lunes, 30 de mayo de 2016

Novela: Goldfinger de Ian Fleming (1959)

El autor.-
Ian Fleming estudió en Eton y Sandhurst, Munich y Ginebra. Fue periodista y colaboró con el Servicio Secreto Británico. Escribió doce novelas y dos libros de cuentos de James Bond y un cuento para niños que luego se llevó también al cine, Chitty Chitty Bang Bang. Otras obras sobre el personaje de James Bond: Casino Royale, Moonraker, Desde Rusia con amor

Mi opinión.-
Tengo que confesar que, desde que Daniel Craig interpreta a Bond, James Bond, el personaje ha mejorado mucho. No es la interpretación de Sean Connery no me gustase, pero no ha resistido muy bien el paso del tiempo. No sé si le ocurrirá lo mismo a Craig; en su defensa hay que decir que a ningún Bond le sientan los trajes como a él. No me he perdido ninguna de sus 4 películas como 007 y vi alguna de Sean Connery, de los demás no tengo referencias. Pero hasta ahora nunca había leído ninguna de las novelas de Ian Fleming.



Tenía la sensación de que eran novelas malas y que el personaje mejoraba mucho con el cine, pero Goldfinger ha sido una sorpresa. No es alta literatura pero sí un best-seller de calidad, con ritmo, buena ambientación, ironía británica y un gusto a veces excesivo por las descripciones muy muy detalladas.



Una historia de James Bond tiene elementos indiscutibles: una visita a las mejores ciudades del mundo, persecuciones en coches lujosos, un cónclave de malos malísimos convocados por un santón con capacidad transnacional para delinquir, esbirros que quedan a medio camino entre un mandril y un ser humano y chicas bond. En esta novela hay tres. Dos de ellas terminan mal y la tercera no lo sabemos. Luego hablaré de ella.



El caso es que Auric Goldfinger es un hombre tramposo y que viste de una manera un tanto estrafalaria y además se dedica al contrabando de oro, pero no sólo por codicia. Creemos que es un agente de la Smersh, la contrainteligencia soviética. Estamos en el momento álgido de la Guerra Fría, donde los espías soviéticos estaban repartidos por todo Occidente, incluso en la inteligencia británica; no debemos olvidar a los “cinco de Cambridge” (que no son una novela de Enid Blyton) y que localizar a todos estos espías y detenerlos era una prioridad absoluta.



James Bond, con bastante facilidad consigue desbaratar algunos de los planes de Goldfinger, pero cuando éste le confiesa que está planificando cómo atacar Fort Knox, la cosa ya se complica un poco más. Fort Knox es una base militar inexpugnable donde se almacenan la mayor parte de las reservas de oro de los Estados Unidos. Para el ataque, que sería una absoluta obra maestra, Goldfinger espera contar con la ayuda de todos los mafiosos más mafiosos de Estados Unidos, entre ellos, la tercera chica Bond, Pussy Galore de Harlem. La única mujer que dirige una banda en Estados Unidos, una banda de mujeres, una organización lesbiana que se da el nombre de The Cement Mixers. A mí me ha resultado muy extraño que en 1959 una de las chicas bond fuese una mafiosa lesbiana y que además sedujera a otra de las chicas bond de la que James dice que sufría una anormalidad hormonal. Al final de la novela, James y Pussy se cuentan confidencias. Ella justifica su lesbianismo diciendo que en el sur de Estados Unidos, de donde ella procede, una chica virgen es la que puede correr más deprisa que su hermano y Bond se presta a ofrecerle una cura, un TAC. Tierno y Amoroso Cuidado. Hoy no es políticamente correcto, pero en 1959 debió ser un auténtico escándalo, además, Pussy se puede traducir por coño.




Otra cosa que he aprendido de esta novela es que Bond, James Bond, el doble cero que siempre está al servicio de su majestad británica, nunca bebe té. Imperdonable. Odia el té y eso es una prueba de que no es tan british como aparenta. De todas maneras seguiré leyendo a James Bond y poniéndole la cara y el cuerpo de Daniel Craig. 

Goldfinder (una aventura de James Bond)
Ian Fleming

Trad. Baldomero Porta
Ed. Bruguera 

jueves, 26 de mayo de 2016

Cine: Julieta de Pedro Almodóvar (2016)

Pocos ejemplos debe haber en el cine español de películas que traten la relación entre madres e hijas. Ahora mismo no se me ocurre ninguna. Almodóvar recrea en su última peli, un melodrama de los clásicos, pero ubicándolo en los años 1980 y sin lágrimas. Es muy importante que no haya lágrimas porque todo tiene más intensidad. Los personajes han llegado a un punto en que ya lo han llorado todo y sólo queda seguir adelante. Un melodrama seco y muy equilibrado. Me gustaría que para la próxima película, filmase la misma historia desde el punto de vista de la hija, Antía.

