ahorros decide abrir una librería en una vieja casa que ha comprado. Todo
resulta muy natural, pero para un grupo de vecinos, las fuerzas vivas de la
localidad, las cosas no deben de ser tan sencillas para una extraña. Así que
empiezan una campaña sutil, viscosa y sibilina para destrozarle su sueño.
Y es aquí donde parece haber una similitud con los últimos
meses de la vida de la directora en Cataluña. Parece ser que ha sufrido acoso porque
sus ideas políticas no coinciden con las de la minoría independentista
catalana. Esa minoría tan pacífica y tan ingeniosamente pasivo-agresiva.
Volviendo a la película, yo creo que se puede decir que es
amargamente dulce, brillante dentro de su grisura y esperanzadora a pesar del
fracaso de la librera. Todo ello con una fotografía espectacular y con unas
interpretaciones muy solventes. Especialmente la interpretación de Bill Nighy, el
señor Brundish, un caballero que siente que su vida en sociedad ha terminado y
que lleva varios años refugiado en un caserón inhóspito rodeado de la maleza de
su jardín y de la calidez de sus libros; pero que como un verdadero caballero
inglés andante sigue dispuesto a arriesgar su vida por la dama en apuros.
También es de resaltar la interpretación de Patricia
Clarkson. Violet Gamart es la ricachona
manipuladora y especialmente mediocre del pueblo, portadora de unos finos
labios pintados de un rojo tan intenso que parecen una puñalada brutal y certera.
Ella es la principal instigadora del acoso que sufre Florence. Y lo más incomprensible
es que no la acosa por celos o por envidia o por necesidad; es pura maldad o lo
que es peor, inercia y aburrimiento. Violet, por supuesto, sabe rodearse de
quienes le van a facilitar la tarea y ellos constituyen esa galería de personajes
podridos, superfluos y fracasados: el débil señor Gamart, el irónico y
repulsivo señor North, su inoperante abogado y el banquero, señor CaraDePatata.
Cada uno pone su granito de arena para hacerle la vida
imposible. Pero Florence es una mujer inteligente y, a pesar de su aparente
fragilidad, demuestra una fuerza y un coraje que les sorprende. Al final, lo
mejor que le podía pasar era dejar ese pueblo de gentuza repodrida, sobre todo
porque su “heredera”, Christine, una niña adulta con una inteligencia
abrumadora y autorretrato de la novelista, sabrá cómo poner a esa banda de
acosadores en su sitio. Una película muy recomendable.
Dirección y Guion: Isabel Coixet
Música: Alfonso de Vilallonga
Fotografía: Jean-Claude Larrieu
Intérpretes: Emily Mortimer, Patricia Clarkson, Bill Nighy, Honor Kneafsey, James Lance
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, deja tu comentario