jueves, 6 de febrero de 2014

Novela: Venían a buscarlo a él de Berta Vías Mahou

La autora.-
Berta Vías Mahou es una escritora y traductora del alemán, cincuentañera. Licenciada en Geografía e Historia, estuvo trabajando como secretaria de dirección. Después de perder el trabajo volvió a la universidad y comenzó sus estudios de traducción. Ha traducido a Zweig, Goethe y Joseph Roth. Con Venían a buscarlo a él, ganó, por unanimidad, el premio literario Dulce Chacón de Narrativa Española. Otras obras suyas: Los pozos de la nieve y Ladera norte.

Sinopsis.-
Los últimos días de Jacques Cormery, alter ego de Albert Camus. El presentimiento de la muerte, los recuerdos de la infancia y la pobreza, el éxito literario, el compromiso moral, la guerra, la brutalidad y la violencia; todo ello se entremezcla con algunos personajes del autor y con fragmentos de sus obras. 

Mi opinión.- 
Se nota que la autora es admiradora de la obra, y también me atrevería a decir, del compromiso moral de Camus. Un compromiso moral de tal exigencia que, después del enfrentamiento por cuestiones políticas, le supuso al autor el rechazo de los suyos y la soledad. Precio que tuvo que pagar por mantener su coherencia en momentos convulsos. 

Jacques Cormery, está en su casa de Lourmarin. Con sus recuerdos, sus ficciones y sus proyectos. Tiene prisa por acabar su actual novela, no sabe por qué. Tiene el presentimiento de la muerte. En sus recuerdos, se entremezclan algunos personajes de sus novelas anteriores. La novela, me ha parecido muy densa, muy corpórea. Sobre todo, la sensación de sentirse perseguido, la sospecha frente a cualquier desconocido que se presenta, el miedo y la amenaza de la muerte. A veces difícil de seguir por los constantes movimientos en el tiempo y los cambios de nombres de algunos personajes. 

Aparentemente, se ha escrito como novela negra pero en realidad es un libro de introspección, que busca la profundidad. Obsesionado por el análisis y la reflexión sobre la violencia, sobre la pena de muerte; hay bandos enfrentados, empeñados unos en deshumanizar a los otros para mantener la tranquilidad de su conciencia, pero todos compartiendo la misma condición moral. En medio de la guerra de Argel, el escritor, francés pobre nacido en Argelia, se ve rechazado por unos y por otros. Para los franceses de la metrópoli, no es lo suficientemente francés, es de origen español y de clase trabajadora; para los argelinos, es un colonialista y por eso mismo, un explotador. Sí, es una novela de encrucijadas, de dimensiones cruzadas que tiran cada una para un lado. 

Ante todo, una reflexión moral. El compromiso moral. Entender de una vez y para siempre, aunque sea difícil, que, terrorista y víctima comparten la misma condición humana; que la irracionalidad del terrorista, también es nuestra irracionalidad. Y es aquí donde Camus se asomó al abismo del dolor; en entender también que el fin no puede justificar nunca los medios, que todas las causas comienzan siendo justas, pero acaban siendo neurosis, borracheras de violencia y destrucción. Y en esa lucidez, se sustenta la frustración de Jacques Cormery (Albert Camus), aunque duela y pueda parecer increíble, asesino y víctima, comparten humanidad. 

Hace días, la sentencia sobre la Doctrina Parot no paraba de salir en las noticias. La prensa, en una actuación desde mi punto de vista irresponsable y amarillista, diariamente nos recordaba el goteo de excarcelaciones, ajustadas a la ley, de criminales rehabilitados o no. Etarras, violadores y asesinos, delincuentes que, por el hecho de serlo, no dejan de tener sus derechos. Anabel Segura, una víctima, y su asesino, se cruzaron por casualidad; compartieron un momento trágico. 20 años después, él está vivo y libre, habla con calma, asume que su crimen no tiene perdón, pero que puede seguir viviendo con esa culpa. Si no se hubieran cruzado en la calle, no habría muerte ni culpa. Es terrible.



Venían a buscarlo a él 
Ed. Acantilado 

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