Julieta es una joven profesora de literatura clásica. En un viaje en tren conoce a Xoan, un pescador que le cambia la vida. Para Julieta su historia de amor es sublime, para una espectadora como yo es una historia bastante simple. Julieta deja la luz del sur y emprende viaje hacia la melancolía del norte. Amor, engaño, el nacimiento de una hija, Antía y la muerte.




Después de la muerte de Xoan, Julieta cae en una depresión durante años en los que su hija tendrá que aprender a vivir sola. Y para ello, vuelve a cambiar de ciudad: de la melancolía del norte a la luz de Madrid. 



Pero incluso con la nueva luz, Julieta tarda mucho tiempo en despertar. Xoan la abandona con su muerte y Antía también la abandona y no sabemos por qué. El silencio en el que Antía desaparece es la clave de la película. No podemos entender, al menos yo no pude entender qué reproches tiene respecto a su madre, qué graves errores ha cometido Julieta, para que Antía la abandone así.


Julieta son Adriana Ugarte y Emma Suárez; y Rossy de Palma interpreta a Marian, la mujer severa e implacable contra las otras mujeres que desafían el orden tradicional. Es inquietante como el ama de llaves de Rebeca. Es el coro de la tragedia griega que va anticipando la desdicha. Las interpretaciones son impecables. Adriana Ugarte, la Julieta joven, todavía no vive apagada por la tragedia pero ya puede intuirla; y Emma Suárez, la Julieta madura, ha asumido su dolor y de ahí extraerá toda la fortaleza que necesita para seguir viviendo.



Una película intensa, de color rojo pasión. Pasión por la vida y por la maternidad. En los foros feministas se nota un cierto hartazgo, por esa tendencia de los hombres a sublimar el sufrimiento de las mujeres y convertirlo en algo bello y en algo bello que todas querríamos vivir. Puede que sea así y que debiéramos ver esta película con unas “gafas violeta” para poder criticar esa sublimación. Pero yo en este caso no puedo hacerlo. Me apasiona demasiado esta película.


Creo que es la mejor película de Almodóvar de los últimos años. Se nota el oficio del director buceando en el alma de esta mujer doble, de esta Julieta abandonada quizá simplemente porque ella también abandonó. Y llega hasta el dolor más profundo, posiblemente hasta donde otro director hubiese resbalado y resultado ridículo; pero Almodóvar no. Sabe contenerse y no pasar ese límite. Además la fotografía es impresionante; la luz cegadora del sur y la melancolía gris del mar del norte; el bullicio de Madrid y el verde esperanza del viaje del reencuentro. La música es conmovedora y los actores secundarios perfectos.




Julieta es desgraciada porque asume la desgracia de los hombres que están alrededor de ella. Ya en el primer viaje en tren, donde conoce a Xoan, se siente culpable porque un desconocido se ha suicidado; años más tarde se siente culpable porque Xoan es follamigo de su mejor amiga y después de una discusión sin trascendencia muere; se siente culpable porque su hija adolescente la abandona. Julieta necesita encontrar otro tipo de masculinidad y otro tipo de afectividad con la que relacionarse porque, después del dolor, ya es una mujer completa. Así termina la película, emprende un último viaje lleno de esperanza.




Dirección y Guion: Pedro Almodóvar (sobre relatos de Alice Munro)
Música: Alberto Iglesias
Fotografía: Jean-Claude Larrieu
Intérpretes: Emma Suárez, Adriana Ugarte, Inma Cuesta, Dario Grandinetti, Rossy de Palma. 


lunes, 23 de mayo de 2016

Exposición: Mujeres de Roma. Seductoras, maternales, excesivas.

Las mujeres en la Antigüedad Clásica (y en la mayor parte del mundo hoy) no tenían ninguna relevancia y si eran pobres mucho menos. Pero en la Roma Antigua empezaron a disfrutar de consideración y de un cierto estatus. Siempre consideradas objeto, por supuesto, y siempre, divididas en dos clases: madres o putas. La mayoría de las veces no podían elegir ni una ni otra. Por nacimiento ya les venía dada su posición en la vida. 




