Las autoras.-
Felicidad Blanc nació en el Barrio de Salamanca, epicentro
de la burguesía madrileña, en 1913. Una burguesía culta y cuyos impulsos
renovadores se vieron, definitivamente, truncados por la Guerra Civil y el
franquismo. Escribió algunos cuentos, reunidos en el libro La ventana sobre el jardín. Aunque
su principal ocupación fuese la de ser ama de casa y madre de familia.
Natividad Massanés no figura como autora de este libro aunque
se encargó de darle forma en 1977. En realidad, Felicidad Blanc nunca quiso
escribir su biografía, pero le propusieron someterse a una entrevista casi sociológica, grabada y dirigida por Massanés, en la que ésta ejercía de “interlocutora
objetiva, que orienta sólo la narración allí donde el relato se dispersa o
resulta oscuro” tal y como ella reconoce en el prólogo. Pero, aunque al no disponer
de las grabaciones originales no podemos saber el grado de participación de
Massanés, creo que en una conversación entre dos personas la autoría
es conjunta.
Mi opinión.-
Felicidad Blanc alcanzó cierta popularidad en 1976, cuando
se estrenó la película de Jaime Chávarri, El
desencanto. En esta película, una familia ajustaba cuentas consigo misma.
Los tres hijos del poeta Leopoldo Panero y su viuda, frente a frente. Leopoldo Panero,
literariamente, perteneció a la Generación del 36 y fue un personaje
controvertido. Durante la guerra fue arrestado por ser rojo y después se afilió
a la Falange; durante la posguerra fue agregado cultural y director del
Instituto Español en Londres, pero, desde su puesto se esforzó por contactar
con los intelectuales exiliados. No sé si esto significa que estaba más
comprometido con las personas que con las ideas. Aun así, lo que se desprende
de la película es que fue un marido y un padre ausente y, a veces, violento y
que, en su madurez, cuando estaba cambiando de actitud, murió.
En cualquier caso, este es el libro de Felicidad Blanc. Es
su “historia de vida”, en la que además de sus peripecias personales podemos
vislumbrar la historia de una clase social. Su auge y decadencia. Una burguesía
española, ilustrada y competente; dedicada a los negocios pero también, o quizá
principalmente, a adquirir competencias intelectuales. Médicos, abogados y
literatos; casi exclusivamente hombres y políticamente conservadores. Pero
completamente diferentes a los franquistas, fuerza bruta que se impondría
socialmente después.
Felicidad Blanc fue hija de un cirujano prestigioso. Su padre descendía
de dos familias importantes de Barbastro, en Huesca, pero al mismo tiempo,
supo labrarse su carrera médica sin ayuda de nadie. Así, cuando nació ella, la
última de sus cuatro hijos, la situación económica de la familia era boyante y
pudieron trasladarse desde la Gran Vía al Barrio de Salamanca.
Sin embargo, Felicidad apenas recibió educación reglada. Sus
primeros conocimientos se los debe a institutrices en su hogar; una alemana y
otra francesa. El poco tiempo que asistió al colegio, San Luis de los
Franceses, estuvo dominado por el miedo a sus compañeras y a las profesoras.
Supongo que porque se sentía más ignorante que ellas. Después una vida de
fiestas, encuentros con jóvenes burgueses extremadamente educados, los primeros
noviazgos y pocas amistades femeninas. Esto me ha resultado muy chocante.
Apenas habla de sus amigas y llega un momento en que a las únicas mujeres que
conoce son a las novias de sus amigos o a las hermanas de sus novios. Su vida
está constantemente determinada por los hombres. Incluso mantiene una relación
más estrecha con su hermano que con sus hermanas. La Guerra Civil le sirve, también,
para estrechar lazos con su padre. Un hombre cariñoso pero que siempre se había
mostrado demasiado ausente. Entonces empieza a trabajar de enfermera en el
hospital y da muestras de su valía.
Después el noviazgo definitivo y la boda con Leopoldo
Panero. Desde el principio, habla del abismo emocional que les separa pero sin
culpar a nadie. Sin embargo, sigue adelante con la boda. Y con los embarazos que
afectan gravemente a su salud y con los abortos y la lejanía emocional y la
violencia de su marido. Se traslada a Londres con él y eso supone un poco de
aire fresco; un amor blanco con Luis Cernuda que dura pocos meses y con el que
no se reencontrará nunca más en su vida. Ni siquiera por carta.
Ella tampoco se describe de una manera muy emocional. Por
supuesto nunca hace referencia a las relaciones sexuales; pero tampoco profundiza
en la relación que mantuvo con sus hijos. Durante la infancia de los niños, les
considera su vida; pero, en la adolescencia, también se mantienen alejados. Por
la influencia del padre y, yo creo que también, por esa pasividad emocional de la
propia Felicidad.
Me queda la imagen de Felicidad como una mujer pasiva y triste,
lejana, fría emocionalmente. Con una frialdad que, incluso, se dedica a sí
misma. Una mujer ausente de todo y de todos; sin comprometerse con nadie.
Dejándose llevar por la vida que le había tocado en suerte. Cuando ya estaba
viuda retomó su vida, volvió a escribir y mantuvo una relación más adulta con sus hijos, hasta su muerte en 1990. Aun así,
en el capítulo 7 del libro, titulado Yo misma,
gran parte del protagonismo se lo lleva su hijo Leopoldo María. Ella misma se
define como una dama del siglo XIX, traspasada de romanticismo y de literatura, y yo creo que de allí viene su languidez,
nostalgia y extremada tristeza.
Felicidad Blanc
Espejo de sombras
Ed. Cabaret Voltaire
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