viernes, 30 de abril de 2021

Novela: Las maravillas de Elena Medel (2020)

La autora.-
Elena Medel ha sido conocida por su faceta de poeta y ensayista. También dirige la editorial de poesía La Bella Varsovia. Las maravillas es su primera novela. 

Mi opinión.-
Reconozco que, a pesar de las buenas críticas que ha tenido esta novela, me ha resultado difícil sintonizar con ella. Y creo que, en parte, se debe a la distancia emocional que la autora ha elegido mantener respecto a sus personajes. Para mí ese narrador tan lejano a las protagonistas aporta mucha dureza al relato.

Las dos protagonistas, Alicia y María, están separadas por muchas cosas y unidas por una sola que, al final, será irrelevante. Sus edades, su trayectoria vital, sus expectativas y sobre todo su manera de enfrentarse a la vida y a las adversidades las diferencian. Su punto de partida no ha sido el mismo aunque las dos han acabado siendo parte de la fuerza de trabajo que, actualmente, en nuestras sociedades, vive en condiciones más precarias. Antes se le llamaba proletariado. Ahora ya no, porque ni siquiera pueden o quieren tener prole a su cargo.

Toda la narración rezuma desesperanza pero, a diferencia de María, Alicia lleva esta desesperanza en su carácter. Pero, independientemente de sus condiciones de vida y esto me ha sorprendido mucho, Alicia lleva esa desesperanza en lo más profundo de su propia personalidad. No sólo su itinerario vital se ha visto condicionado por la falta de dinero. Hay algo más que en la novela no se trata. Hay un rechazo hacia la humanidad que no sabemos de dónde viene pero que le hace sentirse superior y esto hace difícil empatizar con ella. Es una mujer alienada emocionalmente que se castiga a sí misma disfrutando con ello.

María, sin embargo, representa a las mujeres que no tienen la costumbre de ocupar el espacio público. Aunque, por su formación autodidacta que la lleva a participar en diferentes asociaciones, pudiese hacerlo con todo el derecho; siempre acaba postergada, incluso por sus propios compañeros varones, compañeros de clase y lucha. Es la mujer trabajadora que siempre está en silencio.

Para mí, el fallo de esta novela está en no aportar prácticamente nada de contexto histórico o social. Apenas menciona dos hitos temporales, la muerte de Franco y la manifestación del 8M de 2018; pero, yo creo que dentro de unos años, a la velocidad que circulan los acontecimientos sociales, los lectores más jóvenes no conocerán la trascendencia de estos dos hechos. Por otra parte, me gusta mucho que la autora se haya centrado en la vida de estas dos mujeres y que analice la especial invisibilización que las mujeres sufren, especialmente, las mujeres pobres. Queda claro, así, que somos productos de diferentes intersecciones y que si estas dimensiones se potencian entre sí, se hereda la riqueza pero también la pobreza y la desesperanza. Una lectura muy recomendable.



Las maravillas
Elena Medel
Editorial Anagrama


martes, 27 de abril de 2021

Novela: Desierto sonoro de Valeria Luiselli (2015)

La autora.-

Valeria Luiselli ha publicado principalmente ensayos y novelas, aunque también ha sido colaboradora  habitual en la prensa. Nació en México pero debido a la profesión de su padre, es diplomático, ha vivido un poco por todo el mundo. De hecho, este libro, fue escrito en inglés y traducido por ella misma y por Daniel Saldaña París. Otras obras suyas: Los ingrávidos, La historia de mis dientes y Papeles falsos.

Mi opinión.-

Este libro es muchos libros, al mismo tiempo. Y también pretende ser muchas voces o varios ecos de la misma voz. Una mujer de origen mejicano emprende un viaje por Estados Unidos con su familia recompuesta. Es decir, tanto ella como su marido tienen hijos de relaciones anteriores que han convivido durante unos años como si fueran hermanos y que si la relación entre su padre y su madre fracasa dejarán de verse para siempre. Es un libro sobre la elaboración del duelo por la pérdida del amor, pero antes de que esta pérdida se haya producido realmente.

Y también la historia de la búsqueda del eco de los primitivos pobladores del territorio, asesinados y desplazados por estrategias colonialistas y genocidas. En esta parte se incluye la crónica histórica y geográfica de la Apachería y de la derrota de los indios y también la marginación y discriminación del mundo hispano. Además, como eco de todo ello aparece reflejada la crisis migratoria de 2015, desde un punto de vista que trasciende la mera crónica periodística y toma tintes de clásico realismo mágico.

