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miércoles, 11 de enero de 2023

Ensayo histórico: Contra Armada de Luis Gorrochategui (2020)

El autor.-
Luis Gorrochategui es graduado en Filosofía y profesor en un instituto de educación secundaria. Ha publicado numerosos artículos y varios libros. Forma parte de la Orden de Caballeros de María Pita y de la Asociación Gran Armada, entre otras. Otros libros suyos: Expedición a las Molucas (1999), La guerra de la Sirena. Nueva perspectiva de María Pita (2002), La rebelión de los PIGS. La verdad oculta de la crisis y el saqueo del sur de Europa (2013). 

Mi opinión.-
Pocos ensayos históricos he leído pero creo que voy a reservar un tiempo especial para continuar leyendo este tipo de literatura. En parte, porque la EGB ya que me queda un poco lejana y tengo que refrescar cada vez más cosas y además, porque entonces todavía el estudio de la historia podía estar manipulado con fines que ideológicamente no coinciden con los míos. Pero hay una segunda razón que me parece más urgente. Y sería que los españoles dejásemos de fustigarnos con nuestra historia y no sirviésemos a no sé qué intereses que pretenden seguir alimentando LA Leyenda Negra. Así que cuánto más y mejor conozcamos nuestra historia, libre de arquetipos y de prejuicios, mucho mejor.

Todos conocíamos la derrota de la Gran Armada en 1588, la Invencible, pero pocos sabemos situarla en su contexto general, la guerra anglo-española de 1585-1604 (19 años de guerra en diferentes frentes que terminaron con la firma de la paz de Londres entre los sucesores de Felipe II e Isabel I) y muchos menos sabemos de la reacción de Isabel I un año después. Eso es lo que podemos encontrar en este libro, la Contra Armada, una flota de 180 barcos y 27.667 hombres (50 barcos más que la Gran Armada), que también fracasaría. Fue enviada por Isabel en 1589 contra las costas españolas con tres objetivos principales: destruir a la Gran Armada que estaba en reconstrucción, tomar Lisboa y entronizar al Prior de Crato como rey, para así controlar el imperio portugués e incordiar a la monarquía española desde la misma Península y tomar las Azores para impedir el comercio español con las Américas.

Nos situamos. La Monarquía Hispánica era lo que Immanuel Wallerstein ha llamado el único Imperio-Mundo que ha existido hasta la fecha e Inglaterra era una potencia en ascenso que se deleitaba desafiando el orden mundial existente, en Europa, África o América. Perseguía a los católicos ingleses y alimentaba la inquina contra los españoles en Flandes; y trataba de interceptar y controlar el comercio con las Américas rompiendo así el monopolio español.

Y Felipe II hacía todo lo posible por frenar a esa incordiante Inglaterra. Para ello se preparó la Gran Armada, tal y como el autor resume en la primera parte de este libro. Ya sabemos cómo acabó, aunque Gorrochategui da una lectura diferente a la habitual respecto a la repercusión de este hecho. Si no he entendido mal, puede decirse que la Gran Armada nunca fue derrotada, puesto que siempre presentó batalla y los buques que se perdieron no lo hicieron por ser atrapados por la flota inglesa, sino por las galernas. Además sus bajas en efectivos humanos, aunque todas lamentables, fueron apenas de un 7-8% del total. Ese fracaso, por supuesto, envalentonó todavía más a los piratas y corsarios ingleses y a su reina, aunque tampoco las cosas terminarían como ellos querían y su derrota fue incluso superior. ¿Entonces por qué la gran repercusión del fracaso de la Gran Armada?

La tesis que mantiene el autor es que, a pesar de que la derrota inglesa fue muy superior, se recuerda constantemente la anterior derrota española porque España no supo o no quiso mantener un aparato de propaganda destinado a loar sus logros y ocultar sus fracasos como sí lo hizo Inglaterra.

La segunda parte, el grueso del libro, es la que se dedica a las acciones de la Contra Armada. Está muy documentada y escrita con gran pasión. Incluye una descripción detallada de las batallas, ataques y escaramuzas por parte de los ingleses y de la defensa de los españoles, con planos de situación y fotografías. También habla de todo un “ejército de mujeres” dedicado a preparar las defensas de la ciudad. Y entre ellas, menciona especialmente a María Pita que, durante la defensa de La Coruña, mató a un alférez inglés que casi había logrado entrar en la ciudad y seguía animando a los suyos a que le siguieran. Después de estos hechos Felipe II le concedió una pensión equivalente al sueldo de un alférez más cinco escudos mensuales y un permiso especial para exportar mulas de España a Portugal. Sin embargo, el autor también menciona que su hazaña empezó a desaparecer de la historia. Y es que pasa siempre. Siempre ha habido mujeres destacadas pero, al final, la historia las va olvidando. No sé por qué.

