miércoles, 30 de noviembre de 2022

Autoficción: Léxico familiar de Natalia Ginzburg (1963)

La autora.-
Natalia Ginzburg nació en Palermo y pertenecía a una familia acomodada de padre judío y madre educada como católica, pero ambos librepensadores y contrarios al fascismo. Trabajó en la editorial Einaudi coincidiendo allí con Cesare Pavese y otros intelectuales. En 1983 fue elegida diputada del Parlamento italiano por el Partido Comunista. Otras obras suyas: Las pequeñas virtudes, Sagitario, A propósito de las mujeres.  

Mi opinión.-
Hace tiempo leí Las pequeñas virtudes y no me dejó un gran poso. Eran una serie de artículos publicados en diferentes medios a lo largo de su vida y con una gran variedad de temas pero en los que destacaba la gran pulcritud que Ginzburg ponía en el lenguaje.

Con Léxico familiar ocurre lo mismo. Se nota que la autora pulía las palabras hasta encontrarles el brillo que, según ella, debían tener. Sin embargo, a mí consigue comunicarme muy pocas cosas. Y es posible que la autora ponga tanto empeño en el lenguaje que pierda el interés por las emociones y los sentimientos. Y ese es el gran fallo de este libro y, creo, de esta autora, su falta de emoción a la hora de narrar. Entiendo que sea su decisión pero a mí, en algunos momentos, me ha parecido sumamente irritante (hablaré más adelante del padre cascarrabias).

La autora avisa que no va a escribir una autobiografía pero que sí va a hablar de su familia y en ese empeño abarca gran parte del siglo XX y de los acontecimientos cruciales que se produjeron en la Italia de la época. Sin embargo, la autora prefiere prescindir del contexto y pasar de puntillas por el ascenso del fascismo, la represión y el exilio de los intelectuales, la persecución y el confinamiento de los judíos, el encarcelamiento y la muerte de su marido por ser judío y muchas otras cosas.

Ni por un momento muestra ninguna emoción ante ningún acontecimiento. Gracias a la existencia de unas notas finales que, para comodidad de la lectora, deberían haber sido notas a pie página, conocemos a los amigos y algunos intelectuales de renombre que pasaban por su casa, desde su infancia hasta su primera viudedad. Pero sin darles ninguna importancia y sin ni siquiera cambiar el tono con el que ella recuerda y escribe. Es igual que fuese un personaje de su infancia, de su adolescencia o de su juventud; es igual que fuese una modista, una criada o un catedrático; es igual que fuese un fascista que un judío. Todo se mantiene en el mismo tono neutro, frío y aséptico que no entiendo por qué ha elegido la autora.

Apenas podemos detectar una cierta ternura cuando habla de sus padres reproduciendo las frases y coletillas que utilizaban constantemente. Pero casi quedan reducidos a caricaturas, especialmente el padre y su mal humor. Un hombre culto, científico y deportista que tal y como está descrito en este libro, como un cascarrabias, insultante y pedorro a mí me recordaba a don Pantuflo, el padre de los gemelos Zipi y Zape. Y la madre, pues una señora burguesa que vivía en su propio mundo y no percibía las comodidades de las que disfrutaba. Hay un detalle que me saca de quicio y que ya me pasó leyendo Oculto sendero de Elena Fortún. Y son esas mujeres venidas a menos por matrimonio y que se consideran pobres cuando en realidad tienen criadas, modistas, planchadoras y lavanderas y, por supuesto, no tienen que salir de su casa a trabajar y ganar un salario. Pues la madre de Ginzburg parece de ese tipo. Parece que había puesto en su matrimonio unas expectativas que no se cumplieron y, a partir de ahí, sólo le quedó la queja.

No me atrevo a no recomendar este libro porque es un clásico de la literatura italiana del siglo XX pero yo no creo que vuelva a leer un tercer libro de la autora. Lo siento.

Natalia Ginzburg
Léxico familiar
Mercedes Corral, traductora
Lumen

miércoles, 23 de noviembre de 2022

Cine: La piel del tambor de Sergio Dow (2022)

Leí La piel del tambor hace muchos muchos años, se publicó en 1995 e incluso tengo la edición de tapas duras, porque me gusta mucho como escribe Pérez-Reverte. Me he leído casi todas sus novelas y por supuesto todo Alatriste y pienso volver a releerlo. Si alguien no quiere empezar esta saga por el principio, le recomiendo que comience por Corsarios de Levante. 

