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jueves, 20 de enero de 2022

Biografía novelada: Recordarán tu nombre de Lorenzo Silva (2017)

El autor.-
Lorenzo Silva estudio derecho y ejerció como abogado durante bastantes años. Sin embargo, su vocación literaria terminó ganando. Ha escrito principalmente novela, pero también poesía, algún ensayo y un par de libros de viajes. También ha sido guionista de cine y colabora habitualmente en la prensa. De la serie de Bevilacqua y Chamorro lleva ya escritas doce novelas; bueno dos son libros de relatos. Otras obras suyas: Historia del Marruecos español, Del Rif al Yebala. Viaje al sueño y la pesadilla de Marruecos, Trilogía de Getafe y, recientemente, Castellano. 

Mi opinión.-
Sigo a Lorenzo Vila desde hace tiempo pero me había centrado únicamente en su serie de Bevilacqua y Chamorro. Recordarán tu nombre, sin embargo, no tiene nada que ver con una novela de ficción. Es posible que el autor prefiera considerarla novela para evitar problemas con las familias de algunos franquistas ya desaparecidos que no quedan muy bien parados. Aunque el autor la siga definiendo así yo creo que, más bien podría tratarse de una biografía muy bien contextualizada.

Así pues, se trata del recorrido (si bien, novelado) por la vida de José Aranguren Roldán, general de brigada de la Guardia Civil, destinado en Barcelona en 1936 y que se mantuvo leal a la República a pesar de ser un hombre católico y conservador y a pesar de que dos de sus hijos, militares también, combatían en el bando de los rebeldes. En este recorrido se incluye también la figura de Manuel Goded Llopis, general del ejército rebelde, compañero del anterior con el que había coincidido durante su formación y en distintos destinos. Amigos aunque no íntimos que, al final, compartirán también la muerte por fusilamiento. Goded en 1936, cuando el golpe fracasa en Barcelona y Aranguren al final de la guerra.

Durante todo el libro, Silva analiza con mucho detalle la situación política de las distintas épocas. Las guerras en África, donde menciona el testimonio de Ramón J. Sender, la decadencia y el deseo de regeneración por parte de todos los bandos. Deseo de regeneración que, sin embargo, constantemente queda frustrado por males (aparentemente) endémicos: corruptelas, ambiciones, envidias y arrogancia que se imponen en el patrioterismo de unos y en el populismo de otros. Destaca Franco, como ejemplo de militar ávido de reconocimiento, especialmente hábil en la intriga y el autobombo. Incluso menciona de pasada la posible amistad entre Federico García Lorca y José Antonio Primo de Rivera.

La relación que mantuvieron Escofet y Primo de Rivera da una idea de la fractura emocional que se produjo durante la Guerra Civil y que se mantuvo posteriormente (y quizá sigue). Escofet se había formado como militar en la Academia de Caballería de Valladolid, llegando al grado de capitán en 1926. Antes, en 1922, había sido instructor de José Antonio, durante su servicio militar en el regimiento de Caballería de Santiago en Barcelona y decía de él que era “un buen orador y de una fuerza de seducción extraordinaria, y con una concepción romántica de la política [otra vez aparecen las emociones] que no compartía su partido, compuesto de intelectuales fracasados y estudiantes amigos de la violencia” (página 261). Escofet que había nacido en Cataluña dejó en 1930 el ejército para incorporarse a los Mossos de Esquadra, entonces una policía rural y provincial de la que llegó a ser jefe. Fue también Comisario General de Orden Público de la Generalitat, en 1936 y al final de la guerra tuvo que exiliarse por haberse mantenido leal a la República perseguido por sus antiguos compañeros. Escofet podía admirar la pasión de José Antonio pero era también capaz de detectar los dos tipos principales de enemigos contra la República: los anarquistas y los conspiradores dentro del propio Ejército aliados con falangistas y con la extrema derecha. Es posible que Escofet también fuese parte de esa tercera España, víctima de las otras dos.

Yo creo que esa fractura producida por este enfrentamiento, tan difícil de salvar todavía, fue un desbordamiento de pasiones, me atrevería a decir, además, pasiones tóxicas. Provocadas por el miedo que cada uno de los dos bandos inspiraba en el otro. En esas circunstancias, la racionalidad y la templanza fueron abrumadoramente derrotadas y no pudieron abrirse camino. La tercera España, víctima de las otras dos.

