miércoles, 25 de enero de 2023

Obra de teatro: Nuestra Natacha de Alejandro Casona (1934)

El autor.-
Alejandro Casona perteneció a la Generación del 27 y fue maestro además de dramaturgo. Después de la Guerra Civil se exilió y se instaló definitivamente en Argentina. En sus primeras obras exploró la tensión entre la fantasía y la realidad, el deseo poético de evadirse. Se involucró en la existencia de las Misiones Pedagógicas (esta obra es muestra de ello). Volvió a España en los años 1960 y continuó su producción teatral. Pero, entonces, los tiempos habían cambiado y se le consideró un autor demasiado conservador y pasado de moda. Actualmente, sin embargo, en pleno siglo XXI, Nuestra Natacha se sigue representando. Otras obras suyas: La dama del alba (1944), La sirena varada (1934) y El caballero de las espuelas de oro (1962). 

Mi opinión.-
Casona se inspiró en su madre, maestra e inspectora de enseñanza primaria, para crear el personaje de Natacha y, también, en esos jóvenes, chicos y chicas, especialmente chicas, que se habían criado durante la Dictadura de Primo de Rivera, un momento histórico en el que se dio mucha importancia a la educación de la infancia y la juventud. En definitiva, una generación que, a partir de 1936, sería brutalmente masacrada o condenada al exilio. Pocos de ellos podrían poner en marcha sus iniciales proyectos vitales.

Natacha es una huérfana que ha conseguido doctorarse en pedagogía en los años 1930, en España, gracias a su padrino. Es una joven apasionada y vitalista que intenta, por todos los medios, educar de otra manera. De una manera muy distinta a como ella misma fue tratada en ese mismo orfanato del que ahora va a ser directora.

Natacha está rodeada de personajes tan entusiastas como ella y de otros que siguen el modelo más tradicional de la letra con sangre entra. Entre los personajes entusiastas está Lalo, aparentemente un tarambana. Se define como individualista y robinsoniano y Natacha le considera una fuerza desorientada pero, al fin y al cabo una fuerza que debería encontrar un cauce social para tanta vida que le desborda; podría ser, si esto existiera, un profesor de optimismo. Sin embargo, Lalo lo que querría sería seguir estudiando eternamente para eludir las responsabilidades de la adultez, aunque terminará madurando. Está enamorado de Natacha y pondrá a su disposición una alquería para iniciar su nuevo proyecto pedagógico, la creación de una granja educacional para huérfanos sin recursos que sustituirá al Reformatorio de las Damas Azules. Flora y Mario son otros dos personajes luminosos. Marga es una de las educandas, la más conflictiva. Habitualmente está castigada por todo tipo de rebeldías aunque sus deseos de libertad sólo la llevan a querer caminar. Es el personaje que nos recuerda cómo debió ser la infancia y adolescencia de Natacha y, al haber sufrido un abuso sexual por parte de un señorito, le da la oportunidad al autor para criticar esa clase social que quería mantener el sometimiento y violencia sexual contra las mujeres pobres.

Natacha empieza su labor como directora del reformatorio y empiezan los problemas. Frente a la disciplina, ella utiliza la persuasión y frente a la domesticación por el castigo, la responsabilidad por la educación. Pero la marquesa, presidenta del patronato que sostiene a la institución, será la encargada de comunicarle su cese porque los cambios son demasiado revolucionarios y así se verá obligada a empezar su proyecto más personal en la alquería de Lalo ayudada por sus amigos.

Se considera esta obra como una fábula pedagógica y respecto a ello os recomiendo leer este artículo de Raquel Gutiérrez Sebastián y Borja Rodríguez Gutiérrez que he encontrado en la red, Dos fábulas pedagógicas con 70 años de diferencia. De Nuestra Natacha (1935) a Los chicos del coro (2004).

Aunque, como ya he dicho, la obra rezuma vitalidad y entusiasmo y la  convicción ciega e idealista de que la educación puede cambiarlo todo, yo no podía dejar de pensar que seis meses después de su estreno en Madrid estallaría la Guerra Civil (tal y como el autor anuncia ya en el Acto I) y todo ese entusiasmo y deseo de cambio y progreso quedaría ahogado en sangre.  