Después de este desastre la guerra siguió, en varios frentes a la vez. En Francia, aliada de España entonces, entre protestantes y católicos hasta que Enrique de Navarra dijo aquello de París y la misa y volvió a la Iglesia Católica; en los Países Bajos, Inglaterra siguió intrigando a favor de los protestantes; pero lo que más le interesaba era el comercio con las Américas y siguió atacando y utilizando el corso como sólo ella sabía (sabe) hacer; y Felipe II, el rey prudente, el rey papelero, no respondía sin más a las provocaciones sino que medía muy bien los tiempos y actuaba cuando creía que debía actuar. Con el mejor servicio de espías de la época acudía allí donde se le atacase. Creo que fue antes de todo esto, aunque no aparece en el libro, cuando Felipe II organizó un magnicidio contra Isabel I, a través del embajador-espía de España en Inglaterra. Posiblemente un trastatatatatatarabuelo mío, Guerau de Espés. En fin, un esfuerzo agotador.

Al final se firmó la paz con Inglaterra en 1604. Los ingleses pidieron el libre comercio con América a lo que Felipe III se negó, pero hizo otras concesiones y también la vista gorda de vez en cuando. Felipe II había muerto en 1598 e Isabel I en 1603, dejando como heredero a Jacobo I Estuardo, católico. El cambio generacional y la vuelta al catolicismo de Inglaterra facilitaron mucho las cosas, aunque se mantuvo como principal un escenario de guerra que hasta entonces había sido secundario, los Países Bajos.

Resulta muy interesante también el Epílogo de este libro. Sobre todo en lo relacionado con el afán de la historiografía europea de negar lo hispánico. Y eso tiene que ver con considerar como ciencia inmutable y objetiva a un corpus de estudios y opiniones que, en realidad, sirve a intereses distintos a los del puro acercamiento a la verdad y el conocimiento. En este caso, quien ha llevado la batuta y elegido lo que merecía pasar a la historia y lo que no ha sido la historiografía anglosajona que se impone en el XIX (y sigue en el XXI, con su dominio de la cultura popular a través de cine y televisión). Historiografía que tenía una finalidad muy clara: ensalzar la gloria del Imperio Británico que estaba consolidándose en el siglo XIX a costa de exaltar los fracasos del Imperio Español en decadencia. Así, se pone el inicio de la decadencia española en la derrota de la Gran Armada, cuando, en realidad, no lo fue. Al contrario, la posterior derrota de la Contra Armada inglesa supuso ganancia de tiempo para Felipe II, un tiempo que invirtió en la construcción y modernización naval necesarias para seguir dominando los mares dos siglos más. Propaganda. No hay más.

¿Qué hacer con la propaganda? Pues no queda otra que equilibrar esta corriente de pensamiento dando a conocer los hechos y la documentación histórica que, para el reinado de Felipe II, es bastante abundante. Así lo hace este libro, traducido a la lengua de la pérfida Albión en 2018 y que ha obtenido buenas críticas allí.

Recomiendo su lectura sin dudarlo. Y si alguna falta hay que sacar diré que odio que las notas al pie de página, que como su nombre indica deberían estar a pie de página, estén al final del libro. Nunca, nunca he podido soportarlo. A leer.


Luis Gorrochategui
Contra Armada. 
La mayor victoria de España sobre Inglaterra
Ed. Crítica. 

miércoles, 3 de agosto de 2022

Novela gráfica: El Glorioso. Hombres de mar y guerra de Ferrán Brooks y Yuyo Correa (2021)

La novela gráfica ha sido todo un descubrimiento para mí. Y si además, dentro de la misma novela se puede encontrar aventura, Historia de España e intriga mucho mejor. La editorial Cascaborra se dedica a eso principalmente, a recuperar episodios de la Historia de España que la mayoría desconocemos por varias razones. En primer lugar porque ningún temario de la educación oficial española puede abarcar tanto; en segundo lugar, porque para algunos autores sigue vive la leyenda negra y es convenientemente agitada de vez en cuando; y en tercer lugar, porque la autonomía educativa entre los distintos territorios tampoco ayuda a mantener una educación común. 

