jueves, 26 de marzo de 2020

Novela: El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tîbuleac (2016)


La autora.-
Tatiana Tîbuleac empezó a trabajar en la televisión y la prensa en lengua rumana después de concluir sus estudios de Periodismo y Comunicación. Nació en Chisinau, Moldavia, aunque actualmente vive en París. Ha publicado un libro de relatos, Fábulas modernas, y su segunda novela Jardín de vidrio. 

Mi opinión.-
Al terminar de leer esta novela, inmediatamente, me han surgido dos preguntas: ¿Quién no ha odiado a su madre siendo adolescente? y ¿Por qué la autora ha elegido a un personaje masculino como protagonista?

El protagonista es de origen polaco y vive en Haringey, Londres

Respecto a la segunda, dice la autora en una entrevista, que asumir una voz masculina le ha hecho sentir más cómoda a la hora de enfrentarse a la violencia con la que se expresa Aleksy, el personaje principal. Es curioso que una mujer no se sienta cómoda con la violencia. Aleksy es un artista con profundos problemas psicológicos, quizá, por su adicción a las drogas. Su terapeuta le anima a escribir para revelar sus traumas. Hay que tener en cuenta que cuando Aleksy escribe es un hombre ya de unos 40 años, que acaba de sufrir un terrible accidente que le ha costado la movilidad en las dos piernas y la muerte de su novia, aunque haga más de 20 años que ha perdido a su madre. No extraña que, a partir del accidente, sufra un bloqueo creativo. 

Aleksy descubre que los caracoles son golosos
Así Aleksy nos introduce en su vida de adolescente marcado por la enfermedad mental, con estancia en un psiquiátrico incluida, pero sobre todo nos introduce en el último verano que pasó con su madre. El verano en el que primero aprendió a desodiarla y después aprendió a amarla, superando una traumática infancia de abandono y desamor. Este precioso libro nos habla también del poder de curación de la escritura. Una escritura que por momentos se convierte en oración o, mejor dicho, en letanías de una belleza poética. Los ojos de mi madre eran cicatrices…, los ojos de mi madre eran conchas despuntadas…, los ojos de mi madre eran campos de tallos rotoslos ojos de mi madre lloraban hacia adentro.


Sobre el odio de un adolescente hacia su madre habría mucho que decir pero en el caso de Aleksy llegamos a comprenderlo. Y su madre también. Ella sabe que ha sido injusta con el crío, especialmente, después de la muerte de su hija pequeña; y él aprende que a veces los seres humanos no saben hacer nada bien. Y es que la suya es una madre que nunca ha tenido suficiente amor ni demasiada suerte en la vida.


La novela es intensa como un buen verano y está iluminada por el reflejo de los girasoles. A mí no me resulta dura, ni violenta, todo lo contrario. Acompañar a alguien en su muerte creo que da una perspectiva diferente de lo que es importante en la vida. Paradójicamente, ese acompañamiento en la muerte pone calor en el corazón del que se queda. A mí me sucedió así. Esta novela me reconcilia con todo lo que rechazo en mi vida. Además está muy bien editada por Impedimenta que siempre adjunta una postal que reproduce la portada en todas sus novelas. Muy recomendable. 




El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes
Tatiana Tîbuleac

Trad. Marian Ochoa de Eribe

Ed. Impedimenta

lunes, 23 de marzo de 2020

Conferencia: ¡Rebelión! de Julio Anguita (2014)

Lo primero que hay que decir sobre este libro es que no es un libro. Se trata de dos textos breves: una intervención ante colectivos sociales en Molina de Segura, Murcia en 1999 y una conferencia en la misma población en 2006. Son textos separados por el tiempo pero que guardan una unidad y, a pesar de su brevedad, explican muy bien el pensamiento de Julio Anguita. Los textos se complementan con introducciones que alaban su figura sin peloteo, uno de los políticos que más deberíamos respetar en España, aunque no secundemos totalmente sus ideas. Especialmente, por su coherencia, claridad y honradez.


