martes, 28 de julio de 2020

Novela: Se busca persona feliz que quiera morir (2019) de Mariano Gistaín


El autor.-
Mariano Gistaín es periodista y escritor de ficción. Nació en Barbastro pero vive actualmente en Zaragoza. Otras obras suyas: El entierro de Líster, La mala conciencia. 

Mi opinión.-
Cuando las distintas dimensiones de la ciencia nos ofrecen cierto tipo de descubrimientos, de aquéllos en los que no queda muy claro si resultarán ser un avance o no, recurrimos a la literatura para espantar miedos. Así lo hicieron algunos autores y autoras de renombre como Mary Shelley que, visto el poder de la electricidad recién descubierta, se inspiró en ella para dar vida/resucitar a su monstruo, que no se llamaba Frankenstein, y que se ha encargado de aterrorizar a mucha gente durante los últimos dos siglos, entre otras cosas porque esa misma gente no se ha molestado en leer el libro.

Todo empieza en la calle Bolonia
Algo parecido ha hecho Gistaín con la posibilidad de criogenización de todo el cuerpo, de sólo la cabeza o sólo el cerebro, o sólo los recuerdos, o una simple digitalización y posterior ocupación del cuerpo de un comatoso. En fin que hay distintas versiones para todos los bolsillos. Y todo ello con mucho humor y mucha retranca.

Criogenización de cuerpo entero

Además ha situado la acción en Zaragoza y eso siempre está bien y también ha introducido frases y expresiones propias y eso hace mucha gracia. ¿Qué quieres, pollico? A mí me hace mucha gracia.

Los inversores mexicanos se parecen a él.
El protagonista está harto de su vida y responde a un anuncio por casualidad. Un anuncio que ha sido diseñado para él por el célebre método de “crear ficciones para producir realidades” (me pregunto si los historiadores catalanazis conocen este método). Así se embarca en una aventura que no saldrá mal del todo. Además su madre está casi en estado vegetativo como consecuencia del Alzheimer y participando en ese experimento conseguirá unas pastillas que le darán una nueva y juvenil vida, una nueva vida de narcomadre. Además el prota ligará, ligará mucho y con mujeres muy majas y muy inteligentes.

En la calle Zurita tiene su despacho el detective cultural,
junto a su otro negocio de limpiezas
De esta trama surge otra trama subordinada que deriva en una novela de investigación policíaca con la participación del detective cultural Luciano Gracia. Se trata de localizar un cuento escrito en los años 1970 y que tiene la capacidad de transportar a quien lo lee a un bar donde se puede encontrar con los escritores inmortales. Lógicamente son inmortales aquellos escritores a los que se sigue leyendo. Entre ellos está, Mary Shelley. ¡Qué imagen tan bonita ésta de un bar donde pueden encontrarse los escritores porque hay alguien que todavía los lee y los sigue recordando! Sólo por esa imagen ya vale la pena leer la novela. Muy recomendable.


Se busca persona feliz que quiera morir
Mariano Gistaín

Ed. Limbo errante

jueves, 23 de julio de 2020

Novela: El amante de Marguerite Duras (1984)


La autora.-
Marguerite Duras nació y vivió su adolescencia en Saigón cuando parte del Sudeste asiático era colonia francesa, quedando reflejada esta circunstancia en varias de sus obras. Se trasladó después a estudiar a París y cuando estalló la II Guerra Mundial se incorporó a la Resistencia contra la invasión nazi. Fue también guionista y directora de cine y Premio Goncourt. Otras obras suyas: Un dique contra el Pacífico, La amante inglesa, El amante de la China del Norte. 



Mi opinión.-
Leí esta novela en el momento de su publicación en España y en la traducción de Ana María Moix y me quedé con la historia erótica. Hoy que he vuelto a leerla he descubierto que hay otra historia más trascendente. La historia familiar marcada por el fracaso y la pobreza, por la brutalidad y la muerte. Por curiosidad he contado las páginas que dedica a una y otra y el resultado es Erotismo 38-Familia 55. Sin embargo, recordamos con mucha más intensidad la historia erótica. Somos así de morbosillos.
 