Pero, en Roma, esto empezó a cambiar. Y así, el arquetipo de la matrona romana como pilar fundamental del hogar, gobernanta, estratega y gerente de la microeconomía doméstica ha llegado hasta nuestros días, convertida en la mamma italiana, incluso por extensión, en la madre mediterránea. Amorosa y castrante a partes iguales, pero siempre disponible.



Ningún rastro queda en esta exposición de las mujeres romanas pobres, gordas, viejas y feas. Parece que los artesanos o artistas romanos, por supuesto hombres, tuvieron mucho más interés en perpetuar imágenes de mujeres gráciles, esbeltas y eternamente jóvenes. En fin, como los directores de casting hoy en día. Este no es un demérito de la exposición. Es simplemente la constatación de que, a veces, ¡qué poco o qué despacio cambian las cosas!



Las piezas expuestas pertenecen a la colección del Museo del Louvre, de los siglos I a.C a I d.C. Período de prosperidad económica y de expansión de Roma, de manera que florecen las artes y la literatura, y la mujer puede aspirar a una mínima libertad. En las esculturas, las mujeres son representadas como musas, guerreras o victorias aladas; pero no hay espacio para mujeres corrientes, campesinas. Pero no sólo hay espacio para grandes esculturas públicas. También veremos pequeños objetos: anillos, camafeos y tres retratos a la encáustica que, personalmente son lo que más me ha gustado de la exposición.



Para la encáustica como aglutinante de los pigmentos se utilizaba cera y esto daba a la pintura mucho cuerpo y luminosidad. La pintura era sobre madera y se utilizaba en los enterramientos. Aunque por lo que leí en esta exposición, las tablas tenían señales de haber sido recortadas. Así que, es posible, que en principio su uso fuera doméstico y una vez muerto el protagonista se utilizaba en su sarcófago. Especialmente una de ellas tenía todavía un brillo increíble, incluso los pendientes parecían perlas de verdad. También hay pinturas murales de Pompeya y mosaicos.



Por supuesto, la exposición no podía carecer de esculturas de Venus y una de ellas realmente graciosa. Una Venus preciosa acaba de arrancarle las alas a Cupido, no sé por qué. Pero Cupido está desesperado y tirándose de los pelos. Otra de ellas, una escultura de un hermafrodita contemplándose.



Las exposiciones en Caixa Fórum siempre son de garantía y además tienen un montón de actividades. En Zaragoza, hasta el 5 de junio de 2016.



Caixa Fórum Zaragoza
Avda. Anselmo Clavé 4
Del 11 de marzo al 5 de junio de 2016


jueves, 19 de mayo de 2016

Ensayo: Chroniques Algériennes de Albert Camus (1939-1958)

El autor.-
Nació en la Argelia francesa en 1913, hijo de colonos pobres de origen español. Novelista, periodista y filósofo relacionado con el existencialismo y la filosofía del absurdo. Perteneció al Partido Comunista Francés y también colaboró con la resistencia francesa durante la II Guerra Mundial. Fue Premio Nobel de literatura en 1957. Profundamente rebelde y humanista. Murió en accidente de coche en 1960. Otras obras suyas: el Extranjero, El mito de Sísifo, La peste, La caída. 

Mi opinión.-
Este libro es la recopilación de artículos que Camus escribió desde 1939 a 1958, en diversos medios, relativos a la cuestión argelina. Durante 20 años estuvo intentando dar a conocer a la sociedad francesa la verdadera situación, de opresión insoportable, de la colonia. Fue un intento inútil de evitar el enfrentamiento armado que después sorprendería y asustaría a la metrópoli, que comenzaría por atentados contra la población civil, torturas para los rebeldes y una guerra abierta que condujo al retorno de franceses y argelinos, pied-noirs y harkis, a la metrópoli y a una frágil independencia para Argelia.



Camus, francés y argelino a partes iguales, vivió la indiferencia de Francia como un auténtico desgarro. En sus textos describe la situación escrupulosamente. Dando cifras sobre la población, sobre las cosechas necesarias para alimentarla y que se debía importar, el clima y el territorio poco fértil, los salarios obtenidos por los trabajadores, explotados casi en régimen de esclavitud, los niños famélicos revolviendo en las basuras. Es consciente de la mala gestión y de la mezquindad de Francia y de los colonos de origen europeo, pero también es crítico con quienes utilizarían el terrorismo para producir los cambios que deseaban.