El primer texto está dedicado a la Unión Europea y a su incidencia en el origen de la crisis de 2008. Es cierto que la pertenencia a la UE ha supuesto una pérdida de soberanía para los estados, pero también creo que, al analizar esta situación, los políticos y los politólogos prescinden de tener en cuenta el factor tiempo y de considerar que la UE es un proyecto a largo plazo. A veces cuando leo críticas sobre la UE me suenan a aquello de Santiago y cierra España y se me ponen los pelos de punta porque me parece que la solución que ofrecen a los problemas es el aislamiento y la autarquía que hemos vivido desde el siglo XIX hasta el final de la Dictadura franquista.


Yo creo que la construcción de la UE es una tarea de largo recorrido y que, aunque ahora, sea una institución inspirada por el neoliberalismo siempre podrá verse influida por la socialdemocracia. El problema no es la UE ni su construcción sino que los partidos socialdemócratas se desangran desde hace años y de los socialistas, ya ni hablamos. Anguita también tiene respuesta para esto. Se trata de que el individuo no está concienciado, no es un ciudadano o ciudadana responsable respecto a la res publica. Afirma que en 1999, 12 de los 15 gobiernos de los estados de la UE estaban regidos por partidos de izquierdas o al menos socialdemócratas. No hay que resaltar que, actualmente, esto no es así. ¿Qué ha pasado en estos 20 años? Ahora ya no son los caciques quienes dominan el voto del pueblo. Ahora ya no es la Iglesia Católica quien domina el voto del pueblo. Ahora es la televisión como el medio principal que configura las mentalidades humanas. Pero, ¿no será que el pueblo no quiere ser pueblo? ¿no será, simplemente, que el pueblo no quiere votar a la izquierda? El fracaso de la izquierda está en el ciudadano, en el pueblo que no quiere votarle.


Las características y requisitos del ciudadano que debe participar en la res publica son otro punto importante para Julio Anguita. Este ciudadano imbuido de valores republicanos es crítico con los poderes, comprometido con sus conciudadanos y pagador de sus impuestos. En fin, un ciudadano idílico que llegará en algún momento pero que, yo estoy convencida, de que podrá vivir tanto en una república como en una monarquía parlamentaria; porque, ni siquiera, en las repúblicas más consolidadas, como la francesa, este ciudadano existe todavía y, sin embargo, puede que en alguna monarquía, como las escandinavas, el ciudadano y la ciudadana sean más parecidos a ese tipo ideal.


La república y el estado federal siguen siendo los dos protagonistas del segundo texto, además, manteniendo ese tono de ensoñación idílica especialmente respecto a la república. Respecto al estado federal, Anguita es más impreciso y breve y se deja llevar por tópicos. Considera que el problema territorial de España tiene 300 años. Yo no soy historiadora pero no lo creo así; porque hace 300 años ningún español quería dejar de serlo. Los nazionalismos, vasco y catalán, se inventaron a finales del siglo XIX, cuando las dos regiones florecientes, las que habían despegado económicamente gracias a la debilidad de los gobiernos centrales y gracias a tener pasaporte español, empezaron a hacerse fuertes.


Yo todavía iría más lejos. Pienso que en España no hay ningún problema territorial sino un problema de desequilibrio en el desarrollo económico.  La industrialización desde el siglo XIX, del País Vasco y Cataluña, y la falta de reforma agraria para el resto de España ha sido el verdadero problema. Esas dos regiones, tradicionalmente, han salido favorecidas de esta situación y han mantenido una ventaja comparativa. A veces esta ventaja nacía de una feroz capacidad de chantajear a los débiles gobiernos nacionales. Desencadenando una guerra carlista tras otra, para volver a la monarquía absolutista y paralizar las reformas liberales que la monarquía liberal quería para todo el país y que nos hubiesen favorecido a todos. Anguita sigue pensando que el resto de españoles tenemos miedo de los separatistas. Yo creo que, con los últimos acontecimientos en Cataluña, no se trata de tenerles miedo sino de pararles los pies. Catalanes y vascos son españoles (aunque, siento decirlo, a veces nos den asco). No son diferentes del resto de españoles. Cataluña, por su pertenencia a la Corona de Aragón, creó España. Catalanes y vascos presumían de ser españoles cuando eso daba dinero.


