miércoles, 6 de marzo de 2019

Palencia: Iglesias rupestres y románicas (2018)

El origen de las iglesias rupestres se remonta a los siglos IX y X y al desplazamiento migratorio producido por la invasión musulmana. Entonces los cristianos amenazados empezaron a instalarse en el norte peninsular y concretamente en esta zona en la Montaña Palentina. Supongo que resultaba más barato excavar en una roca que contratar a un maestro de obras para construir una pequeña ermita, pero tampoco debería descartarse el deseo de monjes o seglares mozárabes de vivir aislados del mundo en un momento de turbulencia.

El cementerio nuevo
Todas estas iglesias comparten las mismas características constructivas. Tienen una o dos naves y fueron excavadas toscamente en promontorios, lugares donde la roca arenisca predominaba, igual que ocurría en Petra (Jordania). Lugares cercanos a un río o a un manantial que ofreciesen también medios de vida y preservasen de los potenciales ataques de enemigos.

La torre campanario

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En el monte Cildá, la iglesia de los santos Justo y Pastor de Olleros de Pisuerga se corresponde con este modelo e incluye también dos lauras (dos pequeñas cuevas), una torre campanario aislada del siglo XVII, realizada en piedra de sillería y una pequeña necrópolis con tumbas antropomórficas. A la entrada hay una pequeña espadaña también en piedra de cantería. El templo sufrió añadidos posteriores al siglo X y actualmente se utiliza como parroquia durante los meses de verano.

La entrada y la espadaña

Tiene dos naves y anexa a una de ellas se encuentra la actual sacristía. A la izquierda se pueden observar también dos capillas. La primera de ellas contiene la pila bautismal y la segunda, que se descubrió en 1931, pudo servir en un principio como capilla sepulcral. Desde esta capilla se accede al púlpito por una escalera también tallada en la roca.

Interior y altar mayor

El coro de madera, elevado, se sustenta con una pilastra original. En el altar mayor el retablo plateresco de mediados del siglo XVI está dedicado a los santos Justo y Pastor y a su derecha, en una pequeña hornacina excavada en la roca también puede verse una imagen de Dios Padre Eterno. La iglesia es una pequeña joya del románico muy especial e interesante.

Retablo del altar mayor


Después de la Reconquista, las pequeñas iglesias rupestres dejaron paso a edificios mucho más suntuosos y funcionales. En Santibáñez de Ecla se encuentra el Monasterio de San Andrés de Arroyo que sigue ocupado, desde la Edad Media, por monjas bernardas del Císter. Fue fundado en 1190 por la condesa doña Mencía de Lara y llegó a ser tan importante que la abadesa tenía “privilegio de horca y cuchillo”, es decir, jurisdicción civil y penal sobre los habitantes de once villas cercanas. A la entrada del Monasterio se puede ver todavía el rollo de justicia y la capilla de ajusticiados donde los reos pasaban sus últimas horas, rezando o maldiciendo su suerte.

Rollo de justicia
De este monasterio, además de su iglesia, destacan especialmente dos estancias. Por una parte, el claustro que constituye un ejemplo claro del románico cisterciense caracterizado por la inclusión de temas vegetales, preferidos a las representaciones figurativas prohibidas por la Orden del Císter, pero con indicios que ya le acercan al gótico. Los artesanos que trabajaron allí realizaron un trabajo de gran calidad, especialmente con los capiteles de las columnas esquineras, tallados con trépano y que constituyen un verdadero encaje de piedra. En la serie de RTVE Las claves del románico, José María Pérez Peridis, menciona a un tal maestro Miguel.



La segunda estancia excepcional es la sala capitular. Tiene una preciosa bóveda de crucería y dos sarcófagos. El primero, decorado más profusamente, corresponde a la fundadora y primera abadesa, doña Mencía; el segundo es el de su sobrina y segunda abadesa, doña María. Es más sobrio ya que sólo lleva esculpido el báculo. También presidiendo la sala hay una escultura románica en piedra de San Andrés con la cruz de su martirio.




Dice García Omedes en su página web, que en 1991 la abadesa había incluido como pecado capital la toma de fotografías en el interior del monasterio. No sé si será cierto pero en el año 2018 me he encontrado este cartel. San Andrés de Arroyo


De camino hacia este monasterio paramos en un pequeño pueblo llamado Moarves de Ojeda, únicamente para contemplar su iglesia dedicada a San Juan Bautista. Es espectacular. Una auténtica sorpresa encontrar esta joya en un pueblo tan pequeño. Es posible que el mencionado maestro Miguel o alguno de sus ayudantes más aventajados trabajasen en esta iglesia.





En la portada con arquivoltas de ajedrezado podemos ver capiteles historiados y también con decoración vegetal. Pero me llamó la atención esta pequeña figura situada en una ménsula que sujeta al friso del que hablaré después. Es un San Jorge peleando con el dragón y está esculpido con gran detalle. Se puede distinguir la cota de malla y la decoración de su escudo. Y también los ojos y las escamas del dragón.




El friso superior está formado por un apostolado completo. Cada apóstol se sitúa en su hornacina y es perfectamente reconocible; con un pantocrátor central en altorrelieve dentro de una mandorla y rodeado de los tetramorfos. Es comparable al friso de la iglesia de Santiago de Carrión de los Condes. En el interior del templo se encuentra también una pila bautismal de gran calidad. El románico palentino es excepcional.








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