Mapa de la Argelia francesa en 1877
Estaba absolutamente convencido de que una tercera vía era posible y seguía peleando por ella, desde su posición de intelectual comprometido, pero nadie lo veía así y en sus textos se encuentra esa pasión y también la desesperación con que los escribió. Esa tercera vía pasaba por lo que ahora se llama empoderamiento y que en realidad sólo significa dar a los seres humanos la posición y el protagonismo que deben de tener en su vida. En Francia se utilizaba el término “indígena” para referirse a la población argelina autóctona, se les privaba de derechos civiles, políticos y sociales en el país donde habían nacido por generaciones. Tenían derecho a la educación pero una educación segregada, con escuelas miserables alejadas de sus pueblos.



La educación, incluida la educación de las niñas, que debía ser la base para superar la distancia entre las dos comunidades, árabe y europea, quedaba en la práctica deslucida, inefectiva. Pero Camus insistía en conseguir una escuela en la que compartiendo los pupitres de una misma escuela, dos pueblos hechos para comprenderse comenzarán a conocerse. Esta lucidez de Camus, sin embargo, no era compartida ni por la mayoría de franceses ni por la mayoría de argelinos, forzados a vivir juntos, e incapaces de unirse, deciden al menos morir juntos. Una espiral de destrucción para ambas comunidades, por la reticencia a introducir cambios y renegociar condiciones de vida mínimas, perdiendo privilegios por parte de unos para que otros mejoren.

Las mujeres participaron activamente en la guerra de independencia

Un libro muy recomendable para tiempos turbulentos. Para todos los tiempos. El 20 de diciembre de 2012, el presidente de la República Francesa, François Hollande, reconoció ante el parlamento argelino, el sufrimiento producido por la colonización durante 132 años. 



Chroniques algériennes 1939-1958
Albert Camus 

Folio Essais

lunes, 16 de mayo de 2016

Cine: La mujer pantera de Jacques Tourneur (1942)

La mujer pantera fue una película de bajo presupuesto, rodada en apenas unas semanas, pero que derrocha elegancia. Es una verdadera joya, gracias al talento de su productor Val Lewton y del director Jacques Tourneur. 

En los años 1930 y 1940, las películas de terror tuvieron un gran éxito en Estados Unidos. No sé por qué. Quizá porque se creían una sociedad protegida, limpia de supersticiones de la vieja Europa. Sentir el terror en una sala a oscuras, frente a una gran pantalla, les hacía valorar lo bien que se vivía a salvo de momias del lejano Egipto o de dráculas de Transilvania o de frankensteins de algún lugar perdido de Suiza. En Estados Unidos todo era juventud, salud y sonrisas perfectas de perfectos dientes sanos.

Pero La mujer pantera se sale del prototipo de una simple película de terror. Es lírica, insinuante, obsesiva y con una lectura psicosexual que no creo que estuviera en la mente del director ni del guionista cuando filmaron. La historia es sencilla. Aquello de chico y chica que se encuentran, se enamoran y se casan. Irina (Simone Simon) vive en Nueva York y es de origen serbio (de la vieja Europa), trabaja como diseñadora y dibuja excepcionalmente bien. 



Es una joven artista con cierta debilidad y atracción por los animales. Visita el zoo y se entretiene dibujando a una hermosa pantera negra, que se altera un poco cuando la ve. En el zoo conoce a Oliver (Ken Smith), un buen chico americano, ingeniero, racional y un poco soso, con el que se casa en poco tiempo.



Desde el principio de su matrimonio Irina se siente incómoda ante la perspectiva de la intimidad y de las relaciones sexuales, de manera que le pide tiempo a su marido. Se siente profundamente enamorada de Oliver, pero hay algo que la atormenta. Cree que el sexo desencadenará una reacción que no podrá detener; se siente desbordada por su propio deseo y teme no poder controlarlo y llegar a ser dañina con aquel a quien más quiere. Oliver es paciente, pero no puede evitar confiar en Alice (Jane Randolph). Alice es todo lo contrario a Irina. Es el nuevo continente lleno de oportunidades. Una jovencita americana pizpireta y resuelta, sin complejos ni culpas heredadas; una compañera de trabajo competente; una amiga comprensiva; y una enamorada leal que no duda en confesar su amor a Oliver, al mismo tiempo que le recomienda un psiquiatra que pueda ayudar a su esposa.