Así habla Azaña en sus diarios sobre Goded: “Yo he procurado reconciliar a Goded con el régimen y con la política general de la República… el intento me parecía útil, y para mí, personalmente, de buen juego… Más, por lo visto, [Goded] lleva dentro rencores inextinguibles… Estaba nervioso, un poco sofocado, a veces emocionado, procuraba dominar las pasiones que se le salían por la boca. Mi impresión de conjunto es que lleva dentro un escorpión” (página 193). ¿Sería el miedo a la izquierda, a los comunistas, a la revancha, al cambio, a la desintegración de España, de la fe, de la civilización occidental como le parecía a Unamuno? Generalmente, no se hace un análisis emocional de la conducta de los hombres. Se presupone siempre que sus acciones están inspiradas por la razón. Aquí hay una muestra de que no es así. Azaña se preocupó de consignar en sus diarios las emociones reprimidas de Goded y Goded en las entrevistas con Azaña se preocupaba de transmitir sus emociones. Se me ocurre pensar que si los golpistas hubiesen sabido templar su miedo y que si los anarquistas y comunistas hubiesen sabido actuar sin provocar miedo, quizá esa explosión emocional no se hubiese producido o hubiese sido más controlable. Hay que tener en cuenta que la Revolución Rusa se había producido apenas hacía 20 años y que, como se demostró después, la URSS era un peligro real.

Aranguren fue frecuentemente acusado de pasividad ante los desórdenes provocados por anarquistas. Sin embargo, Azaña en sus diarios reconoce que Cataluña estaba en total disolución, presa de una histeria revolucionaria en la que “Companys hablaba a tontas y a locas de dar la batalla a los anarquistas, pero no tenía ganas ni medios”. Aranguren ya era un hombre viejo, prudente, competente, digno, siempre a las órdenes del Govern, aunque no siempre fuese comprendido por los políticos sí lo fue por sus superiores, compañeros y subalternos. Sin embargo, había quedado aislado de sus hijos y no pudo inculcarles la templanza necesaria para entender que como militares profesionales, por encima de filias y fobias políticas, debían estar a las órdenes del gobierno y del estado legalmente constituidos. No consiguió convencerles ni disipar su miedo al desorden y a la hipotética destrucción de España. Al final de esta lectura, queda la sensación de que, hagas lo que hagas, incluso si te esfuerzas por hacer bien las cosas, la vida nos atropella, y especialmente, en circunstancias tan traumáticas como una guerra. Aranguren terminó aceptando su muerte por haber cumplido con su deber y el premio que obtuvo fue el silencio durante tantos años, silencio roto hoy por Lorenzo Silva en Recordarán tu nombre.


Recordarán tu nombre
Lorenzo Silva
Destino 2017


miércoles, 8 de diciembre de 2021

Novela: Volar alto de Jorge Sanz Barajas (2021)

El autor.-
Jorge Sanz Barajas es Licenciado en Filosofía y Letras y Doctor en Ciencias Políticas. Trabaja como profesor de literatura y colabora también en prensa. Otros libros suyos: La balada del ahorcado y el ensayo biográfico sobre José Bergamín, titulado José Bergamín: la paradoja en la revolución, Las hadas muertas, Capital del desierto. Coordina el Taller de lectura de novela, Libros para entender el mundo, en Zaragoza. 

Mi opinión.-
Esta es la tercera novela de Jorge Sanz Barajas y como las otras dos tiene como escenario principal la ciudad de Zaragoza. Es algo que le tenemos que agradecer porque además rescata una ciudad que no hemos conocido. La Zaragoza de la posguerra que, parece que no y aunque no es el tema principal de la novela, fue una ciudad de intrigas donde en la calle Cervantes existía una sede del Partido Nazi Alemán y en la calle Costa había una oficina de la Gestapo; donde había que circular por la acera derecha para demostrar afinidad con el régimen y donde, en la clandestinidad, se seguían reuniendo los represaliados comunistas.

Es una historia de amor atípica y una novela biográfica atípica. En ella se facilitan pocos datos vitales de los personajes y apenas se dicen bonitas palabras quizá porque Ciriaco y Amaya no pueden vivir una apuesta clara por el futuro, ni ensoñaciones que estén fuera de lugar. Y es así porque es una historia donde predomina el miedo, la clandestinidad y la sospecha y porque, por encima de todo, es una historia de derrotados y perseguidos que siguen manteniendo su dignidad a fuerza de alimentar secretos y pequeñas alegrías.

Ciríaco Párraga es un pintor e ilustrador, republicano y comunista, que acaba de salir de la cárcel. Llega a Zaragoza para recomponer su vida cerca de unos camaradas que han podido establecerse allí. Es 1940 y allí conoce a Amaya Hidalgo, una joven vitalista y llena de fuerza que se convertirá en su compañera. Amaya escribe cartas a su madre que está en la cárcel y que nunca envía porque Amaya ha podido escapar y vive en la clandestinidad. Y sigue escribiendo cartas para no cercenar la necesidad de hablar cuando, en realidad, impera el silencio, la mordaza y la censura. Amaya es la Tellito.

