jueves, 12 de agosto de 2021

Novela: Los años de la alegría de José Giménez Corbatón (2019)

El autor.-
José Giménez Corbatón además de narrador, es traductor y crítico literario. Fue también profesor de castellano en Bayona (Francia) y ha colaborado escribiendo cuentos y como articulista en varias revistas literarias. Otras obras suyas: El fragor del agua, El hongo de Durero, Nadadores indemnes. En colaboración con el fotógrafo Pedro Pérez Esteban ha publicado Las huellas del hombre, Cambriles, Encrucijada de miradas. El libro de mi padre. 

Mi opinión.-
Giménez Corbatón es uno de los escritores más prolíficos de Aragón. Sin embargo, resulta poco conocido. Al menos, yo no lo conocía hasta ahora. Quizá sea porque él mismo busca ser un escritor de minorías. No lo sé. Este libro a mí me ha resultado difícil de leer. Es una novela corta pero exige mucha atención en su lectura. Una atención que, a veces, te impide disfrutar de la prosa tan poética que se está leyendo.

En la contraportada del libro, la novela se subtitula El Evangelio según Giménez Corbatón; aunque, en realidad, la acción se sitúa únicamente en el período anterior a la entrada en Jerusalén, antes de la Pasión y Muerte de Cristo. Ha habido muchos otros autores que han tratada de ficcionar la vida de Jesús. Recuerdo, por ejemplo, El Evangelio según Jesucristo de José Saramago o The testament of Mary de Colm Toibin y, más recientemente, El Evangelio según María Magdalena que todavía no he tenido tiempo de leer.

Todos ellos confrontan, de alguna manera, el relato oficial de los Evangelios Canónicos. Incluso Ratzinger, el papa Benedicto XVI, escribió una “biografía” del Jesús histórico que no concuerda exactamente con la narración oficial. Y yo creo que esa es una de las finalidades de este libro. A grandes rasgos podemos decir que este libro es la descripción de cómo se va formando el grupo y quienes son los seguidores de Jesús; cómo éstos rememoran y reconstruyen ese período de su vida; cómo algunos de ellos le cuestionan y cuestionan también a la multitud que le escucha; y, además, incluye el propio testimonio de un Cristo muy humano y, lo que es más curioso, excepcionalmente feminista. Todo ello destinado a dejarnos más preguntas sin respuesta que certezas.

Se nota claramente la gran labor de investigación realizada por el autor. Y es que en las conversaciones o los monólogos interiores de los personajes aparecen constantes referencias a la historia del Antiguo Testamento y de la Torá. Los nombres de los personajes tienen sus orígenes en algunos de los relatos referidos en estos libros y explican, de esta manera, la contribución de los personajes al nuevo relato, al Nuevo Testamento. Así, por ejemplo, la compañera de Jesús se llama Sifrá (no es Magdala, María Magdalena, sino Sifrá) y se llama como una de las parteras que vivieron la esclavitud en Egipto. A la antigua Sifrá el faraón le había ordenado exterminar a los hebreos recién nacidos pero ella desobedeció la orden y se la considera como una especie de madre de la humanidad. Desde este punto de vista, la nueva Sifrá quizá estuviera llamada a ser la madre de la nueva humanidad.

En el fondo de la novela late la tensión habitual entre rito y emoción, entre cumplir formalmente con el rito y olvidar la fraternidad cristiana o desafiar el rito a cambio de salvar al mundo. Entre el rito como lo inamovible, lo conservador, lo arcaico, lo que hay que desafiar para que la vida siga fluyendo y la emoción, como renovación, progreso, futuro y nueva vida. Una tensión que tiene también su manifestación en el enfrentamiento entre una fe dogmática y una fe espiritual. Para mí queda una pregunta fundamental al terminar de leer esta novela, ¿a quién sirve el dogma?, ¿seríamos menos católicos si rechazásemos el dogma de la virginidad de María?, ¿o, si considerásemos que Jesús tuvo hermanos o estuvo casado o tuvo hijos? o, en realidad, ¿el dogma sólo sirve para mantener una jerarquía eclesiástica inamovible y empoltronada?

Cabe también otra lectura más política: Jesús como un líder político comprometido con la libertad de su pueblo oprimido y un con una regeneración de la religión destinada a cambiar el mundo. Una persona capaz de convencer con su elocuencia y capaz de curar por tener conocimientos que los demás no tendrían, aunque el pueblo llevado por su tendencia a la superstición, prefiera reinventar estos sucesos y atribuirlos a unas inexistentes cualidades divinas de Jesús. Además este Jesús más político es el que genera más decepción entre algunos de sus seguidores, especialmente por su intención de no ejercer la violencia.

Desde un punto de vista más literario resulta enriquecedor el manejo de tantas voces pero, a veces, también resulta difícil de seguir. Por otra parte, parecería relativamente fácil hacer su adaptación teatral (como sucedió con El evangelio de María de Tóibín). Así que teniendo en cuenta su expresión tan poética, su narración y las distintas voces podría ser una síntesis de los tres géneros literarios principales. Quedan muchas preguntas interesantes una vez leída esta novela, literarias y no literarias.


Los años de la alegría
José Giménez Corbatón
PRAMES

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