Esta expresión, ceguera moral, es la que sobrevuela toda la novela. Aquello de que “ojos que no ven…”. Es decir que si no veo las consecuencias directas, crueles y abusivas de mis acciones, si no me salpica la sangre de las puñaladas, si no entiendo que, aunque se trate de una delincuencia de “guante blanco y corbata”, es tanto o más perjudicial que un navajazo en la barriga es que estoy ciego moralmente.
“La tecnología nos separa de nuestros actos, de nuestra responsabilidad moral sobre ellos”. Esta es una reflexión que hace Vila basándose en El hombre sin atributos de Robert Musil y que también hacía Zygmunt Bauman en Modernidad y Holocausto. La posibilidad de exterminar a cientos de personas, sin mirarlas, despersonalizándolas, simplemente apretando un botón, no solo libera al funcionario de la culpabilidad sino también de los remordimientos.
Pero en esta novela hay más. Creo que es la novela de la paternidad de Vila. Empieza emocionado y desalentado y orgulloso porque su hijo ha decidido seguir sus pasos y hacerse guardia civil. Y el hecho de que un joven tenga tan clara su vocación y sus obligaciones morales, el bien común y el respeto por el prójimo le hace albergar esperanzas respecto al destino de la humanidad. Sin embargo, como contraste también encuentra, en el transcurso de la investigación, a una generación de jóvenes cuyo objetivo en la vida es el dinero, mucho dinero, conseguido fácilmente, con triquiñuelas que resultan demasiado peligrosas.
Su relación con Chamorro también tendrá su protagonismo y aunque ambos siguen comprometidos en mantener un “afecto y estricta camaradería”, siempre está ahí la posibilidad de dejarse llevar y caer en el abismo de lo inevitable ¿sabrán gestionar esa tentación? Y Carolina, ¿cómo queda su relación? Pues no funciona y ninguno de los dos sabe por qué. Yo creo que es por falta de implicación por parte de Vila. Pone excusas, le faltan fe y ganas en la relación, es un espíritu derrotado, pero en realidad yo creo que le gusta estar solo. Quizá por egoísmo.
En definitiva, en esta novela la trama persona sigue en su línea: dudas, frustraciones, desazón, derrota. Y en la trama policial me he perdido varias veces porque la ciberdelincuencia es así: oscura y sibilina. La siguiente novela El mal de Corcira es la última, hasta ahora.
Serie Bevilacqua y Chamorro:
El alquimista impaciente, 2000. Premio Nadal
La niebla y la doncella, 2002
Nadie vale más que otro, 2004. Relatos
La reina sin espejo, 2005
La estrategia del agua, 2010
La marca del meridiano, 2012. Premio Planeta
Los cuerpos extraños, 2014
Donde los escorpiones, 2016
Tantos lobos, 2017. Relatos
Lejos del corazón, 2018
El mal de Corcira, 2020