Es también un libro de carretera, género que quizá sólo exista en Estados Unidos dada la movilidad de sus ciudadanos y sobre todo la extensión del país. Se puede seguir el trayecto de los protagonistas perfectamente y da una idea del abismo que separa los distintos territorios, semivacíos pero protegidos de la inmigración no deseada. Quizá habría que empezar a hablar de los distintos países que conforman los Estados Unidos porque no creo que tengan muchas cosas en común los estados de Nueva York y Arkansas o California y Montana. De momento, en tiempos de prosperidad aunque ésta se esté agotando, permanecen unidos; más adelante, ya veremos. Especialmente, si Trump vuelve.

En paralelo a la historia de los protagonistas, también se cuenta la otra historia, la de niños perdidos. Los niños inmigrantes enviados por sus familias en busca de un futuro mejor tienen que pasar antes de llegar por un infierno. No habría mejor palabra que ésta para describir el desierto y también los abusos de los coyotes, de las autoridades y de todos aquéllos que ganan dinero explotando la miseria de los pobres. Así esto niños arriesgan su vida para cruzar una frontera que pretende mantenerlos en la miseria y no darles ninguna oportunidad. En este caso, la autora utiliza la crónica periodística o las fichas de mortalidad de migrante y otros recortes que aborda desde una perspectiva sociopolítica, aunque esta escritura nunca esté dominada por un lenguaje más frío y distanciado.

En la segunda parte, a partir de la página 233, habla el hijo mayor, el de 10 años y hace un resumen de lo tratado hasta entonces, desde su punto de vista. Me pareció que este recurso no funcionaba bien porque, en realidad, la voz de la madre y la del niño apenas se diferenciaban pero comentándolo con otra gente me di cuenta de que el niño actuaba como si fuera el eco de la madre. Y es así en el resto del libro, la narración se va repitiendo en palabras, después en onomatopeyas y al final en una lista de imágenes tomadas con polaroid hasta que se desvanece completamente. Tal y como haría el eco. Además, la monotonía de un paisaje tan plano y calcinado por una luz cegadora remite también al estancamiento del tiempo y a la ausencia de futuro. El tiempo sin futuro queda como mera repetición como un eco, como el vestigio de vidas pasadas. Así se establece el paralelismo entre el viaje de los niños perdidos y los hijos de la protagonista, también perdidos. Para mí esta parte de la narración es la más alegórica y la que más recuerda a Pedro Páramo de Juan Rulfo. Una narración dominada por la desesperanza y el olvido, el desierto y la calcinación en la que parece que la muerte ha alcanzado a todos los niños. El capítulo Sueña caballos es lo que me sugiere, la muerte de los niños. Intercaladas durante todo el texto se pueden encontrar las Elegías por los niños muertos.


Desierto sonoro
Valeria Luiselli
Traducción de Daniel Saldaña París y Valeria Luiselli
Ed. Sexto Piso


miércoles, 21 de abril de 2021

Novela: No, mamá, no de Verity Bargate (1978)

La autora.-

No existe mucha información sobre esta autora en las redes. Supongo que porque murió con apenas 40 años. Escribió tres novelas y también fue directora de teatro y fundadora del Soho Theatre. También se creó un premio con su nombre para jóvenes creadores teatrales, Verity Bargate Award. Otras obras suyas: Children Crossing, Tit for that

Mi opinión.-
Pertenecer a varios clubes de lectura, distintos entre sí, me permite hacer grandes descubrimientos como el de esta brillante autora, aunque por su prematura muerte, su obra sea tan escasa. Esta novela está escrita en 1978 y en ella plantea reflexiones sobre la vida de las mujeres, sobre su relación con los hombres y, especialmente, sobre la maternidad deseada y no deseada que son todavía muy actuales.

Evidentemente, los hombres no son protagonistas de esta novela pero sí que se subraya la influencia que siguen teniendo en la vida de las mujeres y también el surgimiento de una nueva masculinidad. Tanto el marido de la protagonista como el psiquiatra, masculinidades más convencionales, hacen y deshacen, deciden y supervisan lo que Jodie debe de sentir, hacer, prever, sufrir y gozar. Sin embargo, se presenta un personaje secundario, Jack, cuya característica principal es ser paciente, saber esperar y ofrecerle su capacidad de escucha. Raro, ¿no? Yo creo que es un indicio claro de nueva masculinidad.