Yo resaltaría dos cosas de esta novela. En primer lugar, está escrita de una manera muy poética soltando emociones y permitiéndoles que vuelen alto pero, al mismo tiempo, una cierta aspereza se encarga de romper ese ritmo poético. El autor no se deja llevar por sensiblerías y fotografía la vida que se desarrolla durante la posguerra civil en una ciudad de provincias dominada por el miedo y la sospecha. Esta poesía se hace novela en una escritura de frases muy cortas y rotundas y que se asemejan a las pinceladas de Párraga que huyen del dibujo por considerarlo un artificio indigno que limita la expresividad de la pintura pura. Los párrafos que describen la pintura y la manera de pintar de Párraga han supuesto, para el autor, una gran labor de documentación facilitada por el hijo del pintor.

En segundo lugar, esta novela también sirve como reportaje y crónica de la vida de la burguesía culta zaragozana de la posguerra; la mayoría de ellos francófilos en una ciudad “ocupada” por los nazis y la Falange. Una vida que pretendía escaparse de las limitaciones del Régimen aunque de manera muy tímida. Aparecen Jalón Ángel, Pilar Bayona, Camón Aznar, Miguel Labordeta e, incluso, en la presentación de una exposición de Ciriaco Párraga, la hermanísima de Franco, Pilar, en una intervención totalmente novelada pero que podría haber sido cierta. Porque todos los personajes involucrados y todas las situaciones que viven son rigurosamente ciertas. Ciriaco Párraga trabajó en Zaragoza en el estudio de Jalón Ángel, fotógrafo de la burguesía zaragozana y gracias a él pintó dos retratos de Franco teniendo como modelo fotografías. Nunca se vieron personalmente y menos mal porque llegó a pensar en atentar contra Franco durante las sesiones de posado. Amaya, la Tellito, se llamaba en realidad Palmira Julia Tello Landeta. Fue miliciana en las Juventudes Socialistas Unificadas, muy próxima a una de las Trece Rosas, Dionisia Manzanero y protagonizó una portada de la revista Estampa. A final de su vida viajaba asiduamente a Estados Unidos para visitar a su hija y a los veteranos del Batallón Lincoln. En 2003, con 83 años participó en una manifestación contra la Guerra de Irak. Dos fotografías icónicas. No cesó de luchar.

Hay un tercer personaje que merecería una novela por sí mismo. A mí me gustaría poder entender a personajes como éste. Aunque Almudena Grandes lo incluyó en su novela Las tres bodas de Manolita no es suficiente para abarcar al personaje. El comisario Conesa, antiguo militante socialista reconvertido en quintacolumnista y torturador, sometía a las presas de la cárcel de Torrero a largos y dolorosos interrogatorios. Durante la II Guerra Mundial colaboró con la Gestapo. Más adelante, durante la Transición y los primeros años de la democracia en España, se encargó de la lucha antiterrorista contra ETA y el Grapo. Todo un personaje que deberíamos conocer.


Volar Alto
Jorge Sanz Barajas
Xordica 


Algunos cuadros de Ciriaco Párraga





Las fotografías icónicas de la Tellito. Una vida de lucha






lunes, 25 de diciembre de 2017

Novela: Azules son las horas de Inés Martín Rodrigo (2017)

La autora.-
Es licenciada en periodismo y trabaja actualmente en la sección de Cultura del periódico ABC. Ha sido jurado del Premio El Ojo Crítico de Narrativa y esta es su primera novela. 

Mi opinión.-
En 1958, con casi 100 años Sofía Casanova murió en Polonia y todavía sus familiares no han podido cumplir su último sueño, ser enterrada en Galicia. Sofía Casanova fue la primera corresponsal de guerra de ABC. Conoció de manera directa la Revolución Rusa, la Guerra Civil y las dos guerras mundiales. Hoy por diversos motivos excepto para los estudiosos, es un personaje olvidado que Inés Martín Rodrigo se ha propuesto rescatar en esta biografía novelada.  


Sofía Casanova resulta un personaje fascinante y terminas la novela queriendo saber mucho más de ella. No sólo lo que hayan escrito los demás, si no especialmente sus crónicas desde Europa, durante los distintos conflictos que cubrió. No tenemos la suerte de que en el libro se hayan incluido más que uno o dos párrafos originales.


Conoció durante su vida a los personajes más importantes de la política y la literatura de la época: las Pankhurst, Trostky, Tolstoi. Su primer libro de poemas fue financiado por el rey Alfonso XII. A veces parece imposible que su vida haya sido así, que fuese propuesta para el Premio Nobel y que hoy esté tan olvidada. Sin embargo, la autora de la novela ha podido acceder a la documentación que corrobora esos hechos, tal y como consta en una nota final. 


