jueves, 28 de noviembre de 2019

Documental: El cuadro de Andrés Sanz (2019)


Recuerdo que cuando estudiaba la EGB, me encantada la asignatura de Historia del Arte y que, mientras mirábamos unas diapositivas de cuadros del Museo del Prado le pregunté a la profesora porqué este cuadro tenía el título en plural cuando sólo había una menina. Y es que yo confundía menina con infanta. No sabía que las meninas eran las damas de honor.


Resulta extraño que un cuadro, cuyos protagonistas son personajes de la realeza, se llame como el personal de servicio. Pero hay que tener en cuenta que, primero, los pintores en el siglo XVII también era personal de servicio, no tenían el status de artistas ni el protagonismo que hoy tienen. Segundo, el personal de servicio era también de buena cuna. Y, tercero y más importante, el nombre del cuadro no lo eligió Velázquez sino que es muy posterior.


Su primer nombre fue Retrato de la Señora Emperatriz con sus damas y una enana y es que Margarita Teresa de Austria, la niña que ocupa la posición central del cuadro, fue prometida al emperador Leopoldo I de Austria. Apenas tenía 6 años y su destino ya estaba escrito. Sin embargo, el matrimonio de Margarita Teresa se fue posponiendo y una de las tesis de este documental es que este cuadro, del cual no se sabe cómo ni quién lo encargó, ni se han localizado recibos de pago a Velázquez, representaría el momento en que Margarita Teresa era reconocida como reina titular de España. 


Manuela Mena, jefa de Conservación del Museo del Prado, mantiene esta hipótesis e incluso en las radiografías de la obra, parece insinuarse la existencia de un personaje a la izquierda de Velázquez, quizá un paje que entrega un cetro a la infanta. Ahora sería el momento de preguntarse si la historia de España hubiese sido mejor con las herederas al trono en lugar de la obsesión por entronizar a un heredero, aunque éste fuese incompetente.



Hasta 1843, no aparece mencionado como Las meninas. Felipe IV, debió de estar muy orgulloso de este cuadro puesto que estaba en su despacho privado. Quizá tenía una clara predisposición hacia esta hija o quizá admiraba los cuadros que pasaban de la categoría de obras de un artesano a obras de un artista orgulloso de serlo, como parece ser Velázquez en este autorretrato.


Felipe IV, el padre de esta niña, había tenido 15 hijos legítimos (y unos 30 bastardos) con dos esposas, pero la mayoría de ellos no llegó a ser adulto. Baltasar Carlos fue príncipe heredero hasta su muerte por enfermedad en Zaragoza, cuando tenía 17 años; María Teresa fue reina consorte de Francia (y abuela del futuro Felipe V de España); Felipe Próspero que murió con 4 años; Carlos II, rey (conflictivo) de España durante 35 años, y cuya muerte sin descendencia provocó la Guerra de Sucesión y la entronización de la dinastía de Borbón en España; y Margarita Teresa, emperatriz consorte de Austria.


Viendo sus dificultades para dejar un heredero varón, Felipe IV fue muy claro en su testamento, eligiendo como rama sucesoria a la Corona de España a los sucesores del matrimonio entre Leopoldo I y la infanta Margarita Teresa, los Austrias de Viena, y descartando a los posibles sucesores del matrimonio de Luis XIV de Francia y María Teresa de Austria. La historia no le dio la razón.


En este documental se potencia el misterio de Las Meninas. El cuadro es un thriller en el que hay que descubrir el misterio. No se trata de un asesinato, no se trata de ver quiénes son los personajes puesto que todos están identificados. ¿Cuál es el misterio, entonces?

Manuela Mena

Muchas preguntas quedan después de ver el documental rodado en stop motion con más de cuarenta maquetas y muñecos de apenas 30 cm. de altura. En él intervienen los mayores expertos en Velázquez del mundo que se contradicen y rebaten sus tesis aumentando las dudas del espectador. Sentados ante una mesa sobria responden a las preguntas del director como si estuviesen en un interrogatorio delante de la policía.