Uno de los aciertos de esta película está en hacernos ver que el terror no necesita un monstruo para aparecer. Aquí está en la vida corriente, cuando los protagonistas esperan ser más felices, es cuando el terror da un zarpazo y los descoloca. Está oculto en las sombras, en los tacones que se oyen, y que se dejan de oír, cuando volvemos a casa por la noche. Nunca el sonido de unos tacones fue tan terrorífico. Son las sombras y la acción que se desarrolla fuera de la pantalla, inaccesible al espectador, lo que alimenta el miedo.



Las sombras forman también los barrotes que mantiene a la Irina pantera encerrada en su prisión. Pero el amor y el deseo, los celos, la inseguridad y la frustración de Irina, desencadenan la maldición que ha traído importada de Europa. Irina no entiende que aquello que creía que la iba a salvar, el amor por Oliver, es lo que en realidad la condena. Ingenuamente, pensaba que podría ganar en la lucha entre sus dos naturalezas. Al final, lo salvaje, lo atávico, lo incontenible se impone nuevamente. La persistencia del pecado.




Un detalle más. En el apartamento de Irina hay una reproducción de un cuadro de Goya, El niño Manuel Ossorio. Es difícil verlo pero, en la esquina inferior izquierda hay un pájaro y tres gatos que le observan con avidez. De uno de los gatos apenas se ven los ojos, pero aterra. 


jueves, 12 de mayo de 2016

Novela: El expreso de Tokio de Seicho Matsumoto (1957)

El autor.-
Escritor japonés muerto en 1992. Empezó a trabajar como periodista sin haber tenido una formación en la universidad. Pasados los 40 años empezó a publicar novelas y se consagró como escritor. Algunas de sus novelas han sido adaptadas al cine y en Japón se le considera un revitalizador de la novela negra japonesa, muy mal considerada por los gobiernos japoneses, por darle un aire más occidental. Hoy es un autor de culto. Otras obras suyas: La voz, El inspector Inamishi investiga, Sin ánimo de lucro. 

Mi opinión.-
Poco he leído de literatura japonesa. Sólo a Yukio Mishima que no es comparable con este autor. Es interesante acercarse a otras literaturas tan alejadas para constatar que los problemas que Oriente y Occidente soportan no son tan distintos.

Esta novela apareció por entregas durante el año 1957 y casi sigue la tradición de las novelas de Agatha Christie o de Conan Doyle; se ha definido como un mecanismo de relojería perfecto, en el que al final todas las piezas encajan, pero, en mi opinión, recurriendo a una estrategia demasiado manida. No sé si es que me he vuelto muy exigente y esta novela está sobrevalorada o es que todavía me falta mucho para "saber leer bien".



Sin embargo, la ventaja de asistir a un taller de lectura es que te ofrece una perspectiva más amplia y te das cuenta de las cosas que te habían pasado desapercibidas. Y respecto a esta novela, hay muchas cosas que no había notado. Después de la II Guerra Mundial, Japón sufrió un gran cambio cultural, una occidentalización. El autor ha reflejado esta situación a través de los dos protagonistas de la investigación; pero no ha hecho que estuvieran enfrentados. Todo lo contrario, ambos policías se muestran un gran respeto y colaboran en la resolución del caso. La investigación la comienza un viejo policía local, Torigai, experimentado, introvertido, intuitivo y que representa al Japón más tradicional; la continúa después el subinspector Mihara, de Tokio, racional, más joven, metódico y que se supone que representa al nuevo Japón. En el último capítulo y a través de una carta que Mihara envía a Torigai, explicará con toda precisión a los lectores poco avezados, cómo y porqué se ha producido el delito. Esta explicación por carta es el recurso que me ha parecido manido. Independientemente de que la carta sea preciosa, respetuosa y fraternal, desde el punto de vista de lectora esperaba otra cosa para la explicación de la resolución del caso. 

Además, hay otro detalle que tampoco me ha gustado. ¡¡¡¡¡Spoilers!!!!! El hecho de que un personaje gravemente enfermo, que apenas se puede levantar de la cama, porque no puede respirar, participe en un asesinato y pueda mover un cadáver de un sitio a otro no me parece muy creíble.



Uno de los puntos a favor de esta novela es que introduce una ligera crítica social del Japón de los años 1950. Es cierto que la novela sitúa la acción en el contexto de la corrupción gubernamental al más alto nivel, pero no se ahonda en esta situación, no se describe el departamento ministerial, ni se dice qué clase de corrupción, ni qué trascendencia tiene para el gobierno, para la sociedad o para la economía. Quizá en los años 1950, en Japón, no se podía hablar abiertamente de ciertos temas y que los autores practicasen la autocensura.

