lunes, 16 de marzo de 2020

Serie TV: La peste de Alberto Rodríguez y Rafael Cobos. Temporada 1 (2017)


La picaresca de los siglos XVI y XVII parece que dio para mucho y que todavía puede seguir explotándose. Eso debieron pensar los creadores de esta serie que tendrá también una segunda temporada. No hay que olvidar que Sevilla entonces presentaba grandes oportunidades de promoción social con la emigración hacia las Indias, pero que esta emigración estaba rigurosamente reglada. Principal motivo de que existiese un tráfico ilegal sustentado por mafias más o menos conectadas con los prohombres de la ciudad.


A mí me ha parecido una serie magnífica, aunque haya recibido críticas negativas por su oscuridad, su lentitud que, en realidad, a mí me parece que es intensidad narrativa que no siempre se apoya en los diálogos. Es una serie difícil pero con mucha calidad. Ya hace tiempo que la industria, la pequeña industria audiovisual española da ciertas alegrías. Alegrías que además son exportables.


Yo entiendo perfectamente que tenga que ser una serie oscura porque va a tratar temas que siguen escondidos dentro de las sociedades. La miseria, la corrupción, las desigualdades palpables, respirables y que se podían masticar y tragar. Todavía diría más, que algunos, los más pobres, estaban obligados a tragar porque otros, los prohombres, podían cerrar la ciudad y sus casas y dejar la miseria fuera.


Aquí la enfermedad, la peste, es sólo una excusa. Una barrera para limitar un campo de estudio. Sevilla, la gran ciudad, queda sitiada por una catástrofe que se ceba en los más pobres. Sin embargo las autoridades civiles y la inquisición eclesiástica están preocupados por una serie de asesinatos producidos en la ciudad.


Tenemos, pues, por un lado la crisis desencadenada por la enfermedad y la falta de abastecimientos en la ciudad porque nadie puede entrar y salir. Esto da lugar a que los especuladores acumulen cereales y productos de primera necesidad para subir el precio de los mismos cuando escaseen. Y, por otro lado, tenemos a un asesino suelto. Veremos si, a lo largo de los capítulos, una y otra trama se funden en la misma.


Además, y creo que como consecuencia de la lucha feminista de estos últimos años existe un personaje femenino que destaca. Estoy segura de que, si la serie se hubiese rodado hace unos años no lo hubiéramos visto. Es Teresa Pinelo, una pintora. Es cierto que en los siglos XVI y XVII existieron pintoras y escultoras que, si bien no vivieron exclusivamente de su trabajo, sí que dieron muestras de su talento; ahí quedan los ejemplos de SofonisbaAnguissola, Lavinia Fontana, Clara Peeters o La Roldana.


Teresa Pinelo y Mateo Núñez son personajes que no encajan en el ambiente de corrupción y lo pagan caro. La primera no puede mostrarse como una mujer de talento y firma sus cuadros con el nombre de su padre. El segundo vive perseguido por la Inquisición porque no quiere menospreciar su razón, su capacidad crítica y su propia inteligencia.


Por lo demás, fuera de la ciudad, una ciudad sucia, todavía quedaba mucha más suciedad. La de la mancebía, donde según las ordenanzas sólo podían vivir y trabajar las putas; putas que eran mayores de doce años y huérfanas de padre y madre. Por supuesto, sometidas a chulos y a sus clientes bestializados.



Dirección: Alberto Rodríguez, Rafael Cobos
Guión: Alberto Rodríguez, Rafael Cobos, Fernando León de Aranoa
Música: Julio de la Rosa
Fotografía: Pau Esteve Birba
Intérpretes: Pablo Molinero, Paco León, Manolo Solo, Patricia López Arnáiz, Sergio Castellanos.

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