El autor.-
Benito Pérez Galdós fue uno de los máximos exponentes de la
novela realista en Europa. Aunque su obra fue tan extensa que puede dividirse
en varias épocas con el denominador común de haber provisto a sus personajes de
una gran profundidad psicológica. En los Episodios
Nacionales la historia no sólo pertenece a reyes, militares y políticos, el
pueblo llano también tiene su protagonismo. Otras obras suyas: Tristana, Fortunata y Jacinta, Misericordia.
Mi opinión.-
Zaragoza es la
sexta entrega de los Episodios Nacionales
y su estilo narrativo es completamente diferente a Cánovas, el último de los Episodios, que ya he leído. Está íntegramente dedicada a narrar el segundo sitio dentro de la Guerra de
la Independencia, que tuvo lugar entre enero y febrero de 1809. Un asedio terrible
que, incluso el mariscal Lannes después de ver los destrozos en la ciudad, a
los combatientes muertos y heridos y al resto de la población civil diezmada
por las enfermedades y el hambre, dijo “Vencer
así da pena”.
Y es que los zaragozanos y zaragozanas decidieron defenderse
con uñas y dientes aunque su causa estuviera muy pronto perdida. La guerra se
libró calle por calle, casa por casa, habitación por habitación y eso lo
describe muy bien Galdós. Además, cuando se terminaban las hostilidades sobre
la superficie, la guerra continuaba en los sótanos. Quedan huellas todavía en
los sótanos del Albergue de Zaragoza, en la calle Predicadores, en La bóveda,
actualmente una sala de música, y en otras localizaciones cercanas de una red
de túneles que comunicaban todos los edificios.
En los diez primeros Episodios
Nacionales el protagonista, el que ejerce de hilo conductor de la historia
es Gabriel de Araceli. Llega a Zaragoza escapando de los franceses que ya han
conseguido entrar en Madrid. Aquí, no le queda más remedio que enrolarse y
defender la ciudad con toda la fuerza que puede.
Pero dentro de esta Gran historia, dentro de los asedios a
los que se vio sometida la ciudad, Araceli encuentra también la pequeña
historia de los habitantes de la ciudad. Especialmente, el drama se ceba en dos
familias que rememoran la historia de Romeo y Julieta. Por una parte, los
Candiola padre e hija y los Montoria padre e hijo. Ambas familias ricas, aunque
de origen y trayectoria diferente.
El tío Candiola es un personaje difícil de entender. A veces
resulta repulsivo. Codicioso y traidor, es la imagen de la cobardía y del
interés. Desea que la ciudad caiga de una vez para poder hacer negocios con los
franceses e, incluso, les ayuda a entrar por una de sus propiedades cercana a
la muralla. La gente le insulta recordándole su origen “hijo de un mallorquín
con sangre de judío” y varias veces Galdós le describe contando monedas, como
un auténtico avaro. Sin embargo, su hija, Mariquilla es todo lo contrario. Sólo
desea ayudar a los soldados y a la gente de Zaragoza. Está enamorada de Agustín
Montoria.
Los Montoria también son ricos. Agustín, al ser el hijo
menor, está destinado a ingresar en la Iglesia católica aunque al estallar la
guerra es el primero en coger las armas y defender la ciudad. Su padre, el tío
Montoria es todo lo contrario a Candiola. Aguerrido y valiente, brutal cuando
dice “Hay hombres que sólo por perder pierna y media ya se acobardan…”.
Galdós introduce el habla popular y se documenta
exhaustivamente para nombrar los lugares más emblemáticos donde se produjeron
los encontronazos entre franceses y zaragozanos. Incluye también a personajes
reales, como Casta Álvarez, una de las bravas mujeres que se merecen un post o
el General Palafox, del que tengo pendiente leer alguna biografía y con el que
comparto un apellido (¿Seremos familia? Me gusta pensar que sí.) Leer a Galdós
siempre es muy recomendable. Siguiendo con la ocupación francesa de Zaragoza, voy a buscar algún libro que nos cuente algo sobre la vida de esos años y si es posible de algún autor francés.
Aquí mi opinión sobre la Exposición de Galdós realizada en Febrero de 2020, antes de la pandemia, en la Biblioteca Nacional. Una verdadera lástima que tuviera que suspenderse.
Zaragoza
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Benito Pérez Galdós
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