Durante el siglo XIX, a esta industrialización exclusiva de País Vasco y Cataluña, se le añaden las guerras coloniales que, además, de suponer una sangría para el país facilitan una coartada para el origen y la difusión de los nazionalismos periféricos. Tanto País Vasco como Cataluña, dentro de su paranoia, consideran que han sido tan colonizados por España como los territorios de América Latina incluso durante la Dictadura franquista. Así, los maketos y xarnegos, trabajadores inmigrantes del resto de España que levantaron las economías vasca y catalana; esos andaluces, extremeños, castellanos o aragoneses serán considerados una estrategia de colonización. Por tanto Cataluña y País Vasco estarían tan legitimados para ejercer su derecho a la independencia o a la autodeterminación como las antiguas colonias. Lo dicho, pura paranoia. Parece increíble que en el año 2018 se haya escuchado este mismo argumento estrafalario por parte de algunos políticos catalanes.


Reivindicar ahora un estado federal sólo favorece a quienes han tenido ya suficientes ventajas a costa del desarrollo de los demás. Además, el estado autonómico puede considerarse un estado cuasifederal. Yo, sinceramente, no veo ninguna ventaja en cambiar los nombres, las etiquetas de las cosas. Ni una república sería más eficiente que una monarquía parlamentaria; ni los ciudadanos de una república obligatoriamente estarían más comprometidos con el estado que los ciudadanos de una monarquía; ni un estado federal sería más justo que un estado de las autonomías. Abundantes ejemplos hay de repúblicas que son infinitamente peores que algunas monarquías. 


El tono de estos escritos, a veces, es muy parecido al de los sermones. Bienaventuranzas, deseos, utopías, ensoñaciones puramente emocionales y beneficios a muy largo plazo con costes brutales en el corto. Eso sí, Julio Anguita no engaña a nadie deja muy claro que la república, como aspiración, será el reino de los cielos en la tierra pero que, en este siglo, no llegará.



Julio Anguita
¡Rebelión!

Alfaqueque Ediciones

jueves, 19 de marzo de 2020

Serie TV: La peste. La mano de la Garduña de Alberto Rodríguez y Rafael Cobos. Temporada 2 (2019)

Ya ha llegado la segunda temporada de La Peste y, tal y como terminó, tengo la sensación de que no será la última. En esta segunda temporada, La mano de la Garduña, parece que se han intentado subsanar los errores que se le achacaron a la primera. La oscuridad de la fotografía, que tan bien recreaba la pintura barroca, y la lentitud de la narración a mí no me parecían inadecuadas, pero fueron muy criticadas.


El contexto es el mismo. Sevilla, una metrópoli que controla el mercado con las Indias. Una ciudad opulenta y roída por la corrupción y las desigualdades sociales. Y donde la virtud y la maldad, la infamia y la dignidad, se reparten por igual entre las clases altas y bajas.


Recuperamos en esta temporada a los mismos personajes con unos años más y más penas en el alma. Mateo (Pablo Molinero) ha vivido unos años en las Indias y allí ha hecho fortuna pero tiene que renunciar a ella cuando Teresa (Patricia López Arnáiz) le llama. Teresa ha dejado de pintar y ha acogido en su casa, como un hijo, a Valerio, el hijo bastardo de su marido. Los tres han descubierto que son fuertes y que pueden luchar por lo que creen, aunque la lucha sea eterna.


Mateo ha dejado su melancolía. Pero especialmente fuerte se muestra Teresa que en la primera temporada empezó a despertar y a cuestionar el estar constreñida por su condición de mujer. Valerio (Sergio Castellanos) ha dejado definitivamente atrás su pobreza y su incultura. Como se intuía es un joven muy inteligente y, en estos años, se ha formado para seguir con el negocio de la seda de su padre. Aquel negocio que no dejaron desempeñar a Teresa.


