miércoles, 23 de junio de 2021

Novela: La gran fortuna de Olivia Manning (1960)

La autora.-
Olivia Manning fue principalmente novelista y poetisa y vertió su propia experiencia vital sobre la II Guerra Mundial en dos trilogías: Trilogía de los Balcanes y Trilogía del Levante. En los inicios de su carrera como escritora publicó tres novelas de detectives bajo el pseudónimo de Jacob Morrow: Rose of Rubies, Here is Murder, The Black Scarab. Hasta ahora sólo se ha publicado en España, La gran fortuna, primera de las novelas que forma la Trilogía de los Balcanes.  

Mi opinión.-
Olivia Manning fue, en vida, una escritora controvertida y lo sigue siendo. Casi ignorada por la crítica, sin embargo, para otros autores como Burgess la Trilogía de los Balcanes era una obra excepcional no sólo sobre la II Guerra Mundial y la postura mantenida por el Reino Unido sino también por el detalle con el que la autora describía a los personajes, tanto física como psicológicamente y sobre cuáles eran las repercusiones de la macrohistoria en la microhistoria. En esto último estoy completamente de acuerdo.

Ya he comentado que estas dos trilogías son autobiográficas. En el primer episodio de esta saga, La gran fortuna, Harriet Pringle, la protagonista, llega a Rumanía acompañando a su reciente marido, Guy, destinado en el British Council (como el marido de la autora). Allí se encontrará con una realidad totalmente diferente y, especialmente turbulenta, debido a la propia idiosincrasia del país y también a los inicios de la invasión alemana. En ese contexto Harriet llevará a cabo un proceso de crecimiento, tanto personal como de individuo perteneciente a un colectivo, cuyo punto de partida será el racismo y el clasismo de una británica remilgada que, sin embargo, empezará a aceptar que el Imperio Británico ya no existe. Por supuesto, este proceso no será fácil y aunque no conocemos su desenlace puesto que se narra en el resto de novelas, intuimos que la relación con su marido y otros hombres será fundamental. Para mí, éste es el principal problema de esta novela, que no puede leerse aisladamente. Puede que sea porque en este libro inicia la presentación de personajes, muy detallados física y emocionalmente y que, por ello quizá resulten abrumadores; y también porque las situaciones que viven estos personajes, a veces, resultan un poco estrafalarias. 

Por lo que he leído de la autora, ella se preocupó siempre de retratar lo más fielmente posible la decadencia del Imperio Británico y también los desastres del colonialismo, del racismo y de la guerra, así como la ceguera y frivolidad de los expatriados británicos convencidos todavía de su superioridad, individual y colectiva. Así, se hace en este libro donde los británicos parecen vivir en una especie de burbuja de confort, sin apenas relacionarse con la población autóctona. La autora es la única que mantiene un punto de vista un poco más flexible y adaptable a las circunstancias, mostrando una galería de personajes pero intentando que el lector o lectora no se vea condicionado por la opinión de Harriet. 

En esta novela hay un personaje que destaca por encima de todos y que, yo creo que personifica también la decadencia de Europa, no sólo la del Imperio Británico. El príncipe Yakimov es un hombre de mediana edad, de buena familia, hijo de un ruso exiliado y de una inglesa, pero que ya no tiene dinero y se dedica a vivir a costa de los demás. Es especialista en dar sablazos y desaparecer, pero nunca desaparece totalmente. Tiene una gran capacidad para reinventarse y volver a timar a los mismos de siempre. Es un personaje muy interesante pero que resulta profundamente antipático.

La vida de Harriet en Rumanía se reduce a cenas, copas y otras invitaciones con sus compatriotas expatriados y a una cierta relación y curiosidad por la población autóctona. Aunque los rumanos de clase alta casi desprecian a los británicos y se inclinan hacia el nazismo, aquéllos se siguen considerando superiores y demostrándolo, especial y cruelmente, en sus relaciones con los rumanos de clase baja, descritos como holgazanes o infantilizados o gente de poco fiar. Pero además, también para los rumanos los judíos (rumanos) son ladrones y para los judíos los rumanos son vagos. Estas dinámicas entre las distintas clases sociales y las distintas etnias quedan muy bien reflejadas en la novela, resaltándose el clasismo de unos frente al racismo de los otros como caldo de cultivo idóneo para la consolidación del nazismo. A mí se me ha hecho difícil esta novela, por estos matices racistas, aunque reconozco que como retrato de una parte de la realidad europea de esa época tiene una gran validez. Espero que sigan traduciendo las otras cinco novelas para hacerme una idea más acertada de Olivia Manning. 