Pero volviendo a La piel del tambor me resulta difícil comparar la novela con la película porque no recuerdo muchos detalles. Es extraño pero ni siquiera recordaba el personaje de Macarena Bruner (en la película interpretado correctamente por Amaia Salamanca), licenciada en Bellas Artes y restauradora. Poca importancia le di a este personaje. Quizá sea porque responde al estereotipo que Pérez-Reverte utiliza en alguna otra de sus novelas. Es esa mujer elegante, alta, de piernas larguísimas enfundada en vaqueros carísimos, cuyo destino es atraer/distraer a los hombres de su camino. Es la mujer fatal a su pesar porque, en realidad, ella no hace nada para serlo.

En la película, como no podía ser de otra manera para justificar una historieta de amor, Macarena es el destino ineludible de Lorenzo Quart. Con ella se enfrentará al peligro y a la duda, a la tentación y a su elección final. No es que Macarena sea la causante de su crisis de fe pero, sí que es cierto que ayuda un poquito en la crisis que Quart ya llevaba alimentando un tiempo. En la novela se daba más importancia a esta crisis, sin embargo, la principal interlocutora y antagonista de Quart en este asunto era Gris Marsala, el personaje que yo más recordaba y que en la película (interpretado magníficamente por Alicia Borrachero) no tiene la misma relevancia.

Pero vamos con Lorenzo Quart, Richard Armitage. Es un personaje fuerte, inteligente y misterioso. Atractivo en un nivel superior a El pájaro espino. El director nos hace el favor de mostrarnos, sin camiseta, su cuerpo musculado haciendo abdominales. Es un templario para las luchas de los siglos XX y XXI; luchas que se parecen mucho a las de períodos anteriores. Mitad soldado y mitad sacerdote. Consagrado en cuerpo y alma, a pesar de las tentaciones, a esa duplicidad en la que convergen su sentido del deber y de la lealtad, su fe, su prudencia y su integridad.

La acción se sitúa en Sevilla. Una iglesia barroca y que, prácticamente, está en ruinas, Nuestra Señora de las Lágrimas está amenazada de derribo por parte de la especulación inmobiliaria y se defiende matando a todo aquél que intenta herirla. El planteamiento es en principio así de misterioso aunque después su resolución será más prosaica, más común pero no por ello menos interesante y sorprendente.

Por el camino de la novela a la adaptación cinematográfica se han perdido otros personajes. Entre ellos había un trio de personajes castizo y esperpéntico formado por don Ibrahim, el Potro de Mantelete y la Niña Puñales. Aunque hubiese sido interesante ver como tomaba cuerpo esta Niña que canta coplas a lo largo de la novela y ayuda, junto con sus compañeros, a Lorenzo Quart, me parece lógico que haya desaparecido puesto que, en esta ocasión, Sevilla no tiene nada que ver con los tópicos andaluces sino que queda retratada como la metrópoli que fue y la gran ciudad que actualmente es.

Para compensar ha habido otro personaje que ha salido ganando, monseñor Spada interpretado por Paul Guilfoyle, un actor conocidísimo por su papel del detective Jim Brass en CSI Las Vegas. Monseñor Spada es el director del Instituto para las Obras Exteriores, una institución vaticana que puede competir con la CIA, el Mossad, el MI6 y cualquier otra “casa” dedicada al espionaje y la autoprotección estatal en este mundo de locura.

Es cierto que la película cae en tópicos y por el camino pierde gran parte de la reflexión sobre la fe y el deber moral, que hacía tan interesante la novela. Sin embargo resulta entretenida y para un público tan amplio quizá sea conveniente mantener ese tono. Hace unos años se realizó una serie de TV, titulada Quart, basada en estos personajes y que, en cada capítulo, incorporaba alguna de las leyendas cristiano-esotéricas más conocidas, además de imbricarlas con una trama de conspiración para lograr el poder. No tuvo mucho éxito y el final quedó bastante abierto esperando quizá una segunda temporada que nunca llego. Es una lástima que las novelas de Pérez Reverte adaptadas al cine no hayan tenido una mejor resolución, incluido el capitán Alatriste, pero esperemos contar con muchas más de sus novelas y que pronto publique un nuevo Alatriste.


Dirección: Sergio Dow
Guion: Adrian Bol, Beth Bollinger, Judith Gwill Yturriago, etc.
Música: Roque Baños
Fotografía: Aitor Mantxola
Intérpretes: Richard Armitage, Amaia Salamanca, Paul Guilfoyle, Alicia Borrachero.