Esta vez la trama da mucho mayor protagonismo a las mujeres; a las mujeres pobres y prostituidas. Valerio, supongo que conmovido por la vida y muerte que llevó su madre, trata de salvar a las prostitutas y sacude, así, el negocio de la Garduña. Esta sociedad de malhechores existió de verdad. Aquí la serie es muy explícita mostrando la violencia con la que el grupo de mafiosos es capaz de actuar: cortan lenguas, cortan dedos y acuchillan brutalmente, con tal de mantener su poder y el miedo entra la población.


Hay otros personajes de la primera temporada que toman un mayor protagonismo en ésta. María de la O (Estefanía de los Santos) ha hecho carrera en el mundo del crimen y, junto con Conrado (Luis Callejo) y Baeza son el trío que representa la oscuridad y la muerte. Esta vez, sin embargo, la trama no tiene ningún carácter esotérico y Baeza (Jesús Carroza), se presenta como un personaje equívoco.


Pontecorvo (Federico Aguado) es el nuevo asistente de la ciudad. Una especie de alcalde, gobernador, juez y policía. Encargado de limpiar la ciudad y deseoso de hacerlo bien para encontrar un puesto político en la Corte. Bien cerca del rey. Ha sido soldado y su esposa, cansada de no ser nadie, es casi tan ambiciosa como él.


Al final, la corrupción y el crimen tienen tantas cabezas que ha sido imposible cortarlas todas. Sin embargo, se abre un poco de luz y serenidad en la ciudad. Los buenos podrán seguir intentando cambiar el mundo, aunque lo hayan perdido todo; algunos de los malos encontrarán la muerte y otros tendrán una nueva oportunidad, para redimirse o para volver al delito, no lo sabremos. Los políticos seguirán politiqueando para bien y para mal. 


Personalmente, me hubiera gustado que se intentase recrear un poco el castellano del siglo XVII. No creo que entonces se utilizase la palabra autopsia; ni que a las damas se las llamase por el apellido precedido de señora. Creo que está mucho más incardinado en la tradición española llamar a alguien don o doña seguido por el nombre de pila. Pero es la única crítica que puede hacerse. Por lo demás, guion, fotografía, música, interpretaciones, todo brillante. Hay mensajes ocultos en algunas fotos. Muy recomendable. 


lunes, 16 de marzo de 2020

Serie TV: La peste de Alberto Rodríguez y Rafael Cobos. Temporada 1 (2017)


La picaresca de los siglos XVI y XVII parece que dio para mucho y que todavía puede seguir explotándose. Eso debieron pensar los creadores de esta serie que tendrá también una segunda temporada. No hay que olvidar que Sevilla entonces presentaba grandes oportunidades de promoción social con la emigración hacia las Indias, pero que esta emigración estaba rigurosamente reglada. Principal motivo de que existiese un tráfico ilegal sustentado por mafias más o menos conectadas con los prohombres de la ciudad.


A mí me ha parecido una serie magnífica, aunque haya recibido críticas negativas por su oscuridad, su lentitud que, en realidad, a mí me parece que es intensidad narrativa que no siempre se apoya en los diálogos. Es una serie difícil pero con mucha calidad. Ya hace tiempo que la industria, la pequeña industria audiovisual española da ciertas alegrías. Alegrías que además son exportables.


Yo entiendo perfectamente que tenga que ser una serie oscura porque va a tratar temas que siguen escondidos dentro de las sociedades. La miseria, la corrupción, las desigualdades palpables, respirables y que se podían masticar y tragar. Todavía diría más, que algunos, los más pobres, estaban obligados a tragar porque otros, los prohombres, podían cerrar la ciudad y sus casas y dejar la miseria fuera.


Aquí la enfermedad, la peste, es sólo una excusa. Una barrera para limitar un campo de estudio. Sevilla, la gran ciudad, queda sitiada por una catástrofe que se ceba en los más pobres. Sin embargo las autoridades civiles y la inquisición eclesiástica están preocupados por una serie de asesinatos producidos en la ciudad.


Tenemos, pues, por un lado la crisis desencadenada por la enfermedad y la falta de abastecimientos en la ciudad porque nadie puede entrar y salir. Esto da lugar a que los especuladores acumulen cereales y productos de primera necesidad para subir el precio de los mismos cuando escaseen. Y, por otro lado, tenemos a un asesino suelto. Veremos si, a lo largo de los capítulos, una y otra trama se funden en la misma.