Pero, por lo que respecta a la novela, tengo que decir que a mí no me ha gustado. No puedo decir si es buena o mala novela, porque no he estudiado para ser crítica literaria, pero sí puedo decir que no me ha gustado, aunque la excepcionalidad de la protagonista nos pique la curiosidad.


Cada capítulo comienza con la voz de la Sofía anciana y que, a punto de morir, rescata sus recuerdos. Entonces esa voz suena intimista y a veces conmovedora. Sin embargo, después la autora aprovecha para encajar unos diálogos de la Sofía joven con diversos personajes, en los que utiliza demasiadas frases hechas con tono de chascarrillo y un lenguaje excesivamente castizo. Es de agradecer que la autora intente reproducir el castellano de la segunda mitad del siglo XIX y que las voces de Sofía joven y Sofía anciana sean diferentes, pero, en mi opinión, llega a ser excesivo y distrae y resulta un poco ñoño o demasiado rimbombante, casi como vivir en un sainete: “soy socialista como lo fue Cristo”, dice Sofía Casanova.

Sofía Casanova a la izquierda

Por otra parte, apenas se detiene en los hechos ni en los personajes históricos. No facilita las crónicas escritas por Sofía Casanova. Ni hace mención a las novelas que escribió durante toda su vida. El libro parece escrito para convertirlo fácilmente en un guion de televisión o cine. Una escritura en primera persona con esos diálogos con otros personajes y una cierta reflexión sobre la vejez, la decadencia y la muerte. Tampoco hay análisis político de unas circunstancias históricas tan peculiares.



Lo que me resulta extraño es que las críticas que he leído sobre esta novela sean muy positivas. Yo no la recomiendo, pero ya he dicho que no soy especialista, ni crítica literaria. Sí recomiendo buscar información e indagar sobre la protagonista, Sofía Casanova.


Azules son las horas
Inés Martín Rodrigo

Ed. Espasa

lunes, 4 de diciembre de 2017

Novela: El ruido del tiempo de Julian Barnes (2016)

El autor.-
Novelista británico reconocido y Premio Booker 2011. Se le encuadra en la corriente del posmodernismo literario donde predominan la metaficción y la autoficción, no hay una lógica cronológica en el desarrollo narrativo y tampoco un hilo conductor claro. A veces, incluso, se superponen fragmentos aleatoriamente hasta componer un relato coherente. Otras obras suyas: El sentido de un final, Arthur & George, Inglaterra, Inglaterra. El ruido del tiempo es su última novela. 

Mi opinión.-
En esta novela biográfica Barnes ha tratado de penetrar en la mente de Dmitri Shostakóvich para interpretar las decisiones que el compositor tomó durante toda su vida y su polémica relación con las autoridades soviéticas. Para ello utiliza como recurso narrativo el estilo indirecto libre, confundiéndose a veces, las voces del narrador y del personaje.

Lady Macbeth

Dmitri Shostakóvich había nacido en San Petersburgo en 1906. Cuando estalló la revolución rusa era un adolescente, prodigioso pianista y, aunque en un principio había sentido simpatía hacia la revolución pronto se desengañó. En realidad esta biografía ficticia de Shostakóvich le sirve a Julian Barnes para explorar los sentimientos más profundos de alguien que se siente constantemente en peligro. Especialmente en un ambiente político autoritario.

Sinfonía número 10, op 93

Si algo caracteriza a los regímenes autoritarios es su arbitrariedad y el desprecio con el que tratan al ser humano, con un sistema de castigos enormemente sofisticado como se dice en la novela. Así en esta novela, vemos a Shostakóvich convertido en un ser absolutamente neurótico. No sabemos si tenía esa predisposición o sólo se ha desarrollado por vivir y sentirse amenazado constantemente.

Shostakóvich
Se deja entrever que la colaboración de Dmitri Shostakóvich fue, al principio, forzada por las circunstancias y después se entregó ya totalmente. Sin embargo, queda la duda. Es lo que Julian Barnes pretende al diseccionar los pretendidos verdaderos pensamientos de Shostakóvich, que sigamos con esa duda porque, al fin y al cabo, no se trata de una biografía real sino de una ficción. En esa ficción, Shostakóvich sigue manteniéndose crítico con el régimen pero sigue colaborando con él. Ya no debería tener miedo puesto que es un compositor consagrado y no cabe que intenten vengarse con él, ¿o sí? Sus amigos han desaparecido en las sucesivas purgas stalinistas y eso no es fácil de olvidar. Por otra parte, su obra vuelve a ser apreciada dentro y fuera de la URSS. Si a cambio de todo eso sólo tiene que afiliarse al Partido Comunista, ¿qué hay de malo en ello?

