domingo, 1 de noviembre de 2020

Novela: Patria de Fernando Aramburu (2016)

El autor.- Fernando Aramburu se licenció en filología hispánica por la Universidad de Zaragoza y fue profesor de español en Alemania. Colabora también en prensa y además de novelas ha escrito poesía, libros de cuentos, ensayos; todos ellos traducidos a varios idiomas. Otras obras suyas: Los peces de la amargura, Utilidad de las desgracias y otros textos, Autorretrato sin mí

Mi opinión.- Patria fue escrita en el año 2016 y ahora ha vuelto a tomar relevancia por la adaptación a serie de televisión realizada por HBO. Aborda un tema que nunca debería desaparecer de los diferentes ámbitos intelectuales y que debería estar sometido a análisis y relecturas constantes, especialmente, desde el punto de vista de las víctimas. El terrorismo.

Esta vez no se trata de analizar la lucha armada, ni el proceso que lleva a un determinado joven a militar en organizaciones terroristas. Esta vez, partiendo de un atentado terrorista, el foco central se sitúa en una sociedad fragmentada y enfrentada. Con delirios de ser pueblo perseguido/elegido por los siglos de los siglos dignos de cualquier sociedad arcaica y cuya base sea el pensamiento mágico.

Esta sociedad se ejemplifica en unas mujeres, antes amigas inseparables y ahora madre de terrorista, una de ellas, y esposa de asesinado, la otra. La narración abarca 40 años de dolor, de silencio y de vergüenza. A algunos críticos les ha parecido excesivo el protagonismo de estas mujeres. A mí me parece lo contrario y además también me parece que se podría criticar a Aramburu, no sé si por una cierta misoginia, porque las mujeres que aparecen en su novela son un poco peculiares.

Miren quedará ya como el arquetipo de la madre fanática vasca. Castradora, brutal y que se siente obligada a querer a su hijo aunque sea un asesino. Una mujer que sufre un proceso de conversión intenso, desde llorar la muerte de Franco hasta defender la causa abertzale, fácilmente entendible si tenemos en cuenta que tanto el franquismo como el terrorismo vasco comparten importantes sesgos etnofascistas. Una mujer que desprecia a su marido, un hombre simplón apaleado por su propio hijo que encuentra refugio cerrando ojos y oídos y cultivando su huerta. Miren también odia a su hija desde mucho antes de que ésta decida casarse con un españolazo e ignora a su hijo menor. Únicamente tiene ojos para su primogénito el que está destinado salvar a la patria vasca de las garras de los españoles; el revolucionario de medio pelo, sin estudios, sin convicciones políticas y sin trabajo; el que no tiene ningún reparo en irse a hacer la revolución y volver a casa para que su madre le lave la ropa y el que pierde la virginidad en la cárcel, cuando ya ronda los 40 años y entiende que ha tirado su vida por la borda.

Bittori es la mujer del asesinado. Desde su muerte, el reloj y la vida también se han parado para ella. Si bien no es tan brutal como Miren también es el prototipo de ama de casa vasca. Miren y Bittori se conocen desde niñas, viven la adolescencia juntas, quieren meterse a monjas y se enamoran de dos amigos. Se casan al mismo tiempo, tienen a sus hijos con poco tiempo de diferencia. Salen de vacaciones, de compras y a misa juntas. Y cuando todo les prometía una vejez sin complicaciones, el hijo de Miren entra en ETA y recibe el encargo de matar al marido de Bittori.

A partir de entonces, la brutalidad de una se impone al amilanamiento de la otra. Bittori también mantiene una relación conflictiva con Nerea, su hija, la preferida de su padre que estudia en Zaragoza. Nerea empieza siendo racista y abertzale, porque no olvidemos que el halo de liberador de la patria oprimida tiene mucho de romántico, pero después rechaza volver al pueblo para el funeral de su padre y decide quedarse en la ciudad follando. Su comportamiento ante la muerte de su padre es difícil de comprender y eso dificulta la empatía del lector con este personaje. Al contrario de lo que pasa con Arantxa, la hija de Miren. Arantxa siempre ha tenido un comportamiento más “normal”. Es una adolescente más alegre y más comprensiva. Es la primera conocedora de la homosexualidad de Gorka su hermano menor y también es la primera que restablece relaciones con Bittori y es fundamental para el desenlace de la novela. Sin embargo, nunca ha sido capaz ni de romper definitivamente con el mundo abertzale ni de adaptarse con todas las consecuencias al mundo de los maketos. Quizá esa haya sido su mayor virtud.