Además, y creo que como consecuencia de la lucha feminista de estos últimos años existe un personaje femenino que destaca. Estoy segura de que, si la serie se hubiese rodado hace unos años no lo hubiéramos visto. Es Teresa Pinelo, una pintora. Es cierto que en los siglos XVI y XVII existieron pintoras y escultoras que, si bien no vivieron exclusivamente de su trabajo, sí que dieron muestras de su talento; ahí quedan los ejemplos de SofonisbaAnguissola, Lavinia Fontana, Clara Peeters o La Roldana.


Teresa Pinelo y Mateo Núñez son personajes que no encajan en el ambiente de corrupción y lo pagan caro. La primera no puede mostrarse como una mujer de talento y firma sus cuadros con el nombre de su padre. El segundo vive perseguido por la Inquisición porque no quiere menospreciar su razón, su capacidad crítica y su propia inteligencia.


Por lo demás, fuera de la ciudad, una ciudad sucia, todavía quedaba mucha más suciedad. La de la mancebía, donde según las ordenanzas sólo podían vivir y trabajar las putas; putas que eran mayores de doce años y huérfanas de padre y madre. Por supuesto, sometidas a chulos y a sus clientes bestializados.



Dirección: Alberto Rodríguez, Rafael Cobos
Guión: Alberto Rodríguez, Rafael Cobos, Fernando León de Aranoa
Música: Julio de la Rosa
Fotografía: Pau Esteve Birba
Intérpretes: Pablo Molinero, Paco León, Manolo Solo, Patricia López Arnáiz, Sergio Castellanos.

viernes, 13 de marzo de 2020

Cine: El sacrificio de un ciervo sagrado de Yorgos Lanthimos (2017)


Después de haber visto cuatro películas suyas, puedo afirmar categóricamente que el cine de Yorgos Lanthimos no es nada fácil, ni mucho menos complaciente pero, sin lugar a dudas, es muy muy atrayente. Si La favorita me produjo cierto rechazo porque era una película muy amarga, El sacrificio del ciervo sagrado me ha hecho sufrir mucho más y, especialmente, porque en la última escena te deja con el corazón colgando de un lacerante hilo finísimo que, inevitablemente, sabemos que se romperá y que cuando se rompa, el director no estará allí para consolarnos.


Lanthimos ha escrito la película con su guionista habitual, Efthymis Filippou, haciendo referencia, a veces inconscientemente (él mismo lo ha confesado) a las tragedias griegas, especialmente al drama de Ifigenia, sacrificada por su padre, aunque salvada en última instancia por Artemisa que la sustituye por un ciervo. Hay que decir que, esta vez, no hay sustitución en el sacrificio.


No sé si puede hablarse de destino fatal, de maldición o de mera sugestión hipnótica pero los protagonistas están abocados a cometer una acción deleznable. Llamarla delito o crimen sería poco. Es la consumación de la ley del talión dentro de una familia acomodada del siglo XXI; una familia que, ante la fatalidad, no tiene escapatoria posible.


Colin Farrell interpreta a un cirujano con algunos problemas con la bebida; tampoco su vida sexual va demasiado bien. Su mujer, Nicole Kidman también es médica y atiende el hogar y a sus dos hijos. Es una mujer competente y que haría cualquier cosa por salvar a su familia especialmente cuando la pasividad de su marido la pone en peligro. Los dos hijos son una adolescente estudiosa y un simpático niño. Todos ellos son fríos, hieráticos y emocionalmente distantes.


Los cuatro viven en una casa preciosa de diseño funcional, frío y enigmático. Una casa de clase alta alienada por la buena suerte que han tenido en la vida, y por su propia riqueza y conformismo. El padre trabaja en un gran hospital de una gran ciudad. También es un entorno funcional, frío y enigmático. Los dos ambientes quedan teñidos por una asfixia constante desde que aparece el adolescente desencadenante de la tragedia.