Por otra parte, al haber sido publicada por entregas, Matsumoto sí sabe manejar el suspense y dejarte colgado al final del capítulo, para que vuelvas la página con la mayor rapidez posible.


En una playa de la isla de Kyushu, destino tradicional para novios en luna de miel, aparecen los cadáveres de una pareja joven, bien vestidos y cómodamente tendidos en el suelo. Todos piensan en un suicidio por amor imposible. Pero algo no encaja; es todo demasiado perfecto. La factura de la cena del hombre muerto y los horarios de los trenes darán las claves para la resolución del asesinato.

En esta novela no hay sangre, ni vísceras, ni psicópatas. Todo es pulcro y ordenado. Un acertijo que desafía la lógica de la policía escrito de forma detallada y muy directa, aunque a veces, por la extrañeza de los nombres de lugares y personas, puedes perderte. Entretenida para leerla también como curiosidad y acercarse a la literatura japonesa. Otra nota sobre la precisión del escritor, al final de la novela, menciona que, aunque la novela se publica en 1957, los horarios de los trenes utilizados son del año 1947. Exactitud japonesa. 



El expreso de Tokio 
Seicho Matsumoto 

Trad. Marina Bornas 
Ed. Libros del Asteroide 

lunes, 9 de mayo de 2016

Cine: Langosta de Yorgos Lanthimos (2015)

Langosta es la primera película de Lanthimos con reparto internacional. Es una película rara, muy rara. Original y amarga. Yo creo que puede decirse que es una reflexión sobre los totalitarismos, no políticos pero sí sociales y su absurda imposición de reglas y uniformidades para todos y cómo los individuos podemos (y debemos) enfrentarnos a ellos, aunque debemos tener en cuenta que, frecuentemente, perderemos la batalla. 

En un futuro no muy lejano, en una sociedad distópica pero claramente reconocible como cualquiera de nuestras sociedades occidentales del bienestar y del consumo, los solteros no están muy bien vistos. Se les considera sospechosos, mala gente, pero a pesar de ello, se les da una nueva oportunidad. Para ello deben pasar una temporada en un "balneario" idílico, aprendiendo a relacionarse, aprendiendo nuevamente las virtudes y ventajas de la vida en pareja.

La reinserción social de los solteros sólo se produce si se comprometen a encontrar pareja. Si por cualquier circunstancia, a pesar de la buena voluntad de los funcionarios reeducadores, no encuentran pareja se les convertirá en animales. Pero eso sí, con la benevolencia que los totalitarismos siempre muestran, se les ofrece la posibilidad de elegir el animal en el que quieren convertirse. Así que como última oportunidad para encontrar pareja se les confina en ese hotel. Allí, convenientemente asesorados por sus reeducadores, inician nuevas amistades, acuden a bailes y asisten a batidas donde las piezas a cazar son ellos mismos, aquellos que han fallado en encontrar nueva pareja.




Una vez, que a los solteros les queda claro que esta reeducación va en serio, la decisión más racional será intentar encontrar a alguien con quien mantengan cierta afinidad, para emparejarse y escapar del destino animal. Y si no hay nadie que comparta afinidad siempre se puede fingir. Esto es lo que hace uno de los huéspedes interpretado por Ben Wisham que trata de fingir afinidad con una joven a la que le sangra la nariz constantemente, dándose cabezazos por las esquinas para sangrar también. El guion desborda crueldad y absurdo, pero también humor aunque sea humor negro.



David (Colin Farrell) ha ido a parar a ese hotel, después de que su esposa le haya pedido el divorcio. Es un hombre de mediana edad, un poco gordo, miope, miedoso y que no destaca en nada. Aparece en el hotel acompañado por un perro, que después sabremos que es su hermano. Un hermano que tuvo también la mala suerte de quedarse soltero. Se toma en serio su rehabilitación aunque no le atraigan mucho las pretendientes. Y, en caso de no encontrar pareja, ha elegido convertirse en langosta, porque las langostas viven muchos años y porque él disfruta mucho nadando. Sin embargo, David acabará escapando de ese hotel sin habérselo propuesto, perdiéndose en un bosque no menos siniestro que el hotel.



El bosque es el mundo de la naturaleza salvaje, donde los solteros que han escapado a su irremediable destino de convertirse en animales, han creado otra sociedad, con otras exigencias igual de totalitarias. Esta vez está prohibido emparejarse. En este absurdo mundo los solitarios que viven enfrentados a la naturaleza salvaje, están tan oprimidos como los residentes en el hotel. Es un contrasentido. Así que el protagonista que ha conseguido escapar del totalitarismo del hotel, donde una psicópata le perseguía, se encuentra con el totalitarismo del bosque que le impide enamorarse del personaje interpretado por Rachel Weisz.