Sin embargo, en esta segunda lectura, el personaje de la madre me ha parecido mucho más importante que el del amante. Una mujer que pensó hacer fortuna en las colonias y que fracasó estrepitosamente. Todavía relativamente joven se quedó viuda con los tres hijos pequeños y después de intentar varios negocios, varias explotaciones agrarias todos resultan ser una ruina. Se ve abocada a la pobreza y la vergüenza delante de sus familiares y todo ello condiciona la relación con sus hijos. Dos chicos y una chica.


Respecto a la hija, la madre duda. No sabe si avergonzarse de ella por la relación que mantiene con el chino o empujarla a que siga teniendo esa relación para que pueda escapar de la pobreza; le permite llevar un viejo vestido de seda que, con la humedad y el calor, se pega a su piel contorneando su cuerpo y exhibiéndolo a los ojos de todos y exige a la directora del internado donde vive su hija que le dé libertad. 


De los tres hijos, sólo el menor tiene nombre, Paul. El hijo menor es sensible y enfermizo. Morirá pronto. El hijo mayor, en cambio, es el preferido de la madre, quizá porque piensa que él está obligado a sacarla de la miseria. Sin embargo, es violento, jugador empedernido, fumador de opio y futuro delincuente y colaboracionista con el régimen nazi, capaz de robarle y de sumirla todavía más en la desesperación. Es un abusador que no dudaría en explotar la belleza de su hermana como prostituta y tampoco en matarla de una paliza si esto se supiera. De alguna manera, durante toda la narración se percibe la presencia del destino y de la predeterminación y del intento reiterado e inútil de trasgredir y romper con esa predeterminación. Ni siquiera trasgredir el orden establecido, nos facilita la escapatoria de lo que está escrito para cada uno de nosotros. La protagonista tiene 15 años cuando comienza su relación con un hombre de 26; son de clases sociales y de razas diferentes. En definitiva, todos los obstáculos posibles para que la relación que, ninguna de las dos familias considera conveniente, no prospere.


Marguerite Duras escribió años más tarde El amante de la China del Norte en la que insistía en la misma historia y que he vuelto a releer también. En esta segunda novela, la escritura es más luminosa. Aparecen las mismas escenas, recreadas y ampliadas, y los mismos personajes excepto Thanh, un sirviente prohijado por su madre y que parece ser de la misma edad que los hijos que en la primera novela no salía. La niña muestra su deseo no consumado también por este personaje. Además, sí que la niña confiesa en esta segunda novela el amor incestuoso por el hermano pequeño y también su enamoramiento de Hélène Lagonelle. El personaje más cambiado, no obstante, es el chino. Se muestra como un hombre más adulto aunque sigue estando abrumado por la pérdida de ese gran amor, mucho más dolido que la niña.


También se hizo una adaptación al cine de la primera novela con la que la autora no estaba conforme. En esa adaptación del año 1992 el director, Jean Jacques Annaud, se centró casi exclusivamente en la historia erótica, recreándola visualmente de manera explícita. Lo que la autora no hacía en el libro. En cualquier caso, recomiendo leer la novela y ver la película para comparar. Yo me quedo con la novela. De todas maneras, en la segunda novela, la autora dio indicaciones como si se tratase de un futuro guion de cine.


lunes, 20 de julio de 2020

Novela: No me pesa quererte de Corín Tellado

Bueno, sí. He leído mi primera novela de Corín Tellado. La culpa la tienen los expurgos de las bibliotecas públicas de Zaragoza; si no, yo no encontraría cosas así. No creo que repita la experiencia, pero tengo que reconocer que no es tan diferente al fenómeno 50 sombras de Grey; aunque no haya sexo explícito en Corín Tellado, algo de “recochura” no falta. Cito textualmente: “Quedó erguido, enfundado en el pijama, con la pechuga al aire, velludo y fuerte”. Pues eso, “recochura” ¡Pobre Corín!, viviendo la posguerra española supongo que le fue imposible abordar más abiertamente el deseo libidinoso. 

El argumento de No me pesa quererte lo podéis imaginar: historia de amor con carrera de obstáculos. Janis y Guido, exóticos nombres, son un joven matrimonio, enamorado y apasionado, al que la madre de ella (que finge una enfermedad para no quedarse sola) le hace la vida imposible. Hay final feliz… y divertido. 

