La primera crítica que leí hace unas semanas sobre La seducción tenía por título, el matriarcado se defiende castrando. Sin
embargo, el contenido de la crítica poco tenía que ver con su título y mucho
menos con el tono general de la película.
No se puede llamar matriarcado a esta reunión de dos mujeres
adultas y varias niñas que se han quedado atrapadas allí donde los hombres han
querido ponerlas. Estamos en 1864, en Estados Unidos se está produciendo la
Guerra de Secesión y estas mujeres tienen y han tenido muy poca capacidad de
decisión en sus vidas.
Viven aisladas, intentando dominar su miedo a la muerte, en
un internado para señoritas en el que escasea la comida y donde las escasas visitas
de los soldados, de un bando y de otro, suponen un peligro real para su vida.
En esa situación extrema su deber como cristianas les obliga
a dar cobijo a un soldado enemigo gravemente herido interpretado por Colin
Farrell. La irrupción del extraño altera su cotidianeidad pero de ninguna
manera genera una guerra abierta entre ellas por el macho. Ni siquiera morbo. Esta es la
principal diferencia con la versión dirigida por Don Siegel en los años 1970 e
interpretada por Clint Eastwood y Geraldine Page.
Los tres personajes femeninos principales son arquetipos de
mujer enfrentados a su deseo por un hombre, pero esta circunstancia no es
aprovechada por la directora para crear una atmósfera morbosa y equívoca, sino
para observar con detenimiento y cierta neutralidad el comportamiento humano,
en este caso, el comportamiento de unas mujeres alterado por la presencia de un
extraño que, al final, será víctima de su propia concepción de la masculinidad.
Nicole Kidman es Miss Martha, la directora del colegio y por
tanto, la única que tiene un cierto poder limitado a ese espacio cerrado. Una mujer
muy atractiva pero definitivamente descartada por los hombres para el galanteo
por su edad y que se impone como principal obligación proteger a sus alumnas y
a la única profesora que queda en el internado. A pesar de que los hombres ya hace tiempo que no la cortejan, ella todavía es capaz
de sentir deseo, aunque esto no le lleve a perder la cabeza.
Kirsten Dunst es Edwina, la profesora de francés. Representa
a una mujer joven y delicada a punto de convertirse en solterona. Quizá por su
carácter tímido y retraído o por la irrupción de la guerra y la pobreza en su
vida. Todavía es romántica y soñadora y, por ello, comete el error de pensar
que el hombre herido que, en realidad, es su enemigo y se muestra claramente como un manipulador, sería su salvación.
Elle Fanning es Alicia, la adolescente, un poco perversa y mucho
más inocente. Es muy curiosa y está despertando a la vida y al deseo. Es
arrogante como todas las adolescentes y cree que puede dominar al hombre
herido, cuando en realidad, será la mujer más fácilmente manipulable.
Colin Farrell es el cabo McBurney y lo que más me llamó la
atención desde el principio es lo cómodo que se siente entre tantas mujeres "enemigas".
Supone, erróneamente, que es el amo de la situación, el gallo en el gallinero,
el rey sol. Despliega sus encantos frente a todas las mujeres a su alcance y
espera recoger los frutos de su seducción.
Se ha querido ver que el desenlace de este conflicto se
produce por el resentimiento y la venganza de estas tres mujeres desalmadas,
pero a mí no me parece así. Yo no creo que en ningún momento actúen por
venganza por no obtener la atención y los favores de ese hombre. Está muy
presente, durante toda la película, el deber de caridad cristiana frente al enemigo,
aunque deba tomarse una solución drástica para salvaguardar la paz en el
internado. Solución, totalmente innecesaria, si el hombre hubiese
reaccionado con cierta madurez y resignación ante su nueva situación. Sin
embargo, a pesar de las buenas intenciones ese enemigo se convierte en una clara amenaza
imposible de controlar y, por instinto de supervivencia, hay que neutralizarle. Tampoco, hay que olvidar que estas mujeres pertenecen
al bando que perderá la guerra.
A mí me ha sorprendido mucho esta película. Porque, aunque esperaba
que la versión de esta directora fuese muy diferente respecto a la película de
1971, no me imaginaba una lectura tan serena de una situación tan amenazante y
conflictiva. Las interpretaciones y la puesta en escena son excelentes y la fotografía impecable suaviza
un espacio que debiera parecer agobiante y opresivo. Muy recomendable.
Dirección y guion: Sofía Coppola sobre novela de Thomas Cullinam
Música: Phoenix
Fotografía: Philippe Le Sourd
Intérpretes: Nicole Kidman, Kirsten Dunst, Elle Fanning, Colin Farrell
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