Sonata para cello en D menor, op. 40

El tono de la novela es muy irónico. Eso refuerza la idea de que Dmitri Shostakóvich no fue captado por el régimen, aunque su biografía oficial lo afirme así. Pero, como ya he dicho antes, esto es ficción. ¿Quién puede conocer lo que realmente piensa otro y cuáles son sus motivaciones para actuar?

Sinfonía número 5

La novela también es una reflexión sobre la creación y lo condicionada que está por el poder. El poder autoritario y arbitrario o también el poder comercial del dinero. La creación pura no puede escapar a ninguno de los dos. 


El ruido del tiempo 
Julian Barnes 

Trad. Jaime Zulaika

Ed. Anagrama 

jueves, 6 de abril de 2017

Exposición: Orwell toma café en Huesca (2017)

En 1937, George Orwell trabajaba como periodista y fue enviado a cubrir la Guerra Civil española. Inmediatamente tomó partido. Era un ciudadano británico que había nacido en las colonias y que había sido testigo del racismo con el que se trataba a los no blancos. Se declaraba firmemente antiimperialista y en los meses que pasó en España se convirtió en un ferviente antifascista. 

Orwell al fondo. Fotografía de Agustí Centelles
De su experiencia en la sierra de Alcubierre y en el cerco de Huesca, surgió en forma de autobiografía novelada y crónica periodística, Homenaje a Cataluña, terminado en diciembre de 1937. La exposición aprovecha que se cumplen los 70 años de su estancia en Huesca para dar un repaso de cómo fue la guerra allí y cómo fue también la represión posterior.


Eric Arthur Blair, su verdadero nombre, había tenido siempre clara su vocación de escritor, aunque para seguir la tradición familiar, después de sus estudios en Eton había ingresado en la policía colonial británica. Pronto dejaría ese trabajo para dedicarse a escribir.


Había viajado por el norte de Inglaterra para informarse de las condiciones de vida de los mineros, escribiendo El camino a Wigan Pier, donde por primera vez dejaba apartada la novela y se implicaba en una crónica con análisis sociológico. Poco después, se sintió atraído por la situación en España. A pesar de pertenecer a la burguesía acomodada, no ocultaba sus simpatías por los trabajadores sobre todo si estaban implicados en una revolución con un halo de romanticismo, como ocurría en los primeros meses de guerra en España.


Se trasladó a España con ayuda del Partido Laborista y aquí se incorporó al POUM, el Partido Obrero de Unificación Marxista opuesto al estalinismo y que, posteriormente, sería acusado de ser un partido fascista y perseguido por parte de la izquierda ortodoxa (y autoritaria) dominada por la Unión Soviética. En la exposición se puede ver un cuadro pintado por Eugenio Granell en 1991, también militante del POUM, con un título muy significativo. Es Elegía por Andrés Nin asesinado por el estalinismo y vuelto a asesinar por la cobardía del silencio de los intelectuales de igual calaña, dedicado a Andreu Nin, fundador del POUM, que fue asesinado en septiembre de 1937, en circunstancias que nunca se han aclarado pero en el trascurso de las purgas ordenadas contra el POUM y los anarquistas.


Orwell fue destinado a la Caserna Lenin y queda constancia de ello a través de unas fotografías tomadas por Agustí Centelles, en la que sobresale claramente su cabeza por encima del resto de sus camaradas. Una de esas fotografías da inicio a la exposición. Estuvo en España aproximadamente desde enero a junio de 1937.

Eugenio Granell. Elegia a Andrés Nin
Después sería herido gravemente en la garganta y tendría que dejar el frente. De regreso a Reino Unido, sus amigos insistieron en que se dedicase a la novela pero él siguió escribiendo sobre la Guerra Civil y posteriormente sobre el fascismo durante la II Guerra Mundial. No tenía ninguna duda de que la situación en España le había hecho significarse para siempre contra el fascismo. Así lo reconoció en Recordando la Guerra Civil española o en Por qué escribo. Murió todavía joven, en 1950 y entre su abundante producción literaria dejó dos de las novelas políticas más influyentes durante toda la segunda mitad del siglo XX: Rebelión en la granja y 1984.

Las armas de un reportero
La exposición muestra abundantes documentos, carteles y fotografías de los dos bandos contendientes y también de las luchas dentro del seno de la izquierda. Se han aportado también testimonios, dibujos y diarios de milicianos, de conductores de ambulancias, de los protagonistas directos de la guerra, que no salen en los libros de los estudiosos, pero que constituyen documentos de gran valor sentimental, para las familias de los autores, y de la vida cotidiana y la microhistoria para el resto.