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Novela: La vida perra de Juanita Narboni de Ángel Vázquez (1976)

El autor.-
Ángel Vázquez fue un escritor y periodista nacido en Tánger en 1929. Fue Premio Planeta en 1962 por su novela Se enciende y se apaga una luz pero, a pesar de ello, siempre se le consideró un escritor maldito. Constantemente insatisfecho con su trabajo quemó las últimas novelas en las que estaba trabajando antes de morir. Otras obras suyas: Fiesta para una mujer sola, El hombre que se enamoró de Bette Davis, Las viejas películas traen mala pata. 

Mi opinión.-
Dos personajes principales hay en esta novela: Juanita Narboni y la ciudad de Tánger, la perra de Tánger. Tan entrelazadas están que, de alguna manera, no se entienden la una sin la otra aunque puedan parecer muy diferentes.

Esta novela es considerada como una obra maestra y estoy totalmente de acuerdo. Aunque también hay que decir que no es nada fácil de leer. Exige mucha concentración por parte del lector y no todo el mundo está dispuesto, actualmente, a dedicar tanto tiempo a una lectura. Otro obstáculo también, aunque es un obstáculo profundamente enriquecedor, es el constante recurso por parte de la protagonista a salmodiar en jaquetía. Una lengua fronteriza, mezcla de castellano, ladino y árabe, con modismos que no se repiten en ningún otro lugar. Quizá sea por todo eso no sea una obra muy conocida o quizá no lo sea por la escasa producción literaria de un autor, considerado en seguida maldito. De cualquier manera, no hay que dejarla pasar.

Se trata de un profundo monólogo interior, una melopea verborreica casi paranoica, de Juanita que abarca décadas de su vida accidentada vida y, por lo tanto, también de esa ciudad mítica que, al final de la novela, ya no existe. Desde la I Guerra Mundial hasta los primeros años 1970, Juanita ve desaparecer el mundo al que pertenecía y no puede hacer nada para evitarlo. No sé si puede decirse que Juanita perteneciera al mundo cosmopolita de una ciudad abierta al mundo, mejor dicho, abierta a determinadas clases sociales del mundo occidental.

Tánger, la ciudad internacional con su mosaico de culturas, lenguas, nacionalidades y religiones era sólo una apariencia de convivencia. Sí, todos se mezclaban en las fiestas y en las celebraciones pero, al final, cada uno regresaba a su comunidad, a su etnia, a su religión y a su clase social. A  pesar de la diversión intercultural, nunca se celebraban matrimonios mixtos y la amistad generalmente tampoco sobrevivía a la edad adulta. Aun así, Juanita trataba de pertenecer a ese ambiente sin conseguirlo. Al final se queda como la última representante de ese tiempo, aquélla que se queda a recoger los despojos de la fiesta y a cerrar puertas y ventanas.

Se queda sola porque sola ha estado toda su vida y no sólo debido a su familia, a su madre omnipresente y represora o a su padre, definido por ella misma como libidinoso, o a su hermana también ligera de cascos. Se queda sola porque vive en su interior una gran represión sexual. No sé cómo podría definirse su trastorno ni qué origen tendrá. Algunos críticos asimilan su situación con la del propio autor. Un hombre homosexual que trataba de esconder su condición pero que sucumbía en los ambientes más sórdidos a sus pulsiones.

Juanita es atrozmente cruel consigo misma y con los demás. Es implacable y dogmática. No perdona a quienes se salen de lo socialmente correcto y por ello trata de putas a sus amigas y a su hermana y tiene constantes brotes de histeria. Al final, como ya he dicho es la última en salir. Todos los demás han sido capaces de crear su propia vida fuera de Tánger, si antes no les ha pillado la muerte. A Juanita, como último recurso, sólo le quedan las visitas al cementerio donde sigue conversando con su madre y poniendo a parir a todos cuantos recuerda. Triste destino de neurótica.

Existen dos adaptaciones a cine de esta novela. La primera de 1981, con Esperanza Roy como protagonista, titulada solo Vida perra y que no he visto y tengo que intentan conseguir; y la segunda, del año 2005, dirigida por Farida Benlyazid y protagonizada por Mariola Fuentes. Esta última sí que la he visto y también la recomiendo. Consigue captar todo ese ambiente de decadencia absoluta en el que Juanita se ve inmersa. Muy recomendables tanto la novela como la película.



Ángel Vázquez
La vida perra de Juanita Narboni
Edición de Virginia Trueba
Cátedra