La salida para escapar a este absurdo es negra, muy  negra. Es la esperanza ciega. Al final de la película se comprobará que esto último que he escrito es un sarcasmo. Un final de película crudo, áspero e incómodo. Recomendable.


Director: Yorgos Lanthimos
Guion: Efthymis Filoppou, Yorgos Lanthimos 
Fotografía: Thimios Bakatakis
Intérpretes: Colin Farrell, Rachel Weisz, Léa Seydoux

jueves, 5 de mayo de 2016

Cine: El puente de los espías de Steven Spielberg (2015)

Cine de espías, como en los años 1950 y 1960. Lluvia, nieve, Guerra Fría; Estados Unidos y la URSS enfrentados fuera de sus territorios y Alemania como campo de batalla. La guerra no se libraba con ejércitos, armas y bombas. Sólo a través de la información. Ganaba la batalla quién podía interceptar una información que le diese ventaja sobre el otro. Una guerra de juegos psicológicos que no todos sabían manejar. 

En este contexto James B. Donovan (Tom Hanks), abogado de Brooklyn, tiene que defender a Rudolf Abel (excepcional, Mark Rylance), espía soviético (no reconocido como tal por la URSS) que ha sido detenido en Estados Unidos. De esta manera, Donovan acaba reclutado casi por casualidad (y a escondidas) por el gobierno de EEUU, para que lleve a cabo un intercambio de prisioneros. Es especialista en seguros; eso es un buen curriculum para un negociador. Es paciente, empático, tiene recursos lingüísticos; es honesto, valora la lealtad por encima de todo y cree en el imperio de la ley. Está casado con una rubia y sonriente ama de casa, americana, comprensiva y cariñosa; que recuerda, sin ninguna duda, dónde está el pasaporte de su marido (justo en el mismo cajón que las corbatas azules). Tienen 3 hijos, la mayor ya es una mujercita que se ha enamorado del ayudante de su padre (que, según la tasa de reproducción social, terminará siendo tan honesto como él; porque querámoslo o no, la mayoría de nosotros acabamos creando familias que nos recuerdan a nuestra familia de origen).



Estoy escribiendo con un poco de ironía, pero la película me ha gustado. Es cálida y se sale del cliché habitual de películas de espías. Estamos acostumbrados al espía soltero y mujeriego, descreído y borracho, y aquí nos encontramos a un señor que tiene que comprar la mermelada antes de volver a casa y ocuparse de sacar la basura. Es el padre de familia ideal, que sabe mantener su lealtad incluso con los enemigos, enemigos de su familia y de su patria y que, además, no necesita condecoraciones ni gratitudes le basta con mantener su conciencia limpia y tranquila. Así le han educado y Tom Hanks, lo borda.


Sin embargo, hay dos cosas que no me gustan. La primera es que no tiene suspense. Este personaje está tan seguro de sí mismo y de que Dios está de su parte que ya sabemos que ganará (además se basa en hechos históricos que se pueden consultar antes de entrar en el cine y que corroboran el final feliz). Así que, aunque surjan problemas en Alemania del Este, le roben el abrigo y coja la gripe, ya sabemos que volverá a casa con los dos americanos retenidos por espías. La otra objeción es que tarda demasiado en llegar al núcleo de la historia, que se supone que es el intercambio en Berlín. La primera hora de la película está casi consagrada al juicio contra el espía y si bien sirve para describir con todo detalle el carácter y el contexto del personaje principal, también acaba lastrando a la otra mitad de la película.


Otra objeción importante, pero absolutamente disculpable, es que la película no pasa el test de Bechdel. En esta peli las mujeres son meras figurantes. Y digo que es absolutamente disculpable porque en los años 1960, en algunos estamentos y en ciertas circunstancias, (es decir casi siempre y casi para todo) las mujeres no tenían ningún protagonismo ni siquiera en sus vidas personales. Aunque no me guste, visualizar en cine la escasa repercusión de un personaje femenino me parece una actitud más honesta que feminizar obligatoriamente un personaje que siempre en la realidad hubiera sido un hombre y que, además como pasa en la mayoría de las pelis, se aproveche esta circunstancia para una historieta de amor boba.