Corín Tellado murió hace poco tiempo, en el año 2009. Durante 50 años se dedicó a escribir, siempre en el género rosa-más-rosa-más-rosa-de-todo-lo-rosa; fueron unos 4.000 títulos. ¡4.000 libros! Bien es cierto que repetía siempre la misma trama y que las novelas, por lo menos la que yo he conseguido, se leen en 20 minutos (es una miniatura de libro de apenas 120 páginas y de 10x15 cm.). Pero aun así son 4000 títulos. En el año 2000, todavía publicó una novela en internet y algunos de sus libros fueron también al cine. 

Andrés Amorós, catedrático en la Universidad Complutense e historiador de la literatura española, escribió un libro analizando diez novelas de Corín Tellado, Sociología de una novela rosa. En este ensayo empieza hablando de la cultura de masas y de la idea (errónea) de que la cultura es algo sagrado y cubierto de polvo, encerrado en una urna y destinado a no-se-sabe-qué tipo de culto. Para él, la cultura también debe tener sitio en la calle y afirma que la división entre literatura culta y literatura popular, que nos parece un invento de mitad del siglo XX, ha existido siempre. Lo novedoso es la difusión que ahora tiene la literatura popular, que se va incrementando exponencialmente. Hoy ya no podemos decir que las 50 sombras de Grey, sean literatura popular, porque el fenómeno ha pasado a ser literatura de difusión planetaria

Decía el profesor Amorós, en su libro, que las lectoras podían reconocerse con toda facilidad, en estos personajes que sufrían mucho y obtenían su recompensa en el capítulo final. Y que probablemente por esto tenían tanto éxito. Es literatura de pura evasión para la frustrante rutina de muchas mujeres españolas, en los años 50, 60 y 70 del siglo XX. Teniendo en cuenta esto, habría que agradecerle a Corín Tellado que pusiera un poco de color e ilusión en unas mujeres, difuminadas entre la grisura del franquismo.

Sin embargo, a pesar de su gran éxito, yo no he podido encontrar a nadie que (reconozca que) haya leído estas historias. He preguntado a mis primas mayores y a las hermanas mayores de mis amigas (por si fuese cuestión de edad) y ninguna de ellas ha leído a Corín Tellado. ¿Qué pasa? Probablemente la mayor parte de las ventas fuesen en Latinoamérica, pero también puede ser que nos sonrojemos al reconocer que la hemos leído. 

Yo creo que no debemos avergonzarnos nunca de lo que leemos; otra cosa es que nos aburra y lo dejemos. Todo esfuerzo por escribir, merece tener un lector comprensivo. Os lo digo yo, que sólo hace unos meses que llevo este blog y sufro para poder escribir una entrada semanal. No os animo a leer a Corín Tellado, pero ... qué me decís de la portada.


No me pesa quererte
Corín Tellado

Editorial Rollán S.A.

miércoles, 15 de julio de 2020

Cine: La noche del cazador de Charles Laughton (1955)


Seres perfumados, perezosos y con cabellos ondulados. Así es cómo el Predicador define a las mujeres. La maldición de los hombres. La primera vez que vi esta película me impresionó mucho. Sin duda, no es el tipo de cine que debe verse cuando se tienen 12 años pero, entonces, cuando no había cadenas de televisión privadas, podíamos ver cualquier tipo de cine en la 2 de RTVE. No sé cómo los adolescentes y jóvenes de ahora conseguirán ver el cine más clásico. 


Charles Laughton fue un gran actor de cine y teatro que consideraba la interpretación como una disciplina artística más. También fue profesor de arte dramático y quiso trasmitir a sus alumnos que la interpretación también era un arte; un arte situado a la altura del resto de creaciones ya fueran éstas musicales, literarias o, en general, pictóricas. Quizá por ello siempre arrastró fama de profesor muy exigente y de actor problemático ante otros directores y actores. Estudió en los Jesuitas, igual que Hitchcock o Buñuel (no sé si eso también contribuiría a esta fama de problemático).


