Para lograr ese ascenso tiene que resolver el brutal asesinato
de un joven estudiante japonés. En medio de sus delirios y fantasías producidas
por sus adicciones y por una vida emocional convulsa e infantiloide, se dedica
a difundir toda clase de maledicencias y rumores entre sus compañeros,
candidatos como él al ascenso, y a tenderles trampas para que caigan en sus
manipulaciones.
El desarrollo de la trama policial deja de importar pronto y
el director se centra completamente en el personaje y en su vida excesiva. Pasa
entonces a ser una comedia amarga con una fotografía y un ritmo impactantes que
envuelve al espectador en la vorágine de deriva y autodestrucción del personaje.
A pesar de la antipatía que genera el personaje, la interpretación de McAvoy es
tan brutalmente sólida, interpelando e involucrando directamente al espectador en
su mundo de alucinaciones que, al final, casi consideramos que es el único que
debe salvarse y que, por supuesto, merece el ascenso y una segunda oportunidad
en la vida. Porque sus compañeros de trabajo son igual de trepas y drogadictos que
él, igual de despreciables y maledicentes que él pero mucho más idiotas que él. Incluso
su jefe está más preocupado por escribir una gran novela negra que nunca terminará
que por el asesinato del joven japonés pendiente de resolver.
Aunque toda la película destila suciedad, traición y
decadencia, el director ha tratado la situación con humor. Eso sí, un humor profundamente
cáustico y totalmente inconveniente en Navidad.
Director: Jon S. Baird
Guión: Jon S. Baird sobre la novela de Irvine Welsh
Música: Clint Mansell
Fotografía: Matthew Jensen
Intérpretes: James McAvoy, Imogen Poots, Jamie Bell, Joanne Froggatt, Eddie Marsan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, deja tu comentario