¿Por qué se pintó este cuadro? y ¿por qué esas dimensiones tan grandes para una escena tan sencilla? ¿Era un trampantojo? Es una escena cotidiana, la visita de una niña infanta, acompañada de su séquito, al estudio del pintor, ¿era algo habitual? ¿quería ver qué estaba pintando? Y el reflejo del espejo, ¿son los reyes posando para Velázquez? La infanta, ¿quería ver a sus padres para darles un achuchón? El personaje del fondo, el aposentador José Nieto, ¿entra o sale? Y el enano Nicolás Pertusato, ¿por qué molesta al mastín que intenta dormir plácidamente? Este mastín me parece el perro más amoroso de la historia del arte, ¿cómo se llamaría? ¿Era compañero de juegos de la infanta o confidente de Velázquez?


¿Y esa gama de colores aparentemente triste y oscura a la que la luz lateral hace resaltar en mil matices blancos y dorados en el vestido y el cabello de la infanta? ¿Y el pequeño haz de luz en el suelo, al fondo de la estancia? El bastidor, ¿qué cuadro en ejecución está ocultando? Y Velázquez, ¿en qué piensa? Y ¿qué me decís de la niña infanta que parece flotar? ¿Qué fue de ella? Al final se casó con Leopoldo I y fue emperatriz. Murió con 22 años como resultado del sobreparto de su cuarto hijo y está enterrada en Viena.


Dirección y guion: Andrés Sanz
Música: Santiago Rapallo, Javier Adán
Fotografía: Javier Ruiz Gómez



Otros retratos de Margarita Teresa de Austria

Diego Velázquez, 1653
Diego Velázquez, 1656
Autor desconocido, 1656
Diego Velázquez, 1658

Juan Bautista del Mazo, 1660

Gerard du Chateau, 1665

Francisco Ignacio Ruiz de la Iglesia, 1665
De autor desconocido. Entre 1662-1664

De luto por su padre, tenía 14 años. Juan Bautista Martínez del Mazo (1666)
Para ver este cuadro con detalle, aquí

Foto de familia

















lunes, 25 de noviembre de 2019

Cuentos: Invasión de David Roas (2018)


El autor.-
David Roa es especialista en literatura fantástica y de terror y ha escrito varios ensayos sobre teoría de la literatura. También es profesor de literatura en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha publicado varios libros de cuentos y microrrelatos. Otras obras suyas: Bienvenidos a Incaland, Tras los límites de lo real. Una definición de lo fantástico, 201. Lado B, La realidad oculta. Cuentos fantásticos españoles del siglo XX. 

Mi opinión.-
Invasión es un pequeño libro con una variedad de cuentos y microcuentos dentro de él. Todos ellos están traspasados por la sorpresa que puede provocar la cotidianeidad. Las relaciones entre objetos o personas o situaciones que, aparentemente, pueden parecer normales son distorsionadas por la misma normalidad.

Estos diecinueve relatos están dominados por la paradoja, el humor y el trampantojo. Su extensión también es variable, de manera que el autor parece que se haya esforzado en buscar las diferencias, para así despistar todavía más al lector, en lugar de presentar una obra más homogénea. Desde mi punto de vista, me parece una manera muy sugerente de jugar al ratón y al gato con el pobrecillo lector o lectora.

Cerezo rosa
Ha aprovechado también para hacer varios homenajes. Uno de ellos es para uno de los maestros de la literatura fantástica, H.P. Lovecraft, con su relato La casa vacía. Este es el cuento más largo y si tuviera que relacionarlo con una imagen sería con cualquiera de los grabados de M.C. Escher y como ejemplo pongo esta imagen. Es una videoinstalación que encontré en la última exposición de M.C. Escher en Madrid. Y yo estoy en ella, yo estoy en ella, yo estoy en ella, yo estoy en ella, yo estoy en ella. Creo que podéis haceros una idea.