De cualquier manera, bien está que los adultos, y no sólo nosotros, sigamos educándonos al mismo tiempo que nos divertimos. Y si no fuera por iniciativas así toda esta información no nos llegaría. Porque esa es otra ventaja de este tipo de publicaciones. Además de facilitar información exhaustiva sobre episodios concretos te impulsan a investigar y profundizar en esos hechos y en otros que estén conectados con ellos.

Esta novela se subtitula Hombres de mar y guerra porque el autor ha querido que el protagonismo recayese en los hombres, oficiales y marinos y no en los reyes, políticos o altos cargos involucrados en una macrohistoria plagada de batallas. Pero yo quiero centrarme más en el barco.

En realidad, el navío se llamaba San Ignacio de Loyola pero debido a sus gestas se le conoció como El Glorioso. Había sido botado en La Habana y participó en la llamada Guerra del Asiento desarrollada entre 1739 y 1748. Fue una guerra que comenzó por el control del comercio con la América española y que terminó relacionándose estrechamente con la Guerra de Sucesión Austríaca. En este conflicto, trasladado al Caribe, el principal contendiente de la Real Armada Española, y que sería derrotado, sería la flota del Reino Unido de la Gran Bretaña.

El Glorioso había zarpado de Veracruz, en el Virreinato de Nueva España y desde julio a octubre de 1747, el barco entró en combate varias veces hasta que finalmente fue apresado. A esto se le llamó La carrera de El Glorioso. En la última batalla, la proporción de buques enemigos era de 3 a 1, circunstancia que no desanimó a su capitán, Pedro Mesia de la Zerda, a quienes todos, enemigos y no enemigos, reconocieron su valor, inteligencia y liderazgo. Esta novela gráfica trata de esta última batalla. A los sucesivos ataques, Mesía de la Zerda respondía con armas y con pericia e insistencia, tal y como se reproduce en la novela a partir de su cuaderno de bitácora “…y no hubo otra mayor novedad que proseguir el combate y duro con él”.

La flota británica estaba compuesta por buques mercantes (corsarios), protegidos por navíos de guerra. No era casualidad que El Glorioso fuese perseguido con tal saña durante cuatro meses por, casi toda, la flota de Reino Unido en el Caribe. Los espías del duque de Newcastle estaban siguiendo todo sus movimientos. Y es que llevaba un cargamento muy codiciado. Plata, oro, especias, sedas, cacao. En fin, todo lo que resultase exótico (y caro) en España y en el resto de Europa.

Pero todas estas labores de espionaje no sirvieron para nada porque Mesía pudo desembarcar la carga y ponerla a salvo en Galicia, antes de que el navío fuese apresado en la última batalla, en octubre de 1747 y llevado a Lisboa donde su tripulación sería liberada. Allí fue reparado y con una nueva tripulación inglesa partió hacia Portsmouth donde sería subastado. No sé qué pasaría con el excepcional león rampante que ejercía de mascarón de proa, un león rampante que además sacaba la lengua, quizá para aterrorizar o burlarse todavía más del enemigo.

En 2015, Agustín Pacheco Fernández escribió un ensayo muy documentado sobre El Glorioso, en el que Ferrán Brooks se basó para realizar esta novela gráfica. Las ilustraciones, de dos tipos completamente diferentes, han sido a cargo de Yuyo Correa. Parte de ellas se corresponden con la última batalla en 1747. Son muy enérgicas, con primeros planos muy descriptivos y con abundantes imágenes nocturnas y escenas de la batalla muy coloristas y dramáticas. El resto se corresponden con una conversación entre dos de los marinos ingleses que intervinieron en la última batalla y se produce años más tarde, en 1753. Las imágenes aquí son más convencionales y, aunque se trata de una acción posterior, tienen colores más apagados, como si la lucha pasada siguiera siendo más real que un presente de paz.

Desde luego es una lectura muy recomendable y de paso, como está en la misma línea, no está de más volver a leer El tesoro del cisne negro o escuchar el documental de RNE, El accidentado viaje de la Mercedes, también basado en hechos reales. Y, aunque resultaba notablemente más floja, también recomiendo ver la serie de TV dirigida por Amenábar que se emitió hace unos años, La fortuna. Respecto a El Glorioso, su recuerdo no se agota en la novela gráfica. Además, los autores y la editorial nos han regalado un Artbook, con los secretos de la edición de este libro y un tráiler book muy interesantes.