¿Qué es lo que han hecho para encontrarse con su destino fatal? Aparentemente nada, pero ha habido un muerto. Aunque esto no sea suficiente razón para que acaben transformando su culpabilidad en una enfermedad, como una maldición contra la que nada puede hacerse. Posiblemente casi nada pueda hacerse contra la maldición personificada en un dulce adolescente tan frio, hierático y emocionalmente distante como el resto de protagonistas. Pero no hay que olvidar que esto es una tragedia griega traspasada al siglo XXI y en las tragedias griegas los dioses eran eso, dioses omnipotentes dueños de la vida y la muerte acompañados de efebos serviciales.


A mí es la película que más me ha gustado de Lanthimos. Una película muy inteligente que propone más preguntas de las que responde; desgarradora y pura en su inquietante y terrible belleza; con una banda sonora de música clásica espectacular: ‘Stabat Mater, D 383- I.Jesus Christus schwebt am Kreuzel’, de Schubert y St. John Passion, BWV 245-No. 1, Chorus. Herr, unser Herrscher’, de Bach, pero acompañada también con chirridos de violines que causan espanto en el alma. Cine clásico desde el primer momento. Aquí mi opinión sobre Langosta y Canino



Dirección: Yorgos Lanthimos
Guion: Yorgos Lanthimos, Efthymis Filippou
Fotografía: Thimios Bakatatakis
Intérpretes: Colin Farrell, Nicole Kidman, Barry Keoghan, Raffey Cassidy, Sunny Suljic

lunes, 9 de marzo de 2020

Ensayo: El príncipe moderno. Democracia, política y poder de Pablo Simón (2018)


El autor.-
Es politólogo y profesor en la Universidad Carlos III de Madrid, especializado en sistemas de partidos políticos y electorales. También es frecuente que participe en tertulias políticas televisivas y colaborando en la prensa escrita generalista y especializada. Es editor de Politikon, una asociación de profesionales de las ciencias sociales, independiente y apartidista, dirigida a promover una mirada de la realidad social desde una perspectiva analítica. 


Mi opinión.-
Opinar sobre política es muy fácil. Todos tenemos, en teoría, las recetas para terminar con el paro, la corrupción y la delincuencia. Pero, a la hora de ponerlas en práctica las cosas no son tan sencillas. Por esto, desde hace algún tiempo proliferan en televisiones, radios y prensa escrita politólogos y sociólogos dispuestos, con la mejor de las intenciones, a explicarnos cosas de la realidad que no percibimos por nosotros mismos. Loable intento.


Cada capítulo de este libro está dedicado a tema y, entre todos ellos, comparten la misma estructura. El autor parte de una premisa, ofrece un contraste empírico, cuyo origen puede ser nacional o internacional, y llega a una conclusión general para confirmar o refutar la premisa inicial.

Empieza reflexionando sobre el concepto y las funciones del estado en el siglo XXI e incluye en esta reflexión el proceso de integración europeo y las resistencias que está comenzando a sufrir. Estamos ahora en una encrucijada. Por una parte y generalmente sostenido por políticos populistas de reciente aparición, parece que existe la tendencia a retroceder en la integración y recuperar un concepto de soberanía nacional anteriormente superado; por otro lado, la política más consolidada sigue comprometida en profundizar la integración, adelgazando todavía más los estados postwestfalianos. A nosotros, y con “nosotros” me refiero a los políticos profesionales, nos toca decidir. Porque (ironía) los referéndums los carga el diablo.


Así van pasando todos los otros temas que, actualmente, preocupan a la ciudadanía. El sistema de partidos y las nuevas organizaciones surgidas desde los años 1980, para el autor, parece que han venido para quedarse. Pero ¿y si sólo fuera un relevo generacional? Se verá con el tiempo. También queda patente que las brechas sociales se van consolidando en tres principales ámbitos que influyen en el juego electoral: jóvenes-adultos, hombres-mujeres, campo-ciudad. Las crisis que parecen afectar más a la socialdemocracia que a sus oponentes de la derecha o la ultraderecha también son objeto de atención. En definitiva, pasa revista al sistema parlamentario, a las competencias de los presidentes y primeros ministros y a las diferentes versiones de los sistemas federales.