En los años 1980, se hizo una adaptación a serie de TV protagonizada por Emma Thompson y Kenneth Branagh, que he podido ver en Youtube, con cierta calidad de imagen y sonido e, incluso con subtítulos. No sólo está dedicada a la estancia de los protagonistas en Rumanía, sino que les acompañamos en su periplo huyendo de la guerra por Grecia, Egipto y Siria. Se repiten las mismas situaciones y algunos de los personajes, pero también surgen otros nuevos. Todos ellos siguen manteniendo su punto estrafalario (la culminación de ese absurdo sería la muerte de Yakimov) y parece que la amargura de la guerra no les llegue. En la serie, también se puede apreciar mucho mejor la evolución de la relación entre Harriet y Guy. 


La gran fortuna
Olivia Manning
Trad. Eduardo Jordá
Libros del Asteroide

miércoles, 16 de junio de 2021

Relatos: Mi marido es de otra especie de Yukiko Motoya (2016)

La autora.-
Yukiko Motoya es una joven escritora japonesa, galardonada en su país con los premios Yukio Mishima y Kenzaburo Oe entre otros. También estudió arte dramático y fundo una compañía teatral donde interpreta sus propios textos. Este libro, compuesto por una novela corta y tres relatos, también recibió el Premio Akutagawa. De momento no hay ninguna otra obra traducida. 

Mi opinión.-
Los cuatro textos que componen este libro comparten una mirada irónica y surrealista, pero sobre todo sorprendente, sobre la realidad de la existencia y de las relaciones humanas y, además, propugnan una especie de vuelta a la naturaleza salvaje como la solución a los problemas. Empieza con la novela corta que da título, Mi marido es de otra especie que, casi se convierte en una pirueta, en una manera de traspasar los límites para volverse a encontrar con los mismos límites una y otra vez.

La protagonista, San, es una mujer joven que dejó su trabajo al casarse y pasó exclusivamente a ser ama de casa. Vive en un hogar típico con un marido pasivo y alienado por su propia existencia y preocupado únicamente por su trabajo; un matrimonio que la autora llega a definir como “una bola de serpientes” (página 45). Esa imagen del ouroboros doble resulta muy inquietante, además está llevado hasta el extremo: hasta considerar que ambos cónyuges son dos serpientes que se engullen mutuamente, empezando por la cola hasta que llegan a la cabeza y ambas desaparecen.

San descubre mirando fotos que cada día se va pareciendo más a su marido y no sólo físicamente. El marido representa la imagen de la rutina y el tedio profundamente aborrecibles. San también siente esta abulia. Sin embargo, aunque se arrepiente de haber dejado su trabajo y caído en la trampa del confort, tampoco parece muy dispuesta a hacer nada para remediarlo. Además para rizar el rizo, el marido empieza a cambiar desde el momento en que descubre su pasión por cocinar asumiendo, en cierta manera, un rol más femenino en la pareja. Este intercambio de roles debería acercarles, pero no sucede así. Toda la novela recuerda en algún momento a La vegetariana de Han Kang pero todavía llevada más al extremo; de manera que el final resulta absolutamente surrealista.

En Los perros la deshumanización no se produce en un ambiente urbano ni por ninguna guerra de sexos. Al contrario, es la soledad elegida por la protagonista, que habita una cabaña a las afueras de un pueblo, el detonante de su pérdida de identidad y el inicio de su transformación. También en este texto, la autora crea un clima inquietante mezclando elementos oníricos en una narración realista. Sin embargo, a mí me resulta mucho más turbadora la misantropía del personaje principal, aislado y dedicado con esmero a copiar una obra de arte que, además, no es suya, que la relación que establece con los perros blancos. También resulta chocante que el hito temporal mencionado en el relato sea la Navidad, seña de identidad inequívoca de Occidente. Y aunque no dudo de que haya japoneses cristianos, claramente el mundo occidental, en este caso la medición del tiempo, se ha impuesto globalmente a las diferentes culturas del mundo. Lo mismo sucede con referencias a comidas como el baumkuchen, pastel típicamente alemás, del siguiente relato o los spaguetti a la carbonara que comen los protagonistas. 

El baumkuchen de Tomoko, para mí reproduce la atmósfera de peligro, sospecha y sobre todo amenaza de Casa Tomada de Cortázar. Un ama de casa se siente amenazada por algo o por alguien incorpóreo pero del que siente su presencia, mientras está cocinando. Normalmente, para sentirse segura, sólo tiene que oler el pelo de su hijo mayor y tirar del dedo de su hijo pequeño. Pero esta vez eso no le funciona. Tal y como se presenta la amenaza desaparece pero para ella las cosas ya han cambiado definitivamente.

