Aprovechando que este curso no me he matriculado en el
segundo cuatrimestre, he decidido hacer turismo cultural por Zaragoza. Es
normal que no conozcamos, turísticamente, la ciudad donde vivimos, porque
pensamos que siempre tendremos tiempo para hacerlo pero yo he decidido no
posponerlo más y cada mes voy a hacer una visita cultural. Si es guiada, mucho mejor.
Tengo que dejar que mis ojos descansen de tanta lectura y escuchar las
explicaciones de una guía es mucho más rápido y, en esta ocasión, mucho más
divertido.
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La Seo, donde empezamos la visita |
Como recientemente en Zaragoza, conmemoramos la
Cincomarzada, gozARTE (gozarte.net),
preparó una visita llamada Zaragoza en
armas. Se propone “viajar al pasado” para encontrar las claves del carácter
rebelde de los zaragozanos. Un carácter rebelde, conocido fundamentalmente por
la resistencia ofrecida frente a la invasión del ejército de Napoleón, pero que
tiene un origen mucho más lejano en el tiempo.
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Una calle del Arrabal |
Lo lamentable es que los edificios relacionados con los
episodios de rebeldía zaragozana ya no existen, precisamente por la violencia y
destrucción ejercida durante la Guerra de la Independencia. Pero también es
bueno poder imaginar cómo fueron y cómo era la ciudad entonces.
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Palafox retratado por Goya |
Creo que fue Palafox, héroe de la Guerra de la
Independencia, quien dijo que A Zaragoza
la defiende su gente. Y llevamos tan incrustado en el ADN esta obligación
de defenderla que a la mínima saltamos. Pero lo que hoy consideramos rebeldía,
si nos remontamos en el tiempo (lo que hicimos en esta visita guiada),
entenderemos que era un derecho concedido por privilegio real.
Hasta el año 1110, Saraqusta había sido capital de la taifa
del mismo nombre. En ese año fue conquistada por los almorávides que, una vez
en Zaragoza, empezaron a olvidar su rigorismo islámico y a dejarse seducir por
la buena vida, la música y la poesía de la ciudad. El Batallador aprovechó ese momento de debilidad almorávide para conquistar la ciudad con ayuda de cruzados franceses y también de las órdenes
militares. Era diciembre de 1118. Pero claro quedó como región fronteriza y
aunque parte de la población musulmana se quedó en la ciudad, el rey necesitaba
repoblarla con cristianos venidos de Francia.
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Alfonso I, el Batallador |
Como no era muy fácil convencer a la gente para irse a vivir
a una zona conflictiva, el rey tuvo que otorgar privilegios a los nuevos
ciudadanos de Zaragoza. Así comenzaron los fueros (que siglos más tarde otro
rey, que por ello no nos cae muy bien, derogaría). Pero además de los fueros,
que otras ciudades también tuvieron, Zaragoza disfrutaba, en exclusiva, desde
1129 del Privilegio de los veinte,
que autorizaba a los zaragozanos a perseguir a quien les hubiera causado daño,
en su persona o en sus bienes y a ir contra el ofensor y sus propiedades,
aunque estuvieran fuera de la ciudad. Se llamaba de los veinte porque el
gobierno municipal de la ciudad estaba encomendado a los veinte mejores hombres y estos eran los encargados de autorizar la respuesta del ofendido. En la esquina de las calles Santiago y don Jaime, estaba la parroquia de Santiago el Mayor, en cuyo atrio se reunía este concejo de la ciudad y donde administraba justicia. Esta cruz de piedra indica el lugar donde estuvo.
Así que, apoyándose en este derecho los zaragozanos podían defenderse de las ofensas e injusticias. Pero lo que en principio se pensó para
ofensas particulares, acabó ejerciéndose de manera colectiva también y aquí
parece estar el germen de la rebeldía zaragozana, manifestada en otras épocas y
que hoy, como nuestra guía dijo y yo estoy de acuerdo con ella, está olvidada y
debería recuperarse.
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Carlos III |
En 1766, se produjo otro episodio de rebeldía contra un
abuso de poder. Carlos III, el “mejor alcalde de Madrid”, fue un rey ilustrado involucrado en gran cantidad de reformas básicas para la ciudad y en la
modernización del país. Por ejemplo, planes de saneamiento, alumbrado y el trazado de las calles para convertir la ciudad en un espacio más saludable. Esquilache,
un noble italiano, se convirtió en su colaborador para llevar a cabo estas
modernizaciones. Ha pasado a la historia por querer alterar la indumentaria de
los madrileños, pero en realidad el famoso motín tuvo también otras causas.
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Esquilache |
La corte vivía en el lujo y la opulencia y el pueblo moría
de hambre y enfermedades. El precio del trigo subía sin cesar y además, los
mercaderes, llevados por su codicia, acumulaban las existencias para seguir
manteniendo la subida del precio. Los zaragozanos dijeron basta. Se empezaron a
colgar pasquines por la ciudad, instando a las autoridades a que bajasen el
precio del trigo o si no, ejerciendo el privilegio que Felipe V había ya
abolido pero que Zaragoza no había olvidado, se amenazaba con quemar las casas de la autoridad y de los usureros.