No obstante, el argumento principal de la novela es la relación de Jodie con sus hijos, Matthew de dos años y Orlando, un recién nacido. Y, especialmente, la culpabilidad que siente ella por no poderlos querer tal y como, se supone, que una mujer de 1978 debía querer a sus hijos: con un amor absoluto, por encima de todas las cosas, por encima de su carrera profesional y por encima de su desarrollo individual como persona. Es decir, casi casi como ahora mismo se les sigue exigiendo a las mujeres.

En el fondo de toda la novela lo que late es el final de un matrimonio. Un final que ninguno de los dos quiere admitir aunque Jodie hable de su “pobre marido” y éste se presente en la novela como un hombre atento, cariñoso y comprensivo que, en realidad, es un manipulador que está preparándole una trampa psiquiátrica.

Sin embargo, ante esta situación yo creo que Jodie no sabe reaccionar y se equivoca completamente. Pretende volver al pasado, a un pasado más o menos idílico en el que fue feliz. Para ello recupera a una antigua amiga y establece una nueva relación con sus hijos que, desde mi punto de vista, es una relación totalmente equivocada. Casi pretende jugar a las muñecas nuevamente. Esta situación supondrá el descalabro absoluto de su matrimonio y de ella misma. No obstante, el libro es esperanzador puesto que todos estos hechos se narran en un momento posterior cuando, podemos suponer, que ella ya ha superado esta gran crisis y tiene posibilidades de recuperar su vida. Un libro que lleva a la reflexión y por esto me parece muy interesante. Recomendable al 100%.


No, mamá, no.
Verity Bargate
Traducido por Mireia Bofill
Ed. Alba

miércoles, 14 de abril de 2021

Teatro: Puertas abiertas de Emma Riverola (2020)

No queda otra que ir volviendo poco a poco a esta relativa normalidad que nos permite la pandemia. Y en esa vuelta a la normalidad tenía pendiente volver al teatro. Pues ya está, ya he vuelto. La obra representada era Puertas Abiertas, la primera obra escrita por la periodista Emma Riverola, dirigida por Abel Folch e interpretada por Cayetana Guillén Cuervo y Ayoub el Hilali.

La inspiración para escribirla o, más prosaicamente, el punto de partida fue el hashtag #portesouvertes que circuló por Twitter poco después de los atentados en París en 2015. La ciudad se había colapsado y el pánico se apoderaba de la gente que no podía volver a su casa porque el transporte público no funcionaba. Así que quienes vivían en las zonas más afectadas por este colapso ofrecieron sus casas para que perfectos desconocidos pudieran pasar la noche, cenar o simplemente intentar contactar con sus familias para decirles que estaban bien. Todo un ejercicio de respeto por las víctimas y de solidaridad con los supervivientes. La humanidad no debe de ir tan mal cuando en un momento de máximo peligro la gente se quiere permitir ser generosa.

Julie es una mujer de cincuenta años que ha decidido participar en las redes sociales con ese hashtag y ofrecer su casa. Sin embargo, la encontramos en su apartamento visiblemente nerviosa, muy alterada, hablando consigo misma e intentando disipar sus temores realizando movimientos repetitivos, cambiándose de zapatos, buscando en una copa de vino la tranquilidad que no tiene. Un joven estudiante de origen magrebí ha respondido a su ofrecimiento.

La obra de teatro está desarrollada a partir del suspense. El origen étnico del protagonista es un punto discordante, de desazón para Julie. Aunque intente por todos los medios desechar sus pensamientos racistas, el miedo está ahí, anidado en su corazón. Mucho más esa noche. Sin embargo, también se irá desvelando poco a poco que su miedo tiene otra fuente. Una fuente mucho más antigua y dolorosa.

El joven se presenta con un nombre y una identidad que resultan ser falsos; aunque su segundo nombre y su segunda identidad también es posible que lo sean, con lo cual su primera opción sería la verdadera. Ese juego provoca la desazón en los espectadores que no sabemos a qué atenernos y es el desencadenante para que Julie confíe en él y le cuente el origen de sus terrores.

El tema de fondo es el miedo provocado por el terrorismo yihadista. El miedo a los que son distintos a nosotros, a los que no pertenecen a nuestra tribu. Un miedo que hace sospechar de todos aquéllos que pudieran estar vinculados de alguna manera con él. Pero, asistiendo a la obra de teatro veremos que el miedo no necesita apellidos para habitar nuestras vidas y que superarlo exige, a veces, confiarse a un desconocido. Eso es lo que hace Julie y, en contrapartida, quizá obtenga la tranquilidad que está buscando.