Nuestra Natacha
Alejandro Casona
Ed. Castalia 

miércoles, 18 de enero de 2023

Balance: Libros leídos en 2022

Nunca dejo balance de los libros leídos el año anterior. Este año me apetece hacerlo. He leído 29 libros y creo que de todos he publicado una reseña en este blog. La mayoría son novelas y también algún ensayo y obras de teatro e incluso uno divulgativo sobre nuestro aparato intestinal. Algunos me han gustado mucho, otros menos y sólo me he dejado sin terminar dos: Austral de Carlos Fonseca y El resto del mundo rima de Carolina Bello.

El primero, Austral, lo tengo pendiente pero lo terminaré de leer. Es de trama complicada y muy densa pero me gusta mucho. Me parece muy interesante. Sólo espero que llegue el verano para poder continuarlo.

Sin embargo, tengo muy claro que no voy a terminar El resto del mundo rima. Me parece un libro interesante de una joven autora pero no me atrae. Carolina Bello, desde mi punto de vista, cuida mucho el lenguaje y su escritura resulta muy poética y elegante: El impulso del agua contra las piedras lacustres es como cuando se revuelve un alhajero (pg.40). Pero, cuando cierro el libro después de un rato leyendo no volvería a abrirlo. Deja de interesarme lo que les pasa a los personajes. Incluso, a veces, me parece que los capítulos podían funcionar mejor como pequeños relatos independientes. Supongo que la trama tiene una carga simbólica que no acabo de percibir y por eso no conecto con el libro.

A ver si me supero para el 2023. Aquí va el listado, del que más me ha gustado al que menos:

miércoles, 11 de enero de 2023

Ensayo histórico: Contra Armada de Luis Gorrochategui (2020)

El autor.-
Luis Gorrochategui es graduado en Filosofía y profesor en un instituto de educación secundaria. Ha publicado numerosos artículos y varios libros. Forma parte de la Orden de Caballeros de María Pita y de la Asociación Gran Armada, entre otras. Otros libros suyos: Expedición a las Molucas (1999), La guerra de la Sirena. Nueva perspectiva de María Pita (2002), La rebelión de los PIGS. La verdad oculta de la crisis y el saqueo del sur de Europa (2013). 

Mi opinión.-
Pocos ensayos históricos he leído pero creo que voy a reservar un tiempo especial para continuar leyendo este tipo de literatura. En parte, porque la EGB ya que me queda un poco lejana y tengo que refrescar cada vez más cosas y además, porque entonces todavía el estudio de la historia podía estar manipulado con fines que ideológicamente no coinciden con los míos. Pero hay una segunda razón que me parece más urgente. Y sería que los españoles dejásemos de fustigarnos con nuestra historia y no sirviésemos a no sé qué intereses que pretenden seguir alimentando LA Leyenda Negra. Así que cuánto más y mejor conozcamos nuestra historia, libre de arquetipos y de prejuicios, mucho mejor.

Todos conocíamos la derrota de la Gran Armada en 1588, la Invencible, pero pocos sabemos situarla en su contexto general, la guerra anglo-española de 1585-1604 (19 años de guerra en diferentes frentes que terminaron con la firma de la paz de Londres entre los sucesores de Felipe II e Isabel I) y muchos menos sabemos de la reacción de Isabel I un año después. Eso es lo que podemos encontrar en este libro, la Contra Armada, una flota de 180 barcos y 27.667 hombres (50 barcos más que la Gran Armada), que también fracasaría. Fue enviada por Isabel en 1589 contra las costas españolas con tres objetivos principales: destruir a la Gran Armada que estaba en reconstrucción, tomar Lisboa y entronizar al Prior de Crato como rey, para así controlar el imperio portugués e incordiar a la monarquía española desde la misma Península y tomar las Azores para impedir el comercio español con las Américas.

Nos situamos. La Monarquía Hispánica era lo que Immanuel Wallerstein ha llamado el único Imperio-Mundo que ha existido hasta la fecha e Inglaterra era una potencia en ascenso que se deleitaba desafiando el orden mundial existente, en Europa, África o América. Perseguía a los católicos ingleses y alimentaba la inquina contra los españoles en Flandes; y trataba de interceptar y controlar el comercio con las Américas rompiendo así el monopolio español.