En Un marido de paja vuelve a presentarnos la complejidad de la vida de pareja. Esta vez el título no es una metáfora, aunque en la narración no se considere la existencia de maridos de paja como una extravagancia. De hecho, en las primeras páginas describe una vida totalmente normal con un marido un poco abusivo. Sin embargo, la peculiaridad de este marido de paja es que empieza a desintegrarse y entre las briznas de paja se le escapan pequeños instrumentos musicales. En los dos últimos cuentos, la protagonista se llama Tomoko, pero no llegamos a saber si es la misma persona o no. Todo bastante surrealista, ¿no?


Mi marido es de otra especie
Yukiko Motoya
Traducido por Keiko Takahashi y Jordi Fibla
Alianza Editorial

miércoles, 9 de junio de 2021

Novela: La vida mentirosa de los adultos de Elena Ferrante (2019)

La autora.-
Poco puede decirse de esta autora que sigue manteniendo su anonimato bajo el pseudónimo de Elena Ferrante. Parece que nació en 1943 en Nápoles. Su primera novela data de 1992, aunque es más conocida por su tetralogía napolitana de las dos amigas: La amiga estupenda, Un mal nombre, Las deudas del cuerpo y La niña perdida. 

Mi opinión.-
Parece que La vida mentirosa de los adultos va a ser el inicio de otra saga. Merecerá la pena seguirle la pista. La protagonista, en esta ocasión, también es una niña, una adolescente que, a medida que crece, descubre la vida y sus decepciones. A mí me gusta especialmente esta dimensión de la novela porque ya existen numerosísimas novelas que tratan del destete y crecimiento posterior de los varones y no existen las suficiente que traten de lo mismo desde el punto de vista de las mujeres. Esto ya es un punto a su favor.

Dentro de este proceso de crecimiento Giovanna, la protagonista, la chica se enfrenta a la decepción que le producen sus padres, especialmente su padre que ha mantenido una relación adúltera, con una amiga de la familia, desde hace años. Y también la decepción que le produce su madre que termina emparejándose con el marido de esa misma mujer en un giro argumental que parecería de vodevil, pero en la novela está tratado de una manera muy dramática. En cierto sentido, esta novela me recuerda a La buena reputación de Eduardo Martínez de Pisón donde la familia era un personaje más, con vida propia e independiente de los miembros que la forman. En esta novela no se considera a la familia como conjunto de personas sino como un ente capaz de dominar a sus miembros, un monstruo voraz que les puede engullir y someterlos por encima de sus voluntades, especialmente a aquéllos que tratan de huir de ella.

Elena Ferrante no llega tan lejos como Martínez de Pisón. Pero sí incluye un personaje siniestro perteneciente a la familia gentilicia también como foco de decepción. En este caso, la tía Vittoria podría ser pariente cercana de la Bernarda Alba o de la bruja de los cuentos de hadas. No he llegado a comprender enteramente este personaje pero, en determinados momentos, me ha dado miedo. Por una parte, está descrita como un personaje siniestro aunque manifieste muestras de ternura salpicadas de un autoritarismo brutal e invasivo y, por otra, se aferra a una pulsera, como talismán mágico, portador de desdichas.

La amistad entre amigas, siempre muy presente en todas las novelas de Elena Ferrante, tampoco escapa a la decepción. Una amistad que no es ilusa, ni condescendiente, ni tampoco está exenta de conflictos, ni dura para toda la vida, ni es ñoña. Una amistad infantil y adolescente que está teñida de todos los defectos de los adultos porque, en definitiva, lo que Ferrante dice es que no sólo los adultos son mentirosos sino que, quizá, la primera mentira que emite el ser humano sea el llanto del recién nacido.

Y sobre todo, se añade también la decepción ante los primeros acercamientos sexuales. En primer lugar, de aquéllos acercamientos de chicos que si, siendo muy considerada, podríamos decir que “huelen a choto”, sería preferible no pensar a qué olería su entrepierna. Y en este punto la autora no es tan pudorosa como yo. Pero también la aproximación de otro tipo de joven, más intelectual y estimulante que, para decepción de la protagonista, prefiere tener como novia/esposa a una mujer con menos aspiraciones.