Ya es la tercera vez que he visto a Cayetana Guillén Cuervo en teatro. Las otras dos fueron en El malentendido, hace un montón de años, y en Hedda Gabler, más recientemente. Su interpretación me ha parecido soberbia teniendo en cuenta además que esta obra exige una gran expresividad corporal (algo que en principio sorprende). No me ha gustado tanto Ayoub el Hilali. Me ha parecido un actor dubitativo y que no terminaba de ubicarse en el escenario pero, en fin, es un actor muy joven y espero que mejore con el tiempo.


miércoles, 7 de abril de 2021

Serie TV: 30 monedas de Álex de la Iglesia (2020)

Algún crítico de televisión ha definido este “universo” de Alex de la Iglesia como “parque de atracciones satánico”. No me parece mal. Pero, además, yo le añadiría “con un cierto toque costumbrista”. Otras personas más cultas y versadas en la literatura y el cine de terror, encuentran también referencias lovecraftianas. Pero, ahí, sí que no puedo opinar porque nunca he leído a Lovecraft. Tendré que ponerle remedio a eso pero, la verdad, es que tengo una amplia lista de espera de lecturas pendientes. 

Reconozco que la originalidad de Alex de la Iglesia siempre me ha atraído; aunque, su pasión por la casquería me llega a resultar excesiva. Eso pasaba con Perdita Durango y, sobre todo, con Las brujas de Zugarramurdi. Y también le sucede con esta serie de televisión. Yo le daría unos buenos tijeretazos, especialmente, en el capítulo del cónclave satánico en un tranquilo pueblo de Segovia que, imagino, no volverá a ser el mismo, pero reconozco que lo demás está muy bien. Incluida la intro que escenifica el Via Crucis, la pasión y muerte de Cristo, con una muy cuidada fotografía y puesta en escena; y también una banda sonora impresionante.

Me gusta mucho el trío de actores protagonistas y la antagonista que, muy a su pesar, acaba haciéndose muy muy mala e, incluso, puede que sea un personaje central en la segunda temporada.

Eduard Fernández interpreta a un atípico sacerdote que se las ha visto con el diablo y que no se anda con remilgos a la hora de soltar “hostias”. El padre Vergara ha sido destinado a Pedraza después de haber ejercido como exorcista y de haberse visto envuelto en un homicidio.

Megan Montaner es Elena, la veterinaria que se ve involucrada en una guerra que no es la suya. Pero es una mujer de carácter fuerte que no se arredra ante las dificultades, ni ante la niebla satánica, y sabrá gestionar ese marrón. Ha llegado a Pedraza hace poco tiempo, como el padre Vergara. Poco después de llegar su marido la abandonó y por eso es la comidilla de todo el pueblo. Capítulos más adelante se sabrá qué pasó realmente pero los chismes en un pueblo son los chismes, aunque estemos en el siglo XXI. Además, sus relaciones equívocas, primero con el alcalde y después con el ricachón del pueblo, también darán qué hablar.

Miguel Ángel Silvestre es el alcalde, un alma cándida. Paco es un alcalde ingenuo y guapo que no tiene preparación para serlo y que se ve manejado y empujado por su mujer, interpretada por Macarena Gómez. Esta mujer está dominada por la ambición más absoluta y es posible que su ambición nazca de la maternidad frustrada, o de cualquier otra cosa, pero lo que es seguro es que va corrompiéndola capítulo a capítulo, rompiéndole el alma en pedacitos y transformándola en un ser maligno y despiadado que, al mismo tiempo, sufre mucho. Esta espléndida en su papel de mala; malísima pero, al fin y al cabo, superviviente.

Si algo se le puede reprochar es que Manolo Solo, que interpreta al padre Santoro, futuro antipapa o papa satánico, no tenga una mayor relevancia como contrapunto del padre Vergara. Ambos han compartido amistad, fe, estudios y propósitos. Sin embargo, al final, Santoro tomará la senda desviada del mal. El primer paso de esa senda, casi como siempre, será el deseo de poder, la ambición (la misma que siente la mujer del alcalde) pero me hubiese gustado una elaboración más lenta de ese proceso que termina con la corrupción de un alma.