Y Felipe II hacía todo lo posible por frenar a esa incordiante Inglaterra. Para ello se preparó la Gran Armada, tal y como el autor resume en la primera parte de este libro. Ya sabemos cómo acabó, aunque Gorrochategui da una lectura diferente a la habitual respecto a la repercusión de este hecho. Si no he entendido mal, puede decirse que la Gran Armada nunca fue derrotada, puesto que siempre presentó batalla y los buques que se perdieron no lo hicieron por ser atrapados por la flota inglesa, sino por las galernas. Además sus bajas en efectivos humanos, aunque todas lamentables, fueron apenas de un 7-8% del total. Ese fracaso, por supuesto, envalentonó todavía más a los piratas y corsarios ingleses y a su reina, aunque tampoco las cosas terminarían como ellos querían y su derrota fue incluso superior. ¿Entonces por qué la gran repercusión del fracaso de la Gran Armada?

La tesis que mantiene el autor es que, a pesar de que la derrota inglesa fue muy superior, se recuerda constantemente la anterior derrota española porque España no supo o no quiso mantener un aparato de propaganda destinado a loar sus logros y ocultar sus fracasos como sí lo hizo Inglaterra.

La segunda parte, el grueso del libro, es la que se dedica a las acciones de la Contra Armada. Está muy documentada y escrita con gran pasión. Incluye una descripción detallada de las batallas, ataques y escaramuzas por parte de los ingleses y de la defensa de los españoles, con planos de situación y fotografías. También habla de todo un “ejército de mujeres” dedicado a preparar las defensas de la ciudad. Y entre ellas, menciona especialmente a María Pita que, durante la defensa de La Coruña, mató a un alférez inglés que casi había logrado entrar en la ciudad y seguía animando a los suyos a que le siguieran. Después de estos hechos Felipe II le concedió una pensión equivalente al sueldo de un alférez más cinco escudos mensuales y un permiso especial para exportar mulas de España a Portugal. Sin embargo, el autor también menciona que su hazaña empezó a desaparecer de la historia. Y es que pasa siempre. Siempre ha habido mujeres destacadas pero, al final, la historia las va olvidando. No sé por qué.

Después de este desastre la guerra siguió, en varios frentes a la vez. En Francia, aliada de España entonces, entre protestantes y católicos hasta que Enrique de Navarra dijo aquello de París y la misa y volvió a la Iglesia Católica; en los Países Bajos, Inglaterra siguió intrigando a favor de los protestantes; pero lo que más le interesaba era el comercio con las Américas y siguió atacando y utilizando el corso como sólo ella sabía (sabe) hacer; y Felipe II, el rey prudente, el rey papelero, no respondía sin más a las provocaciones sino que medía muy bien los tiempos y actuaba cuando creía que debía actuar. Con el mejor servicio de espías de la época acudía allí donde se le atacase. Creo que fue antes de todo esto, aunque no aparece en el libro, cuando Felipe II organizó un magnicidio contra Isabel I, a través del embajador-espía de España en Inglaterra. Posiblemente un trastatatatatatarabuelo mío, Guerau de Espés. En fin, un esfuerzo agotador.

Al final se firmó la paz con Inglaterra en 1604. Los ingleses pidieron el libre comercio con América a lo que Felipe III se negó, pero hizo otras concesiones y también la vista gorda de vez en cuando. Felipe II había muerto en 1598 e Isabel I en 1603, dejando como heredero a Jacobo I Estuardo, católico. El cambio generacional y la vuelta al catolicismo de Inglaterra facilitaron mucho las cosas, aunque se mantuvo como principal un escenario de guerra que hasta entonces había sido secundario, los Países Bajos.

Resulta muy interesante también el Epílogo de este libro. Sobre todo en lo relacionado con el afán de la historiografía europea de negar lo hispánico. Y eso tiene que ver con considerar como ciencia inmutable y objetiva a un corpus de estudios y opiniones que, en realidad, sirve a intereses distintos a los del puro acercamiento a la verdad y el conocimiento. En este caso, quien ha llevado la batuta y elegido lo que merecía pasar a la historia y lo que no ha sido la historiografía anglosajona que se impone en el XIX (y sigue en el XXI, con su dominio de la cultura popular a través de cine y televisión). Historiografía que tenía una finalidad muy clara: ensalzar la gloria del Imperio Británico que estaba consolidándose en el siglo XIX a costa de exaltar los fracasos del Imperio Español en decadencia. Así, se pone el inicio de la decadencia española en la derrota de la Gran Armada, cuando, en realidad, no lo fue. Al contrario, la posterior derrota de la Contra Armada inglesa supuso ganancia de tiempo para Felipe II, un tiempo que invirtió en la construcción y modernización naval necesarias para seguir dominando los mares dos siglos más. Propaganda. No hay más.

