jueves, 11 de julio de 2019

Ópera: Madama Butterfly. Auditorio de Zaragoza (2019)


Nuevamente he ido a ver otro montaje de Madama Butterfly pero esta vez ha sido en directo, en el Auditorio de Zaragoza. Teniendo en cuenta que el auditorio no está diseñado para ser un teatro de ópera no tenemos más que una o dos producciones al año, pero con creatividad e ingenio se pueden superar todos los obstáculos.


El escenario es pequeño, sí, y apenas queda sitio para la orquesta, los cantantes y el coro, por eso esta vez la orquesta ocupaba la parte central y se ha diseñado un pequeño escenario a la izquierda comunicado mediante una pasarela circular que rodeaba a la orquesta. Ha sido obra del director de escena Emilio López. Un poco complicado pero muy original. Se complementaba también con proyecciones en la parte frontal de la escena. De verdad, muy original.


La Orquesta Reino de Aragón se fundó en el año 2011 y entre sus objetivos estaba precisamente éste, interpretas óperas en directo para el público zaragozano. Desde entonces se ha seguido consolidando como todo un referente, tanto nacional como internacionalmente. El coro Amici Musicae estuvo perfecto especialmente en el coro a boca cerrada. Carmen Solís y Vicent Romero interpretaron a Butterfly y a Pinkerton. Isaac Galán interpretando a Sharpless también hizo un gran trabajo y Jorge Franco se llevó grandes aplausos en su papel del casamentero Goro.


Todos nos fijamos en el personaje de Butterfly pero debe de ser muy difícil también interpretar a Pinkerton porque es un personaje repulsivo por el que ni el público ni el intérprete pueden sentir ninguna simpatía. Esta ópera se estrenó en 1904 y está ambientada en Nagasaki. Puccini, el autor no podía saber lo que ocurriría en la ciudad 41 años después. No se conocía todavía la energía nuclear y mucho menos su aplicación a la guerra.


Pero sí que los estadounidenses ya mostraban maneras más propias de matones colonizadores. Ya despreciaban las culturas diferentes y se arrogaban derechos que nadie les había dado sobre países, territorios, riquezas e, incluso, seres humanos. A este tipo de gente pertenece Pinkerton. Destinado en Nagasaki para entretenerse y pasar el rato decide comprar una esposa, una niña que ha caído en la desgracia y la pobreza por el suicidio de su padre. No tiene más remedio que ser geisha o concertar un matrimonio sin amor.


Pinkerton se aprovecha de esa situación y después la abandona. Butterfly ha abandonado a su familia, a su religión y a sus antepasados. Se considera ciudadana estadounidense y por ello cree estar protegida por sus leyes. Para mostrar todavía más su cinismo y su arrogancia, cuando Pinkerton vuelve con su esposa estadounidense y se entera de que ha tenido un hijo, no duda en querer llevárselo para educarlo en occidente ¿Se puede ser más cabrón? Sin duda, se podría pero sería difícil.


Pinkerton es el príncipe encantado abusador. Aquel que no necesita humillar porque la situación de pobreza y abandono de una mujer en un contexto conflictivo ya la empuja indefectiblemente hacia él. Así que si un borracho, abusador, egoísta, racista, pedófilo (no olvidemos que ella tiene 15 años) y probablemente paleto e ignorante es la salvación de una niña, sólo se puede gritar ¡socoooooooorro!



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