lunes, 18 de septiembre de 2017

Camino de Santiago, Vía aragonesa. Cuarta etapa: Santa Cruz de la Serós-Santa Cilia

Cuarta etapa ya del Camino de Santiago por la vía aragonesa. Esta vez ha sido una etapa cómoda, poco más de seis kilómetros, así que aprovechamos para hacer una etapa más cultural. Visitamos los dos monasterios de San Juan de la Peña y varias iglesias en Santa Cruz de la Serós, Binacua y Santa Cilia, donde terminó la etapa.

Réplica del considerado Santo Grial
Según la leyenda, en el siglo VIII, los zaragozanos Voto y Félix perseguían a un ciervo por esos parajes cuando, a punto de despeñarse invocaron a San Juan que les salvó del peligro. Descubrieron entonces una senda que les llevó a la tumba de Juan de Atarés, un ermitaño. Sintieron la llamada de la fe y decidieron retirarse a esa misma cueva-ermita. A ellos les siguieron otros y ese fue el origen legendario de uno de los monasterios más poderosos de Aragón.

Detrás de la capilla de San Victorián
Lo cierto es que con la invasión musulmana la población fue retirándose a las zonas montañosas más inaccesibles para protegerse a sí mismos y a su religión. Pero ya en el 920, el conde Galindo Aznárez II de Aragón conquistó esas tierras y fundó el monasterio (donde había restos de una ermita) dedicado a los santos Julián y Basilisa. De esta época, subsiste la pequeña iglesia mozárabe. Tiene dos naves separadas por arcos de herradura y en los ábsides se conservan pinturas murales sobre el martirio de los Santos Cosme y Damián, del siglo XII y como se ve en la foto las filtraciones de agua han “construido” también una estalagmita.

La estalagmita

Una de las naves de la iglesia mozárabe
Del siglo XI es la sala del concilio, que también se utilizaba como dormitorio de los monjes. Y en ella se ve perfectamente cómo se utilizó la pared de roca para apoyar los arcos. Sancho Ramírez, rey de Aragón, en 1071 amplió el monasterio y lo dedicó a San Juan, para que fuera el primer panteón de los reyes de Aragón. El reino de Aragón entonces era muy pequeño y débil pero Sancho Ramírez había buscado la protección del Papa haciéndose su vasallo. Como consecuencia de esto el rito romano sustituyó a la antigua liturgia mozárabe hispana que, en festividades especiales, sigue utilizándose en algunas iglesias y catedrales españolas, como la Iglesia de Santa Engracia en Zaragoza.

Sala del concilio
Siguiendo con el monasterio, la Iglesia y el claustro nuevos se construyeron encima de las dependencias más antiguas y bajo la misma peña que, incluso forma el techo de la iglesia. Quedaban así más ventiladas pero casi igual de húmedas y frías. Se conservan en esta planta alta también, el Panteón de Nobles en el que se enterró al Conde de Aranda, ministro ilustrado de Carlos IV; el horno y las antiguas fosas y laudas sepulcrales de los reyes de Aragón, trasladados después al Panteón Real del siglo XVIII; un pequeño museo; y sobre todo el claustro románico del siglo XII que es la joya del monasterio, con las capillas de San Victorián, gótica, y de los santos Voto y Félix, neoclásica. Destacan especialmente los capiteles del claustro, labrados con mucho detalle y gran expresividad.

Restos de pintura en la iglesia mozárabe
Fue un monasterio muy rico pero también tuvo numerosos pleitos con los obispados de Huesca, Pamplona y Zaragoza. Así que entre períodos de esplendor y decadencia, en 1675 se produjo un incendio de tres días, en el que se perdieron varias dependencias del monasterio y también el archivo real. Se abandonó este monasterio y comenzó la construcción del nuevo, en la pradera de San Indalecio, ocupado por los monjes desde 1682 hasta 1835.