En resumen, de toda la película yo destacaría dos escenas, al principio y al final de la película. Rudolf, el espía, contemplando su imagen en un espejo al mismo tiempo que pinta su autorretrato que nos induce a pensar en las dudas que tiene sobre su propia identidad. Y los muros, el muro de Berlín y los muros de Brooklyn, clara imagen de los impedimentos, a cualquier lado de la valla, para llevar una vida libre. Recomendable. 


Director: Steven Spielberg
Guion: Matt Charman, Ethan Coen, Joel Coen
Música: Thomas Newman
Fotografía: Janusz Kaminski
Intérpretes: Tom Hanks, Mark Rylance, Amy Ryan



lunes, 2 de mayo de 2016

Cine: Nadie quiere la noche de Isabel Coixet (2015)

El cine de Isabel Coixet es muy particular y a mí eso siempre me parece una garantía. Aunque a veces se hace muy difícil seguirla. Esto pasa en esta película. Cuando se presentó en la Berlinale no recibió muy buenas críticas y la autora tuvo que meter la tijera; algo que le sirvió como cura de humildad. Yo creo que acertó descargando un poco la película aunque no he visto la versión íntegra. 

La verdad es que debía ser difícil colocar y justificar a los personajes en esas condiciones extremas durante más de 90 minutos, ante el inmenso paisaje de hielo que no resultaba ser muy dialogante. Por supuesto Juliette Binoche y también Rinko Kikuchi pasan sin ningún problema la prueba. Lo que siento es que Gabriel Byrne no tenga un papel un poco más largo porque es un actor que vale la pena, además en la película representa el deseo de proteger la naturaleza sagrada de la intrusión de occidente. 



El guion está escrito sobre una historia cierta. Josephine Peary era una escritora y exploradora norteamericana que acompañó a su marido en algunos de sus viajes por el Ártico; incluso en uno de esos viajes parió a su única hija Marie Ahnighito, la niña de la nieve y escribió su aventura en The snow baby: a true story with true pictures. Años después, en otro de esos viajes, Josephine se empeñó en reunirse con su marido, pero hubo algunas complicaciones y tuvo que pasar el invierno en el polo norte; esa es la noche que dura seis meses. Sin comida, sin carbón y con la única compañía de una mujer esquimal, que resulta ser la amante de su marido y estar embarazada de él.



Para mí esta película no es un viaje al fondo del ser humano, ni supone un descubrimiento entre culturas diferentes representadas por las dos mujeres. La verdad es que ya hace tiempo que cuestiono estas hazañas de descubrimiento de los hombres y si en realidad sirven para algo o no. Más me parece una obsesión de los hombres por ser los primeros en algo, sea la conquista del polo, la conquista de la luna o la conquista de marte (véase la última película de Ridley Scott). Sea lo que sea el caso es conquistar algo que otro (hombre) no haya pisado antes. Agotador e inútil.



Pues, como los seres humanos aprendemos por imitación, parece que las mujeres también nos hemos propuesto seguir esa estela de descubrimientos inútiles, tradición de los hombres. Eso es lo que me parecía esta película. Dos mujeres jóvenes, hermosas, inteligentes, corriendo detrás de un hombre imbécil. Llegando casi a la muerte por cometer sus mismas estupideces. Sí me quedo con esa sensación de estupidez. Ya he dicho que el cine de Coixet no es fácil y que no es amable con el espectador. No se pierde en sentimentalismos ni en concesiones. Si tienes que enfrentarte a la noche polar de 6 meses, pues es lo que hay. Ni un mísero rayo de sol vendrá a salvarte. Y si tienes que vértelas con la amante de tu marido, ni siquiera te podrás enfrentar a ella porque no tendrás fuerzas y porque tampoco te va a entender.



Si no fuera por la tragedia de estar al mismo borde de la muerte, resultaría cómico ver a las dos mujeres, perdiendo el culo por un hombre que nunca aparece en pantalla. Aunque hay que decir que la historia real no fue tan trágica, en la película quien peor parada sale es la amante. ¡Mala suerte para ella! Yo, de todas maneras, recomiendo la película porque Isabel Coixet es una directora valiente que siempre arriesga y por las actrices que están soberbias. Una historia de mujeres para que los hombres reflexionen (si quieren) porque, al fin y al cabo, ¡qué necesidad tenía el Polo Norte de que lo descubrieran!


Directora: Isabel Coixet
Guion: Miguel Barros
Música: Lucas Vidal
Fotografía: Jean-Claude Larrieu
Intérpretes: Juliette Binoche, Rinko Kikuchi y Gabriel Byrne.