Pero es que yo creo que hoy no se puede pretender una adaptación de
Lorca que sea pura narrativa lineal; tiene que ser excesiva, telúrica, atávica.
Un puñal de cristal prístino. Bodas de sangre no es la historia de una boda y
de un adulterio, es la historia de las muchas vidas frustradas por los
convencionalismos sociales y por la tontuna de los seres humanos.
Reconozco que las historias de amores imposibles me dan mucha
pereza y que no creo en que esas
pasiones desaten cataclismos. Que, al fin y al cabo, la vida diaria no da para
tanta intensidad y que pasados los primeros meses de enamoramiento febril todo
cae en la rutina, incluso los amores más apasionados. Pero Lorca es otra cosa. Es
la furia, la tempestad, lo indómito y lo cruel; lo mítico, el pasado mítico que
siempre vuelve. No puede haber contención en una obra de Lorca.
Luisa Gavasa es la madre del novio. No puede evitar sentir que todo
será un desastre. Es una mujer que ya ha perdido a su marido y a su hijo mayor a
navajazos y ahora el pequeño se irá también; casado o muerto la dejará sola y
con la boca llena de tierra y de amargura. Otras mujeres viven también la
tragedia: una mendiga (María Alfonsa Rosso), que antes fue otra novia o que quizá
sea la misma desgraciada novia; una vecina (Ana Fernández), que trata de calmar
el desasosiego de la madre del novio sin conseguirlo; una criada (Consuelo
Trujillo) o la mujer de Leonardo (Leticia Dolera). Todas ellas mujeres fuertes
que ante la desgracia sólo pueden cerrar los puños y apretar los dientes.
Sin embargo, los personajes masculinos no destacan. Realmente
son secundarios en la historia, aunque sean los causantes de la tragedia. Quizá
sea lo que menos me ha gustado de la película, la elección de estos actores. El
novio (Asier Etxeandía) es el chico bueno, inocente y un poco simplón y
Leonardo (Álex García) el malote con pelo largo y mirada profunda. Un poco estereotipados
y predecibles.
Sin ninguna duda para mí destaca (sin quitarle nada a Inma
Cuesta) la interpretación de Luisa Gavasa como madre del novio. Es una interpretación
profunda, cortante y brutal, que ha sido recompensada con el Premio Feroz a
mejor actriz secundaria; yo considero que debería haber sido mejor actriz principal
ex aequo con Inma Cuesta. Realmente no entiendo cómo se decide si un personaje es
secundario o no. En este caso, no lo considero en absoluto un personaje
secundario; es el eje vertebrador de toda la película. La madre del novio es la
única que permanece en ese paisaje tan desolador,
después de que todos hayan muerto.
Ese paisaje que debería tener rango de personaje, otro personaje más. Árido y abrasado, como la
novia. Paisaje para almas desoladas.
Las adaptaciones de clásicos deberían ser más habituales en
el cine español. Esta película, una producción modesta e independiente, ha sido
consecuencia de 4 años de trabajo. Una heroicidad en estos tiempos.
Directora: Paula Ortiz
Guión: Paula Ortiz y Javier García Arredondo (sobre Bodas de sangre de Federico García Lorca)
Música: Shigeru Umebayashi
Intérpretes: Inma Cuesta, Luisa Gavasa, Asier Etxeandía, Álex García, Carlos Álvarez-Novoa
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