Los hombres que rodean a estas mujeres quedan como personajes secundarios. Ya he mencionado que Joxian, el marido de Miren, es un hombre simplón. Amigo desde siempre del Txato, el asesinado, y compañeros en el mismo club ciclista y de las partidas de mus no duda en retirarle el saludo y hacerle el vacío cuando el Txato comienza a ser amenazado por ETA. Puede entenderse que el miedo se apoderase de la sociedad vasca, pero también es cierto que el silencio podía ser una coartada hasta cerciorarse de qué lado se inclinase la balanza. En el caso de que hubiesen vencido ETA y el independentismo, Joxian hubiese sido considerado el padre de un héroe, de un libertador y no creo que hubiese rechazado estos honores. Sin embargo, al no producirse esta victoria se convirtió, con su silenció y su cobardía, en un acosador más, un acosador por omisión o por cinismo. En un momento determinado Joxian le dice al Txato, “a partir de ahora te saludaré con el pensamiento”. Cobardía.

Esta novela ha sido objeto de muchas críticas. Señal de que el tema es sensible en nuestras sociedades. Muchas de las críticas han sido buenas y muy buenas, pero otras no. No está mal que exista esta controversia. Algunas de las críticas negativas han sido exhaustivas. Han revisado la música que los personajes escuchan, han criticado que no hablen en euskera (como si el euskera fuese comúnmente hablado en los años 1980 o como si el Brad Pitt de las pelis hablase realmente un castellano de Salamanca) y también que se considere una novela fundacional respecto al tratamiento del conflicto vasco en la literatura. Entiendo que ha habido otras novelas, como por ejemplo Martutene de Saizarbitoria, también El hombre solo o Esos cielos de Bernardo Atxaga, pero no han tratado tan exhaustivamente la sociedad vasca y sus miserias. A otros críticos les ha parecido que el protagonismo de las mujeres era excesivo, jaaaaaaaaaaaaaa, jaaaaaaaaaaaaa. También se ha criticado que el autor lleva 30 años viviendo fuera del País Vasco, que su estilo literario fuera bastante simple y que ha retratado a los terroristas con el estereotipo de brutote sin cerebro. Pero habría que leer Patriotas de la muerte, un ensayo de Fernando Reinares documentado a partir de las declaraciones de los etarras en la Audiencia Nacional, para hacerse una idea del perfil de los terroristas de a pie y ver que coincide plenamente con el retrato que Aramburu hace del hijo de Miren. Pero, si hasta se ha criticado que Miren recurra a San Ignacio de Loyola para que proteja y libere a su hijo, porque no es el santo adecuado para estos menesteres. En fin, léase la crítica de Iban Zaldúa para Viento Sur en 2017. Críticas para todos los gustos. 

No he dicho nada sobre el hijo de Miren, el terrorista, el libertador de la patria vasca oprimida porque se merecería más espacio. Únicamente, mencionaré que empieza a cuestionarse su estancia en la cárcel, su militancia y el haber desperdiciado su vida una vez que consigue follar. No sé si recondujo toda la energía sexual reprimida en su adolescencia y juventud y la soltó al mundo en forma de violencia o es que era una descerebrado sin más. A mí me ha gustado mucho la novela y la recomiendo sin dudarlo y creo firmemente que son necesarias muchas más novelas, ensayos, documentales o películas sobre las agresiones etarras a una sociedad democrática. Para erradicar la violencia y el suprematismo en la sociedad vasca no ayudan declaraciones como ésta Declaraciones de un cura vasco, 31 octubre 2020. Siguen educándose en el odio visceral y rancio hacia todo lo que no sea ellos mismos, igual que los nazionalistas catalanes y eso es un rasgo claro de fascismo. Por esto la política de dispersión de presos y de alejamiento del País Vasco fue tan efectiva. No era tanto un castigo como una oportunidad para que los terroristas se alejasen de sus tóxicas familias y entornos y pudiesen arrepentirse. Pero muchos todavía no lo entienden. 


Fernando Aramburu
Patria 
Tusquets Editores

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