Aunque la exposición terminó hace tiempo merece una reseña.
Mons Dei, la
montaña de Dios, es la última exposición de Las
Edades del Hombre (deberían empezar a pensar en cambiar este nombre). Se
llevó a cabo en Aguilar de Campoo, en la iglesia de Santa Cecilia y en la
colegiata de San Miguel. Dos sedes relacionadas con el tan alabado románico de
la Montaña Palentina, del que hablaré en otro post; esta comarca del
norte de la provincia va consolidándose como destino de turismo rural.
Van pasando los años, esta es la vigésimotercera edición, y
parece que las piezas expuestas pierden calidad. Sin embargo, yo creo que no
hay mejor excusa para esforzarnos en conocer el interior de la península que
este tipo de exposiciones que unen, cultura, religión y una historia compartida
aunque, a veces, conflictiva.
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La iglesia de Santa Cecilia, al pie del castillo |
La exposición comienza en la iglesia de Santa Cecilia, a los
pies del castillo, fue construida entre los siglos XII y XIII y destaca en ella
un capitel que representa la matanza de los inocentes; especialmente delicadas
son las cotas de malla de los soldados. La otra sede, la colegiata de San Miguel Arcángel está
en el centro de la población. Excepto una capilla del siglo XII, el resto del
edificio está construido en estilo gótico del siglo XIV.
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La colegiata de San Miguel Arcángel |
Para los que nos gusta el senderismo subir la montaña es el
esfuerzo gratificante. Sin embargo, tiene también otros muchos significados. La
montaña puede ser frontera o muralla, lugar de sacrificio pero también defensa;
zona de paso y de encuentro; un lugar para mirar pausadamente la pequeñez de la
vida cotidiana y también aquél que guarda en su interior la furia del infierno.
En todas las religiones y en todos los tiempos, recorrer la montaña ha tenido su
simbolismo particular y por ello, en esta exposición, han tenido cabida también un especial sitio estas diferentes expresiones.
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La plaza Mayor de Aguilar de Campoo |
El monte Fuji está a unos 100 kilómetros de Tokio y es la
montaña más alta de Japón. En realidad, es un volcán dormido y siempre ha sido
venerado. La diosa del monte Fuji se llama Sengen Sama. Este grabado y una caja
lacada del período Edo, siglo XIX, representan esta montaña.
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Utagawa Hiroshige, 1852-1853. Grabado sobre papel |
De China llegó esta preciosa escultura que representa una
montaña sagrada que da cobijo a un pequeño pueblo o quizá a las cabañas de
santos o ascetas. Ya desde el siglo V a.C. se extendió el culto a cinco
montañas sagradas. En una de ellas el monte Tai-Shan la ascensión se realiza
por medio de una escalera esculpida en la propia piedra y conduce por la Puerta del Cielo hacia las nubes. Lugar
privilegiado para huir del mundo y consagrarse a la oración y la meditación.
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Anónimo, 1862-1874. Esteatita esculpida |
Deslumbrado por la grandiosidad de la montaña el hombre se
ve impulsado a imitarla. Ese es el origen de Babel, crear una torre que alcance
al cielo para vigilar a la divinidad. En realidad, lo que se encuentra es la
soberbia humana que conduce a la confusión. Hanoos Hanoos es un artista iraquí
y retoma en esta pintura el mito babélico, considerado una iconografía
universal en un mundo confuso y eternamente cambiante.
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Hanoos Hanoos, 2010. Técnica mixta |
Moisés entre Aarón y
Jur es un capitel procedente de la iglesia de Santa María la Nueva de
Zamora y actualmente está en el Museo Diocesano de la misma ciudad. Durante la
batalla de Josué contra los amalecitas, Moisés, Aarón y Jur subieron a una montaña
para buscar la ayuda de Dios. Mientras Moisés tendía sus brazos hacia el cielo,
la batalla era favorable a los israelíes. Pero cuando se cansaba y bajaba los
brazos éstos perdían. Así que Aarón y Jur decidieron sujetar sus brazos hasta
que los israelíes vencieron en la batalla (Éxodo 17, 8-16). Es un capitel
realizado muy toscamente en la primera mitad del siglo XII pero quizá su
esquematismo sea su principal virtud.