Aquí parte de las ilustraciones.









viernes, 12 de noviembre de 2021

España, la primera globalización de José Luis López-Linares (2021)

Tengo pendiente de lectura, casi desde que se editó, Imperiofobia y leyenda negra: Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español de María Elvira Roca Barea; no sólo por lo interesante que resultaba ser el tema propuesto sino también por la controversia que creó su publicación, incluidas las acusaciones hacia la autora por no haber sido muy rigurosa con algunas citas. No sé. No tengo conocimientos necesarios para decantarme por una u otra postura pero sí que me pregunto si todos los ensayos históricos, filosóficos o sociológicos publicados soportarían un examen tan exhaustivo. Lo menciono también porque Roca Barea es una de las intelectuales que aparece en este documental. 

En cualquier caso, lo que sí tengo muy claro es que estoy un poco aburrida de quienes consideran que los españoles debemos todavía que pagar por las fechorías cometidas hace siglos. Ya imagino que sabéis. Estas cosas de pedir perdón por la colonización, la evangelización, el genocidio cultural y humano y todo ese, en realidad, folclore que sólo sirve para descargar conciencias y seguir abusando de esta población.

Sin embargo, tampoco soy de las que reivindican el Imperio con nostalgia o con orgullo. Sí que estoy segura de que fue una época fundamental para todo el mundo, porque cambió su configuración, el equilibrio de fuerzas y toda la geopolítica de aquel tiempo y las relaciones entre estados. Tal como se dice en este documental fue la primera globalización.

Así que, tirando por la calle del medio, lo que más me interesa de este hecho es dejar atrás leyendas negras, fobias y orgullos y tratar de encontrar la manera de analizarlo en sus enormes y muy variadas dimensiones científicas, sociológicas, demográficas o tecnológicas. Todo aquello que quede alejado de una visión puramente política y de ejercicio de poder sobre otros; una visión que no pretenda alardear de pasado glorioso ni tampoco seguir explotando el complejo de culpabilidad. Este documental todavía no llega a esa visión puramente científica pero se va acercando dejando atrás fobias y orgullos.

De todas maneras, no sé si hubiese sido más funcional que en este documental se siguieran exponiendo, para desmontarlas definitivamente, estas otras dos visiones más tradicionales; una ligada a la extrema izquierda y otra a la extrema derecha. No ha sido así y el director ha optado por criticar la leyenda negra utilizando para ello buenos argumentos y colaboradores de prestigio. Joseph Pérez fue uno de los primeros intelectuales que abordó el desmontaje de los prejuicios que rodean a la leyenda negra. Lamentablemente murió no hace mucho tiempo, si no seguro que hubiese estado en este documental. En su libro La leyenda negra, publicado en 2009, él creía que esta leyenda estaba definitivamente superada. Pero parece que no es así y, en momentos de crisis o conflictos políticos, “alguienes” están interesados en hacerla resurgir. Quién sabe si la tradicional “protección” de Bélgica a los etarras o, ahora mismo, al independentismo catalanazi no será uno de esos rebrotes de la leyenda negra.

En definitiva en un momento determinado todos los imperios se ganan su leyenda negra y merecidamente. Pero lo que no se puede hacer es descontextualizar las brutalidades y utilizarlas eternamente, siempre por motivos de conveniencia política, contra el “enemigo”, asumiendo que nunca será capaz de cambiar y de actuar de otra manera. Es un determinismo vomitivo y que inspiraba los presupuestos más profundamente nazis. Además, esos momentos de máxima expansión brutal de los imperios siempre coinciden con momentos de esplendor cultural, científico, artístico, literario e intelectual de los que todos nos sentimos orgullosos.

España no buscaba un nuevo continente para conquistar, colonizar y evangelizar. Se lo encontró, casi casi por casualidad y no supo o no pudo hacerlo mejor. No se trata de disculpar. Se trata de poner en claro que nadie había estudiado en la universidad cómo colonizar sin destruir y que, si enfrentarse, durante todo el siglo XIX, en diferentes guerras y conflictos a los deseos de independencia de esos pueblos (en realidad de los políticos de origen criollo de esos pueblos) y no saber resolverlos por otras vías es reprobable, sin ninguna duda, peor es involucrarse en lo mismo en la segunda mitad del siglo XX, como hicieron otras potencias coloniales. Y que si, con toda justicia, es moralmente censurable expulsar de su país a una minoría de población que no comparte la religión mayoritaria durante los siglos XV, XVI y XVII, mucho peor debería ser hacerlo en el siglo XX.

A veces parece que lo que se le reprocha a España es haber hecho las cosas primero, cuando no había experiencias de otros modos de hacerlo. Y así se paga la imprudencia. Documental muy recomendable.


