jueves, 13 de febrero de 2014

Novela: Daniela Astor y la caja negra de Marta Sanz

La autora.-
Marta Sanz es doctora en Literatura Contemporánea. Cincuentañera o casi. Finalista y ganadora de varios premios literarios, entre ellos el Premio Ojo Crítico de Narrativa en 2001. Otras novelas suyas son: Black, black, black; La lección de anatomía

Sinopsis.-
Catalina y su amiga Angélica se esconden en “la leonera” para jugar y aprender a vivir. Tienen doce años; al mismo tiempo que, dramáticamente, empiezan su transición a la edad adulta, en España se vive la transición política. 

Mi opinión.-
Después de terminar la novela, tengo la necesidad de volverla a leer. Es una lectura muy fluida, pero me queda la sensación de que he pasado por encima de cosas importantes que tengo que recuperar. Quizá porque puede ser considerada retrato de una generación que es la mía. Una sensación muy extraña. 

Es una novela agridulce. Se enlazan dos historias, en realidad dos momentos de la historia de la misma persona. Catalina de 12 años, en primera persona, habla sobre su vida, sus padres, su amiga Angélica y la leonera. Catalina es cruel y retorcida; se siente así porque no soporta a su madre. Construye su identidad de adulta con referentes a los que no respeta. Su padre piensa que manda en su vida y en la de su familia. Su madre no es un ejemplo a seguir porque es de pueblo y una pesada; la madre de Angélica, su mejor amiga, es una profesora que anda todo el día poniendo lavadoras. Así que se aferra a las “monstruas y las centauras”, hechas con recortes de cuerpos de actrices sacadas de las revistas del corazón y encerradas en su cuaderno secreto. 

En la segunda historia, la de las cajas negras que se desarrolla en capítulos alternos con la primera, Catalina ya es una mujer adulta. Está preparando un documental sobre el cine de la transición. Por una parte, estaba el mayoritario cine de destape; por otra, el minoritario de fantaterror. Un género de muy bajo presupuesto que aprovecha las historias clásicas de terror, las vampiras, las zombis y los hombres reprimidos, para incluir un erotismo turbio y sangriento. Tal y como recuerda la autora, en la contrarreforma se utilizaron los temas mitológicos como excusa para que los pintores pudieran "manosear" con los ojos y pintar los cuerpos desnudos de las mujeres y los aristócratas pudieran hurgar en esas carnes generosas, palpitantes y llenas de vida, aunque sólo fuesen de lienzo.

En la transición, cine de destape y de fantaterror cumplieron la misma función. Exhibir a las mujeres para regocijo de los hombres. Un cine “liberador”, pero que para algunas mujeres resultó ser una picadora de carne. Ahora todavía recordamos vagamente a algunas: Susana Estrada y Blanca Estrada, Bárbara Rey, María José Cantudo, Ágata Lys, Amparo Muñoz. Otras se quedaron en el camino con peor suerte. La autora piensa que este tipo de cine era necesario para el país; yo creo que sólo sirvió para enriquecer a hombres de negocios con corbata que siempre salvaguardan su respetabilidad a costa de exhibir y comerciar con mujeres. En realidad, simplemente chulos de putas.

Además, Marta Sanz, con una visión certera, hace herederos de este tipo de cine a los actuales programas de corazón de la televisión, donde siguen perpetuándose algunas de estas actrices.

Es una historia de mujeres. Se ha escrito mucho sobre la adolescencia de los hombres, pero no sobre la de las mujeres. Aunque en realidad Catalina no pasa por la adolescencia, porque debido a sus circunstancias tiene que pegar un estirón de la noche a la mañana. Su situación familiar explota y tiene que asumirlo y hacerse adulta de golpe. Una historia de cómo hacerse mujer, topando con la evidencia (y cuestionándola después) de que son los hombres quienes deciden qué debe ser una mujer, cómo debe comportarse y para qué debe servir. De rabiosa actualidad. 



Daniela Astor y la caja negra 
Marta Sanz
Ed. Anagrama

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