En otros cuentos el terror surge de la inocencia infantil si es que los niños son alguna vez inocentes. Un niño zombi juega en un parque y espera y espera y espera a que el último habitante de un edificio se convierta en su comida. En Trabajos manuales un niño siniestro crea pequeños ataúdes para animalillos y muñecas; pero los ataúdes cada vez son más grandes. Un niño grande juega con muñecas en Amor de madre. Muñecas que su madre le regala y que se rompen y son sustituidas frecuentemente. En Hambre, el sarcasmo toma el relevo del humor negro y un editor de best-sellers de baja calidad tiene que optar literalmente por alimentarse de ellos o devorarse a sí mismo. Otro homenaje es para Mary Shelly y Frankenstein. Agua oscura se llama el cuento.

Mary Shelley, Ilustración de Fernando Vicente.

Mi cuento preferido ha sido sin duda Mitos omitiéndose. Y éste sí que es una broma para el lector. Es un cuento de apenas cinco líneas. Lo lees en un minuto, pero a los diez minutos vuelves a leerlo y entonces lo entiendes y te ríes, ríes, ríes y ríes. Cerezo Rosa, sin embargo no provoca risa pero una vez leído ya nunca volverás a mirar la dentadura de un anciano de la misma manera. Esta colección de cuentos de David Roas es muy interesante. Espero tener tiempo para leer alguno de sus ensayos.




Invasión
David Roas

Ed. Páginas de Espuma.

jueves, 21 de noviembre de 2019

Cine: El silencio de la ciudad blanca de Daniel Calparsoro (2019)


A esta película le pasa como a la de El asesino de los Caprichos de Gerardo Herrero. Además las fui a ver el mismo día, aprovechando la Fiesta del cine, así que puede que en mi cabeza se hayan mezclado las dos. Pues eso, que le pasa lo mismo. La trama personal de los policías, con sus frustraciones, sus miedos y sus agonías, se apodera de la trama policial. Y eso no me gusta porque cambia el género. Ya no se trata de cine negro o policíaco sino de un melodrama con tintes policíacos.


Además de este fallo, lo peor ha sido ver desvelado al asesino psicópata a mitad de película: ¡qué necesidad había de hacerlo! A partir de ahí, ya me dieron ganas de salir del cine. Aunque se mantenga el suspense a la hora de desvelar los motivos de los asesinatos, éstos quedan empañados por los dramas personales de los policías protagonistas. Dramas que, por otra parte, se desarrollan poco.


Un aborto, la muerte de la esposa o la adicción a las drogas, las frustraciones de cada uno de los protagonistas deberían importar poco. A pesar de ocupar gran parte del metraje son muy superficiales y quedan desdibujadas e impiden el correcto desarrollo, imprescindible en un thriller, de la indagación en la personalidad del psicópata y en sus motivaciones íntimas para ejecutar unos asesinatos atroces.


Pienso que guionista y director deberían haber dado un mayor protagonismo a la ciudad de Vitoria. Es interesante que los thrillers salgan del paisaje de las grandes ciudades como Madrid y adquieran características específicas de las ciudades de provincia o, como en este caso debería haber sido, la influencia de un pasado no tan lejano, rural e hipócrita que se cebaba con los más débiles y conducía su vida hacia la violencia y la brutalidad.


Las interpretaciones de todos los actores están muy bien, sin embargo, quedan empantanadas en escenas muy repetitivas que tratan de explicar al espectador, como si fuera tonto, lo que está pasando. Por otra parte, parece que en el montaje final se hayan desechado escenas porque si no no se entienden algunas situaciones que rozan el ridículo. Por ejemplo, la comisaria le dice a su subordinado que tienen que dejar de verse porque su marido lo sabe cuando en la acción apenas han coincidido en el trabajo o haciendo running por la ciudad o en un innecesario-para-la-trama polvo en un portal de apenas 30 segundos. Ese es todo el adulterio que se ve en la peli. En fin, que se trata de la adaptación de un trilogía de novelas y no me han quedado ganas de ver la segunda.


Lo mejor de la película las carlinas pero apenas se explica nada de su significado. En Aragón, especialmente en el Pirineo, se utilizan como espantabrujas, contra la oscuridad y los malos espíritus. Se colocan en las puertas, ventanas y chimeneas para que si las brujas quieren entrar se asusten por su semejanza con el sol. Otros dicen que las brujas son tan curiosas que se entretienen contando sus hojas, se les hace de día y ya no pueden servirse de la oscuridad para atormentar a los mortales. Como está en peligro de extinción no puede cogerse pero yo todavía he visto alguna colgada en las puertas en Bolea (Huesca).