Vemos que ni la maternidad, ni la paternidad, ni el esfuerzo intelectual, ni los primeros amores, ni la vida familiar, ni la amistad escapan a las críticas y a la decepción que siente Giovanna; decepción que sólo es un peldaño en su formación como adulta. Y aunque nada en la vida sea idílico, sin embargo, el final tampoco es desesperanzador. Es únicamente el inicio de otro camino. El camino de la vida adulta pasa por asumir la incoherencia y la mentira como algo que facilita la vida. Sin embargo yo creo que saber que la decepción estará allí, en el mundo de los adultos, hará que la decepción sea menor.

 

La vida mentirosa de los adultos
Elena Ferrante
Trad. Celia Filipetto Isicato
Editorial Lumen

jueves, 3 de junio de 2021

Cine: Cruella de Craig Gillespie (2021)

Estoy convencida de que nadie nace malo y esto quiere decir que todos los malos tienen un pasado. Un pasado donde, quizá, no hayan sido malos y una encrucijada en su camino vital en la que algo se torció. Si consiguiéramos detectar ese punto crítico quizá no hubiese maldad en el mundo. Esto, sin duda, es demasiado ingenuo y, con frecuencia, hay que admitir que los humanos somos una especie depredadora que vive en un medio hostil y que tenemos la extraña predisposición de recurrir recurrimos a la violencia cuando nos creemos amenazados. 

Craig Gillespie es un director de cine australiano que no conocía. El reclamo más interesante de esta película, para mí, eran las dos protagonistas, Emma Stone y Emma Thompson, geniales las dos en sus papeles. Pero creo que, a partir de ahora, habrá que seguirle la pista al director también. Mark Strong tiene un papel muy pequeño aunque suficiente para llenar la pantalla con su presencia. De los otros dos protagonistas, Joel Fry y Paul Walter Hauser, que encarnan el contrapunto emocional y divertido, no conocía nada.

Bueno pues como decía, nadie nace malo. Estella nace con un peculiar cabello bicolor (imagen del bien y del mal) y vive una vida más o menos normal contando siempre con el apoyo de su hacendosa madre. Las dos solas se apañan. Aunque en su colegio se dediquen a hacerle la vida imposible, ella no se amilana y devuelve el golpe todas las veces que sean necesarias hasta que su madre decide sacarla de ese colegio, una décima de segundo antes de que sea expulsada. Éste será el detonante de un cambio transcendental en su vida que la enfrentará a su dilema final, elegir entre el bien o el mal.

Cuando vi que la película duraba 134 minutos ya me entraron escalofríos porque no soporto el cine que dure más de 90 minutos. Con eso debería ser bastante para contar una buena historia. Pero la verdad es que esta película no se hace nada pesada. Su ritmo es constante y muy adecuado. La estética es brillante y el vestuario una auténtica locura. Queda a medio camino entre el paisaje dickensiano más clásico y la explosión de creatividad y trasgresión del punk-rock londinense de los años 1970-1980. Ambientar la acción en el mundo de la moda no puede ser más adecuado y poner como contrapunto músicas muy conocidas facilita una relación muy personal con la película.

Además, las actrices son una maravilla. Empezando por Emma Thompson que mantiene una actitud y una estética que transforma la ingenuidad de la Audrey Hepburn de Desayuno con diamantes en la maldad elegante de la Meryl Streep de El diablo viste de Prada. Es una diseñadora de moda consagrada, brutal, sin piedad y sin frenos morales de ningún tipo. Emma Stone y su look Vivianne Westwood, por su parte, reviste al personaje de una cierta ternura de acero inoxidable que puede llegar a convertirse en un juego completo de cuchillos de diseño, con los que dejar fuera de combate a cualquiera. Una mujer de armas tomar, si es necesario: soy una mujer oídme rugir. Es una joven diseñadora en busca de su primera oportunidad, prometedora y antisistema, situada en el filo de la navaja moral, en la tesitura de inclinarse por el bien o por el mal, dependiendo de las circunstancias que tenga que vivir. Y, a veces, los buenos propósitos no son suficientes.

Os dejo con la incógnita sobre el camino que elegirá: perhaps, perhaps. Sólo os diré que Estella muere y deja paso a Cruella, Cruella de Vil. Una película que se ha definido por ahí como de tono barroco gamberro. Completamente de acuerdo. Id a verla porque, entre otras cosas, esta vez Disney huye de Disney. Cruella os espera.


Dirección: Craig Gillespie
Guion: Dana Fox, Tony McNamara
Música: Nicholas Britell
Fotografía: Nicolas Karakatsanis
Intérpretes: Emma Stone, Emma Thompson, Joel Fry, Paul Walter Hauser y Mark Strong.