miércoles, 20 de abril de 2022

Novela: Estado del malestar de Nina Lykke (2019)

La autora.-
Nina Lykke es una de las escritoras noruegas actuales más importantes. Su primera obra se publicó en 2010 y desde entonces ha obtenido el reconocimiento unánime de la crítica hasta conseguir en 2019 el Premio Brage por Estado del malestar, galardón literario más importante en Noruega. Otras obras suyas que todavía no han sido traducidas al castellano: Orgía y otras historias, Descomposición, No, cien veces no. 

Mi opinión.-
Me ha encantado esta novela que, en cierto sentido, recuerda a Despojos de Rachel Cusk, sobre todo por su capacidad de autoanálisis crítico, tanto individual como colectivo. Desde luego, la sociedad noruega no sale muy bien parada.

Podíamos decir que hay tres esferas narrativas interconectadas. En primer lugar, Elin es médica de atención primaria y describe su trabajo minuciosamente haciendo especial hincapié en las visitas de algunos de sus pacientes que creo que podríamos empezar a llamarlos im-pacientes. Hombres y mujeres de todas las edades y con todo tipo de malestares, a veces ñoños y a veces justificados, pero que tienen algo en común. Creen que han venido a vivir al mundo de PinyPon, donde todo debería ser perfecto. Los calvos no entienden por qué son calvos y no reciben bien las explicaciones por parte de la médica; los gordos no quieren ser gordos pero tampoco quieren dejar de comer o hacer más ejercicio y no quieren tampoco que una simple médica se lo recuerde; y los incel, los que no ligan y van al médico para que les derive a un psicólogo, a quien tratarán de convencer de que las mujeres guapas se equivocan al no querer ligar con ellos (egolatría machista, podríamos llamar a este síntoma). También están los que no se duchan y huelen mal o los que no quieren superar sus malestares sino que alguien les haga casito durante un rato. En fin, pasan por su consulta toda una galería de personajes insatisfechos y poco dados a la frustración, que prefieren un pastillazo a tomar decisiones drásticas con su vida, como divorciarse o afiliarse a un sindicato si tienen problemas laborales y que son incapaces de agradecer haber nacido en un país europeo, con un alto grado de bienestar y en tiempo de paz. Y ella es implacable con estos im-pacientes. Yo también lo sería.

Después nos enfrentamos a la crítica de un modelo social escrupulosamente buenista progre y rotundamente artificioso y ortopédico para el que la autora tampoco ahorra comentarios mordaces e, incluso, ofensivos. Elin vive en Grenda, un barrio de clase alta y media-alta, con jardines puntualmente desaliñados, una cierta pasión por los superalimentos, el deporte no profesional y la aceptación de las diversidades más diversas. Donde todas las minorías son bienvenidas, respetadas y admiradas y donde, únicamente, los noruegos blancos y de clase media o que no muestren un grado aceptable de inclusión y tolerancia puedan ser ridiculizados, criticados y arrinconados. No olvidemos que en 2016 (creo) un colegio noruego prohibió cantar villancicos en Navidad para no ofender a los no cristianos y que este año, 2021, la Comisión Europea recomendaba felicitar las fiestas en lugar de felicitar la navidad. Este tipo de ñoñerías nivel buenismobien, que buscan hostigar constantemente la culpabilidad actual de una todavía mayoría de la población a causa de un pasado histórico que hoy consideramos abusivo pero ayer no, es algo que me aburre profundamente. Y a la autora también.

Pero en la tercera esfera narrativa todo se complica porque nos enfrentamos a la la vida de la protagonista. Ya he dicho que Elin es una médica de atención primaria. Está casada, tiene unos 50 años y dos hijas ya independizadas. También tiene una considerable dependencia del alcohol, concretamente del vino. Algo que en España, a mí por lo menos, me resulta extraño y curioso, porque aquí somos lo que se llama bebedores sociales y consideramos el vino más un complemento de las comidas que una droga per se. Siguiendo con la novela, su adicción nos da una pista de su insatisfacción vital. Una insatisfacción que ella no ha reconocido todavía y que trata de paliar con ese nuevo juguete que nos acosa desde todos los frentes desde hace unos años. Las redes sociales. Como juego contacta con un antiguo amor y como consecuencia su vida se desbarata. Pero lo extraordinario es que ella también empieza a comportarse como sus im-pacientes, es decir, de una manera puramente emocional y errática, fuera de todas las coordenadas racionales de su vida anterior.

Así que, ante su malestar y al igual que sus im-pacientes, también Elin es incapaz de tomar decisiones y ha buscado toda su vida una evasión momentánea a base de alcohol. No ha querido enfrentarse a la rutina de su matrimonio con un hombre pasivo porque le ofrece seguridad y respetabilidad social; tampoco al abandono de sus hijas porque ella también fue una niña abandonada. Además, se ha visto arrollada por un adulterio con un hombre también bastante pasivo que ni siquiera, por pereza e inapetencia, había buscado. Todo esto, ¿no hace de Elin una mujer pasiva? Yo creo que sí. Pero la gran diferencia entre Elin y sus pacientes es que ella sabe que su malestar no tiene cura en una consulta médica, aunque temporalmente acabe viviendo allí y recibiendo los consejos de Tore. Novela muy recomendable.


Nina Lykke
Estado del malestar
Gatopardo ediciones
Traducción de Ana Flecha Marco


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