Dirección y guion: José Luis López-Linares
Intervenciones: Carmen Iglesias, Ricardo García Cárcel, Martín Ríos Saloma, Elvira Roca, Stanley G. Payne, Carlos Martínez Shaw, Pedro Insúa, Fernando García de Cortázar y otros.  


jueves, 27 de diciembre de 2018

Exposición: Pasión por Zaragoza. El reino de los sentidos. 2018


Los años que terminan en 18 parece que son de especial relevancia para la inmortal ciudad de Zaragoza. Si no viviéramos en una época que aspira a ser tan políticamente correcta, se hubiese conmemorado con mayores fastos la reconquista de la ciudad por parte de tropas cristianas, en 1118. No lo digo porque sea islamófoba, al revés. Admiro mucho la cultura árabe y la arabización de la península trajo momentos de esplendor y también decadencia por esto creo que debería de tener más relevancia en la educación de niños y jóvenes españoles, porque es parte constitutiva de nuestra historia. Tanto como lo fue la pertenencia al Imperio Romano.



No digo que tuviera que celebrarse con fiestas y orgullo cristiano-patrio, pero sí organizar congresos de historia, reproducir las condiciones de vida antes de 1118, hacer un repaso del incipiente reino de Aragón con ciudad principal en Jaca y también estudiar las alianzas con otros reinos y condados, como Castilla o Lérida, que contribuyeron a la reconquista. Palabra maldita últimamente.


Cerámica siglo XI


En fin, parece que para compensar se ha pensado esta exposición que, además, es la última de la trilogía dedicada a la historia de la construcción de la Zaragoza contemporánea. Con el hilo conductor del 18, se examinan brevemente acontecimientos que tuvieron lugar en años terminados en esos dígitos. Aunque, el año 1818 ha quedado fuera con la excusa de que ya se hizo una exposición dedicada exclusivamente a la invasión napoleónica, los sitios y la guerra de la independencia. No me parece lógico que se haya pasado por alto.


Detalle de la reproducción del olifante de Gaston de Bearne. 

En esta exposición, pues, se conmemoran ocho centenarios, grandes momentos para la ciudad y sus habitantes que han conformado la identidad que hoy compartimos con orgullo y también con decepción. No sólo se pueden ver obras de arte. Pintura y escultura, cerámica y tejidos se combinan también con vinilos en paredes y suelo que reproducen mapas y los modos de vida y que sirven de conductores para cada época. Pero también se llama el reino de los sentidos porque se han incorporado a la exposición la música, el tacto y también el olfato.


Reproducciones de El barranco de la muerte y de una torre de asalto

Sobre la vieja ciudad romanizada de origen ibero, Salduie, los romanos erigen Caesar Augusta, en el año 14 a.C, la única ciudad del imperio que ostentaba el nombre completo del emperador. Llegó a ser una ciudad importante para el imperio. Protegida en su lado norte por el río Ebro y circundada en los otros tres por una muralla de la que todavía quedan restos. Además de protección el río Ebro regaba las huertas junto con los ríos Huerva y Gállego. Una ciudad eminentemente comercial y con derecho a acuñar moneda propia.


Nuestra Señora de la Consolación y la Virgen del Ligallo


Después de la caída del imperio romano, los visigodos ocuparon la ciudad. En el año 472, el conde Gauterico incorporó la ciudad al reino de Toledo. Antes de esta sustitución, la ciudad ya era una referencia para los cristianos perseguidos. San Valero obispo había sido desterrado y Santa Engracia y los innumerables mártires también habían sucumbido. En el santuario de Santa Engracia existió una escuela y una gran biblioteca regida por San Braulio donde venían a estudiar prelados del reino de Toledo.

Libro Registro de las marcas y señales del ganado. Notario Martín Maza de Lizana, 1722



Pero también a los reinos visigodos les llegó su final y en 711 comenzó la invasión musulmana. Sólo en 15 años se había conquistado la mayor parte de la península. A Zaragoza llegaron en el 714. Saraqusta, Medina Albaida, la ciudad blanca se convierte entonces en capital de la provincia norte de al-Ándalus. Desde los Califatos omeyas de Damasco y Córdoba hasta la taifa independiente saraqustí del 1018, transcurrieron años convulsos. Mundir I fue el primer rey de Saraqusta y dio origen a la dinastía Tuyibi que en el año 1039 fue sustituida por la dinastía Hudi.


