Esta vez uno de los personajes reales es el Lazarillo de Tormes que, accidentalmente, encuentra un cadáver mutilado dentro de una tinaja. Así comenzará su colaboración como ayudante de Rojas en su nueva pesquisa y no sabemos si continuará en las siguientes. También se repiten otros personajes. Sabela, la prostituta con la que Fernando de Rojas se sigue reuniendo con frecuencia para holgar (del lat. tardío follicāre 'soplar, respirar') pero que no quiere dejar su oficio porque él no le ofrece ninguna seguridad; Fray Antonio de Zamora, el dominico especialista en plantas y venenos, gran conocedor de la historia de la ciudad y deseoso de emigrar a las Américas y descubrir un nuevo mundo de conocimientos científicos.
Esta vez los asesinatos cumplen un ritual. En un principio, las víctimas son estudiantes y, sólo por esto, ya podemos intuir que son de buena familia. Después de ser envenenados son sometidos a mutilaciones atroces relacionadas con la aparente mala vida del muerto. Un tahúr tramposo y bebedor, un mago que hace pronósticos y promete hacer llover, un estudiante callado y aplicado que ¿qué podía haber hecho mal? o el hijo bastardo del arzobispo. Sin embargo, las cosas no son tan simples y buscando Fernando de Rojas encuentra otra conexión entre ellos que les vincula a antiguas rencillas y venganzas familiares, incrustadas en la historia de la ciudad.
Ha habido momentos en que la lectura se me ha vuelto monótona con una estructura clara de asesinato-pista-error, asesinato-pista-error. Pero el tercer asesinato resulta sorprendente y eso le da un nuevo impulso a la historia. En realidad, no se trata de un estudiante sino de UNA estudiante y el autor aprovecha para contarnos cosillas de cómo vivían las mujeres en los siglos XV y XVI la prohibición de acceder al conocimiento intelectual. Mujeres de clase alta, por supuesto, el resto ni se lo podía imaginar.
Pero ha resultado muy interesante saber que existían estas inquietudes y que provocaban escándalo y que, según el autor, Isabel la Católica estaba al tanto de la situación y pretendía modificarla apostando por la educación de las jóvenes de buena familia. No sé si será cierto, imagino que sí porque el autor es de los que se documentan profusamente a la hora de embarcarse en una nueva novela. Eso se nota. Aparecen por la narración Teresa de Cartagena, por supuesto Beatriz Galindo, la latina, y Luisa de Medrano e, incluso, Francisca de Nebrija. Mujeres relevantes por los conocimientos adquiridos en condiciones adversas y por haber sido capaces de aprender y de enseñar a pesar de las prohibiciones.
Volviendo a la trama policial de la novela, a pesar de que Fernando de Rojas ya tiene experiencia como pesquisidor necesita la colaboración de aquéllos que mejor conocen la historia de la ciudad porque, en definitiva, los asesinados comparten algo más que su condición de estudiantes. A partir de ahí, se destapa un pozo de odios y venganzas personales, resentimientos alimentados durante años y una intención aviesa de reavivar un conflicto antiguo sólo por orgullo, sólo por ganar aquello a lo que se cree que se tiene derecho. Ambición.
Luis García JambrinaEl manuscrito de nieve Alfaguara
- El manuscrito de piedra (2008)
- El manuscrito de nieve (2010)
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