Ya había triunfado como actor cuando a los 55 años se propuso dirigir. Y para ello eligió adaptar la novela The night of the hunter de Davis Grubb perteneciente a lo que se llamó gótico sureño y basada en hechos reales. Contó con un equipo de colaboradores tan entregados como él; entre ellos el escritor James Atgee. Sin embargo ni la crítica ni el público, estadounidense o británico, supieron apreciar el resultado y La noche del cazador no fue considerada un clásico del cine hasta pasados muchos años.


Así, esta película quedó como la única que había dirigido Laughton (casi a medias con Robert Mitchum, porque Laughton odiaba dirigir a los niños y se encargó de ello el propio Mitchum). Y es una lástima que ésta fuese su única película porque es una joya. Desde el punto de vista puramente fotográfico, la película es una colección de distintas influencias: desde el expresionismo alemán que ilustra los trances psicóticos del depredador, hasta el teatro de sombras que sigue a los niños en su viaje por el río, ambas magníficamente resueltas por Stanley Cortez. Y, desde el punto de vista narrativo, es una crítica feroz contra el discurso religioso y los hábitos sexuales de la clase media, la gran depresión y la violencia contra las mujeres.


En realidad, se trata de un cuento infantil o, mejor dicho, de una tragedia vista y narrada desde los ojos de un niño que, inevitablemente, se convertirá en un adulto al final de la película. Los niños huérfanos son perseguidos por un ogro y, al final, encuentran un remanso de paz en casa de un hada benefactora pero después de haberlo perdido todo.


La película tiene escenas memorables. El descenso del rio, bajo la luz de la luna y las estrellas, con los dos niños en la barca, es la prueba fehaciente del transcurso de la vida y de la madurez que el niño se verá obligado a adquirir. Y la escena del lago con la madre muerta en el coche es, al mismo tiempo, terrorífica y poética. Es la escena que he recordado siempre, desde la primera vez que vi la película.


Lilian Gish interpreta a la anciana Rachel Cooper. Dulce, terrible y templada como el acero. Una mujer americana apaciblemente sentada en la mecedora y  apoyada en el rifle y en la biblia, las dos únicas herramientas que tiene para defenderse a sí misma y a los niños que acoge sin preguntar de dónde vienen. Robert Mitchum es el predicador inspirado por el odio disfrazado de amor. Es el cazador implacable de niños y viudas que, escondido tras la máscara de la religión, oculta los afilados colmillos del maltratador psicópata sexual. Es la sombra amenazadora que perturba el mundo idílico de la infancia una vez que ha asesinado a Shelley Winters que interpreta a una provinciana viuda, estigmatizada por el delito cometido por su anterior marido. Los niños son unos nuevos Hansel y Gretel aunque esta vez no hayan sido abandonados en el bosque por sus padres. En definitiva una película imprescindible.



Director: Charles Laughton
Guion: James Atgee sobre la novela de Davis Grubb
Música: Walter Schumann
Fotografía: Stanley Cortez
Intérpretes: Robert Mitchum, Lillian Gish, Shelley Winters, Billy Chapin y Sally Ann Bruce

miércoles, 8 de julio de 2020

Memorias: Le Coeur à rire et à pleurer (1999)

La autora.-
Maryse Condé es una escritora francesa nacida en la isla antillana de Guadalupe. Feminista y decidida difusora de la cultura afroamericana. En 2018, recibió el Premio Right Livelihood de literatura, más conocido como Nobel Alternativo. Es doctora en literatura comparada por la Sorbona y ha enseñado en universidades de Guinea, Senegal, Berkeley, la Sorbona y también en la Universidad de Columbia en Nueva York. Se ha publicado en castellano su segundo libro de memorias, La vida sin maquillaje, pero todavía no se ha publicado ninguna de sus novelas. 


Mi opinión.-
Maryse Condé ha sido todo un descubrimiento para mí. Y considero que puede estar perfectamente relacionada con Toni Morrison y su universo literario. Las dos autoras son exponentes esenciales de la literatura afromericana, aunque esta literatura pueda estar expresada en inglés, francés o castellano.