Fernando el Católico y detalles



La sala dedicada a la taifa está perfumada de azahar para recordar los naranjos que todavía hoy viven en el patio de Santa Isabel de la Aljafería y se pueden ver allí objetos de cerámica a la cuerda seca que no se habían expuesto hasta ahora.


Isabel la Católica y detalles



En 1118 se produjo la conquista cristiana de la ciudad (esa que deberíamos haber conmemorado este año). Los reyes de Aragón querían dominar el valle del Ebro y se buscaron como aliados para conseguirlo al rey de Castilla Alfonso VI y al vizconde Gastón de Bearne que terminará siendo el primer señor de la ciudad. Del vizconde puede verse en la exposición una réplica del olifante de marfil.


Busto relicario de Santa Engracia, 


En esta pequeña sala se ha reproducido en vinilo el cuadro de Agustín Salinas El barranco de la muerte, cuyo original puede verse en el Palacio de Sástago. Verse es mucho decir puesto que está en una zona bastante mal iluminada, si no fuese así podría apreciarse mejor. También hay una reproducción a escala de una torre de asalto como las utilizadas para la conquista de Jerusalén. Este cuadro siempre me ha impresionado por la frialdad y la desolación que representa. Se supone que el ejército cristiano ha vencido pero los soldados y el rey sólo muestran cansancio por tantas guerras. Muy interesante.


Benedicto XIII entre dos cardenales de la obediencia de Avignon. Siglo XV



En 1218, cincuenta años antes de la creación de la Mesta castellana, el rey Jaime I el Conquistador nombró un justicia con jurisdicción civil y criminal para dirimir los pleitos relacionados con la ganadería y que ha llegado hasta hoy en forma de fundación. Tenía horca propia; hoy, ya no. Se muestran en esta sala diversos documentos, uno de ellos con el sello de cera más antiguo que se conserva con la firma del rey, y también el trono donde se sentaba el justicia.


Nuestra Señora de Zaragoza la vieja, finales del siglo XIII


Nuestra Señora del Burnao, tercer cuarto del siglo XIV

Seguimos con el año 1318. Doscientos años después de su reconquista el obispado de Zaragoza se transformó en arzobispado a instancias del rey Jaime II. El 18 de julio de ese año mediante la Bula Romanus Pontifex se creó la provincia metropolitana de Zaragoza de la que dependían los obispados de Huesca, Jaca, Tarazona, Albarracín, Pamplona y Calahorra. Se pueden contemplar en esta sala los bustos relicarios de los principales patronos y santos de estas ciudades. Me quedo, sin dudarlo, con el busto de alabastro de Santa Engracia y el cáliz del Compromiso de Caspe.


Planta de los cimientos del Pilar. Felipe Sánchez, 1695

Hay también dos oleos de los reyes católicos, acompañados cada uno por uno de sus hijos y que pertenecen a la Iglesia de Santa María de los Corporales de Daroca. Estas dos tablas son preciosas por el detalle y el colorido con el que están realizados. Después damos un salto en el tiempo hasta llegar a 1518 (se ve que en 1418 no pasó nada reseñable). En 1518, Carlos I fue jurado como rey de Aragón en La Seo, siendo ungido por el arzobispo de Zaragoza. Sería el último de los reyes españoles en seguir esta tradición.


Réplica de uno de los leones del Puente de Piedra.


La pieza estrella de la exposición, desde mi punto de vista, es un cuadro que representa a Benedicto XIII, el papa-antipapa Luna, entre dos cardenales de la obediencia de Avignon que está en restauración y que, antes, era identificado como San Pedro. También son muy interesantes las tallas de las vírgenes románicas y góticas, especialmente la de Nuestra Señora de la Consolación, de principios del siglo XIII, virgen de la capilla de Jaime I. Tiene una expresión tan dulce y risueña que mirarla produce felicidad. Nada que ver con la desdeñosa expresión de la Virgen del ligallo de la primera mitad del siglo XVI. También está la virgen del Burnao de Jaca o Nuestra Señora de Zaragoza la Vieja. Se exponen también los Estatutos Fundacionales de la Universidad de Zaragoza, creada en 1618 y un plano original con los cimientos de la basílica del Pilar erigida en 1718, pero nada de 1818.


Blasón de Zaragoza, 1520

Darío Siserol y Agustín Serra se han ocupado de recrear los olores y paisajes sonoros de cada una de las épocas y para animar el sentido del tacto se han dispuesto unas cajas con diferentes objetos dentro que pueden identificarse fácilmente. Para no perdérsela porque además tiene programadas muchas actividades para niños y adolescentes.