Situados todos los personajes, la trama se inicia con un nacimiento nada común. Una vaca está a punto de parir pero la veterinaria tiene que intervenir porque el parto se presenta complicado. La sorpresa es que el nacido de esta vaca no será un ternero. ¿O habría que decir lo nacido? El caso es que el/lo nacido también es una oportunidad para ver un magnífico trabajo de Carmen Machi, una secundaria de lujo en esta ocasión. Entre el principio, el nacimiento, y el final, la muerte, hay mucha tela que cortar. Especialmente, en el episodio The mirror. Después de este episodio peinarse delante de un espejo ya no es lo mismo. Para saber más, ved la serie.


Director: Álex de la Iglesia
Guion: Ález de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría
Música: Roque Baños
Fotografía: Pablo Rosso

miércoles, 31 de marzo de 2021

Música: Carmina Burana de Carl Orff. 41º Ciclo de Introducción a la Música. Auditorio de Zaragoza, 2021.

Termina el 41º Ciclo de Introducción a la Música del Auditorio de Zaragoza y lo hace con los Carmina Burana adaptados por Carl Orff. En realidad, se trata de una colección de canciones y poemas de los siglos XII y XIII. Fueron encontrados en el siglo XIX, en un manuscrito que se conoce también como Codex Buranos, en la abadía de Benediktbeuern, Baviera. Son textos satíricos, contra el poder establecido, y también a favor de los placeres terrenales, del amor y del goce de la naturaleza, canciones de taberna y dados. 

Parece que fueron escritos por los goliardos. Unos clérigos vagabundos, que no se sometían a ninguna regla monacal y que vivían un poco a salto de mata, de la caridad de los vecinos, de la mendicidad o, directamente, de pequeños hurtos. También entraban en esta categoría los estudiantes de la sopa boba y los pícaros. Todos ellos iban recorriendo los pueblos y ciudades y a cambio de comida o dinero deleitaban a los lugareños con sus canciones picantes. El manuscrito original está compuesto por más de 100 pergaminos, algunos de ellos iluminados, y más de 200 poemas-canciones que puede verse en la Bavarian State Library, de Munich.

Bueno pues, Carl Orff utilizó una selección de estos textos escritos originalmente en latín, alto alemán medio y francés provenzal antiguo y compuso una cantata que, sin duda, es su obra más conocida y como obra sinfónico-coral, la más importante del siglo XX, según el director Igor Tantos. Se estrenó en 1937. Comienza y termina, como la rueda de la vida, con la canción más conocida, O Fortuna, que supongo que la mayoría recuerda porque está incluida en la banda sonora de Excalibur, la película dirigida por John Boorman en 1981 y que narra parte de las aventuras de los Caballeros del Rey Arturo. Pero esa es otra historia.

En esta representación, junto al Coro Amici Musicae del Auditorio de Zaragoza, el coro de adultos y también el infantil, intervinieron: la soprano, Vanesa García, el tenor, Emmanuel Faraldo y el barítono, Javier Franco, dirigidos por Igor Tanto. La versión programada para el pasado 28 de marzo, era para dos pianos, seis percusionistas y los coros, algo que no es habitual porque normalmente se utiliza la versión con orquesta. Fue eso lo que más me sorprendió, el protagonismo de los pianos. En la grabación que yo tengo, de la Orquesta Filarmónica y Coros de Londres, dirigidos por Zubin Mehta, la percusión lógicamente es mucho más notoria. Además, supongo que por la disposición de los cantantes, separados a causa del coronavirus-19, el coro resultaba un poco tenue. Pero en conjunto disfruté mucho. Me gustó, la representación.

Carl Orff compuso una música que te arrastra hacia la alegría de vivir, quieras o no, con todas sus consecuencias. Una música circular, envolvente, sin llegar a ser repetitiva. Él incluyó como subtítulo de esta obra Canciones profanas para solistas y coros con acompañamiento de instrumentos e imágenes mágicas. Supongo que por esto, en un momento determinado de esta actuación, el tenor entra en el escenario interpretando el vuelo de un pájaro que parece adoptar forma humana antes de ponerse a cantar. El pobre cisne recuerda sus tiempos de esplendor antes de ser churruscado en una taberna. Pura ironía y divertimento.


Excalibur


 

Dos páginas del Manuscrito. Maravilloso, ¿no?