Este es un libro de memorias. La autora lo subtitula como Cuentos reales de mi infancia y así son, recuerdos de infancia, a veces reelaborados y trufados de imaginación, y la evocación de un mundo ya perdido, especialmente con las muertes de su hermano Sandrino y de su madre. Ella fue la última de ocho hijos y cuando nació alguno de sus hermanos ya era adulto e, incluso, se había independizado del hogar familiar, manteniendo una relación muy distante con ellos. Pero no fue así con Sandrino, su alma gemela, el joven encargado de aclarar sus dudas de infancia, al menos, hasta su temprana muerte cuando estudiaba en París.

La autora recurre a recuerdos trascendentes de su infancia a los que pudo dar significado en su vida de adulta. Son recuerdos que tienen a su madre como protagonista y la, a veces, muy difícil relación con ella. Condé nació en una familia burguesa de la Guadalupe. Su padre, ya jubilado, había sido funcionario y su madre era una institutriz, nacida de una mulata soltera y analfabeta, que pudo estudiar gracias a becas y premios y su gran inteligencia. 

Ambos se sentían plenamente asimilados en la cultura francesa. Muy distantes de los mulatos y de los negritos de clase baja. Disfrutaban de estancias en Francia, en las que no querían ser conscientes de las diferencias y discriminaciones raciales y educan a sus hijos ocultándoles las consecuencias de la esclavitud.

Maryse Condé será una niña rebelde que, sin embargo, no querrá hacer sufrir a su madre. También tendrá, como los personajes de Ojos azules de Toni Morrison, a Shirley Temple como ideal de belleza. Y, a pesar, de su rebeldía un juego infantil con una niña blanca le hará sospechar que el mundo no es como ella pensaba. Más tarde será considerada como una mujer junco. Una mujer que puede inclinarse ante las adversidades pero que jamás llegará a romperse por ello; una mujer con las raíces poco profundas para poder desplazarse y asentarse en otras tierras en busca de su lugar en el mundo. 

En la Guadalupe de los años 1940 y 1950, los negros se ocupan de los negros, los mulatos sólo se relacionan con mulatos y los blancos se relacionan con blancos. Toma conciencia también de que las diferencias raciales son potenciadas por las diferencias de clase y que es mucho más elegante hablar francés que criollo. Pero aunque empieza a considerarse como una peau noire-masque blanc, hasta que no llega a estudiar a París, siendo una adolescente, no se encontrará con estudiantes de origen africano y con profesores blancos que, a veces brutalmente, le expliquen su herencia representada por “la degradación del África transportada al nuevo mundo” o como la llamaba su profesora Mme Épée una “africana destribalizada”. Entonces comenzará su toma de conciencia y el descubrimiento de su verdadero origen que dejará plasmados en un segundo libro de memorias que todavía no he tenido oportunidad de leer. Muy recomendable. 



Le Coeur à rire et à pleurer
Maryse Condé

Pocket

miércoles, 1 de julio de 2020

Cine: Invisibles de Gracia Querejeta (2020)


Esta es una película verdad. Sí, una película verdad. Una película que no necesita artificios. Es una película de paseantes que, a veces, te hacer recordar la trilogía de Richard Linklater, Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes del anochecer. Son unos personajes que te puedes encontrar a la vuelta de la esquina o a la entrada del parque. Unos personajes en los que te puedes reconocer perfectamente. No en uno o en otro, sino en reacciones de cualquiera de las tres mujeres. Impresionantes las tres actrices protagonistas.


Encarnan a tres mujeres en un momento vital complicado. Alguna de ellas se resigna pero otras no. Todas pasan de los 50 años. Pero son atractivas, vitales, graciosas, profundas e invisibles para los hombres. Por lo menos, para los hombres que ellas querrían. Son unas paseantas que hablan sin censura, sin pelos en la lengua y con mucha contundencia, pero también con mucha lealtad y amor entre ellas. Una cosa que me gusta mucho de esta película es que se centre en ese momento semanal en el que las tres mujeres pueden ser sinceras entre ellas y consigo mismas, o no. 