Una carlina en Bolea, Huesca. No sé si la pusieron porque la casa es el número 13
Dirección: Daniel Calparsoro
Guion: Roger Danès, Alfred Pérez Fargas sobre la novela de Eva García Sáenz de Urturi
Música: Fernando Velázquez
Fotografía: Josu Inchaustegui
Intérpretes: Belén Rueda, Javier Rey, Aura Garrido, Manolo Solo, Àlex Brendemühl, Ramón Barea.


lunes, 18 de noviembre de 2019

Cine: El asesino de los Caprichos (2019) de Gerardo Herrero


Las novelas y el cine policíacos tienen dos funciones principales. Por una parte, o son una crítica costumbrista de la sociedad y sus cloacas o se embarcan en la deriva emocional de sus personajes. Lo malo es que, últimamente, las derivas emocionales de los personajes anegan la trama policial que queda como un simple residuo, un paisaje donde los personajes pasean sus frustraciones. No es que esté bien o mal, es que desvirtúa un poco la función de la trama policial. Para mí, todos esos naufragios emocionales deberían estar en un segundo plano.


La pareja policial de la película responde al clásico de poli bueno-poli malo. El poli bueno, el contrapunto de la inspectora Carmen Cobo (Maribel Verdú), es Eva González (Aura Garrido que repite un papel muy parecido en El silencio de la ciudad blanca). Es más joven, equilibrada, con una vida emocional estable, una pareja y dos hijos y todavía algo de inocencia. Todo esto no la hace más ineficaz todo lo contrario. Al final será la que desentrañe los misteriosos asesinatos.


La película resulta entretenida. Sin embargo, si se hubieran potenciado las razones de los asesinatos se hubiera abierto una ventana muy interesante sobre el comercio ilegal de obras de arte o sobre los privilegios, que nunca perderán, de las clases altas. Por una vez, el asesino psicópata no se ceba con indefensas mujeres de clase baja que trabajan la calle y eso debería haber bastado para relacionar la espectacular y sofisticada puesta en escena de los crímenes, reproduciendo los Caprichos de Goya, con un móvil mucho más crematístico.


De todas maneras, lo primero que pensé al terminar de ver esta película es que a la guionista, a mitad de la escritura del guion, le habían dicho que los policías protagonistas iban a ser dos mujeres, en lugar de dos hombres. Visto así, se adaptó el guion que ya tenía escrito y se incluyó una trama de embarazo no deseado para darle un mayor dramatismo.


Supongo que no habrá sido así, pero lo parece. Si por algo destaca el personaje interpretado por Maribel Verdú es por su masculinidad. Y es que no es que resulte ser un sagaz investigador curtido en mil batallas sino que es la que más bebe, la que más fuma, la que más folla, la que más jura, la más borde, la que no tiene vida aparte del trabajo, etc. etc. etc. Todo un cliché de hombre brutalmente palurdo y analfabeto emocional.


Yo me niego a creer que existan mujeres así y si existen, ojalá que sean pocas porque para repetir roles absurdos de hombres desbordados por su masculinidad mal entendida ya están los hombres. Me niego a creer que después de una jornada laboral en las cloacas, una mujer sólo pueda abrir una botella de vino blanco, caliente y barato, que acaba de comprar en el súper y ponerse a ver fotos de un amante intermitente que ahora viene y ahora se va. Espero que una mujer, sobre todo si tiene más de 45 años, sepa gestionar bien su vida emocional y buscarse amantes más satisfactorios y una buena copa de vino blanco. Fresquito.


Dirección: Gerardo Herrero
Guion: Ángela Armero
Música: Vanessa Garde
Fotografía: David Omedes
Intérpretes: Maribel Verdú, Aura Garrido, Daniel Grao, Antonio Velázquez, Roberto Álamo.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Cine: Downton Abbey de Michael Engler (2019)


Soy muy mala espectadora de televisión y especialmente de las series de televisión. Si tienen más de dos temporadas, ya me aburren. Si tienen más de ocho capítulos, bufffff. Si duran más de 50 minutos… En fin, que soy un desastre para los creativos de la televisión.


