lunes, 6 de abril de 2020

Memorias: Apegos feroces de Vivian Gornick (1987)


La autora.-
Vivian Gornick nació en Nueva York en 1935, en una familia de emigrantes socialistas y judíos de origen polaco. Es periodista y escritora. Ha sido una destacada activista feminista durante los años 1970. Otras obras suyas, lamentablemente no traducidas: Essays on Feminism, The end of the novel of love, Emma Goldman: Revolution as a way of life

Mi opinión.-
A veces he pensado que en las grandes ciudades no puede haber vida de barrio. Todo son rascacielos, oficinas y garajes, tráfico y prisas, polución y soledad. Pero no. Al menos no en el Nueva York de Vivian Gornick. En ese Nueva York es posible pasear. Y también es posible ir andando a un concierto o a una exposición. Y estar sola, pero no aislada.

En el Nueva York de la infancia de Vivian Gornick, además, las vecinas se conocían y se trataban como si fuesen de la familia. Una familia, a veces, mal avenida. Como todas. Los niños iban y venían de su casa a casa de algunas de las vecinas, merendaban allí y se informaban de lo que sus madres no querían que supieran. Fundamentalmente, de todo aquello relacionado con el sexo y los primeros novietes.

Nueva York, 1930
Manhattan hoy

Es una ciudad de emigrantes donde se lavaba la ropa a mano y restregándola contra una tabla. De esas tablas que yo recuerdo haber visto en mi infancia, en mi casa y en casa de mis tías. Y que cuanto más vieja era, mejor lavaba. En realidad, eran las manos de las mujeres las que lavaban mejor. Unas manos de doloridos dedos sarmentosos como las de mi abuela.

Tabla de lavar desgastada por el uso

Pero sobre todo en el Nueva York de la infancia, de la adolescencia, de la juventud, de la madurez y de la ancianidad, está siempre la presencia de la madre de Vivian Gornick. La madre, la hija y su relación conflictiva… y llena de amor. De un amor que, a veces, es más zarpazo que caricia. Pero que siempre está ahí.

Actual sede del Partido Comunista de EEUU
Es un Nueva York, en el que las mujeres de clase baja y sus hijos podían ir de vacaciones en verano, mientras los maridos seguían trabajando y quedándose de “Rodríguez”, como en España en los años 1960, pero en los Estados Unidos poco después de la Gran Depresión. Se juntaban quince mujeres y alquilaban habitaciones para todas ellas y sus hijos. En las montañas Catskill.

Vacaciones en matriarcado

Allí, en Catskill, compartían la cocina, los cotilleos, las críticas, la ayuda y también una especie de solidaridad entre mujeres. Quizá, sería esto lo que inspiró a sus hijas, las feministas de los años 1970 para poner en marcha el concepto de sororidad. Esa sororidad embrionaria sin duda habría nacido, sin querer, en las vacaciones de los años 1930. Un matriarcado temporal que se interrumpía los fines de semana, cuando los maridos y padres llegaban.

Cementerio en Queens

Este libro de memorias puede incluirse en la categoría de libros de paseantes. Esos paseantes del siglo XIX que, inmersos en la frondosa naturaleza, reflexionaban sobre la vida, sobre la filosofía y sobre la muerte y anotaban, con dedicación, todos sus pensamientos en voluminosos diarios. Gornick ha sido más breve y la naturaleza por donde camina es urbana, hostil y cambiante; pero le sirve para reflexionar sobre su vida y, también, sobre las nuestras a partir de los conflictos y anécdotas que vive con su madre.

Williamsburg bridge

Conflictos que surgen entre dos mundos, el mundo de los emigrantes y el de sus hijos nacidos en el país de acogida; el mundo de las esposas y amas de casa, casi analfabetas, y el mundo de las mujeres universitarias con ambiciones profesionales y el deseo de una vida sexual plenamente independiente. Una profunda brecha generacional que apenas puede ser salvada por el amor.

City College

Ahora que mis padres están muertos siento mucho no haberles preguntado más cosas sobre su infancia y juventud; sobre sus padres y hermanos. Dolorosa infancia la que vivieron, traspasada por la Guerra Civil y la Posguerra. Gornick nos regala en este libro su propia experiencia. Cómo a través de los años y de esos paseos neoyorquinos, volvió a conocer a su madre y, también, a sí misma. Muy recomendable.



Apegos feroces
Vivian Gornick
Trad. Daniel Ramos Sánchez

Ed. Sexto Piso

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