miércoles, 14 de diciembre de 2022

Novela: Entre visillos de Carmen Martín Gaite (1958)

La autora.-
Carmen Martín Gaite nació en Salamanca en 1925 y estudió en Madrid Filosofía y Letras. Fue Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1988 y antes había sido galardonada con el Premio Nadal en 1957 por Entre visillos. Escribió también literatura juvenil, guiones para cine y televisión y crítica literaria en prensa. Fue también  muy reconocida por sus ensayos históricos. Otras obras suyas: Caperucita en Manhattan, Usos amorosos de la postguerra española, El cuento de nunca acabar

Mi opinión.-
Lo que más me ha llamado la atención en esta novela escrita en 1958 es la enorme credibilidad de los personajes y de su manera de expresarse y no sólo de los personajes femeninos. Ofrece una visión reposada de una juventud que, aunque vive en un entorno de provincias muy conservador, ya vislumbra los cambios que se producirán a partir de los años 1960. Cambios mucho más espectaculares en el caso de las chicas.

En la estructura de la novela subyace la confrontación de opuestos: la visión de Pablo que se ha criado en Alemania y de las chicas de Salamanca; la ciudad de provincias y la gran ciudad; la familia de Natalia, conservadora y provinciana y la más moderna familia de Yoni y Elvira, artistas que han vivido en el extranjero; y con los personajes sucede igual.

Unos seguirán una tradición más conservadora y otros optarán por la aventura, por irse, aunque sea escondidas, a Madrid, una gran ciudad que apenas estaba a dos horas pero que emocionalmente está a años-luz. Allí descubrirán nuevas maneras de relacionarse, de trabajar y de vivir. Este será el caso de Julia, la hermana mediana de Natalia, que vive continuamente entre la espada y la pared. Por un lado, está sometida a la presión de obedecer a su padre y ser una señorita formal y casta y por otro, sufre la presión de su novio, de acceder a mantener relaciones sexuales y marcharse con él. Al final, Julia elegirá marcharse con su novio, aunque a mí esto me parezca una verdadera derrota. Sin una verdadera capacidad de elección, termina obedeciendo siempre a un hombre. Siendo optimistas es posible que en la gran ciudad las cosas cambien para ella y tenga un abanico mayor de posibilidades para elegir, esta vez libremente, pero eso sería ya material para otra novela.

Como modelo de los personajes más conservadores está Gertru, la amiga incondicional de Natalia, la protagonista. Gertru ha sido compañera de estudios y juegos de Natalia, pero desde su compromiso matrimonial empieza a ser una desconocida. Ambas son adolescentes pero Gertru ya ha entrado en la categoría de futura “señora de” y está encantada con ello. Natalia es el personaje atrapado entre esas dos opciones pero será la única que ejerza de verdad su libertad. Natalia sufre la presión de su familia conservadora pero, al mismo tiempo, se enamora de Pablo que, a pesar de animarle a seguir sus estudios, será su primera decepción. En este sentido, la novela se califica como novela de crecimiento.

Estos tres personajes, Natalia, Gertru y Julia representan un mundo femenino que ya no tan estrecho ni está tan marcado por las consecuencias de la Guerra Civil pero que todavía sigue sometido a censura, especialmente la que se realiza desde dentro de una misma. En la excelente introducción escrita por Marina Mayoral se habla del mirador como la habitación principal de la casa.

El mirador es el microcosmos donde las mujeres llevan la vida privada. Una vida íntima, casi exclusivamente dedicada a observar sin ser vista, entre visillos aunque se produzca la lucha interior que Natalia deja reflejada en su diario. En oposición a este mirador está el casino donde es lleva la vida pública y donde quienes llevan la voz cantante son los hombres. Y tengo que decir que es una voz cantante especialmente desagradable. Los hombres jóvenes escrutan y puntúan a las mujeres despiadadamente, como si asistiesen a una feria de ganado, para inmediatamente “salir a por ellas, de caza”.

Ahí van unos ejemplos: “Para mí las niñas esta noche están de más… Si, oye, se empalaga uno un poco. Vienen demasiado bien puestas… Niñas de celofán… Niñas de las narices… Las que están de miedo este año son las casadas. ¿Te has fijado, Ernesto?” (pg. 134). “Pues a la chiquita ésta yo no le veo nada… es mona. Muy cría es lo que pasa. Ya se pondrá en su punto. Es de las que se ponen en su punto después del segundo hijo… Por ahora es de las que no da ni frío ni calor… Algo simplona” (Pg. 181). Me ha gustado mucho que la autora se recrease en estos diálogos de los hombres. Así queda claro que es una literatura de mujer, que también analiza la conducta de los hombres hacia las mujeres; hasta hay un personaje que presume de que le “divierte romper noviazgos” (pg. 195).

En definitiva que si los clásicos son recomendables siempre, las clásicas con más razón aun. Y nadie puede negar ya que Carmen Martín Gaite pertenece a ese grupo selecto que da vida a la alta literatura.


Entre visillos
Carmen Martín Gaite
Introducción de Marina Mayoral
Austral


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