La ciudad de Çaragoça, 1592
Francisco Miranda


Pasión por Zaragoza. El reino de los sentidos
Patio de la Infanta. C/ San Ignacio de Loyola 16, Zaragoza. 
Hasta el 29 de enero de 2019

lunes, 10 de diciembre de 2018

Ensayo: Espías de Felipe II de Carlos Carnicer y Javier Marcos (2005)

Los autores.-
Carlos Carnicer sigue ejerciendo como profesor de instituto en Ciudad Real y además es articulista en diversas revistas de historia. Ha iniciado también su carrera como novelista con Forcada. El secreto de la reina virgen, publicada en el año 2007. Es coautor con Javier Marcos de Sebastián de Arbizu, espía de Felipe II y Espionaje y traición en el reinado de Felipe II. La historia del vallisoletano Martín de Acuña.

Javier Marcos también es profesor de historia en un instituto de enseñanza secundaria de Valladolid. Ha publicado en solitario Los dueños del secreto. Espías y espionaje de la Monarquía de los Austrias en el archivo de Simancas. 

Mi opinión.-
Immanuel Wallerstein, sociólogo estadounidense influenciado por las teorías de Marx y por la Teoría de la dependencia, define el imperio-mundo como una enorme estructura burocrática con un centro político y de división centro-periferia, pero con culturas múltiples. Así considera que podría definirse al Imperio Español, de los siglos XVI y XVII; en realidad, el único imperio-mundo que ha existido. Pero mantener una estructura de ese tipo requiere mucho trabajo. También necesita un ejército permanente y embajadores en el extranjero que, las más de las veces, se convierten en una red de informadores.

Felipe II, 1556-1598. Retratado por Sofonisba Anguissola

Los autores dicen que en la segunda mitad del siglo XVI se dio una situación similar a la de la Guerra Fría durante el siglo XX. Aunque en el siglo XVI destacaba claramente una superpotencia, el imperio español, constantemente era retada por quienes querían adquirir ese rango, ya fuese Francia, Inglaterra o el Imperio Otomano, y antes de llegar al enfrentamiento total preferían librar guerras secundarias: en el norte de África o en el centro de Europa. En realidad, se trataba de batallas ideológicas entre protestantes y católicos o entre musulmanes y católicos. Este contexto tan conflictivo donde se desarrolló el reinado de Felipe II, debió de influirle tanto que se convirtió en un rey muy suspicaz y desconfiado, con una gran capacidad de trabajo que, seguramente, le consumía.

Isabel I de Inglaterra, 1558-1603

No es de extrañar que en ese momento tan turbulento, el objetivo principal de cualquier gobernante fuese garantizar la pervivencia del estado a cualquier precio. Esa era la principal “razón de estado”. Fernando el Católico ya había fundado una incipiente diplomacia, más dirigida a ser un servicio de información, cuando envió a Gonzalo de Beteta como primer embajador permanente ante el Papa en 1480; aunque su padre Juan II de Aragón ya había abierto ese camino en 1475.

Enrique IV de Francia, 1589-1610

El centro del espionaje en relación con el Imperio Otomano estaba en Venecia; pero también Inglaterra era una plaza importante por sus tejemanejes e intrigas en los Países Bajos contra la corona española. Allí dos de los embajadores españoles fueron acusados de conspirar contra la reina Isabel Tudor y expulsados. Eran Guerau de Espés y Bernardino de Mendoza que siguieron con su labor de espionaje desde Francia, aunque también éste fuera un territorio hostil para la corona española.

Murad III, sultán otomano, 1574-1595

El libro resulta muy ameno. Quizá demasiado exhaustivo. Aparte del contexto histórico, examina también los motivos y las maneras de reclutar a los espías, sus funciones y formas de actuar, incluso, sus motivaciones más o menos confesables. Pero también analiza un factor muy importante que solía ser determinante para el éxito o el fracaso de las operaciones: la lentitud de las comunicaciones. Aunque se utilizaban todos los adelantos de la época la lentitud de las comunicaciones era un hándicap que, la mayor parte de las veces, intentaba ser soslayado por un eficaz trabajo en red y un sofisticado sistema criptográfico.

Bernardino de Mendoza, embajador y espía.