Es un libro escrito para la divulgación de la ciencia política entre los mortales comunes y para explicar lo que ésta puede aportar en estos momentos de zozobra. Se trata de una explicación desde el punto de vista de la ciencia política y deja fuera otro tipo de explicaciones más sociológicas o económicas, o incluso históricas pero esto no le resta validez. Además como ya he comentado, el autor aporta la perspectiva de la comparación con otras sociedades europeas o americanas para desterrar definitivamente que Spain is different. Tirando de ironía también hay que decir que lo malo del libro es que no da soluciones, aunque sí debería de estar en todos los hogares como fuente de consulta para aclarar dudas y entender mejor la situación política.


Si se le puede criticar algo es que debería incluir un índice bibliográfico un poco más amplio. Por lo demás una lectura muy recomendable.




El príncipe moderno. Democracia, política y poder.
Pablo Simón.

Ed, Debate

jueves, 5 de marzo de 2020

Novela: La trenza de Laetitia Colombani (2017)


La autora.-
Es una directora, actriz y guionista francesa que ahora se estrena también en la novela; también ha trabajado en teatro. Recientemente ha publicado su segunda novela que todavía no se ha traducido al castellano:
Les victorieuses


Mi opinión.-
No cabe duda de que hoy la literatura escrita por mujeres es un éxito. Mucho más si se trata de una novela de apenas 200 páginas. Pero eso no quiere decir que no sea literatura de calidad. Esta novela ha tenido un éxito increíble en toda Europa y sigue teniéndolo, de manera que está siendo adaptada al cine por la misma autora.

Intocables
Se trata de las historias de tres mujeres, en un momento clave de su vida. Mujeres que no se conocen, de distintas culturas, ambientes y clase social, pero con algo en común. Son tres historias muy bien trenzadas aunque una de ellas sea, quizá, demasiado previsible. Estructuralmente, cada capítulo está dedicado a una de ellas repitiéndose en una secuencia, alterada únicamente por una breve poesía que sirve de hilo conductor.

Snita es devota de Visnú
Smita, Giulia y Sarah viven en India, Italia y Canadá. Cada uno de los espacios vitales está condicionado por las oportunidades que cada una de ellas puede disfrutar o no. Aunque resulta muy irónico afirmar que Smita “disfruta de oportunidades”. Probablemente haya en el mundo personas con menos recursos que ella, pero serán muy pocos. Es una paria, una intocable encargada de vaciar con sus propias manos la mierda vertida por los ricos en sus apestosos váteres; una de las tareas más abyectas de la vida. Pero es una mujer muy fuerte que ha decidido que su hija no hará ese trabajo, ni que tampoco se dedicará a cazar ratas como su padre. Esta es la historia que más me ha gustado.


Smita está absolutamente decidida a que su hija no herede su condición de paria. No dudará en robar, en maquinar, en huir y abandonar a su marido para darle un futuro mejor a su hija. Giulia también tendrá que asumir la responsabilidad por su propia vida pero no cabe duda de que su posición de partida es mucho mejor a la de Smita. Vive en una sociedad patriarcal pero europea y eso tiene sus compensaciones.


Y Sarah está inmersa en una vorágine neoliberal capitalista donde el dinero y el trabajo lo son todo. Vive en una sociedad donde tiene que esconder su condición de madre, su condición de divorciada y, finalmente, su condición de enferma. Cualquier paso en falso, cualquier debilidad puede suponer que pierda la consideración de sus jefes y consecuentemente su muy bien remunerado trabajo. Sin embargo, la vida se impone sobre sus planes de futuro.

Sarah podría parecerse a ella
El personaje de Sarah es el que menos me ha gustado y he de confesar que por mis propios prejuicios. Considero que en una sociedad occidental avanzada no se puede sufrir por el trabajo, no se puede vivir atrapada como vive Sarah, prisionera de las apariencias y de deseos impuestos por una sociedad consumista. En el caso de Sarah es fácil escapar de esa cárcel e incluso es fácil no caer en ella. Sin embargo, Smita la que, a priori es la más desafortunada, también es la que asume un mayor riesgo y eso, al final, tiene su recompensa. Su hija podrá estudiar y escapar de la herencia de esclavitud. Aquí un reportaje relacionado con el tema tratado en esta novela, aunque está en francés.