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Autor desconocido, primera mitad siglo XII. Piedra labrada |
Esta pieza forma parte del retablo mayor de la capilla de
Santa Ana en la catedral de Burgos. Es obra de Gil de Siloé de 1486 y narra la
entrega de María al Templo cuando tiene apenas tres años, recibida en la puerta
por un ángel que le enseña a leer. La perspectiva, muy forzada, se forma con los diferentes tamaños de las figuras.
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Gil de Siloé, 1486-1492. Madera tallada |
No podían faltar varias alusiones a El sermón de la montaña, el ideario, una declaración programática para
cualquier cristiano. Elijo ésta por su tratamiento hiperrealista realizado
expresamente para esta exposición por Antonio Guzmán Capel que se inspiró en un
paisaje palentino, en Salinas de Pisuerga. Verdes y azules en pinceladas ligeras
y muy sueltas.
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Antonio Guzmán Capel, 2017-2018. Técnica mixta |
El monte es también lugar de muerte. El monte Calvario. Este
Cristo Crucificado es una escultura
de Victorio Macho, artista palentino del siglo pasado. La cruz en forma de tau
hace posible que desaparezca la cartela para la inscripción INRI que se
traslada al travesaño. El Cristo mantiene en la muerte una serena belleza y
queda completamente alejado de los cristos barrocos castellanos.
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Victorio Macho, 1924. Bronce y madera |
Se ha trasladado especialmente para esta exposición la pila
bautismal de Redecilla del Camino en Burgos, de la iglesia de Nuestra Señora de
la Calle. Yo la vi mientras hacía el camino de Santiago y ha sido una sorpresa
encontrarla aquí. Representa a la Jerusalén celestial y es de finales del siglo
XII. Aquí más cosas sobre el Camino de Santiago a su paso por Palencia,
Camino Francés.
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Autor desconocido, finales siglo XII. Piedra caliza esculpida. Alto y bajo relieves. |
Se expone también un Martirio
de San Sebastián de El Greco que normalmente está en la sala capitular de
la catedral de Palencia. Preciosa gama de azules, aunque no se puedan apreciar
en esta foto.
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El Greco, 1580. Óleo sobre lienzo. |
Se pueden ver muchas más piezas de orfebrería, escultura y pintura. Para mí, sin lugar a dudas, la más sorprendente es esta pintura de Juan de Flandes. De La oración en el huerto hay tres
versiones. Poco se conoce de una de ellas que pertenece a una colección
particular en Suiza pero las otras dos están en España. Una pertenece al Museo
del Prado y la otra, la expuesta aquí, forma parte del retablo mayor de la
catedral de Palencia (que se merece un post exclusivo). En esta última pieza
Cristo está arrodillado en primer plano, de espaldas al visitante, y orando
frente a un cáliz que representa a Dios Padre. Es un momento de máxima angustia que
se refleja en el perfil de Cristo y en la disposición, por toda su túnica de color azul oscuro, de
minúsculas gotas de sangre que provienen de su sudor. Es la soledad del hombre que va a morir,
traicionado por Judas, al cual podemos ver al fondo de la imagen con la bolsa de las monedas en la mano, mientras los discípulos duermen plácidamente. Hay
también un Noli me tangere del mismo
autor y también perteneciente al retablo de la catedral, pero la oración en el huerto es la que más me
impresionó de toda la exposición. Juan de Flandes había sido el pintor
preferido de Isabel la Católica y no me extraña.
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La oración en el huerto, 1518. Óleo sobre madera de tilo |
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Detalles. El sudor de sangre resbala por la ropa |
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Detalle del paisaje |
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Noli me tangere en su ubicación original, 1518. Juan de Flandes |
Esta exposición lamentablemente ya ha terminado. Me queda como consuelo el catálogo excelentemente editado. La próxima será en Lerma (Toledo) con los ángeles como hilo
conductor. Ya me gustaría que en ella se utilizase el lenguaje inclusivo pero creo que no será así. No sería tan difícil cambiar Las Edades del Hombre por Las Edades de la Humanidad.
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Detalle del capitel de la matanza de los inocentes. Iglesia de Santa Cecilia. |