¿Qué hacer con la propaganda? Pues no queda otra que equilibrar esta corriente de pensamiento dando a conocer los hechos y la documentación histórica que, para el reinado de Felipe II, es bastante abundante. Así lo hace este libro, traducido a la lengua de la pérfida Albión en 2018 y que ha obtenido buenas críticas allí.

Recomiendo su lectura sin dudarlo. Y si alguna falta hay que sacar diré que odio que las notas al pie de página, que como su nombre indica deberían estar a pie de página, estén al final del libro. Nunca, nunca he podido soportarlo. A leer.


Luis Gorrochategui
Contra Armada. 
La mayor victoria de España sobre Inglaterra
Ed. Crítica. 

miércoles, 4 de enero de 2023

Novela: La llama de Focea de Lorenzo Silva (2022)

El autor.-
Lorenzo Silva estudio derecho y ejerció como abogado durante bastantes años. Sin embargo, su vocación literaria terminó ganando. Ha escrito principalmente novela, pero también poesía, algún ensayo y un par de libros de viajes. También ha sido guionista de cine y colabora habitualmente en la prensa. De la serie de Bevilacqua y Chamorro lleva ya escritas trece novelas; bueno dos son libros de relatos. Otras obras suyas: Historia del Marruecos español, Del Rif al Yebala. Viaje al sueño y la pesadilla de Marruecos, Trilogía de Getafe. 

Mi opinión.-
No voy a engañar a nadie. Esta es la novela que menos me ha gustado de la serie de Bevilacqua y Chamorro y por varias y diferentes razones. En primer lugar, por el papel casi irrelevante de Chamorro, algo que no es la primera vez que pasa. No sé si el autor está pensando en la jubilación de Vila y la posible sustitución de esta saga por otra en la que Chamorro sea la protagonista absoluta. No creo que sea así, pero a mí, en estas condiciones, me parece un personaje realmente desperdiciado. Otra posible respuesta a esta “invisibilidad” de Chamorro sea un cierto sesgo machista, manifestado consciente o inconscientemente por el autor.

En segundo lugar, esta novela resulta repetitiva respecto a otras dos: La marca del meridiano y La reina sin espejo. No está mal que Vila recuerde situaciones y personajes de su vida, es decir de otras novelas, y que, además, lo haga no exactamente igual, pero la intercalación constante de un capítulo del pasado entre dos capítulos del presente, me ha parecido excesiva. Supongo que el autor habrá sido consciente de esta repetición y habrá querido cautivar a nuevos lectores que no conociesen ni la historia de amor y desastre que vivió Vila en Barcelona y que, treinta años después todavía no ha superado, ni su aprendizaje como novato, tentado por el lado oscuro, en la Policía Judicial. Se repiten incluso algunos personajes brevemente pero casi con una intención moralizante, como es el caso del escritor Altavella que nos suelta una “chapa” considerable. ¿Esperábamos, quizá, que Anna estuviese libre y éste fuese el reinicio de su historia de amor? Por mi parte no, pero igual hubiese sido mejor.

En tercer lugar, Vila y Chamorro, la invisible, tienen que resolver un caso, puesto que para eso se trata de una novela policíaca. Esta vez es el asesinato de una peregrina catalana en el Camino de Santiago, aunque el lugar del crimen aquí es totalmente irrelevante y secundario. Yo, me había hecho a la idea de que Vila, mejor dicho el autor, aprovecharía en esta novela para reflexionar sobre las similitudes de la vida y el Camino de Santiago, ya que Vila es tan dado a darles vueltas a las cosas y a relacionar los acontecimientos del presente con el pasado, incluso remoto. Pero, no fue así. Una vez situado el crimen y echado un vistazo al lugar, Vila sale de allí casi para no volver. Esto mismo me pasó con La reina sin espejo. Me pareció que al cometerse el asesinato en un pueblo de Aragón, el autor aprovecharía para analizar la idiosincrasia particular, pero parece que Lorenzo Silva, sólo está interesado en Madrid y Barcelona.