Detente

También pueden verse las mencionadas fotografías de Agustí Centelles y también de los fotógrafos locales. Y lo que más me llamó la atención fueron los detentes bordados o pintados que trataban de proteger a los soldados de las balas y las bayonetas. Ver los detentes e imaginar las horas que algunas mujeres pasaron preparándolos con todo su amor y toda su fe da mucha pena; por más que nos empeñemos la fe no puede parar las balas. También están las armas de los periodistas, una máquina de escribir portátil y cámaras de fotos. Referencias también a la participación de las mujeres en la contienda con fotografías de Simone Weil, la virgen roja, torpe y miope pero comprometida con la causa de los obreros o una nota de prensa sobre la muerte de Felicia Browne, la primera miliciana británica muerta en España, una artista, dibujante y escultora de gran talento. Una exposición muy recomendable y especialmente la visita guiada. Y si se tiene tiempo el resto del museo es también muy interesante. 

Dibujos de Felicia Browne, realizados durante su estancia en Tardienta (Huesca)

Orwell toma café en Huesca
Museo de Huesca
Plaza de la Universidad, 1
del 17 de febrero al 25 de junio


lunes, 30 de enero de 2017

Novela: Blas de Lezo, "el malquerido" de Carlos Alonso Mendizábal (2008)

Blas de Lezo 
Este libro es una biografía novelada de Blas de Lezo y Olavarrieta, importante almirante de la Armada española de la primera mitad del siglo XVIII. Apodado “El malquerido” porque, a pesar de su lealtad y buen hacer, parece ser que no obtuvo el reconocimiento que merecía en vida. Desde hace unos años se está rehabilitando su memoria y es reconocido como un importante estratega. Hasta tal punto que en el Reino Unido iban a nombrar a un buque de investigación Blas de Lezo, pero no se consideró conveniente. En 1741, Blas de Lezo comandó la defensa de Cartagena de Indias frente al asedio de los británicos y les venció aunque le fue en ello la vida. 

Había nacido en Pasajes-Pasaia (Guipúzcoa) en 1689, donde todavía se conserva su caserón natal. Se había formado en la Armada francesa bajo las órdenes del Conde de Toulouse, hijo natural posteriormente legitimado de Luis XIV de Francia e intervino activamente en la Guerra de Sucesión a favor del pretendiente Felipe V. Esta guerra se mantuvo durante casi 15 años y derivó en un conflicto internacional, por esto las batallas navales tuvieron una gran importancia. Blas de Lezo intervino en la más importante de este conflicto, la Batalla de Málaga, donde perdió una pierna.

Batalla de Málaga 1704

Luis XIV dejó de respaldar a su nieto Felipe V para poder establecer la paz con Gran Bretaña, así que Blas de Lezo pidió enrolarse en la flota de Cádiz, abandonando la Armada francesa. Para entonces, aunque todavía era muy joven, había perdido también un ojo. En 1713, todavía no se había firmado la paz con Austria y la Guerra de Sucesión continuaba en el Mediterráneo. Pero el archiduque Carlos, por fin, fue nombrado emperador de Austria y decidió abandonar sus pretensiones a la corona española. Aun así, antes de irse, reclamó la independencia para Cataluña porque le había sido leal durante toda la contienda. En fin, que de aquellos polvos vienen estos lodos y este es un asunto que todavía no se ha solucionado. Por supuesto, Felipe V no concedió la independencia ni respetó los fueros y además sitió Barcelona durante mucho tiempo bombardeándola sin piedad. Sitio en el que Blas de Lezo también participó, perdiendo el brazo; aunque nunca se le ocurrió dejar por ello la Armada.

Asedio de Barcelona 11 de septiembre de 1714

El siguiente destino fue el Caribe donde seguían los problemas con los ingleses. Era lógico, un imperio (el español) estaba en franco declive y el otro (el británico) comenzaba a dar sus zarpazos. Y en este destino Blas de Lezo intervino en otra guerra, como no podía ser de otra manera. La Guerra de la Oreja de Jenkins o Guerra del Asiento. Parece un chiste, pero históricamente fue así. La Guerra del Asiento se desarrolló entre 1739 y 1748 en el Caribe y terminó con una derrota inglesa. Esa derrota que costó la vida a Blas de Lezo.