Por supuesto, se trataba de un servicio profesional de espías, así que las mujeres eran excluidas de ello. Sin embargo, algunas como Águeda de Arbizu fueron importantes fuentes de información por sus conexiones familiares. Águeda había conseguido información a través de la princesa Catalina de Béarn, Catalina de Borbón, hermana del rey de Francia, de los planes para invadir la Corona de Aragón por los partidarios de Antonio Pérez que se había refugiado en Pau.

William Houston interpreta a Guerau de Espés, en Elizabeth (1998)

El libro es muy recomendable. Un ensayo histórico muy bien documentado pero además de lectura entretenida. Es una pena que no pueda encontrarse ahora ni como libro de segunda mano; yo lo encontré en la biblioteca pública. Es importante recurrir a la historia para entender el presente.



Espías de Felipe II. 
Los servicios secretos del Imperio español.

Carlos Carnicer
Javier Marcos

Ed. La esfera de los libros

jueves, 16 de marzo de 2017

Viajes: Ciudadela de Jaca, Huesca.

Su nombre oficial es Castillo de San Pedro. Es una fortificación construida a finales del siglo XVI por encargo del rey Felipe II para defenderse de posibles ataques franceses. Fue proyectada por Tiburcio Spanoqui, caballero de la Orden del Hospital de Jerusalén, en un barrio que quedaba fuera de las murallas de Jaca y que estaba habitado principalmente por mercaderes. 


El barrio se llamaba el Burnao. Para decidir el emplazamiento, Spanoqui recorrió todos los valles pirenaicos en el invierno de 1592. No debió ser nada fácil, además teniendo en cuenta que las coronas de Aragón y Castilla apenas hacía un siglo que se habían unido y que hacia mitad del siglo siguiente se iniciarían las revueltas en Cataluña. De todas maneras, Spanochi debió de hacer un gran trabajo porque en 1601 fue nombrado Ingeniero mayor, estando al cargo de todas las fortificaciones españolas en la península y en América.


Del Burnao sólo se conserva parte de la pequeña iglesia románica, la espadaña situada en la parte superior del acceso a la ciudadela, una talla de la virgen, del siglo XIV que puede verse en el Museo Diocesano de Jaca y la pila bautismal que hoy está en la pequeña iglesia construida dentro de la Ciudadela. En esta iglesia de San Pedro se puede ver también el sepulcro de Juan de Velasco, maestre de campo de la ciudadela hasta 1597. Actualmente sigue siendo un edificio militar aunque no hay tropas destinadas y su uso es cultural, albergando también el Museo de Miniaturas Militares, que no pude ver por falta de tiempo.


Es uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura militar del siglo XVI. Con el desarrollo de la artillería ya no fue necesario construir castillos de altos muros para la defensa. En su lugar se proyectaron este tipo de edificios, con forma pentagonal para, alargando cada una de sus puntas, albergar los baluartes en forma de punta de flecha donde se emplazaban las piezas de artillería y toda la munición necesaria para una buena defensa. Cada uno de estos baluartes tiene un nombre: Santa Bárbara, España, San Francisco, Santa Orosia y San Pedro, aunque en el plano de Spanoqui son Santiago, Santa Orosia, San Francisco, San Felipe y San Jorge.


La Ciudadela tiene una única entrada protegida por un puente levadizo y un foso de cuatro metros de profundidad que nunca tuvo agua. En el foso desde 1974 vive una manada de ciervos y aunque allí están protegidos de disparos de cazadores, alguno de ellos ha muerto al parecer por comer plástico. No todo el mundo está de acuerdo con mantener a los ciervos allí para ser entretenimiento de turistas, pero de momento allí siguen.


Los pabellones militares se disponen alrededor del patio de armas y, aunque en principio se proyectaron como cinco pabellones separados, para facilitar la defensa y el acceso a los baluartes, posteriormente se unieron.


Las obras principales se terminaron en el siglo XVII y así quedó como había sido ideada por Spanoqui. No sé si por su efecto disuasorio o porque los usos y objetivos de las guerras ya habían cambiado, no tuvo mucho uso en combate como fortaleza militar, aunque sí como punto estratégico importante en la Guerra de sucesión, manteniéndose Jaca fiel a la causa de los borbones. Sin embargo, un siglo más tarde, volvió a protagonizar un enfrentamiento bélico. En 1809, las tropas napoleónicas ocuparon Jaca y se produjo la capitulación de la Ciudadela, defendida por una dotación escasa. No fue hasta 1814, tras varios meses de asedio, cuando se recuperó. En verano se hacen visitas teatralizadas recordando este hecho. 


Más información en el libro La Ciudadela de Jaca de Juan Carlos Moreno Anaya.