Como decía, esta vez la joven asesinada es catalana aunque lleve en la muñeca una bandera de España y haya decidido hacer el Camino por una cierta rebeldía juvenil y casi por motivos políticos. Es hija de un independentista barcelonés que, además, está siendo investigado por la Guardia Civil (no por Vila) por sus vinculaciones más que profundas y por sus negocios más que turbios que de alguna manera tienen relación con el Procès. Y este ha sido el cuarto punto que no acaba de convencerme.

Vila siente nostalgia por la Barcelona de los Juegos Olímpicos que conoció de joven. Fue y será su ciudad. Y para hacerse con ella, el joven guardia civil de los años 1990 no tuvo reparos en empaparse de la “pretendidamente diferente” cultura catalana, de “…la impronta cosmopolita de la urbe portuaria, frente al ambiente cerrado de la capital administrativa" (pg.82). Así, pasan dos cosas: una, Vila y el autor identifican Barcelona con Cataluña (olvidándose de las peculiaridades y ranciedad de las otras provincias) y dos, manifiestan también esa contumaz insistencia en comprar el relato, propagado por los independentistas catalanes, del secular conflicto entre Cataluña y el resto del Estado, personificado en Madrid.

Un conflicto recurrente que da igual que tenga su origen en la España de los Reyes Católicos o en la República de 1931 (que los catalanes tanto contribuyeron a recentar); en la España de la Guerra de Sucesión o de la represión franquista; durante la Ilustración o en la Transición de finales del siglo XX; la España de las guerras coloniales o, para terminar, la de los años 2020, con un nivel de autonomía administrativa y autogobierno político como no se da en ningún otro país de Europa. Siempre el conflicto entre España y, eso sí, en el otro rincón del ring siempre está la pobre y subyugada Cataluña (en realidad, Barcelona) objeto de innumerables, brutales y seculares agravios:  que si el aeropuerto del Prat, que si el Estatut invalidado por el Tribunal Constitucional, que si la prohibición del catalán, que si sí que si no, que Madrid y España nunca ha entendido a Cataluña y que si tal.

Desde mi punto de vista, éste es uno de los grandes errores de esta novela. Lorenzo Silva y/o Vila se posicionan (y me parece muy bien) pero evitan poner en el mismo plano que todo lo anterior, y ha mí me parece muy relevante, que Cataluña nunca ha sido una entidad independiente y que, consecuentemente llora por una independencia y libertad perdidas que nunca tuvo. Sin embargo, para no pillarse los dedos, en lugar de decir todo esto “personalmente” reproducen las ideas del historiador Vicens Vives. Aquí van algunos ejemplos: la “expansión catalana [por el Mediterráneo] de los siglos XIV y XV, [fue] tan exitosa que al final había acabado resultando… nociva para Cataluña…una sociedad tan próspera, a cuenta de las rentas de Italia, que vivió con desinterés… la conquista de América…” (pg. 96); y otra, “… en el siglo XV Cataluña apostó… por unirse a Castilla porque era… lo que más le convenía frente a… convertirse en la chacha de Francia…" (pg. 196). En ningún momento, Silva menciona que esa expansión por el Mediterráneo o la unión con Castilla se hace por decisión y voluntad del rey de la Corona de Aragón no de Cataluña, que ni era independiente, para tomar esas decisiones, ni estaba unificada, ni tenía la extensión actual ni sus límites. A mí se me ocurriría preguntar, si el rey o los sucesivos reyes tomaron esas decisiones para todo el territorio de su soberanía ¿tenía Cataluña otra opción que asumirlas?, podría levantarse contra el rey de Aragón, por supuesto, ¿pero le sería conveniente?, ¿debería haberse enfrentado a Castilla?, ¿o mucho mejor rebelarse contra los dos y después contra Francia? No soy historiadora pero creo que sería mucho más fiel a la historia afirmar que Cataluña no decidió expandirse por el Mediterráneo y que tampoco decidió unirse a Castilla. Alguien poco informado caería en la trampa de creer que Cataluña tomaba decisiones porque era independiente, ¿no? ¿Será esa la intención del separatismo catalán?