Las autoridades no se lo tomaron en serio y los disturbios fueron creciendo.
Después de días de tumultos y muertes las cosas se calmaron por la
intervención de un grupo de labradores armados con espada y broquel, que se constituyeron en milicia y pueden considerarse un antecedente remoto de policía local. Por eso se
llamó el motín de los broqueleros. Su intervención no fue legal pero sí muy
oportuna y el rey les recompensó perdonándoles y otorgándoles cartas de
hidalguía. Queda el escudo de uno de aquellos broqueleros, labrado en piedra, en el arrabal.
Apenas 50 años después los zaragozanos y, en especial las
zaragozanas, tuvimos que acudir en auxilio de la ciudad. Esta vez contra un
invasor extranjero que también pretendía traer la modernidad, pero con unas
maneras que no pudimos tolerar. El ejército napoleónico era el más fuerte de su
época y seguía los dictados de su emperador. En 1804, Napoleón se había
proclamado emperador y como no existía nadie en la tierra tan poderoso como él
se había coronado a sí mismo. Inició una expansión febril en todas las direcciones que terminaría pagando cara. Al
fracasar su intento de conquistar Inglaterra, propuso a las autoridades
españolas la ocupación del país para invadir Portugal que no había aceptado el
bloqueo económico que Napoleón había impuesto a Inglaterra. Las autoridades españolas abrieron las
puertas del país, pero la población no.
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Grabado de Goya que representa a Agustina de Aragón |
Este es el episodio de rebeldía zaragozana más conocido. Sobre
todo gracias a las bravas mujeres y
entre ellas a Agustina de Aragón. No me entretendré mucho en él porque merece un
post exclusivo. Sólo diré que los Sitios de Zaragoza fueron dos asedios
consecutivos. El primero desde el 15 de junio de 1808 al 14 de agosto, cuando el General Lefevbre acabó abandonado la ciudad, sin haberla podido conquistar debido a la resistencia de sus habitantes. Eso sí, antes de irse, dinamitó el puente y el convento
de Santa Engracia.
El segundo sitio comenzó el 21 de diciembre del mismo año hasta el 21 de
febrero de 1809, fecha en que se produjo la capitulación de la ciudad. La
ciudad que había sido conocida como la harta
de bellezas, por sus palacios renacentistas, iglesias y otros edificios
civiles, pero quedó devastada por las bombas y por el tifus, por el hambre y la
desesperanza. Apenas sobrevivió un 20% de la población y como reconocimiento a
su sacrificio la ciudad recibió los títulos de Muy Noble, Muy leal, Muy Heroica
e Inmortal. Tal repercusión tuvo la resistencia heroica de los zaragozanos y zaragozanas que Tolstoi menciona los Sitios en su obra Guerra y Paz.
La última rebeldía que tratamos fue la que dio origen a la Cincomarzada. Nos situamos en el
escenario de la Primera Guerra Carlista. Durante el convulso siglo XIX, desde
1833 hasta 1876, se produjeron 3 guerras y tres alzamientos debido a la entronización de Isabel II. Fernando VII había
muerto sin heredero varón e Isabel II fue proclamada reina. Pero muchos no
estaban convencidos de que fuese una buena opción y preferían como rey a un
hermano de Fernando. Así empezó todo. Zaragoza era una plaza codiciada por su
valor estratégico y simbólico y parecía que su ocupación sería fácil. Pero como
en otras ocasiones los atacantes no contaron con la rebeldía zaragozana. Aunque
había barrios que simpatizaban con la causa carlista, como el Arrabal y la
Magdalena, el resto de la ciudad fue leal a Isabel y se dispuso a resistir.
Rechazamos, otra vez, la agresión de los carlistas el 5 de marzo de 1838 y como reconocimiento la ciudad
fue proclamada como Siempre Heroica.
Aunque esta fiesta se suprimió durante la dictadura franquista, quedó como tradición popular salir a merendar a los parques de Zaragoza el cinco de marzo (que empieza a hacer bueno). Era una manera de hermanarse y recordar que juntos, siempre juntos, podremos con todos aquéllos que quieran venir a molestarnos. Hoy debemos recuperar ese espíritu de rebeldía, aunque no debamos ejercerla con violencia y muerte como ha ocurrido en otros momentos de la historia. Sin duda nos hace falta recuperar la rebeldía. Rasmia y sin reblar.
El escudo de Zaragoza con todos sus títulos. Muy Noble, Muy Heroica, Muy Leal, Siempre Heroica, Muy Benéfica e Inmortal. El título de Muy Benéfica se le concedió por su abnegación durante la epidemia de cólera de 1885.