miércoles, 26 de septiembre de 2018

Exposición: Agón. La competición en la Antigua Grecia. CaixaForum Zaragoza


Quizá sea la competitividad el signo más característico de la personalidad humana. No hago distinciones entre hombre y mujer, aunque debería hacerlo. Quizá porque el hombre es el protagonista casi exclusivo de esta exposición y deja un mínimo papel para las mujeres.


Se podría pensar que esta exposición sólo se dedica al deporte, pero no es así. Está dividida en varios ámbitos, porque la necesidad de competición del hombre es abrumadora. En cada uno de ellos, el hombre compite, consigo mismo y con los demás.


La primera escultura que vemos es una Niké de mármol, porque la competición sin victoria no tendría sentido. Aunque ha perdido las alas, los pliegues de su ropa siguen agitadas por el viento. Tampoco podemos ver sus manos o su cabeza, pero nos podemos imaginar que, en su momento y ahora también, debió ser una escultura magnífica. A su lado hay otra más pequeña y de terracota.


Empezamos la exposición con el juego. El juego infantil y también de adultos es, sin duda una competición. Aunque podía ser algo más. Ya existe constancia de las tabas como juego, pero también como una de las mancias. La astragalomancia relacionado, principalmente, con el amor; mejor dicho, con la posibilidad de encontrar el amor y hacer una buena boda. Eso es lo que demuestra esta pequeña escultura de terracota de dos mujeres jóvenes jugando a las tabas. Todavía quedan restos de pintura en ella. El autor o autora perdió mucho tiempo en los detalles del pelo y también de las manos, donde las jugadoras llevan las tabas. Es preciosa.



El teatro, la música y la danza también eran otras formas de competir. Los autores querían ser los más premiados en los concursos que se celebraban en cada ciudad. Y los espectadores querían presumir de su poder adquisitivo que les permitía disfrutar de su ocio o de sus capacidades intelectuales, asistiendo al teatro o a las representaciones musicales.


Otra competición ineludible, casi hasta nuestros días, es la guerra. Es lamentable pero es así. Y para ilustrar la guerra, se ha incluido en la exposición un fragmento del Mausoleo de Halicarnaso que, hasta ahora, nunca había salido del British Museum. Representa la guerra de las amazonas. Este relieve representa, concretamente, la muerte de Pentesilea a manos de Aquiles. A pesar de que falta el brazo derecho del protagonista, donde blandiría la lanza, la escena no puede ser más violenta. Pentesilea implora clemencia de rodillas y Aquiles, violentamente, la sujeta del pelo dispuesto a matarla. La mano derecha de ella lo dice todo.


Se puede ver también una armadura griega y, además de ser conscientes de su baja estatura, podemos darnos cuenta también de que exhibían su valentía tapándose apenas. Podemos sentir la mirada, lanzada a través de los siglos, del dueño de esta armadura.


De las competiciones deportivas griegas se ha hablado suficientemente. En la exposición se han incluido piezas que nos dan una idea sobre el culto al deporte y a los cuerpos esculpidos por el esfuerzo. También de los premios que recibían los ganadores. Entre ellos esta ánfora decorada con corredores de fondo que podía contener 45 litros de aceite y que se otorgaba como premio en los Juegos Panatenaicos. Al fondo, Diadúmeno, el que se coloca la diadema de vencedor a sí mismo.


Ya he comentado que hay poco espacio para las mujeres en esta exposición. Apenas unos collares para dar a conocer la riqueza de la familia. O una estela funeraria destinada a lo mismo. La competición de las mujeres siempre ha sido menor y relacionada con la riqueza de la familia de origen o de la adquirida por matrimonio.


Existe también otra competición, contra uno mismo. Una competición que lleva al descubrimiento y al crecimiento personal. Hércules podría ser un representante de este tipo de competición. Hércules nació siendo héroe. Ya en la cuna recibió como “regalo” por parte de Hera unas serpientes venenosas a las cuales mató sin ningún miramiento. Eso es lo que representa esta pequeña lucerna de plata.


No sé por qué Hera le tenía tanta manía, supongo que sería por alguna de las barrabasadas de Zeus, pero ya de adulto Hera se encargó de provocarle un ataque de locura y en ese arrebato mató a su mujer y sus hijos. Desesperado salió huyendo y como penitencia tuvo que realizar los Doce trabajos. En este anillo de oro con granate se ha tallado la lucha de Hércules con la Hidra de Lerna, una serpiente con varias cabezas que además se regeneraban en cuanto se le cortaban. Este es el único trabajo en el que Hércules necesitó ayuda: una vez que él cortaba la cabeza, su sobrino cauterizaba la herida para que no surgiese otra.



Hay muchas más piezas muy interesantes pero yo me quedo con esta pequeña amasadora. No sé cómo la han incluido en una exposición sobre la competición y tampoco sé que finalidad tenía en su momento. Parece que la encontraron en una tumba, en la ciudad de Cámiros en Rodas. No sé si sería un juguete o una maqueta para hacer una obra mayor. Representa una mujer joven, con el pecho apenas desarrollado y lleva el pelo recogido. Mide apenas 10 centímetros, es de terracota y de factura muy sencilla pero está articulada.  Por eso, podría pensar que se trata el juguete de un niña muerta y que fue enterrada con él. Quién sabe lo que pudo pasar un día del año 450 a.C.






























Aquí otras obras incluidas en la Exposición. Hasta el 11 de noviembre en CaixaForum Zaragoza.






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