Los autores.- Paco Roca es un ilustrador y autor de cómics que empezó en el mundo de la publicidad.
Guillermo Corral van Damme es diplomático de carrera desde el año 1997, destinado en Turquía, Tanzania o Bruselas y ha ejercido siempre en el ámbito cultural. También realiza exposiciones como fotógrafo. Otras obras suyas: Mientras crece el bosque (relatos). El tesoro del cisne negro es su primer libro como guionista de cómic.
Mi opinión.- El tesoro del cisne negro se inspira en hechos reales y muy desagradables, aunque, al final, hayan tenido un cierto final feliz. La fragata de guerra Nuestra Señora de las Mercedes fue botada en 1786, para cubrir la ruta comercial entre las colonias americanas y España. Estas naves eran frecuentemente hostigadas por buques de Reino Unido a pesar de que no había una declaración formal de guerra, para quedarse con su carga. El 5 de octubre de 1804, el convoy en el que navegaba la fragata Mercedes junto con otros buques, fue atacado a traición en el Cabo de Santa María, muy cerca de la costa gaditana. La Mercedes se hundió pero el resto de los navíos fue apresado, su carga confiscada y su tripulación trasladada a la Pérfida Albión como prisioneros de guerra. Este fue uno de los hechos que empujaron a Godoy a ponerse de parte de Napoleón con las funestas consecuencias que conocemos.
Pero la narración del cómic empieza cien años después modificando alguno de los nombres. En el año 2007, la empresa cazatesoros Ithaca (en realidad es Odissey Marine Exploration) transporta desde Gibraltar a Estados Unidos una gran cantidad de monedas de plata y oro, recuperadas de un barco que ellos llaman El cisne negro. Pero el gobierno y los historiadores navales españoles sospechan que se trata del tesoro de la Mercedes.
El verdadero argumento de la historia son, en realidad, los esfuerzos de diplomáticos, funcionarios del ministerio de exteriores, investigadores e historiadores españoles por demostrar la propiedad del pecio y de todo su contenido. Así el gobierno de España plantea una demanda en Florida contra esta empresa cazatesoros y después de una ardua batalla legal-naval, gana, consiguiendo que el tesoro llegue por fin a España cien años después.
Como no soy muy de cómics quizá no aprecie este trabajo en lo que vale. Sí que el guion me parece muy interesante y ameno; se va moviendo desde la novela histórica y de aventuras a la de misterio, incluyendo la intriga político-judicial y aprovecha también para mostrarnos el trabajo y los tejemanejes dentro de un ministerio que, lamentablemente, no es considerado todo lo prioritario que debería ser. La imagen me parece adecuada aunque muy esquemática, semejante al Tintin de Hergé. Los colores ayudan a situar el contexto de la narración: gamas de azules grisáceos para las escenas marítimas; pardos para el ministerio; y colores más cálidos para las escenas en las que chico encuentra a chica, chica dice que no, chico y chica vuelven a reencontrarse y, al final, chica dice que sí.
Esta novela gráfica me ha parecido muy interesante porque pone al alcance de muchos lectores una historia real que podía habérseles pasado desapercibida, aunque tuvo una gran cobertura mediática a partir del triunfo judicial. No obstante, también es una historia muy peliaguda porque plantea cuestiones todavía no solucionadas entre colonizadores y colonizados. Hubo voces que pidieron devolver el oro de las Indias a los actuales países de origen, aunque en el momento en el que el barco zarpó no existiesen. A partir de entonces algunos países latinoamericanos prefieren pactar la explotación de esos tesoros con las empresas cazatesoros estadounidenses o mixtas, no muy respetuosas de la historia y de la cultura y que tampoco consideran los pecios como tumbas de tripulantes y pasajeros, antes de colaborar con las autoridades españolas que, de alguna manera, se seguirían beneficiando del oro de las Indias.
Resentimientos aparte, no podemos ser tan ingenuos de pensar que los estados surgidos de la independencia de las colonias son más herederos y continuadores de los colonizadores que de los colonizados. La verdad es que no sabría cómo solucionar este asunto. Quizá sería el momento de crear una institución independiente que de verdad valorase las culturas nativas de América o de potenciar una institución ya existente como la UNESCO, para la gestión de esos fondos.
En este caso, la novela gráfica termina con el cierre de una cámara acorazada y con el Ministerio de Cultura recibiendo las gracias y felicitaciones por su triunfo pero nada más, y el tesoro, ¿qué fue de él? Para saber más aquí. Además, se está preparando serie de TV. Bien.
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