En su momento vi las dos primeras temporadas de Downton Abbey y empecé a verla sobre todo porque aparecía en ella la excepcional Maggie Smith. Nunca me ha parecido una maravilla de serie, pero no estaba mal. La verdad es que la época en la que está situada me gusta mucho y el vestuario, la ambientación y sus modales tan distinguidos son un puntazo, pero las tramas siempre me han parecido excesivamente sencillas y dignas de un culebrón venezolano. Eso sí, realizado con mucho, mucho, mucho dinero.


No me gusta cuando guionistas y directores me empiezan a marear con tragedias y amoríos y me llevan rebotando de uno a otro como si yo fuera una bola de billar. Entiendo que cuando se elige escribir una serie de este tipo, yo lo llamo de tipo burbuja, donde apenas hay influencia del exterior, la única posibilidad que queda es jugar con las relaciones entre los personajes en ese espacio cerrado.  Criados y señores sufren todo de todo en grado máximo pero, en el último momento, siempre encuentran la salvación: crímenes, enfermedades incurables, violaciones, muertes, robos, secretos inconfesables y todo lo demás que al final me agota.


Aun así, sin muchas expectativas, he ido a ver la película para disfrutar de un té con Maggie Smith. No desmerece en nada a la serie, sin embargo, los guionistas podían haberse currado un guion un poco más sólido y original. Parece que han tenido que, por obligación, contar con todos los personajes de manera que algunos de ellos apenas tienen dos líneas de guion. Se entremezclan las tramas, aunque algunas podían desaparecer tranquilamente y no pasaría nada, y todos tan contentos: amores que van y vienen, hijos secretos, una mínima intriga política, confidencias; un poco de ridículo por aquí y mucho amor por allá entre criados y señores, poca cosa más. Hasta una tarde de té con pastas y batamanta resultaría mucho más picante.


Destaca un trío de damas -o de brujas, depende de cómo lo mires- siendo, sin duda, lo mejor de la película. La condesa viuda de Grantham (Maggie Smith) tiene una cuenta pendiente con su prima, Lady Bagshaw (Imelda Stauton), dama de compañía de la reina. En medio de la refriega, que sin duda se producirá, se coloca como siempre otra excepcional actriz, Penelope Wilton, encargada de atemperar el mal carácter de la condesa viuda. En la serie, también se ocupaba de dar el punto de vista de la burguesía acomodada pero trabajadora; cualidades que no perdió, cuando por matrimonio, fue ascendida a la condición de Lady Merton. Después de unos picotazos con cinismo muy británico, arañazos dialécticos y algún que otro pellizco muy fino y elegante, las cosas volverán a fluir entre las dos enfrentadas. Pero dando, en todo momento, un recital de interpretación y buen hacer.


Queda también un poquito de espacio para la serena y pragmática despedida entre abuela y nieta. La enfermedad y la vejez hacen que Violet le pase el testigo a Mary, la única que puede sustituirla porque es la única con la fortaleza suficiente para defender los derechos del heredero de los Grantham.


Esta vez, me ha parecido especialmente desagradable la devoción, dedicación y servilismo con que los criados se han empecinado en servir a los reyes y a los señores de la casa. Pero las cosas son así en el universo Downton Abbey. Yo, por si acaso, me quedo con todos los vestidos de Lady Mary Crawley y con la lengua afilada que, sin duda, heredará de su abuela Lady Violet Crawley, condesa viuda de Grantham.



Dirección: Michael Engler
Guion: Julian Fellowes
Música: John Lunn
Fotografía: Ben Smithard
Intérpretes: Hugh Bonneville, Michelle Dockery, Maggie Smith, Imelda Staunton, Elizabeth McGovern, Penelope Wilton.



Y... el vestuario de Lady Mary. ¡Esos guantes! 
Oh, my god!