La autora.-
Fred Vargas es una reputada escritora francesa de novela policíaca, arqueozoóloga
e historiadora; también es destacada ecologista. Tiene dos series policíacas
principales; la primera protagonizada por el comisario Adamsberg y otra por
los tres evangelistas, historiadores
que se dedican a desvelar misterios.
También escribe ensayos de su especialidad profesional con su verdadero nombre, aunque ninguno de ellos ha sido publicado aquí: Frédérique Audoin-Rouzeau. Trilogía de los tres evangelistas: Que se levanten los muertos, Más allá a la derecha y Sin hogar ni lugar. Es Premio Princesa de Asturias de las Letras 2018.
También escribe ensayos de su especialidad profesional con su verdadero nombre, aunque ninguno de ellos ha sido publicado aquí: Frédérique Audoin-Rouzeau. Trilogía de los tres evangelistas: Que se levanten los muertos, Más allá a la derecha y Sin hogar ni lugar. Es Premio Princesa de Asturias de las Letras 2018.
Mi opinión.-
Empiezo este verano la trilogía de los tres evangelistas y
no sé por qué creo que me va a gustar más que la serie del comisario Adamsberg
(aquí mi reseña sobre L’homme à l’envers).
Los tres evangelistas son treintañeros licenciados en
historia, que apenas se conocen pero están pasando por una mala racha: laboral,
emocional y económica. Así que deciden compartir un caserón en mal estado, la baraque pourrie, a cambio de un
alquiler módico y de ocuparse de las reparaciones necesarias para hacerlo
habitable. Ocuparán un piso cada uno, en orden cronológico y, además, en la
última planta se instalará Armand Vandoosler, expolicía, tío y padrino de uno
de ellos y que es el encargado de bautizarles como los tres evangelistas.
Mathias Delamarre es especialista en prehistoria y como el
hombre prehistórico le gusta ir desnudo. Es el cazador-recolector de movimientos
rápidos y siempre al acecho. Un hombre de pocas palabras, más intuición y
emoción que razón. Es rubio, es alto, es fuerte. Marc Vandoosler es el especialista en la Edad Media. Es un
caballero andante. Delgado, de estatura media y, a menudo, es vencido por sus
propios impulsos. Mantiene unas relaciones tensas con su tío y padrino. Lucien Devernois es el historiador de la I Guerra Mundial
por eso los otros no le consideran un verdadero historiador, sino un cronista.
Viste siempre de traje y corbata y tiene pinta de ser un poco relamido. Es la
eficacia tecnológica y militar; es la precisión pero demasiado idealista. Y,
además, parece que es un retrato un poco fraternocruel
del hermano de la autora.
Esta primera novela sirve de presentación de los
evangelistas y sus diferentes personalidades y modos de analizar la realidad que
se complementarán para resolver los casos. No todos tendrán el mismo
protagonismo. En Que se levanten los muertos
Marc Vandoosler llevará las riendas de la investigación según lo que él
mismo llama la tectónica de los
pensamientos. Deslizamientos, choques, separaciones bruscas, su mente es un
caos que, en un momento determinado, encuentra su sentido y la resolución del
caso. Pero hasta que eso llega no puede evitar ese bullir de su pensamiento.
Lucien es más pragmático y sabe desconectar y Mathias es la calma por encima
del caos.
Los tres evangelistas y el expolicía inmersos en su momento
de cambio tendrán también que hacer frente al problema que su vecina Sofía les
plantea. Al fin y al cabo, investigar la historia es su trabajo. De la
desaparición de Sofía, surgirán nuevos asesinatos que remiten a un pasado
próximo lleno de celos, envidia y venganza.
Más que novela negra se trata de novela policíaca o quizá
más bien entraría en la clasificación de novela enigma. Planteado un misterio y
presentados los intervinientes queda para el lector el desafío de adivinar qué
y por qué ha ocurrido. Yo casi lo consigo.
Es una novela muy bien
trabada y elegante y me gustaría que se adaptase a cine o televisión como ha
ocurrido con algunas novelas del comisario Adamsberg. Pero tengo que comentar
que la traducción no me ha parecido buena. No estoy segura pero creo que se
llama loísmo cuando se utiliza el pronombre lo
en lugar de le, confundiendo el
objeto directo con el indirecto. He encontrado muchos ejemplos de esto en la
novela y me ha resultado muy molesto. Creo que una editorial como Siruela debería poner atención en estos
detalles. A Mathias lo disgustaba… (pg.
55); Lo divertía (62); … al gordo Georges no se lo veía mucho (118); ¿Puedo
ayudarlo en algo? (127). Y así bastantes más. Espero que las otras dos
novelas tengan una traducción más cuidada.
Que se levanten los muertos
Fred Vargas
Trad. Helena del Amo
Ed. Siruela
Que se levanten los muertos
Fred Vargas
Trad. Helena del Amo
Ed. Siruela
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