Capitel de la resurrección de Lázaro

En esta pradera se reunían todos los pueblos de la zona en romería para cumplir con el voto de San Indalecio que consistía en dar una parte de cereal al monasterio para que el santo asegurase una buena cosecha. Cada uno de ellos tenía su propio árbol en la pradera donde sentarse a comer y descansar. Hoy quedan pocos árboles pero la romería se sigue celebrando en la primera quincena de junio.

Fachada de la Iglesia del Monasterio nuevo

Comparado con el monasterio viejo, el nuevo no tiene tanto encanto ni tanta magia. Es mucho más grande, organizado más racionalmente y construido en ladrillo, excepto la fachada de la iglesia en piedra tallada con variada ornamentación vegetal y tres hornacinas con santos. Hoy también es una hospedería que parece que no termina de consolidarse y un original Centro de Interpretación. Bajo el suelo de cristal, que produce cierto vértigo, pueden observarse las dependencias del monasterio, con muebles y utensilios varios, “habitadas” por algunos monjes blancos que sorprenden.

Difícil fotografiar con tanto reflejo
La siguiente iglesia que visitamos fue la de Santa Cruz de la Serós. A finales del siglo X y a pocos kilómetros de San Juan de la Peña Sancho Garcés II fundó este monasterio de monjas benedictinas del que sólo queda la Iglesia. Doña Sancha, hija, hermana y tía de reyes aragoneses a quien se encomendó su educación, fue una mujer muy influyente que, incluso, fue nombrada obispo de Pamplona. Ingresó como abadesa poco después de quedarse viuda y esta fue una de las épocas de mayor esplendor. 

Santa María en Santa Cruz de la Serós


En el siglo XVI las monjas se trasladaron a Jaca debido a la reforma tridentina que trató de controlar férreamente a las órdenes religiosas y el monasterio se fue arruinando. La iglesia tiene una sola nave con un ábside semicircular; en las dos capillas se conservan un retablo barroco y otro gótico. Este último está dedicado a la virgen y en La Visitación tanto la Virgen como Santa Isabel muestran claramente sus embarazos.


Binacua fue la siguiente parada. Un pueblo de escasos habitantes y muy cercano a Santa Cilia. Con una iglesia parroquial románica muy pequeña, la Iglesia de los Santos Ángeles Custodios del siglo XII. Parte del exterior del ábside está decorado con arquillos lombardos. El tímpano sobre la única entrada tiene un crismón trinitario muy sencillo y dos discos con animales y arquivoltas con ajedrezado y bolas jaqueses. Lo más curioso de esta iglesia es este sillar colocado de manera horizontal en el muro norte. Una figura de un hombre, muy esquemática, parece estar alanceando un dragón y eso induce a pensar que sería San Jorge, lleva un bordón de peregrino con forma de tau. Otro detalle especial es que el dragón tiene forma de media luna. Románico aragonés. Es precioso.



Para terminar llegamos a Santa Cilia (que ya no se llama de Jaca) para terminar la etapa. El pueblo está a orillas del río Aragón que apenas llevaba caudal. El primero que nos recibió allí fue este peregrino que marcaba el camino hacia el albergue. Se ha rehabilitado como tal la antigua casa parroquial. En la planta alta se ha instalado un pequeño Centro de Interpretación con rincones dedicados al laberinto, al juego de la oca o a los símbolos; todo ello muy relacionado con el Camino de Santiago. 


El nombre de Santa Cilia deriva de Santa Cecilia un pequeño monasterio relacionado con el Monasterio de San Juan de la Peña; todavía se conserva una casa-palacio con el escudo del monasterio. La iglesia parroquial de San Salvador ha sido restaurada recientemente y lo que más me gustó fue la talla de la Virgen de la Peña, cuya ermita sigue colgada de las rocas, en el pico Cuculo. 

Iglesia Parroquial y Virgen de la Peña



Al principio hacía frío, viento y también llovió. Cuando terminamos de caminar el cielo quedó así. 


Fue una etapa sencilla en la que casi no pude asimilar toda la información de las diferentes iglesias que nos dieron. Me dan ganas de repetir. Aunque ahora tengo que preparar la quinta etapa, 23 de septiembre: Santa Cilia-Martés. 

Seguimos caminando

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