La autora.-
Fred Vargas es una escritora de novela policíaca, arqueozoóloga e historiadora; y también es una destacada ecologista. Tiene dos series policíacas principales; una de ellas protagonizada por el comisario Adamsberg y otra por los tres evangelistas, historiadores que se dedican a desvelar misterios. También escribe ensayos de su especialidad profesional con su verdadero nombre, aunque ninguno de ellos ha sido publicado aquí: Frédérique Audoin-Rouzeau. Trilogía de los tres evangelistas: Que se levanten los muertos, Más allá a la derecha y Sin hogar ni lugar. Otras obras suyas: L’homme à l’envers, Cuando sale la reclusa, El ejército furioso. Es Premio Princesa de Asturias de las Letras 2018.
Mi opinión.-
Sigo sin entender por qué estos libros se engloban bajo la
denominación de Trilogía de los tres
evangelistas, si los “evangelistas” apenas son determinantes en la trama de
esta novela. Los dos últimos, más bien, deberían pertenecer a la serie de Louis
Kehlweiler, el alemán, porque es el
auténtico protagonista. En fin, serán cuestiones de marketing.
De las tres novelas, ésta es la que más me ha gustado. Se
lee de un tirón; la trama es muy sólida; los protagonistas están en su mejor
momento; y el ritmo es el adecuado. Además, no aparece en el último momento una
carta o una pista escondida que dé la solución que es algo que me saca de
quicio. Yo prefiero que todas las piezas estén a la vista de los lectores para
que intenten adivinar whodunit. Aquí
pasa eso. Desde el principio, la trama fluye fácilmente, con toda lógica y todas
las piezas están presentes, sólo hay que encajarlas.
La autora sigue apoyando los crímenes del presente en
asuntos del pasado. Y así, nos hace partícipes de atrocidades que, en su
momento, quedaron impunes pero que ahora pueden llegar a tener su castigo. Lamentablemente,
los asesinos no son capaces de saciar su voracidad y, en algún momento, cometen
un error.
Para localizar, neutralizar y castigar esos errores está
Kehlweiler. El policía jubilado se dedica tranquilamente a traducir libros del
alemán al francés, hasta que Marthe, la exprostituta, le pide ayuda para un
protegido suyo. Un protegido que no tiene muchas luces pero sí un gran corazón.
Y así, el alemán tiene que tirar de
sus contactos, de su buena memoria, de su archivo policial y de los sagaces “evangelistas”
para solucionar el crimen.
Kehlweiler recurre en esta ocasión a la ayuda de Marc, el
medievalista. Que como no encuentra trabajo como historiador ha decidido
dedicarse a las labores del hogar. Limpia, lava y plancha ropa para sus
clientas y ha tomado clases directamente de Marthe. Que un historiador no
encuentre trabajo de su especialidad, puede resultar gracioso o desmoralizante pero,
sin duda, cada vez es más común. Tanto en Francia como en España. Veremos cómo
salimos de esta crisis provocada por el Coronavirus 19.
A mí personalmente me gustaría que los evangelistas tuvieran
un mayor protagonismo, pero parece que la autora no está muy interesada en
seguir con estos personajes. Esta última novela de la trilogía es de 1997,
aunque en otras novelas de la serie Adamsberg los evangelistas hagan
apariciones estelares. Una lástima.
Fred Vargas
Sin hogar, ni lugar
Trad. Anne-Hélène Suárez Girard
Ed. Siruela
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