jueves, 22 de noviembre de 2018

Cine: Animales sin collar de Jota Linares (2018)

Me parece meritorio adaptar un clásico de la literatura universal, como es Casa de muñecas de Henrik Ibsen, obra teatral estrenada en 1879, a nuestros días y a nuestra realidad. Meritorio y difícil. En esta ocasión, el director y guionista Jota Linares desarrolla la acción en Andalucía y demuestra que la luz cegadora y el calor sofocante pueden ser tan desoladores como el frío y la bruma nórdicos. 

Así encontramos a Nora viviendo en Andalucía, como la esposa de un político de los que se llaman de la nueva izquierda transversal, el secretario general de Pueblo Unido, que acaba de ganar las elecciones. Se abrirá entonces una nueva etapa en la que, ahora, esta fuerza política promete lo que se ha prometido siempre: limpieza, transparencia y lucha contra la corrupción. Veremos si esta vez va en serio.

Abel, el nuevo presidente de la Junta de Andalucía a punto de tomar posesión, tiene un pasado salvaje y algo turbio, aunque, esta vez, ha sido convenientemente aireado por la prensa sin que haya tenido coste electoral. No ha engañado a nadie. Era joven y se perdía por las drogas y el alcohol, hasta que animado por la fuerza de Nora ingresó en una carísima clínica especializada en la rehabilitación de drogodependientes. En Barcelona, empezó su nueva vida y hasta ahora. Nora y Abel son los nuevos vencedores.

Nora

Por otra parte, están los perdedores. Los que se dejaron arrastrar por la codicia propia o heredada y cayeron en la corrupción, casi sin darse cuenta, como quien cae en arenas movedizas, cuanto más quieres salir más te hundes. Víctor está en esa situación. Es hijo del caciquillo que ha terminado en la cárcel y se ocupa de su madre tan impactada por su ruina que ha perdido la cordura. Abel y Víctor se conocen desde niños. La madre de Abel fue criada en casa de Víctor y los chicos crecieron juntos hasta acabar siendo amigos y compadres de borrachera. Amigos y rivales, embarcados en una relación tóxica que se rompió definitivamente con la muerte del hermano de Abel.

Abel

No es un triángulo amoroso pero, a pesar de la ruptura, todavía mantienen un fuerte vínculo. Nora pidió dinero prestado a Víctor para la desintoxicación de Abel; dinero proveniente de la corrupción. Y aunque le da devuelto todo el dinero, esa vinculación se hará más trágica con el triunfo político de Abel, porque Víctor querrá algo más a cambio de no destapar la falsedad en la que viven los tres.

Víctor
La película es interesante aunque, hay momentos en los que se desvanece el protagonismo de Nora y Abel ocupa un espacio que no le correspondería. Natalia de Molina, interpreta a Nora, pero me resulta poco creíble que, en el siglo XXI, la mujer de un político de la izquierda transversal no tenga trabajo ni vida propios y se dé cuenta de una manera, un poco tangencial, de que no es allí donde quería estar. Sin embargo, su interpretación es impecable, llena de dolor y rabia. Como también es impecable la interpretación de Ignacio Mateos como Víctor, el hijo del cacique corrupto que tiene que recoger los platos rotos y bregar con la mierda que le ha dejado su padre y que acabará derrotado por su propio comportamiento honesto. Daniel Grao, en el papel de Abel, también resulta creíble y solvente. Pero, el "chantaje de Víctor" tiene poca fuerza y la decisión final de Nora es demasiado blanda y endeble. Tal y como no era creíble su situación personal, su emancipación tampoco lo es.


Dirección y guion: Jota Linares
Música: Pablo Trujillo, Vanessa Garde
Fotografía: Junior Díaz
Intérpretes: Natalia de Molina, Daniel Grao, Ignacio Mateos, Natalia Mateo, Mario Tardón.

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