La trenza
Laetitia Colombani

Trad. José Antonio Soriano

Ed. Salamandra

lunes, 2 de marzo de 2020

Música: Beethoven y Shostakóvich. Auditorio de Zaragoza. Febrero 2020


El Concierto para violín, piano y violonchelo, en do menor op. 56, conocido por Triple Concierto, es una rareza dentro del panorama musical de la época, aunque durante el barroco ya había antecedentes. Sólo un genio como Beethoven podía haberse arriesgado tanto. Lo que hace que este concierto sea tan original es la importancia dada tanto a los instrumentos considerados individualmente, como a su equilibrada interacción entre ellos y también con la orquesta.


Fue compuesto entre 1804 y 1805, aunque no se estrenó hasta 1808, cuando en España estábamos en plena invasión napoleónica. Beethoven lo dedicó a su amigo y mecenas el príncipe Lobkowitz quien se había comprometido, junto con otros dos príncipes, a pasarle una asignación de dinero periódicamente. No sé si la historia será cierta pero es muy interesante.

Jerónimo Bonaparte
Cuando Beethoven vivía en Viena no andaba muy bien de dinero y Jerónimo Bonaparte, hermano de Napoleón y, por imposición de éste, rey de Westfalia, le ofreció una renta fija como maestro de capilla de su corte. Los príncipes Lobkowitz, Kinski y Rodolfo de Austria, suscribieron el Pacto de los tres príncipes, para evitar que saliera de Viena y se comprometieron a pasarle una asignación anual. Los dos primeros tuvieron problemas y no pudieron cumplir este pacto pero el Archiduque Rodolfo de Austria sí que lo hizo. Como era de esperar, este magnífico concierto no tuvo muy buenas críticas en su momento.


La segunda pieza del programa fue la Sinfonía nº 9, op. 70 de Shostakóvich. La leyenda dice que ningún compositor vive para escribir su décima sinfonía; pero Dmitri Shostakóvich decidió romper con esta maldición. Compuso su novena sinfonía, en 1945, por encargo de las autoridades soviéticas para celebrar el triunfo de la URSS durante la II Guerra Mundial. Pero al contrario de lo que pretendían las autoridades, le dio a su obra un tono muy satírico e incluyó algunos fragmentos de canciones populares judías, a pesar del antisemitismo de la URSS, de manera que algunos no la consideraron una sinfonía al uso clásico.


No obstante, parece ser que Stalin no era tan tonto como Shostakóvich se pensaba y percibió este tono crítico, prohibiéndole estrenar más sinfonías. Shostakóvich siguió componiéndolas, aunque hasta la muerte del dictador no se pudiesen estrenar ni la décima, ni la undécima ni las siguientes hasta un total de quince. Lo importante es que rompió la maldición de la 9ª.


Esta sinfonía debía cerrar la trilogía dedicada a la guerra, pero en lugar de una sinfonía ampulosa para mayor gloria de Stalin, Shostakóvich compuso una obra sencilla, alegre, dedicada al pueblo que tanto había sufrido, con la intención de insuflarle nuevas ganas de vivir. Y así la recibió el público y la consagró como una obra fundamental del siglo XX. Está estructurada en cinco breves movimientos.


La consecuencia es que Shostakóvich fue acusado de ser “burgués” y de “estar contra el espíritu del pueblo”. A partir de entonces y hasta 1953, cuando fue rehabilitado, tuvo que conformarse con escribir música para el cine. Durante ese tiempo pudo haber desertado de la Unión Soviética, puesto que era un compositor conocido y reputado en todo el mundo, pero no quiso hacerlo. Julian Barnes escribió una ficción novelada sobre su biografía, El ruido del tiempo, donde reflexiona sobre las decisiones que el compositor tuvo que tomar en su vida, pero sigue manteniéndonos en la duda de si la colaboración con el régimen fue voluntaria o no. Creo que esta sinfonía deja bien claro que Shostakóvich supo mantener una distancia crítica con el régimen.