Sigue también reproduciendo la afirmación de Vicens Vives que resalta como rasgo netamente catalán, el pactismo. Sin embargo, es bien sabido (o debería serlo) que en derecho aragonés ya se menciona que “En Aragón fueron antes leyes que reyes” y que el juramento de los reyes de Aragón iba precedido de esta afirmación de los nobles: “Nos, que somos y valemos tanto como vos, pero juntos más que vos, os hacemos Principal, Rey y Señor entre los iguales, con tal que guardéis nuestros fueros y libertades; y si no, no”. Y siguen, en la novela, otro montoncillo de frases que evitaré mencionar para no cansar y que comienzan con España y Cataluña o Cataluña y España, cuando lo correcto hubiese sido y seguirá siendo afirmar el resto de España y Cataluña o Cataluña y el resto de España

En fin, que no tenemos que tragar sin digerir el relato separatista catalán. Que no tenemos que pensar que el encaje de Cataluña en el Reino de España ofrece dificultades porque cuando Cataluña saca rentabilidad de ese encaje no tiene ningún problema en encajar. Quizá sería conveniente empezar a pensar que, en realidad, Cataluña nunca ha querido ni quiere ser independiente sino que su objetivo es mantener su ventaja comparativa respecto a las otras comunidades autónomas, conseguida y consolidada en los últimos 150 años por su capacidad para abrir y cerrar la espita del conflicto cuando más le interesa y que suele coincidir en el momento en que el resto de España está sufriendo alguna crisis.

Un conflicto que siempre es artificialmente creado desde el poder por una minoría catalana insolidaria y filonazi, arrogante y supremacista, burguesa y codiciosa. Una elite que no duda en descalificar a quienes no se tragan ese relato inventado de agravios históricos por los que España debe pedir perdón a todo el mundo mundial y especialmente a esa Cataluña, en realidad, tan rancia. Parece que Lorenzo Silva no ha sido consciente de que los catalanes han creado insultos especiales para el resto de los españoles durante los últimos 100 años: de charnego a ñordo. Para los españoles más vulnerables, para los que emigraban para buscarse la vida porque en sus lugares de origen no existía esa posibilidad. Sin embargo, Vila se ha propuesto ya empezar a pedir perdón a esa sensibilidad catalana tan a flor de piel: “El catalán,…, lo hablaban muchos, sin dar nunca esa sensación de pretender poner a distancia a los castellanoparlantes” (pg. 40). Buffffff.

En definitiva, lo relativo a la resolución del asesinato de la chica poco importa. Al final, el asunto se resuelve por una carambola en la que aparecen unos rusos muy simpáticos y colaboradores que pasaban por allí y eran amigos/socios del padre y parece que manejan el cotarro delictivo pero en realidad no, porque sólo son hombres de negocios y no se dedican a espolear revoluciones entre españoles porque entre españoles, ya se sabe, no necesitamos a nadie que nos azuce a darnos de coscorrones. Y además va y dice uno de los rusos “Piensa que esto es una partida de ajedrez. Si tu rival es tan idiota como para darse jaque a sí mismo, ¿cómo vas a dejar de mover tus piezas para favorecerlo? Por supuesto, sin comprometerte más de la cuenta” (pg. 523). Inteligencia rusa y cazurrería española o catalana. Pues, lo que decía, por esa carambola rusa se resuelve el crimen de manera que alguien carga con la muerta y no lo pagará con la cárcel. En lo que respecta al padre, los de la secreta, también le trincan aunque la mayoría de documentos comprometedores se han “perdido” por obra y gracia de los rusos. En el juicio, probablemente le tocarán unos años en la cárcel pero con un buen abogado y buen comportamiento y con la reforma de los delitos de sedición y malversación que se está tramando seguro que serán pocos. Lo peor es la pérdida de su hija; irremediable. A los demás, y a pesar de que queramos aproximarnos a Cataluña con una delicadeza exquisita, no nos queda más que esperar la próxima asonada catalaneta. Que, por supuesto, coincidirá con algún período de crisis. Zarpazo va, zarpazo viene. Eso es Cataluña para el resto de España.

¿Recomiendo la novela? Si, por supuesto. Las reflexiones de Vila siempre son muy interesantes. Mesuradas y llenas de emoción, razón y pesioptimismo a partes iguales. Y también la recomiendo por el homenaje sentido que Lorenzo Silva hace a Domingo Villar, también autor de novela policíaca muerto recientemente y al que tengo pendiente de lectura. Eso sí, recomiendo la novela a la espera de una próxima saga protagonizada por Chamorro.

 

Serie Bevilacqua y Chamorro:

 

 

La llama de Focea
Lorenzo Silva
Destino