Blas de Lezo 
Con la firma de los Tratados de Utrecht, Gran Bretaña no sólo consiguió Gibraltar (ahí estamos con otro conflicto que resurge de vez en cuando) y Menorca, también obtuvo lo que se llamaba el “asiento de negros”, es decir, el derecho de vender esclavos negros en los virreinatos españoles en América. Pero aprovechando esta licencia se dedicaba también al contrabando de otras mercancías, desafiando el monopolio del comercio español en la zona. Así que un tal Jenkins, pirata o corsario según se mire, acusó al capitán español Fandiño de haberle apresado, torturado y después cortado una oreja, ante el Parlamento inglés, que no dudó en solicitar una indemnización al reino de España, la cual éste se negó a pagar. Así que otra guerra más, por motivos más comerciales que políticos. Viene bien ahora hacer un paréntesis y explicar para qué sirve la Unión Europea, pues se creó con el firme convencimiento de que los países que comercian entre ellos nunca pelean y hasta ahora había funcionado bien (veremos como supera la zancadilla del Reino Unido y el Brexit). Seguimos con la historia de Blas de Lezo.

Guerra del Asiento
Así que Gran Bretaña desplegó su armada (que era muy superior a la española desde el desastre de la Gran Armada) y estuvo atacando los principales puertos españoles en el Caribe. En Portobelo que entonces se llamaba Puerto Bello, desde donde se exportaba la plata, la jugada les salió bien a los ingleses y la ciudad fue sitiada y destruida. Pero en Cartagena de Indias, estaba Blas de Lezo al mando y, aunque no se llevaba muy bien con el  virrey Eslava y recibía órdenes contradictorias, pudo repeler los ataques de una flota mucho mayor y mejor armada.

Castillo San Felipe de Barajas, Cartagena 
Durante la batalla fue herido y como consecuencia de ello o de unas fiebres murió allí y no se sabe dónde está enterrado. Mejor que muriera entonces porque, a causa de las intrigas del virrey, en España no se reconoció su intervención en esta victoria contra los ingleses. Al contrario fue acusado de negligente y destituido después de muerto. Años después sí que fue recompensado con un título nobiliario otorgado a su hijo mayor y hoy tiene varias estatuas en España y Colombia y algunos buques también han llevado su nombre. Pero su historia es poco conocida y debería ser estudiada en los colegios e institutos, aunque ahora que la historia en general tiene tan poco sitio en los planes de estudios dudo que así sea.

Fuerte de Portobelo 
Al final, queda resumido en un solo hombre un conflicto internacional que sigue teniendo repercusiones. Un vasco educado en Francia que contribuyó a la entronización de una dinastía francesa en España, luchando contra austriacos y catalanes y que después se enfrentó (y derrotó) a Gran Bretaña cuando ésta empezaba a despuntar como hegemón.



El libro resulta muy interesante como documentación biográfica del personaje, ilustrado además con mapas muy explicativos, pero como novela le falta ritmo y pasión. 


Blas de Lezo, "el Malquerido"
Carlos Alonso Mendizábal

Editorial Dossoles

jueves, 20 de octubre de 2016

Cine: El hombre de las mil caras de Alberto Rodríguez (2016)

Un juego de trileros, donde todos se sienten muy listos y donde todos engañan a todos, varias veces. Paesa sabía manejar ese juego con maestría, otros no tanto. 

La película está narrada por Jesús Camoes, interpretado por José Coronado de manera impecable. Un personaje ficticio, combinación de unos cuantos amigos/conocidos/parejas de juego de Paesa. Este narrador conoce parte de la trama y de los engaños de Paesa, pero no todos. Es un colaborador pero también víctima. En cualquier caso no puede evitar sentir fascinación por Paesa. Desde la admiración y una cierta ingenuidad cuenta lo poco que sabe de él, hasta dejarnos casi con más incógnitas que las que teníamos al entrar al cine.


Tengo que decir que la película me ha sabido a poco porque esperaba una orientación más biográfica, pero el director ha comentado que debía ceñirse a una historia y decidió elegir el caso Roldán.


Recuerdo en los años 1990 haber seguido las informaciones sobre Paesa hasta su supuesta muerte en Sierra Leona sin poder creer lo que decían. Salíamos de la dictadura de Franco y votamos al PSOE con mucha ilusión por un verdadero cambio para España. Pocos años después nos dimos cuenta que algunos miserables se habían apoderado del partido y lo habían utilizado en su propio beneficio. Entre ellos Roldán y Paesa.


Francisco Paesa era un individuo con cierto atractivo (poco, la verdad), con unas gafotas enormes y tristes y el cigarrillo en la comisura de los labios. Un espía, un conseguidor, un trilero. Nada parecido a Bond, James Bond, pero había intervenido en casos que requerían alguna habilidad especial y posiblemente turbia: la detención de la cúpula de ETA, la operación Sokoa, el GAL y Luis Roldán, sobre todo Luis Roldán.


Lo más chocante entonces fue lo que empezamos a conocer de ese mal que parece endémico en España: la corrupción y los corruptos (que por lo que se ve han creado una floreciente escuela que sigue entre nosotros). Ninguno de nosotros piensa que durante la dictadura no hubo corrupción, pero en la España del PSOE eso no debería haber pasado.