Yo puedo perfectamente identificarme con cada una de ellas. Nathalie Poza interpreta a Amelia, vestida siempre de rosa clarito. Es una ingenua que trabaja en un vivero y que, tras dos relaciones fallidas, se acaba de emparejar con un hombre y su hija adolescente. Esta mujer tiene graves problemas para vivir sola. Siempre ha tenido que estar emparejada aunque sus parejas no le aportasen mucho. Pero es que este último hombre, además de aportarle poco, le da quebraderos de cabeza. Él no, su hija adolescente. Una adolescente que no ha digerido bien la separación de sus padres, que considera a la nueva pareja de su padre una enemiga y una bruja que ha roto su familia y que, por consiguiente, se consagra a hacerle la vida imposible. Claramente, la niña le come el terreno a la adulta y ésta no sabe cómo reaccionar. Bueno, sí. En realidad, sabe perfectamente cuál va a ser su reacción. Retirarse para que la niña no se sienta molestada ni amenazada. ¿A quién no le ha comido el terreno alguien alguna vez?


Julia, el papel que interpreta Adriana Ozores es, a priori, el de mujer sensata. Vestida siempre de negro. Es adulta, responsable, profesora de matemáticas que no tiene ganas de meterse en ningún lío. Y, precisamente, esto es lo peor. Su falta de ganas de vivir. Está acomodada a su situación aunque no le gusta. No le gusta su trabajo, no le gusta su marido, no le gusta su vida, no le gusta la vida de los demás, no le gustan sus alumnos adolescentes. Ni siquiera la pobre niña que le llamó por teléfono antes de suicidarse. Julia da lecciones a las demás sobre cómo deben comportarse pero ella no sabe qué hacer con su vida, por eso no hace nada. ¿Quién no se ha sentido así alguna vez?


Por último, Emma Suárez es Elsa, vestida de rojo o de azul, depende del día. Una ejecutiva agresiva y exitosa. Guapa y segura de sí misma que empieza a notar que pierde su atractivo. Además, ha sido consciente por primera vez de que no cobra lo mismo que sus colegas que trabajan en iguales condiciones y que, además, al protestar por esta situación sólo ha recibido burlas. Elsa es obstinada y se ha empeñado en seducir a su jefe. En realidad piensa, acertadamente, que su jefe quiere tirársela pero no se atreve a decírselo. Por eso y por no reconocerse a sí misma que está empezando a perder atractivo sexual, es capaz de perder su trabajo. Es acusada de acoso y como no quiere dar su brazo a torcer, la despiden. ¿Quién no ha seguido su instinto o su orgullo hasta las últimas consecuencias?


Las tres amigas se reúnen todos los jueves a la entrada del parque para caminar. Allí cada una habla de sus cosas y surgen los consecuentes rifirrafes. La situación se altera. Surgen silencios incómodos e inseguridades. A veces, alguna de ellas falla. Pero al final saben, y nosotras también, que la semana siguiente podrán seguir contando con el apoyo y la sororidad, no exenta de críticas, de las otras. Puro feminismo.


El cuarto personaje es la primavera en el parque. Los arbustos y las plantas en pleno estallido. La hierba verde y fresca. Los paseantes que se cruzan y ninguno se para. El sol, a veces, hiriente pero siempre iluminador. En fin, la vida. Tener a las tres protagonistas caminando constantemente por el parque, le da a la película una apariencia muy fluida y, engañosamente, sencilla pero, en realidad, disecciona temas candentes con una gran delicadeza y firmeza. El miedo a la soledad, el miedo al compromiso, el miedo a perder ventajas. El miedo, siempre el miedo.


El guion es muy preciso y las interpretaciones espectaculares. La puesta en escena es muy original y todo ello hace que la película sea muy interesante y, que además, nunca, se deje vencer por el pesimismo. Al revés. Y, para quien diga que en la película no pasa nada, habrá que hacerle notar que en la película pasa la vida real; la vida de tres cincuentañeras. Y para aquéllas que tienen miedo de cumplir los 50, les diré que, a veces, ser invisible es una bendición. Las mujeres y sus superpoderes. Muy recomendable.



Dirección: Gracia Querejeta
Guion: Santos Mercero y Gracia Querejeta
Música: Federico Jusid
Fotografía: Juan Carlos Gómez
Intérpretes: Emma Suárez, Adriana Ozores, Nathalie Poza.