jueves, 25 de julio de 2019

Exposición de pintura: Julio Romero de Torres. Pintor de almas. Ibercaja (2019)


Todos sabemos la relación que tuvo Julio Romero de Torres con la mujer morena, aquella de los ojos de misterio y el alma llena de pena que es absolutamente protagonista en esta exposición. Sin embargo, yo creo que merece la pena profundizar mucho más en la obra de este pintor tan controvertido considerado inmoral por los academicistas y considerado demasiado conservador para los vanguardistas; pero admirado por los intelectuales de la época y adorado por las mujeres (dicen que unas bilbaínas le obsequiaron con una almohada llena de sus cabellos).

Las vividoras del amor no puede verse en esta exposición
Era hijo de un pintor romántico y habiendo nacido en el mismo Museo de Bellas Artes de Córdoba, donde su padre ejercía de director, conservador y de profesor, no podía escapar de su destino. Así desde tan joven metido en el ambiente se empapó de influencias de varias tendencias pictóricas, el impresionismo de Fortuny, la pintura social, el simbolismo francés o el prerrafaelismo británico, hasta encontrar su propio camino.

Fuensanta
Marta y María
Un camino que resultó muy exitoso y que no sólo le llevó a pintar mujeres del pueblo, gitanas, trabajadoras, actrices, sino también a las aristócratas principales y altas burguesas de su tiempo, entre ellas a la abuela del Ministro Boyer, la señora de Rodrigáñez. A todas trataba con la misma dedicación. Sus primeros cuadros habían sido más luminosos, influenciados por el impresionismo pero es más conocido por su etapa simbolista en la que son claras las influencias de la pintura renacentista con una paleta de colores muy oscura que remite a la tradición barroca española.

Detalle de María de la Concepción García-Escudero y Sainz de Robles
Esta exposición es buena muestra de ello. Aquí el protagonista es el retrato que comparte una estructura muy parecida. Una mujer sentada, de perfil o en tres cuartos, con muy pocos adornos, muy sensual que destaca sobre un paisaje lejano y oscuro. Mujeres de ojos profundos y tristes, de manos lánguidas o de sonrisa pícara; mujeres ideales sacadas de la realidad, a veces menos favorecida, de la vida. Mujeres que por su estatismo pueden ser consideradas como un bodegón pero que constituyen verdaderas naturalezas vivas. Todo contradicciones.

La niña de los limones
La niña de las naranjas
Una de las críticas que se hace al autor es que objetualiza a la mujer, aunque se pretenda ver como una mujer empoderada. Ni las niñas de las naranjas y los limones ni las vividoras del amor pueden considerarse nunca como mujeres empoderadas. Al contrario, su desnudez es obligada, es pagada y es utilizada por un hombre para comerciar con ella. Eso no puede implicar ningún tipo de empoderamiento.

Huerta de Córdoba de influencia impresionista
Romero de Torres había viajado por toda Europa y también por América Latina, especialmente por Argentina y había sido muy reconocido en distintas exposiciones, no sé si porque aunaba las imágenes del costumbrismo cañí con otros significados más profundos, con el simbolismo más perturbador.

Jugando al Monte


Los cuadros expuestos pertenecen en su mayoría a colecciones privadas por eso es difícil que se vuelvan a reunir. Yo me quedo con el cuadro Jugando al Monte (Humo y Azar) pintado por encargo para decorar un estanco y administración de lotería en 1922. Representa dos mujeres tumbadas en el suelo y muy concentradas en el juego o en la lectura del futuro en las cartas. Hay dinero en el suelo y también cigarrillos, pero lo que destaca son las calidades de las telas y como se pegan al cuerpo de las mujeres, y especialmente esas medias de seda arrugadas en los tobillos. Una de las mujeres, más moderna, lleva un corte de pelo a lo garçon, la otra, más tradicional, un moño bajo. El fondo de la pintura es un paisaje marino con un barco con una vela roja que rompe la gama de azules y grises.

Jugando al monte. Detalles




Como curiosidad me fijé también en el retrato de la Señora de Rodrigáñez que, aparte de la esposa de un ministro de hacienda y gobernador del Banco de España, fue la abuela de otro ministro de hacienda, Miguel Boyer. El retrato sigue la misma estructura: la protagonista está sentada y enmarcada por lo que parece el alféizar de una ventana, con pose de tres cuartos y un paisaje al fondo en el que destaca la Puerta de la Calahorra de Córdoba. Destaca la estola de seda en tonos violetas y la ausencia de joyas; como único adorno, un ramillete de claveles un poco ajados, quizá haciendo referencia a la edad madura de la señora.

La señora de Rodrigáñez y detalles




A mí el estilo de Romero de Torres me resulta perturbador. Sobre todo en el tratamiento que da a los cuerpos y a las telas que los cubren: sólo hay que fijarse en La niña de las saetas. Parecen pintados con un pincel lascivo, remarcando cada curva y también las carnaciones de la piel de las mujeres. Esta es la única mujer pelirroja retratada en esta exposición. Además es una mujer que nunca existió.

La niña de las saetas y detalle


Ana Díaz era el pseudónimo que el escritor y periodista Pedro González-Blanco, amigo de Romero de Torres, utilizaba cuando quería escribir novelas picantonas. Aun se pueden encontrar, de segunda mano, los tres títulos y entre ellos Guía de cortesanas en Madrid y provincias. El caso es que cuando este libro fue a presentarse necesitaron inventar un retrato de la autora y Romero de Torres pintó éste en el que todo resulta inquietante: los reflejos rojizos del pelo, la mirada insinuante, la transparencia del encaje y una minúscula mancha rosa que marca claramente el lugar donde se sitúa el pezón.

Ana Díaz y detalle


El único retrato de un hombre que se exhibe es el del torero Machaquito, gran amigo del autor que está acompañado de un retrato de su hija natural, Rafaelita González. Resulta extraño que la adolescente también vaya vestida de negro, con unas largas trenzas oscuras y ante un paisaje con la misma puerta que la Señora de Rodrigáñez. Sin embargo, la niña, aludiendo a su juventud y pureza, lleva un ramillete de jazmines en su lozanía. Esta niña se crió con la familia de Pérez Galdós, grandes amigos del torero, y recibió una educación exquisita incluyendo estudios en el Conservatorio de Madrid.

Machaquito
Rafaelita González y detalle


Hasta el 8 de septiembre en Ibercaja Patio de la Infanta, Zaragoza.

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