Aquí os dejo también la Danza, En el jardín, y Quando sumus, En la taberna. 






miércoles, 24 de marzo de 2021

Exposición Fotografía: Un horizonte falso de Alberto García-Alix. IAACC Pablo Serrano, 2021

Una de las cosas que me ha atraído siempre de la fotografía es su capacidad para enmascararse y engañarnos. Bajo la apariencia de ser un documento fiable que intenta representar escrupulosamente la realidad, se esconde un instrumento capaz de alterarla a veces con técnicas muy elaboradas como el fotomontaje, la solarización o las múltiples exposiciones en un mismo negativo; pero frecuentemente, también, mediante un simple encuadre que resulte efectivo. Así, la fotografía es capaz de crear mundos y realidades ficticias. Esto ha sido posible en esta exposición, Un horizonte falso. 

Alberto García-Alix es uno de los fotógrafos más conocidos en España, desde la Movida, con una larga trayectoria como artista y también como editor. Su primera exposición data de 1981 y de ahí hasta hoy. Fue Premio Nacional de Fotografía en 1999 y Premio PhotoEspaña 2012. Su estilo, para mí, era muy reconocible hasta esta exposición. Formato casi siempre cuadrado, blanco y negro, fotografías muy directas y fuertemente expresivas de la bohemia y, en general, del mundo de la noche madrileña, con sus caídos y sus supervivientes.

Pero, además, en esta exposición se muestra que él no ha dejado de indagar y de plantearse retos. Me han sorprendido mucho “sus sombras y desenfoques” de edificios y el tratamiento dado a algunas fotografías de naturaleza. En ambos casos crea mundos especiales: en el primero un mundo onírico y surrealista, más cerca de de Chirico, alejado de la crudeza de sus retratos lumpen y en el segundo, un mundo orgánico y paradójicamente muy espiritual. Además de estos dos ámbitos también contamos en la exposición con retratos y autorretratos, más clásicos en su producción, y con una serie de fotografías dedicada a su otra gran pasión, las motos.

De lo que podría considerarse fotografía de naturaleza me ha resultado muy inquietante El purgatorio del año 2008. No sé si es una proyección de mis propios fantasmas o si el autor ha manipulado digitalmente la imagen (la verdad es que en las exposiciones de fotografía apenas hay información sobre los procesos que utilizan los autores y no entiendo por qué). Decía que quizá el autor haya manipulado digitalmente la imagen pero yo soy capaz de ver a las ánimas del purgatorio enganchadas en esas ramas. No sé si las ramas intentan que las almas no abandonen el mundo de los vivos o si quieren impedir que vayan a su último destino: el cielo o el infierno, pero yo las veo allí, enganchadas, retenidas en esas ramas. Tengo que repasar cuál es la función del purgatorio y si existe en otras religiones también.

Otra de mis fotografías favoritas de esta exposición ha sido El lamento de un perro del año 2011, de la serie Patria querida. Irremediablemente esta imagen me ha remitido a Goya y a su Perro semihundido, una de las pinturas negras más fascinantes. Y es en esta imagen donde encontramos e, incluso, podemos palpar la “mentira” de la fotografía. ¿Por qué creemos que este perro emite un lamento? En apenas fracciones de segundo ha quedado plasmada su mirada en el negativo fotográfico y luego mediante procedimientos químicos se ha positivado en papel, ¿es eso suficiente para evaluar si es un lamento o no? Puede ser tristeza pero no tenemos suficiente información para asegurarlo ¿no? En cualquier caso, es una fotografía preciosa y emocionante. Sólo por eso ya merece estar colgada en una exposición.

De los retratos y autorretratos, destacaré dos: Autorretrato dibujado a un muro y Autorretrato infantil ambos de 2012. No sé cual me inquieta más. En todas estas fotografías parece que los objetos cobran vida y son tratados como personas pero al mismo tiempo las personas retratadas han encontrado una vía para escapar de la intromisión del fotógrafo.

 

Lástima que la pandemia no permita editar folletos u hojas de sala sobre las exposiciones. A mí me gustaba quedarme con ellos como recuerdo de haber ido. Pero también reconozco que es una oportunidad para buscar la información. Las redes sociales sirven también para esto aparte de para insultar y reírse de los demás (ironía). Creo que voy a repetir y volveré a esta exposición, hasta el 4 de abril en el Museo IAACC Pablo Serrano de Zaragoza. Y algún día espero que se restablezcan las visitas guiadas para conocer la colección de esculturas de Pablo Serrano, un artista que también merece la pena. 


Aquí está El Purgatorio, ¿veis las almas?