De la noche a la mañana, Luis Roldán el exdirector de la Guardia Civil, militante del Partido Socialista Obrero Español, de toda la vida (es decir, desde 1976 y estamos en 1993 y que antes de la muerte de Franco se había distinguido por delatar a sus compañeros de trabajo más rojos), un personaje que mentía en su currículum y se hacía pasar por ingeniero industrial y que tenía una cierta afición a dejarse fotografía en calzoncillos en las fiestas, se fugó antes de que los jueces ordenasen su detención por varios delitos relacionados con dinero público. Luis Roldán, al que primero llamaron Pelopincho porque era calvo y después el bebé porque no hacía más que llorar, no es que se simplemente se fugase, sino que se llevó 1500 millones de pesetas.


El incauto de Roldán, con talento y predisposición para robar pero no lo suficientemente inteligente para saber gestionar su botín en Suiza, había amasado esa fortuna a través de comisiones ilegales (lo mismo que ha hecho Francisco Correa, otro emprendedor, el que está siendo juzgado por la Gürtel, años después). Así que, una vez que tomó la decisión de huir, o tenía que recurrir a alguien para que le solucionase el problema o llevarse el dinero en maletines con lo incómodo que debe ser acarrear tanto peso en papel moneda (otros, como los hijos de Jordi Pujol, parece que han hecho músculo acarreando bolsas de ese tipo, pero era en Andorra que está un poco más cerca que Suiza).


A esta primera generación de corruptos todavía le faltaba algo de picardía y Francisco Paesa estaba allí para suplirla (el que roba a un ladrón…). Roldán terminó entregándose a la justicia española, cumplió 15 años de cárcel y una pequeña parte del dinero se recuperó. Se cree que Francisco Paesa le estafó y se quedó con el resto.

Trileros 
La película cuenta esta historia, a ritmo de thriller de timadores, con sus engaños e imposturas. con sus mentiras dichas con la rotundidad de verdades fundamentales y verdades tan extrañas que nadie se las podría creer. Llega un momento que sólo puedes preguntarte, cuándo el mentiroso dice que miente, ¿miente o dice la verdad? Paesa hacía pasar a delincuentes de poca monta como mafiosos internacionales, pero Roldán amenazaba con tirar de la manta con unos documentos de un maletín vacío. Timadores.


A Roldán le llegamos a conocer bastante bien. Sin embargo, Paesa sigue siendo un gran desconocido y todavía con capacidad para sorprendernos. Cuando se estrenó la película, para sorpresa de todos, Paesa concedió una entrevista a Vanity Fair. No contó nada nuevo, quizá porque no haya nada más que contar. Ahora vive en París, como un señor.


En la película, adaptación de una investigación periodística del mismo título, queda bastante claro que Paesa era un vendedor de humo un poco chapucero pero con mucha suerte, especialmente para rodearse de timadores un poco más tontos que él. A pesar de esto el director piensa que algo más tenía que haber (quizá su conocimiento real de las cloacas del estado), puesto que le favorecían demasiadas casualidades.


Todos los actores están fantásticos, especialmente, Carlos Santos que interpreta a Roldán. Al principio, combina su arrogancia con una profunda estupidez; se cree capaz de manejar la situación y es un pececillo en un mar de tiburones. Pero, a medida que pasa el tiempo y sobre todo en cuanto su mujer le deja, sólo tiene recursos para mostrar su fragilidad. Marta Etura interpreta a la mujer de Roldán. Un personaje que aporta toda la fortaleza e inteligencia que Roldán no tiene. Y por último, Eduard Fernández, está brillante embarcado en un personaje resbaladizo y oscuro, al que ha dotado con una picardía que no sabemos si tiene.



En esta película la ambientación y la fotografía, el frío y la lluvia en París y, especialmente, la banda sonora aportan el misterio y suspense necesarios para los que ya nos conocemos la historia. Muy recomendable. 
Paesa en Vanity Fair
Algo nuevo he aprendido: a Juan Alberto Belloch, ministro de Justicia e Interior en ese momento y después alcalde de Zaragoza, le llamaban el cochero de Drácula. Luis Roldán cumplió su condena y creo que sigue viviendo en Zaragoza discretamente. Durante su estancia en la cárcel estudió y se licenció en Ciencias Políticas y Sociología por la UNED. 


Director: Alberto Rodríguez
Guion: Alberto Rodríguez y Rafael Cobos sobre el libro de Manuel Cerdán
Música: Julio de la Rosa
Fotografía: Alex Catalán
Intérpretes: Eduard Fernández, José Coronado, Carlos Santos, Marta Etura, Emilio Gutiérrez Caba.